
Lea las Revelaciones de Santa Brígida
Interrogación 8
Primera pregunta. Nuevamente el monje apareció en su peldaño, como antes, diciendo: “Oh, Juez, os pregunto: ¿Por qué permitís que sean colocados dioses en los templos y reciban honor como Vos, a pesar que vuestro reino es más noble que todos los demás?”
Segunda pregunta. “¿Por qué no dejáis que las personas vean vuestra gloria en esta vida para que la puedan desear más fervientemente?”
Tercera pregunta. “Ya que vuestros santos y ángeles son más nobles y más santos, por encima de las demás criaturas, ¿por qué no los ven las personas en esta vida?”
Cuarta pregunta. “Ya que los castigos del infierno son horriblemente incomparables, ¿por qué no dejáis que las personas los vean en esta vida para que puedan huir de ellos?”
Quinta pregunta. “Ya que los demonios son incomparablemente feos y malformados, ¿por qué no son visibles al humano y así, entonces, nadie los seguiría ni les darían su consentimiento?” Respuesta a la primera pregunta. El Juez respondió: “Mi amigo, yo soy Dios, el creador de todo, quien no hace más injusticia al malvado que al bueno, porque soy la justicia en sí. Está de acuerdo a mi justicia que el ingreso al cielo debe ganarse a través de una fe inmutable, esperanza racional y amor ferviente. Una persona delibera más frecuentemente y adora más amorosamente aquello que el corazón ama más y ama con mayor fervor. Así es con los dioses que se colocan en los templos – a pesar de que no son dioses ni creadores, ya que hay tan sólo un único creador, yo mismo, Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Pero los dueños de los tiempos y las personas en general aman más a los dioses de lo que me aman a mí, buscando alcanzar el éxito mundano en vez de vivir conmigo.
Si yo fuera a destruir las cosas que las personas aman más que a mí e hiciera que las personas me adoraran en contra de su voluntad, entonces ciertamente les haría una injusticia quitándoles su libre albedrío y deseo. Debido a que no tienen fe en mí y en sus corazones hay algo más deleitable que yo, les permito razonablemente producir externamente lo que ellos aman y ansían en sus mentes. Debido a que aman la creación más que a mí, el Creador, a quien pueden conocer por los signos y obras probables, si tan sólo hicieran uso de su razón y, porque están ciegos, maldita es su creación y malditos son sus ídolos. Ellos mismos sentirán vergüenza y serán sentenciados por su insensatez, porque rechazan el comprender cuán dulce soy, su Dios, quien creó y redimió a la humanidad por un ferviente amor.”
Respuesta a la segunda pregunta. “En cuanto a por qué no se ve mi gloria, respondo: Mi gloria es inefable y no puede compararse a nada en dulzura y bondad. Si pudiese verse mi gloria tal como es, el cuerpo humano corruptible se volvería débil y fallaría, igual que fallaron los sentidos de aquellos que vieron mi gloria en el monte. Además, debido a la alegría del alma, el cuerpo dejaría de trabajar y sería incapaz de actividad física. Ya que no hay entrada al cielo sin el trabajo de amor y, para que la fe pueda tener su recompensa y el cuerpo pueda trabajar, mi gloria, por lo tanto, está escondida por un tiempo para que, a través del deseo y la fe, pueda ser vista más plenamente con mayor felicidad para siempre.”
Respuesta a la tercera pregunta. “En cuanto a por qué no se ven los santos como son, respondo: Si mis santos fuesen abiertamente visibles y se les viera hablar, entonces se les daría honor a ellos como a mí mismo, y la fe no tendría mérito. Además, la carne débil no sería capaz de verlos y no está en concordancia con mi justicia que dicha gran debilidad pudiese contemplar una visión tan espléndida.
Consecuentemente, mis santos no se escuchan ni se ven como son, para que yo reciba todo el honor y para que las personas puedan saber que no se ha de amar a nadie más que a mí. Si mis santos aparecen a veces, sin embargo, no es en la forma de gloria en la cual realmente viven, sino en vez de eso, en la forma en que pueden ser vistos sin confundir a la inteligencia física, manteniendo escondido su pleno poder.”
Respuesta a la cuarta pregunta. “En cuanto a por qué no se ven los castigos del infierno, respondo: Si los castigos del infierno pudiesen verse como son, las personas quedarían completamente congeladas de miedo y buscarían el cielo por miedo en vez de por amor. Debido a que nadie debiera desear la felicidad del cielo por miedo al castigo, sino por amor divino, los castigos permanecen, por lo tanto, escondidos por ahora. Claro está, así como las personas buenas y santas no experimentan exactamente esa clase de felicidad indescriptible antes de la separación del cuerpo y el alma, tampoco pueden los malvados experimentar sus castigos. Pero una vez el alma se ha separado del cuerpo, entonces descubren esas experiencias, las cuales no estaban dispuestos a sondear con su inteligencia mientras todavía eran capaces de hacerlo.”
Respuesta a la quinta pregunta. “En cuanto a por qué los demonios no hacen aparición visible, respondo: Si su fealdad horrible fuese vista tal como es, el alma de la persona que la viese perdería su cordura con sólo verla y todo su cuerpo se estremecería y encogería como alguien que tiembla de miedo y todo su corazón fallaría y moriría de terror y sus pies no podrían sostener el peso de sus extremidades. Para que el alma permanezca firme en sus sentidos y su corazón vigilante en mi amor, y su cuerpo capaz de laborar a mi servicio, la fealdad de los demonios, por lo tanto, está escondida – también para verificar sus propósitos malignos.”
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