Mi amiga Carla me había invitado a su casa con otras amigas que sus nombres eran Vanesa, Victoria y Sandra. Como sus papás no estaban y no teníamos nada que hacer, Carla y yo hicimos una casa de espantos para las demás. Pero antes de hacerla nos metimos a la alberca.
Cuando la empezamos a hacer Carla me comentó que cuando fue por una colcha para cubrir las ventanas y que no hubiera luz, dijo que vio una sombra y alguien que le susurraba
Ven, ven, acércate
Luego me dijo que se escuchaba una risa diabólica. Después se vino corriendo, pero yo no le creí porque ella era muy bromista.
Cuando yo le hablé para que me ayudara, ella estaba tirada en el piso. Le tome el pulso... ya estaba muerta. Les avisé a mis otras amigas y Vanesa tomó el teléfono para llama a la ambulancia pero no daba línea.
Nos salimos corriendo a un teléfono público que estaba en la esquina de la cuadra pero antes de llegar vimos el carro de sus papás y les contamos lo sucedido. Yo me sentía culpable por no haberle creído. Después de unos minutos había mucha gente afuera y escuché a dos señoras que decían que en la casa donde Carla vivía, cuando la estaban construyendo, el albañil que estaba encargado para hacer la casa estaba enamorado de la mamá de Carla. Pero como la mamá de Carla no le hacía caso él decidió hacerla sufrir matando a Carla.
Pero antes de matarla él murió ahorcado en la construcción. Las señoras que platicaban también decían que ellas no estaban sorprendidas por la muerte de mi mejor amiga. Entonces descubrí que las voces y sombras que me había contado Carla que vio eran del albañil.