Los juegos preliminares, la masturbación, estimulación oral y anal es intrínsecamente malo y contra la ley natural
La estimulación erótica y la masturbación es intrínsicamente maligna
La Iglesia Católica enseña que la estimulación erótica entre los esposos es intrínsicamente maligna. Y, por lo tanto, cualquier actividad sexual que no puede procrear, si fuese posible la procreación, es intrínsicamente maligna y por lo tanto un pecado mortal.
“Y ahora pues, Señor, tú sabes que no movido de concupiscencia tomo a esta mi hermana por esposa, sino por el solo deseo de tener hijos que bendigan tu santo nombre por los siglos de los siglos.” (Tobías 6:16-17, 22; 8:9)
“Ellos buscan el calor y la lujuria sexual que perecerá y aman la carne que será comida por lo gusanos. … Cuando la pareja llega a la cama, mi Espíritu les abandona, al tiempo que se les acerca el espíritu de la impureza, porque tan sólo se unen en la lujuria y no argumentan ni piensan en nada más. … Una pareja así nunca verá mi rostro, a menos que se arrepientan.” (Las Revelaciones de Santa Brígida, Libro 1, Capítulo 26)
Por lo tanto, cualquier actividad sexual entre los esposos por cualquier propósito fuera de las relaciones sexuales es intrínsicamente maligna porque cualquier dicha actividad sexual no puede procrear, aunque la esposa estuviese fértil y, por lo tanto el motivo principal de la procreación no puede estar presente. Por lo tanto, la excusa de que algunos esposos deben de realizar actividades sexuales fuera de la relación sexual como una preparación para la relación sexual está condenada por la Iglesia. Es una excusa pecaminosa que permite que los esposos perpetúen sus perversiones sexuales al abusar sexualmente de sus partes corporales que no tienen nada que ver con la procreación. Si se practica cualquier variación de la estimulación erótica, sin duda alguna serán arrojados al Infierno a sufrir y quemarse por toda la eternidad.
Los teólogos malignos dicen que la sodomía entre los esposos no es mortalmente pecaminosa
El peor pecado mortal en relación a la actividad sexual prohibida entre los esposos es la sodomía (también conocido como el pecado de Sodoma), que es uno de los cuatro pecados que claman a Dios por venganza:
Penny Catechism (Un Catecismo de la Doctrina Cristiana), Siglo XVI: “Pregunta 327. ¿Cuáles son los cuatro pecados que claman al cielo por venganza? Respuesta. Los cuatro pecados que claman al cielo por venganza son: 1. Asesinato voluntario (Génesis iv); 2. El pecado de Sodoma [sexo anal u oral] (Génesis. xviii); 3. La opresión de los pobres (Éxodo. ii); 4. Defraudación a los trabajadores de sus sueldos (Santiago v).”
Y sin embargo a pesar de esta enseñanza dogmática sobre la moral, Fr. Heribert Jone, en cada edición de su libro Teología Moral a partir de 1929 y después, enseña que un esposo puede sodomizar a su esposa y su esposa puede permitirlo y ninguno comete pecado mortal en tanto él consuma su acto en forma natural con la intención de procrear. Y el pervertido Jone enseña que este acto no es sodomía para nada porque el esposo no riega su semilla cuando sodomiza a su esposa. Nótese que el término “sodomía imperfecta” que usa Fr. Jone significa el pecado mortal de sodomía entre las personas de sexo opuesto y “sodomía perfecta” es el pecado mortal de sodomía entre aquellos del mismo sexo:
Teología Moral, Fr. Heribert Jone, 1951: “I. Sodomía Imperfecta, i.e., relaciones rectales, es un pecado grave cuando el fluido seminal se pierde: Excluyendo la intención sodomítica no es sodomía ni pecado grave si la relación se inicia de manera rectal con la intención de consumarla naturalmente o si alguna acción sodomítica se coloca sin peligro de contaminación...” (“3. Los Pecados de las Personas Casadas,” Sección 757.)
Por lo tanto, el pervertido Fr. Jone dice que las relaciones rectales entre un esposo y su esposa no es un pecado grave en tanto el esposo no derrame su semilla cuando sodomice a su esposa. Y, de acuerdo al pervertido Fr. Jone, ¡esto ni siquiera es sodomía! Uno debe preguntar, entonces, “¿Qué es?” y “¿Cuál es el propósito de este acto pervertido y asqueroso?” Es sodomía, ¡simple y sencillamente! Y el propósito es burlarse de Dios y degradar y desgraciar a la esposa. No solo es este acto sodómico realizado por los esposos contrario a la naturaleza y a la ley natural, y clama a Dios la venganza, también es físicamente destructivo para la salud de ambos esposos.
Sin embargo, Fr. Jone contradice su enseñanza anterior dentro de su mismo libro. En la Sección 230 da la definición correcta de sodomía como sigue:
Teología Moral, Fr. Heribert Jone: “230. – II. Sodomía. 1. Definición. Sodomía es una copulación carnal no natural ya sea con una persona del mismo sexo (sodomía perfecta) o del sexo opuesto; siendo la última sodomía heterosexual y consiste en relaciones rectales (sodomía imperfecta). Cualquiera de las dos sodomías será consumada o no-consumada de acuerdo a si se realiza la fecundación o no.”
Por lo tanto, ya sea que la semilla se derrame durante la sodomía o no, es aún sodomía pero una se llama sodomía consumada y la otra es sodomía no-consumada. Por lo tanto, en la Sección 230 él enseña correctamente que un esposo que sodomiza a su esposa pero no consuma la sodomía, de todos modos es culpable de sodomía, la cual clasifica correctamente como sodomía no-consumada. Su enseñanza en esta sección contradice lo que él enseña en la Sección 757 cuando dice que la sodomía no-consumada del esposo no es sodomía. La ley natural por sí sola dice, aún a un pagano que nunca había escuchado la palabra de Dios, que cualquier forma de relación rectal, por cualquier razón que sea, es intrínsicamente maligna, así como cualquier clase de actividad sexual fuera de lo que es necesario para la procreación.
Y no debería sorprender a aquellos que escuchan las palabras de la Santísima Siempre Virgen María quien dijo que una inmoralidad masiva prevaleció entre la mayoría de los sacerdotes en 1846, como resultado de la gran pérdida de fe por parte de aquellos que eran Católicos solo de nombre:
La Iglesia aprobó la Revelación de Nuestra Señora de La Salette, 1846: “Los sacerdotes, ministros de mi Hijo, los sacerdotes, por sus vidas malvadas, por irreverencia y su impiedad en la celebración de los santos misterios, por su amor al dinero, su amor por los honores y placeres, los sacerdotes se han convertido en letrinas de impureza... Los jefes, los líderes de las personas de Dios han desatendido la oración y la penitencia, y el demonio ha ofuscado su inteligencia. Ellos se han vuelto estrellas errantes que el Viejo demonio arrastrará con su cola para hacerlos perecer... En el año de 1864, Lucifer junto con un gran número de demonios será desatado del infierno; ellos pondrán fin poco a poco a la fe, aún en aquellos dedicados a Dios. Los cegarán de tal manera que, a menos que sean bendecidos con una gracia especial, estas personas tomarán el espíritu de estos ángeles del infierno; varias instituciones religiosas perderán toda la fe y perderán muchas almas… Abundarán los libros malignos sobre la tierra y los espíritus de las tinieblas regarán por todos lados un relajamiento universal en todo lo relacionado al servicio de Dios... Roma perderá la fe y se volverá la sede del Anticristo... La Iglesia estará en eclipse, el mundo estará en desánimo... solo la fe sobrevivirá.”
A aquellos que han leído con atención el Libro de las Lamentaciones, no deberán sorprenderse que las personas escogidas de Dios han regresado a su propio vómito de paganismo y a los pecados de Sodoma:
“Y la iniquidad de la hija de mi pueblo se ha hecho más grande que el pecado de Sodoma, el cual fue derrocado en un momento.” (Lamentaciones 4:6)
El pecado de la concupiscencia inflamante
“Que… ustedes pueden ser partícipes de la naturaleza divina: eliminando la corrupción de esa concupiscencia, la cual está en el mundo.” (2 Pt. 1:4)
Varios Errores sobre Temas Morales, Condenados en un decreto del Santo Oficio, 4 de marzo, 1679: “EL ACTO DEL MATRIMONIO REALIZADO ÚNICAMENTE POR PLACER ESTÁ COMPLETAMENTE LIBRE DE TODA FALTA Y DEFECTO VENIAL.” (Denz. 1159) –Condenado por el Papa Inocente XI.
“Díjole entonces el ángel Rafael: Escúchame, que yo te enseñaré cuáles son aquellos sobre quienes tiene potestad el demonio. Los que abrazan con tal disposición el matrimonio, que apartan de si y de su mente a Dios, entregándose a su pasión, como el caballo y el mulo que no tienen entendimiento; esos son sobre quienes tiene poder el demonio. … Pasada la tercera noche, te juntarás con la doncella, en el temor del Señor, llevado más bien por el deseo de tener hijos, que de la concupiscencia; a fin de conseguir en los hijos la bendición propia del linaje de Abrahán. … [Tobías dijo] Ahora pues, Señor, tú sabes que no movido de concupiscencia tomo a esta mi hermana por esposa, sino por el solo deseo de tener hijos que bendigan tu santo nombre por los siglos de los siglos.” (Tobías 6:16-17, 22; 8:9)
La Iglesia Católica enseña que el acto marital no puede usarse para inflamar la concupiscencia. Si el acto marital se usa para inflamar la concupiscencia, entonces se comete pecado. La meta de las relaciones maritales de una pareja devota es apagar el fuego de la lujuria al realizar el acto con un sentido de vergüenza y reconocimiento de la debilidad de la carne. La meta de la concupiscencia inflamante es encender el fuego a niveles mayores, excitación más alta, exaltando la carne mientras se suprime la vergüenza y la debilidad de la carne. Los ejemplos de cosas que una pareja puede hacer para inflamar la concupiscencia son la masturbación, toques y besos lascivos o que complacerse en estimulación erótica (son todos los pecados mortales). “No te dejes arrastrar de tus pasiones y refrena tus apetitos.” (Eclesiástico. 18:30)
Papa Pío XI, Casti Connubii (# 17), Dic. 31, 1930: “EL FIN PRIMARIO DEL MATRIMONIO ES LA PROCREACIÓN Y LA EDUCACIÓN DE LOS HIJOS... Porque en el matrimonio así como en el uso de los derechos matrimoniales también existen fines secundarios, como es la ayuda mutua, el cultivo del amor mutuo y el acallar la concupiscencia de lo cual los esposos no tienen prohibido tomar en consideración, EN TANTO ESTÉN SUBORDINADOS AL FIN PRIMARIO y en tanto la naturaleza intrínseca del acto sea preservada.”
Se les permite a un esposo y una esposa acallar la concupiscencia como un motivo secundario después del primer motivo de la procreación. Esto es un dogma que fue proclamado por el Papa Pío XI. Esto significa apagar la llama de la concupiscencia y no inflamarla de manera alguna. La meta es llevar al cónyuge al Cielo, para glorificar a Dios y santificarse uno mismo, y no principalmente sobre el placer. La gravedad del pecado, cuando se inflama la concupiscencia, depende de los pensamientos y de los actos reales a los cuales consiente una pareja durante el acto del matrimonio. Pero nunca se les permite a un esposo y a una esposa prevenir la concepción de un hijo, de ninguna manera que sea, ya fuera con contraceptivos, con retiro o con el uso de PFN (planificación familiar natural).
Pero lo que es seguro es que realizar actos más allá de lo que es necesario en el acto marital puede ser un pecado mortal, pero si el acto es natural, aunque sea realizado únicamente por lujuria, parece ser por lo menos un pecado venial, tal como lo afirma la siguiente enseñanza de la Iglesia:
Varios Errores sobre Temas Morales, Condenados en un decreto del Santo Oficio, 4 de marzo, 1679: “EL ACTO DEL MATRIMONIO REALIZADO ÚNICAMENTE POR PLACER ESTÁ COMPLETAMENTE LIBRE DE TODA FALTA Y DEFECTO VENIAL.” (Denz. 1159) –Condenado por el Papa Inocente XI.
Tal como vimos anteriormente, es por lo menos un pecado venial tener relaciones únicamente por motivos lujuriosos. De esto puede aprenderse que una pareja debe de tener una razón para unirse durante el acto marital. Por lo tanto, no puede unirse únicamente por cualquier razón lujuriosa que se le pueda ocurrir a la pareja ya que esto sería (por lo menos) un pecado venial, de acuerdo a las enseñanzas católicas. Los pecados veniales abren el alma a pecados más graves y es por eso que uno siempre debe de cuidarse muchísimo de no caer en pecados veniales.
Una pareja puede participar lícitamente en el acto marital (sin pecado ni culpa) únicamente si se efectúa con el propósito primario de tener hijos. El segundo motivo de acallar la concupiscencia puede seguir al motivo primario si lo esposos así lo escogen, pero el motivo secundario no se necesita para completar lícitamente el acto marital de la misma manera que el motivo primario de criar hijos, y tampoco es meritorio aunque sea permitido.
Papa Pío XI, Casti Connubii (# 17), Dic. 31, 1930: “EL FIN PRIMARIO DEL MATRIMONIO ES LA PROCREACIÓN Y LA EDUCACIÓN DE LOS HIJOS... Porque en el matrimonio así como en el uso de los derechos matrimoniales también existen fines secundarios, como es la ayuda mutua, el cultivo del amor mutuo y el acallar la concupiscencia de lo cual los esposos no tienen prohibido tomar en consideración, EN TANTO ESTÉN SUBORDINADOS AL FIN PRIMARIO y en tanto la naturaleza intrínseca del acto sea preservada.”
Debido a que muchas parejas hoy en día y especialmente aquellas que se llaman católicas, inflaman su lujuria a lo máximo antes, durante y después del acto de procreación, tal como les ha enseñado su apóstata Iglesia Vaticano II y los teólogos malvados pervertidos, debemos de condenar esta idea en detalle específico.
Noten las palabras del Papa Pío XI: “acallar la concupiscencia”. Aquellos que así comenten actos, que no son necesarios en la procreación de los hijos en el acto matrimonial definitivamente cometen pecado, ya que inflaman su carne de una manera totalmente pecaminosa. Por lo tanto, el inflamar la concupiscencia está condenado como pecaminoso porque subordina el fin secundario (o el propósito) del matrimonio y del acto matrimonial (acallar la concupiscencia) a otros fines.
Se subordina el fin secundario del matrimonio a otras cosas, intentando deliberadamente evitar el acto procreativo normal como su primer o único acto del matrimonio a otras cosas, mientras se tienen relaciones maritales. El inflamar la concupiscencia, por lo tanto, invierte el orden establecido por el mismo Dios. Hace todo lo que el Papa Pío XI solemnemente nos enseña que no pude hacerse lícitamente. Y este punto destruye todos los argumentos que son proclamados por aquellos que defienden las formas no naturales, ilícitas y no procreativas de estimulación erótica previa o posterior al acto fuera de una relación normal; porque todos los argumentos que son proclamados por aquellos que defienden el inflamar la carne están enfocados en la concupiscencia y la lujuria dentro del mismo acto matrimonial y no en los fines primario y secundario de una relación sexual lícita (la procreación y la educación de los hijos; y el acallar la concupiscencia).
Entonces, lo que estas parejas lujuriosas hacen incrementando su placer durante el acto marital no es solo el acallar de la concupiscencia sobre lo cual habló el Papa Pío XI, sino que es exactamente lo opuesto, ya que ellos primero inflaman su lujuria y concupiscencia antes de apagarla y, por lo tanto, sin duda alguna, están cometiendo un pecado mortal. Porque, si unirse únicamente con motivos lujuriosos normales es por lo menos un pecado venial, de acuerdo a las enseñanzas católicas, ¿qué entonces serían esos actos no naturales e innecesarios que estas personas lujuriosas viven durante el calor de su lujuria vergonzosa?
Varios Errores sobre Temas Morales, Condenados en un decreto del Santo Oficio, 4 de marzo, 1679: “EL ACTO DEL MATRIMONIO REALIZADO ÚNICAMENTE POR PLACER ESTÁ COMPLETAMENTE LIBRE DE TODA FALTA Y DEFECTO VENIAL.” (Denz. 1159) –Condenado por el Papa Inocente XI.
A pesar que un pecado venial no nos separa de Dios tal como lo hace un pecado mortal, un pecado venial puede (si se practica hasta con la intención de perseverar) llevar a una persona al Infierno ya que lo puede llevar a cometer otros pecados y porque a esta persona no le importó detenerse en hacer lo que sabía que era un peligro para su alma, y aún obtenía un gran deleite en hacerlo, a pesar que sabía que ofendía a Dios. Claro está que consentir a pecados veniales deliberados es muy malo. Podemos aprender esta verdad del mismo Jesucristo:
““Ya que el pecado más pequeño y codiciado es suficiente para condenar a cualquiera que no se arrepienta fuera del reino del Cielo.” (Jesús hablándole a Santa Brígida, Las Revelaciones de Santa Brígida, Libro 1, Capítulo 32).
“Más aún, sabed que así como todos los pecados mortales son muy serios, así también un pecado venial se vuelve mortal si un ser humano se deleita con el mismo con la intención de perseverar.” (Jesús hablándole a Santa Brígida, Las Revelaciones de Santa Brígida, Libro 7, Capítulo 27).
Si los esposos no trabajan hacia la perfección tratando de eliminar la concupiscencia, entonces, cuando uno se muere, el otro está muy susceptible de cometer pecado mortal suprimiendo ilícitamente la concupiscencia. Cuando le dije a un hombre casado que la PFN es pecado mortal, dijo que esto no podía ser cierto porque el no puede controlar su lujuria y no podía darse el lujo de tener más hijos; por lo tanto, tenía que practicar la PFN (un método anticonceptivo). El se burla y niega la gracia de Dios diciendo que no puede controlar su lujuria, y el no tiene una verdadera fe en Dios, quien alimenta a los pájaros que no siembran ni cosechan ni guardan en el granero. Jesucristo es el médico y curador divino que puede curar cualesquiera y todas las faltas y condiciones pecaminosas. Le pregunté, “Si usted no puede controlar su lujuria ahora, ¿qué haría si su esposa se muriera mañana?” “¿Cómo satisfaría entonces su lujuria?” Si, como lo dijo, no puede controlar su lujuria, cometería pecado mortal al encontrar una manera de satisfacer su lujuria, de una u otra manera.
Camino hacia la pureza y la perfección
Estimado lector, ahora ya debería poder ver claramente que quien se une en acto marital por la lujuria carnal, el demonio tiene poder sobre él / ella. San Rafael Arcángel, uno de los siete arcángeles que está de pie ante el trono de Dios, enseña cuál es la voluntad de Dios para los esposos en el uso del acto marital:
“Díjole entonces el ángel Rafael: Escúchame, que yo te enseñaré cuáles son aquellos sobre quienes tiene potestad el demonio. Los que abrazan con tal disposición el matrimonio, que apartan de si y de su mente a Dios, entregándose a su pasión, como el caballo y el mulo que no tienen entendimiento; esos son sobre quienes tiene poder el demonio. … Pasada la tercera noche, te juntarás con la doncella, en el temor del Señor, llevado más bien por el deseo de tener hijos, que de la concupiscencia; a fin de conseguir en los hijos la bendición propia del linaje de Abrahán. … [Tobías dijo] Ahora pues, Señor, tú sabes que no movido de concupiscencia tomo a esta mi hermana por esposa, sino por el solo deseo de tener hijos que bendigan tu santo nombre por los siglos de los siglos.” (Tobías 6:16-17, 22; 8:9)
El propósito principal con el cual los esposos deben subordinados el acto marital es por “amor a la posteridad” (hijos), no por la lujuria. No, dice San Rafael, los esposos deben de unirse “únicamente por amor a la posteridad.” Los esposos que se unen para gratificar la lujuria carnal, sobre ellos tiene poder Satanás.
La meta de todo católico verdadero es ser santo. Eso significa que deben esforzarse por ser perfectos y santos como Dios es perfecto y santo. “Sed, pues, vosotros, perfectos, así como vuestro Padre celestial es perfecto, imitándole en cuanto podáis. (Mateo 5:48) Está escrito: series santo, porque Yo soy santo.” (1Pt. 1:16)
Existen algunas reglas fundamentales que todos los esposos necesitan aprender para poder tener un matrimonio feliz. Primero, siempre deben rezar juntos el Rosario, o individualmente antes del momento en el cual tienen la intención de tener relaciones maritales, y suplicarle a Dios de rodillas que les otorgue hijos para el honor de Su Santo nombre. Segundo, deben de rezarle a Dios para que ninguno de los dos peque en pensamiento ni en obra mientras se realiza el acto marital. Tercero, siempre deben recordar que Dios está presente con ustedes cuando se realiza el acto marital. Esto evitará que busquen inflamar su lujuria. Cuarto, siempre deberá haber oscuridad en la habitación para que no se inflame la concupiscencia. Quinto, siempre deben exponer tan poca carne como sea posible durante las relaciones maritales. El camino a la perfección, en relación al acto marital, es que los esposos realizan el acto marital únicamente con la intención y esperanza de tener hijos. Eso significa que los esposos deben de ser castos durante el período infértil mensual de la mujer. Leemos en el Antigua Testamento que Dios había prohibido el acto marital durante el ciclo infértil mensual de la mujer. “La mujer que padece la incomodidad ordinaria del mes, estará separada por siete días.” (Lev. 15:19) Comentario de Haydock: “Días, no solo afuera del campo sino de la compañía de hombres.” Tan pronto una mujer muestra señal del ciclo infértil, se detendrían las relaciones hasta. “No te llegues a la mujer mientras padece el menstruo, ni tengas que ver con ella: tampoco destaparás su desnudez.” (Lev. 18:19) Comentario de Haydock: “San Agustín cree que esta ley todavía está vigente. [En Lev. 20:18] Esta intemperancia fue por una ley positiva declarada una ofensa mortal de los judíos.”
Otra instancia se encuentra en Las Revelaciones de Santa Brígida, Libro 10 o apéndice. Santa Brígida le pregunta a un hombre que ahora está en el purgatorio sobre las razones específicas de por qué se escapó del infierno eterno. Esta es la tercera razón por la cual él escapó al infierno: “La tercera [razón] es que obedecía a mi maestro quien me aconsejó abstenerme de la cama de mi esposa cuando comprendí que estaba embarazada.” Ver también en Las Revelaciones de Santa Brígida, Libro 1, Capítulo 26 en cuanto a la condenación por parte de Cristo de los que abogan por la PFN. ¡Click aquí!
“Se me explicó acá que la Santísima Virgen fue engendrada por sus padres en santa obediencia y en completa pureza de corazón y que de allí en adelante vivieron juntos en continencia en la mayor devoción a Dios y temor de Dios. Fue al mismo tiempo claramente instruido sobre cómo la santidad de los niños fue inmensamente alentada por la pureza, la castidad y la continencia de sus padres y por su resistencia a todas las tentaciones impuras; y cómo la continencia después de la concepción preserva el fruto del vientre de muchos impulsos pecaminosos. En general, se me dio una abundancia desbordante de conocimiento sobre las raíces de la deformidad y el pecado.” (Anne Catherine Emmerich, La Vida de la Santísima Virgen María).
Si los cónyuges desean fomentar la virtud y si existe un consentimiento mutuo de abstenerse de las relaciones maritales, entonces tanto el esposo como la esposa pueden separarse cualquier cantidad de tiempo que decidan para poder cultivar la virtud y la perfección evangélica. Rezamos y suplicamos que todos puedan considerar hacer esto de vez en cuando. Tomando en consideración todos estos hechos, la cosa más prudente es, obviamente, permanecer casto durante toda la duración del embarazo para poder fomentar la virtud en sí mismo y en su futuro hijo.
“Entonces Tobías exhortó a la virgen y le dijo: Sara, levántate y dejad que le oremos a Dios hoy y mañana, y el siguiente día: porque durante estas tres noches estamos unidos a Dios: y cuando se termine la tercera noche, estaremos en nuestro propio connubio. Porque somos los hijos de santos y no debemos unirnos como paganos que no conocen a Dios.” Tobías 8:4-5
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