Santa Brigida de Suecia: Profecias de Santa Brigida

Revelaciones Celestiales de Santa Brígida de Suecia - Libro 2

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  • Dios se mostró enojado y dijo: “Aquel a quien destiné esta obra de mis manos para gran gloria, me desprecia mucho. Esta alma, a quien le ofrecí mi amoroso cuidado, me hizo tres cosas: Desvió sus ojos de Mí y los volvió al enemigo. Fijó su voluntad en el mundo. Puso su confianza en él mismo, porque tenía la libertad de pecar contra mí. Por esta razón, porque no se molestó en tener ninguna consideración por mi, ejercí mi repentina justicia sobre él.”

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    Las Profecías y Revelaciones de Santa Brígida de Suecia - Libro 2

    Las instrucciones del Hijo a la novia acerca del Demonio; la respuesta del Hijo a la novia acerca del por qué ÉL no aparta a quienes hacen el mal antes de que caigan en el pecado; y sobre cómo el reino del cielo es dado a las personas bautizadas que mueren antes de alcanzar la edad de la discreción.

    Capítulo 1

    El Hijo habló a la novia, diciendo: “Cuando te tiente el Demonio, dile estas tres cosas: ‘Las palabras de Dios no pueden ser nada más que la verdad.’ Segundo: ‘Nada es imposible para Dios, porque Él puede hacer todas las cosas.’ Tercero: ‘Tú demonio, no me puedes dar un fervor de amor tan grande como el que Dios me da.’ Nuevamente el Señor le habló a la novia, diciendo: “Veo a la gente de tres maneras: primero, su cuerpo externo para ver en qué condición se encuentra; segundo, su conciencia interna, a qué se inclina y de qué manera; tercero, su corazón, y qué es lo que desea. Como un pájaro que ve un pez en el mar y calcula la profundidad del agua y también tiene en cuenta los vientos de tormenta, Yo, también, conozco y evalúo la manera de ser de cada persona y tomo nota de qué es lo que le toca a cada una, ya que tengo una vista fina y perspicaz y puedo evaluar la situación humana mejor de lo que una persona se conoce a sí misma.

    Por lo tanto, porque veo y sé todas las cosas, pueden preguntarme por qué no me llevo a quienes hacen el mal antes que caigan en las profundidades del pecado. Yo mismo formulé la pregunta y Yo mismo te la responderé: Yo soy el Creador de todas las cosas, y todas las cosas me son conocidas de antemano. Yo conozco y veo todo lo que ha sido y lo que será. Pero, aunque conozco y puedo hacer todas las cosas, aún así, por razones de justicia, no interfiero con la constitución natural del cuerpo como tampoco lo hago con la inclinación del alma. Cada ser humano continúa existiendo de acuerdo a la constitución natural del cuerpo tal cual es y fue desde toda la eternidad en mi conocimiento previo. El hecho que una persona tenga una vida más larga y otra más corta tiene que ver con la fuerza o debilidad naturales y está relacionada con su constitución física. No es debido a mi conocimiento previo que una persona pierde su vista u otra se vuelve coja o algo parecido, ya que mi conocimiento previo de todas las cosas es de tal forma que por él nadie ha empeorado, ni tampoco le ha hecho daño a alguien.

    Es más, estas cosas no ocurren por el curso y la posición de los elementos celestiales, sino por algún principio oculto de justicia en la constitución y conservación de la naturaleza. Porque el pecado y el desorden natural conllevan a la deformidad del cuerpo de muchas maneras. Esto no sucede porque es mi voluntad directa, sino porque permito que ocurra para que haya justicia. A pesar de que Yo puedo hacer todas las cosas, aun así no obstruyo a la justicia. Como corresponde, la longevidad o brevedad de la vida de una persona, está relacionada con la fuerza o debilidad de su constitución física, tal como estaba en mi conocimiento previo el cual nadie puede contravenir.

    Puedes entender esto a través de un símil. Imagínate que había dos caminos con un camino que conduce a ellos. Había muchas tumbas en ambos caminos, cruzándose y empalmándose una sobre otra. El final de uno de los dos caminos se pronunciaba directamente hacia abajo; el final del otro hacia arriba. En el cruce estaba escrito: ‘Quien viaje por este camino lo empezará con placer y deleite físicos y lo terminará en miseria y vergüenza. Quien tome el otro camino lo comenzará con un esfuerzo moderado y soportable, pero alcanza el final con un gran gozo y consolación.’ Una persona que caminaba sola sobre el camino solitario se hallaba completamente ciega. Sin embargo, cuando llegó al cruce de caminos sus ojos se abrieron y vio lo que estaba escrito acerca de cómo terminaban ambos caminos.

    Mientras estaba estudiando el letrero y pensándolo consigo misma, repentinamente se aparecieron junto a esta persona dos hombres a quienes se les había confiado el cuidado de ambos caminos. A medida que observaban al caminante en el cruce de caminos, se dijeron el uno al otro: 'Observemos cuidadosamente cuál de los caminos decide tomar y entonces él pertenecerá a aquél de nosotros cuyo camino seleccione.' El caminante, sin embargo, estaba considerando consigo mismo el fin y las ventajas de cada camino. Tomó la prudente decisión de seleccionar el camino cuyo principio involucraba algo de dolor pero al final tenía gozo, en vez del camino que empezaba con alegría y terminaba con dolor. Decidió que era más sensato y tolerable cansarse al hacer un poco de esfuerzo al principio pero descansar con seguridad al final.

    ¿Entiendes lo que significa todo esto? Te lo diré. Estos dos caminos son el bien y el mal al alcance humano. Está dentro del libre albedrío y poder de la persona el escoger lo que él o ella deseen al llegar a la edad de la discreción. Un camino solitario lleva a los dos caminos de elección entre el bien y el mal; en otras palabras, la época de la niñez lleva a la edad de la discreción. El hombre al caminar sobre este primer camino como un ciego porque lo está, ciego desde su niñez hasta que llega a la edad de la discreción, sin saber cómo distinguir entre el bien y el mal, entre el pecado y la virtud, entre lo que se ordena y lo que está prohibido.

    El hombre caminando en este primer camino, es decir, en su época juvenil, es como si estuviera ciego. Sin embargo, cuando llega al cruce de caminos, es decir, la edad de la discreción, se abren los ojos de su entendimiento. Entonces sabe cómo decidir si es mejor experimentar un poco de dolor pero el gozo eterno o un poco de gozo y el dolor eterno. Cualquier camino que escoja, no le faltarán quienes le cuenten cuidadosamente sus pasos. Hay muchas tumbas en estos caminos, una seguida de otra, y una encima contra la otra, porque tanto en durante la juventud como en la vejez, una persona puede morir antes, otra después, una en la juventud, otra en la vejez. El final de esta vida está simbolizado adecuadamente con tumbas: le llegará a todos, a uno de esta forma, a otro en aquélla, de acuerdo a la constitución natural de cada quien y exactamente como Yo lo he sabido con anticipación.

    Si Yo tomase alguno, yendo en contra de la constitución natural del cuerpo, el demonio tendría fundamento para acusarme. Consecuentemente, para que el demonio no pueda encontrar nada en mí que en lo más mínimo vaya en contra la justicia, no interfiero con la constitución natural del cuerpo como tampoco interfiero con la constitución del alma. ¡Pero consideren mi bondad y misericordia! Porque, como dice el maestro, doy virtud a aquellos que no tienen virtud alguna. Debido a mi gran amor les doy el reino del cielo a todos los bautizados que mueren antes de llegar a la edad de la discreción. Como está escrito: Ha complacido a mi Padre el dar el reino del cielo a personas como estas. Debido a mi tierno amor, muestro piedad hasta por los niños de los paganos.

    Si alguno de ellos muere antes de la edad de la discreción, dado que no pueden conocerme cara a cara, en lugar de esto van a un lugar que no te está permitido saber pero en el que vivirán sin sufrimiento. Aquellos que hayan avanzado en el primer camino alcanzarán esos dos caminos, es decir, la edad de la discreción entre el bien y el mal. Entonces tienen la facultad de escoger lo que más les guste. La recompensa seguirá a la inclinación de su voluntad, puesto que para entonces, ya saben cómo leer el letrero escrito en el cruce de caminos, el cual les dice que es mejor experimentar un poco de dolor al comienzo y que el gozo los esté esperando, que experimentar gozo al principio y dolor al final. Algunas veces ocurre que algunas personas son llevadas más temprano de lo que su constitución física natural normalmente lo permitiría, por ejemplo, a través del homicidio, borrachera y cosas de esa naturaleza.

    Esto es porque la maldad del demonio es tal que el pecador en este caso recibiría un castigo extremadamente largo si llegase a continuar en el mundo por más tiempo. Por lo tanto, algunas personas son llevadas más temprano de lo que su condición física natural lo permitiría, debido a las demandas de justicia y por sus pecados. He sabido de su remoción de este mundo desde toda la eternidad y es imposible para alguien contravenir mi conocimiento previo. A veces las personas buenas son llevadas también antes de lo que su constitución física natural lo permitiría. Debido al amor tan grande que les tengo, y por su ardiente amor y sus esfuerzos para disciplinar su cuerpo por Mí, algunas veces la justicia requiere que sean llevados, como lo He sabido desde toda la eternidad. Por lo tanto, no interfiero con la constitución natural del cuerpo como tampoco interfiero con la constitución del alma.”



    La acusación del Hijo sobre cierta alma que se iba a condenar ante la presencia de la novia, y la respuesta de Cristo al demonio acerca de por qué permitió a esta alma y a otros malhechores tocar o recibir su verdadero cuerpo.

    Capítulo 2

    Dios se mostró enojado y dijo: “Esta obra de Mis manos, la cual destiné para gran gloria, me desprecia mucho. Esta alma, a quien le ofrecí todo mi amoroso cuidado, me hizo tres cosas: Desvió sus ojos de Mí y los volvió hacia el enemigo. Fijó su voluntad en el mundo. Puso su confianza en sí mismo, porque tenía la libertad de pecar contra mí. Por esta razón, porque no se molestó en tener ninguna consideración por mi, ejercí mi repentina justicia sobre él. Porque había fijado su voluntad contra Mí y había depositado una falsa confianza en sí mismo, le arrebaté el objeto que anhelaba.” Entonces un demonio gritó, diciendo: “Juez, esta alma es mía.” El Juez contestó: “¿Qué argumentos tienes contra ella?” Respondió: “Mi acusación es la declaración en tu propia denuncia, que él te despreció, su Creador, y debido a eso su alma se ha vuelto mi sirviente.

    Además, puesto que fue llevado repentinamente, ¿cómo podría empezar repentinamente a agradarte? Ya que, cuando tenía cuerpo sano y vivía en el mundo, no te sirvió con un corazón sincero, puesto que amaba las cosas creadas más fervientemente, y tampoco soportó con paciencia la enfermedad ni se reflejó en tus obras como debió haberlo hecho. Al final no ardía con el fuego de caridad. Él es mío porque te lo llevaste repentinamente.”

    El Juez contestó: “Un final repentino no condena a una alma, a menos que haya inconsistencia en sus acciones. La voluntad de una persona no es condenada para siempre sin una cuidadosa deliberación.” Entonces la Madre de Dios vino y dijo: “Hijo Mío, ¿si un sirviente flojo tiene un amigo quien tiene relación íntima con su amo, no debería venir su amigo íntimo en su ayuda? ¿No debería ser salvado si lo está pidiendo, por el bien del otro?”. El Juez respondió: “Todo acto de justicia debe de ir acompañado de misericordia y sabiduría – misericordia con respecto a perdonar la severidad, sabiduría para asegurar que se mantenga la equidad. Pero si la transgresión es de tal tipo que no merezca remisión, la sentencia aún puede ser mitigada por la amistad sin infringir la justicia. Entonces su madre dijo: “Mi bendito Hijo, esta alma me tuvo constantemente en su mente y me mostró reverencia y frecuentemente estaba movida a celebrar la gran solemnidad en mi honor, a pesar que haya sido fría hacia Ti. Así es que, ¡ten piedad de ella!”

    El Hijo respondió: “ Madre Bendita, tú ves y sabes todas las cosas en Mí. Aunque esta alma te haya tenido en la mente, lo hizo más por su bienestar temporal que por el espiritual. No trató Mi purísimo cuerpo como debió. Su malhablada boca lo privó de disfrutar Mi caridad. El amor mundano y la descomposición le escondieron mi sufrimiento. El dar por hecho Mi perdón y el no pensar en su fin aceleraron su muerte. Aunque Me recibía constantemente, esto no lo mejoró mucho, porque no se preparaba adecuadamente. Una persona que desea recibir a su noble Señor e invitado no sólo debe de preparar la habitación sino todos los utensilios. Este hombre no lo hizo así, puesto que, aunque limpiaba la casa, no la barría reverentemente con cuidado. No esparció el piso con las flores de sus virtudes o llenó los utensilios de sus extremidades con abstinencia. Por lo tanto, ves suficientemente bien que lo que se le debe hacer es lo que merece.

    Aunque Yo sea invulnerable y esté por encima de la comprensión y estoy en todo lugar por Mi divinidad, mi deleite está en lo puro, aún cuando entro tanto en los buenos como en los malditos. Los buenos reciben mi cuerpo, el cual fue crucificado y ascendido al cielo, el cual fue prefigurado por el maná y por la harina de la viuda. Los malvados también lo hacen así, pero, mientras que para el bueno lo conduce a una mayor fortaleza y consolación, a los malvados los conduce a una condenación más justa, en tanto que, en su falta de méritos, no temen acercarse a tan digno sacramento.” El demonio contestó: “Si se acercó indignamente a Ti y su sentencia se hizo más estricta por esto, ¿ por qué permitiste que se acercara a Ti y Te tocara a pesar de ser tan indigno?”

    El Juez contestó: “No preguntas esto por amor, ya que no tienes ninguno, pero Mi poder te obliga a preguntarlo por el bien de mi novia quien escucha. De la misma manera en tanto el bueno como el malo me manejaron en Mi naturaleza humana para probar la realidad de Mi naturaleza humana así como mi paciente humildad, así también los buenos y los malvados me comen en el altar – los buenos hacia su mayor perfección, los malos para que no crean ellos mismos que ya están condenados de tal forma que, habiendo recibido mi cuerpo pueden ser convertidos, siempre que decidan reformar su intención. ¿Qué amor más grande les puedo mostrar que Yo, el más puro, entraré hasta en los recipientes más impuros (aunque como el sol material no puedo ser profanado por nada)? Tú y vuestros camaradas desprecian este amor, puesto que se han endurecido en contra del amor.” Entonces la Madre habló de nuevo: “Mi buen Hijo, cada vez que se acercaba a Ti, él aun te tenía reverencia, aunque no como debía habértela tenido. También se arrepiente de haberte ofendido, aunque no perfectamente. Hijo Mío, por mi bien, considera esto en provecho de él.” El Hijo respondió: “Como dijo el profeta, Yo soy el verdadero sol, a pesar de ser mucho mejor que el sol material. El sol material no penetra montañas o mentes, pero yo puedo hacer ambas cosas.

    Una montaña puede obstruir al sol material teniendo como resultado que la luz solar no llega a la tierra cercana, pero ¿qué puede ponerse en Mi camino excepto la pecaminosidad que previene que esta alma sea afectada por Mi amor? Aun si se retirara una parte de la montaña, la tierra en las cercanías no recibiría la calidez del sol. Y si yo entrara dentro de una parte de una mente pura, ¿qué consuelo tendría si pudiese oler la fetidez de alguna otra parte? Por lo tanto, uno debe de deshacerse de todo lo que esté sucio, y entonces el dulce gozo seguirá a la hermosa limpieza.” Su Madre respondió: “¡Que se haga Tu voluntad con toda misericordia!”

    EXPLICACIÓN

    Éste fue un sacerdote quien frecuentemente había recibido amonestaciones concernientes a su comportamiento incontinente y que no quería atender razones. Un día cuando salió a la pradera a cepillar a su caballo, vinieron truenos y un rayo que le cayó y lo mató. Su cuerpo quedó totalmente ileso excepto por sus partes privadas, las cuales se podían ver totalmente quemadas. Entonces el Espíritu de Dios dijo: “Hija, aquellos que se dejan enredar en tales placeres despreciables, merecen sufrir en sus almas lo que este hombre sufrió en su cuerpo.”



    Palabras de asombro de la Madre de Dios a la novia, y sobre cinco casas en el mundo cuyos habitantes representan cinco estados de personas, a saber Cristianos infieles, Judíos y paganos obstinados separadamente, Judíos y paganos juntos, y los amigos de Dios. Este capítulo contiene muchas observaciones útiles.

    Capítulo 3

    María dijo: “Es una cosa horrible que el Señor de todas las cosas y Rey de la Gloria sea despreciado. Él fue como peregrino en la tierra, deambulando de lugar en lugar, tocando en muchas puertas, como un caminante buscando acogida. El mundo fue como una propiedad que tenía cinco casas. Cuando mi Hijo llegó a la primera casa vestido como peregrino, tocó a la puerta y dijo: ‘Amigo, ábreme y déjame entrar para descansar y a quedarme contigo, ¡para que los animales salvajes no me hagan daño, para que las lluvias torrenciales y aguaceros no me caigan encima! ¡Dame algo de tu ropa para calentarme del frío, para cubrir mi desnudez! ¡Dame algo de tu comida para refrescarme en mi hambre y algo de beber para revivirme! ¡Recibirás una recompensa de tu Dios!

    La persona que estaba dentro respondió: ‘Eres demasiado impaciente, de manera que no puedes vivir pacíficamente con nosotros. Eres demasiado alto. Por tal razón no te podemos arropar. ¡Eres demasiado codicioso y glotón, de manera que no te podemos satisfacer, ya que no tiene fin tu apetito avaro! Cristo el peregrino responde desde afuera: Amigo, déjame entrar alegre y voluntariamente. No necesito mucho espacio. ¡Dame algo de tu ropa, ya que no hay ropa tan pequeña en tu casa que no pueda ofrecerme al menos algo de calor! Dame algo de tu comida, ya que aun un diminuto bocado me puede satisfacer y una simple gota de agua me refrescará y fortalecerá.’ La persona que estaba dentro replicó: ‘Te conocemos bastante bien.

    Eres humilde al hablar pero inoportuno en tus solicitudes. Haces ver que te contentas fácilmente con poco pero, de hecho, eres insaciable cuando deseas llenarte. Estás demasiado frío y difícil de arropar. ¡Vete de aquí, no te recibiré!’ Entonces fue a la segunda casa y dijo: ¡Amigo, ábreme y mírame! Te daré lo que necesitas. Te defenderé de tus enemigos.’ La persona que estaba dentro respondió: ‘Mis ojos están débiles. Les dolería el verte. De todo tengo suficiente y no necesito nada de lo tuyo. Soy fuerte y poderoso, ¿quién podrá hacerme daño?’ Llegando, entonces, a la tercera casa, dijo: ‘¡Amigo, préstame tus oídos y escúchame! ¡Estira hacia adelante tus manos y abrázame! ¡Abre tu boca y pruébame!’

    El habitante de la casa respondió: ‘¡Grítame más fuerte para que te pueda oír mejor! Si eres amable, te atraeré hacia mí. Si eres agradable, te dejaré entrar.’ Entonces Él fue a la cuarta casa cuya puerta estaba entre abierta. Dijo: ‘Amigo, si te pusieras a considerar que tu tiempo ha sido inútilmente usado, me permitirías entrar. Si pudieras comprender y escuchar lo que he hecho por ti, tendrías compasión de mí. Si pusieras atención a cuánto me has ofendido, suspirarías y rogarías perdón.’ El hombre contestó: ‘Estamos casi muertos de estar esperándote y añorando tu presencia. Ten compasión de nuestra desgracia y estaremos más que listos para entregarnos a ti. Contempla nuestra miseria y ve la congoja de nuestro cuerpo, y estaremos listos para lo que desees. Entonces llegó a la quinta casa, la cual estaba completamente abierta. Dijo: ‘Amigo, con gusto entraría aquí, pero debes saber que busco un lugar para descansar más suave que el que provee una cama con plumas, un calor mayor que el que se obtiene de la lana, una comida más fresca de la que la carne fresca de un animal puede ofrecer.’

    Quienes estaban adentro respondieron: ‘Tenemos martillos tendidos aquí cerca de nuestros pies. Gustosamente los usaremos para hacer añicos nuestros pies y piernas, y te daremos la médula que fluya de ellos para que sean tu lugar de descanso. Con gusto abriremos nuestras partes más internas y entrañas por ti. ¡Pasa adentro! No hay nada más suave que nuestra médula para que en ella descanses, y nada mejor que nuestras partes más internas para calentarte. Nuestro corazón es más fresco que la carne fresca de animales. Estaremos felices de partirlo para que sirva de tu alimento. ¡Tan sólo entra! ¡Porque eres dulce al gusto y maravilloso de disfrutar!’ Los habitantes de estas cinco casas representan cinco estados diferentes de personas en el mundo. Los primeros son los infieles cristianos quienes llaman injustas las sentencias dadas por mi Hijo, sus promesas falsas, y sus mandamientos insoportables.

    Éstos son aquellos que en sus pensamientos y en sus mentes y en sus blasfemias les dicen a los predicadores de mi Hijo: ‘Muy bien puede ser Todopoderoso, pero está lejos y es inalcanzable. Es alto y ancho y no puede ser arropado. Es insaciable y no puede ser alimentado. Es impacientísimo y no te puedes llevar bien con él.’ Ellos dicen que está lejos porque son endebles en buenas acciones y caridad y no tratan de elevarse a su bondad. Dicen que es ancho, porque su propia codicia no conoce límites: ellos siempre están fingiendo que les falta o que necesitan algo y siempre se están imaginando problemas antes de que éstos lleguen. También lo acusan de ser insaciable, porque el cielo y la tierra le son insuficientes, y demanda regalos aún mayores de la humanidad.

    Piensan que es insensato renunciar a todo por el bien de su alma, de acuerdo con el precepto, y dañino darle al cuerpo menos. Ellos dicen que es impaciente porque odia el vicio y les envía cosas contra sus voluntades. Piensan que nada está bien o útil con excepción de aquello que los placeres del cuerpo les sugieren. Por supuesto, mi Hijo es verdaderamente Todopoderoso en el cielo y en la tierra, el Creador de todas las cosas y creado por nadie, que existió antes que todo, después de quien nadie ha de venir. Él está verdaderamente lejano y es el más ancho y el más alto, dentro y fuera y sobre todas las cosas.

    Aunque Él es tan poderoso, hasta en su amor quiere ser arropado con ayuda humana – Él, que no tiene necesidad de vestirse, quien viste a todas las cosas y está Él mismo vestido eterna e incambiablemente en perpetuo honor y gloria. Él, quien es el pan de ángeles y de hombres, quien alimenta todas las cosas y Él mismo no necesita nada, quiere ser alimentado con el amor humano. Él quien es restaurador y autor de paz pide paz de los hombres. Por lo tanto, quien quiera darle la bienvenida en una mente jovial puede satisfacerlo aun con un bocado de pan, siempre y cuando sea buena su intención. Lo puede arropar con un solo hilo, mientras su amor esté ardiendo. Una sola gota puede apagar su sed, siempre y cuando la persona tenga la disposición correcta.

    Siempre que la devoción de una persona sea ferviente y firme, puede darle la bienvenida a mi Hijo dentro de su corazón y hablar con Él. Dios es espíritu, y por esa razón, ha deseado transformar criaturas de carne en seres espirituales y seres efímeros en eternos. Él piensa que lo que le pase a los miembros de su cuerpo también le pasa a Él mismo. No sólo tiene en cuenta el trabajo o las habilidades de una persona, sino también el fervor de su voluntad y la intención con la que se lleva a cabo un trabajo. En verdad, cuanto más les grita mi Hijo a esta gente con inspiraciones ocultas, y cuanto más les advierte a través de sus predicadores, más endurecen su voluntad contra Él.

    Ellos no escuchan ni le abren la puerta de su voluntad ni le permiten entrar con actos caritativos. Por consiguiente, cuando llegue su hora, la falsedad en que confían será aniquilada, la verdad será exaltada, y la Gloria de Dios se manifestará. Los segundos son los judíos obstinados. Estas personas se ven a ellos mismos como razonables en todos los sentidos y consideran la sabiduría como justicia legal. Ellos hacen valer sus propias acciones y declaran que son más honorables que el trabajo de otros. Si oyen las cosas que mi Hijo ha hecho, las desprecian. Si escuchan sus palabras y mandamientos, reaccionan con desdén.

    Peor aún, se consideran ellos mismos como pecadores e impuros si lo fueran a escuchar y reflexionar en cualquier cosa que tenga que ver con mi Hijo, y sería aun más despreciable y miserable si fueran a imitar sus obras. Pero mientras los vientos de fortuna mundana todavía soplan sobre ellos, piensan que son muy afortunados. Mientras se sientan fuertes en su fortaleza física, ellos se creen los más fuertes. Por esa razón, sus esperanzas se volverán nada y su honor se tornará vergüenza.

    Los terceros son los paganos. Algunos de ellos gritan burlonamente todos los días: ‘¿Quién es Cristo? Si es gentil al dar bienes presentes, gustosamente lo recibiremos. Si es gentil en condonar pecados, aun más gustosamente lo honraremos.’ Pero estas personas han cerrado los ojos de su mente para no percibir la justicia y piedad de Dios. Taponan sus oídos y no escuchan lo que mi Hijo ha hecho por ellos y por todos. Callan sus bocas y no se informan de cómo será su futuro o qué es lo que está a su favor. Cruzan sus brazos y rehúsan hacer un esfuerzo en buscar la manera en que puedan escapar a las mentiras y encontrar la verdad. Por lo tanto, ya que no quieren entender o tomar precauciones, aunque ellos pueden y tienen el tiempo para hacerlo, ellos y su casa caerán y serán envueltos por la tempestad.

    Los cuartos son aquellos judíos y paganos que quisieran ser cristianos, si tan sólo supieran cómo y en qué forma complacer a mi Hijo y si tan sólo tuvieran quien los ayudara. Ellos oyen de gente en regiones vecinas todos los días, y también saben de las súplicas de amor dentro de ellos mismos, así como de otras señales, cuánto mi Hijo ha hecho y sufrido por todos. Es por esto que claman a Él en su conciencia y dicen: ‘Oh Dios, hemos oído que prometiste darte a nosotros. Así es que te estamos esperando. ¡Ven y cumple tu promesa! Vemos y entendemos que no hay poder divino en aquellos que son adorados como dioses, sin amor por las almas, sin apreciar la castidad. Sólo encontramos en ellos motivos carnales, un amor por los honores del mundo actual. Sabemos acerca de la Ley y oímos sobre las grandes obras que has hecho en piedad y justicia, escuchamos lo dicho por tus profetas que están esperándote a Ti, a quien han predicho. Así es que, ¡ven amable Dios! Queremos entregarnos a Ti, porque entendemos que en Ti hay amor por las almas, el uso correcto de todas las cosas, pureza perfecta, y vida eterna. ¡Ven sin demora e ilumínanos, pues estamos casi muertos de esperarte!’ Así es como claman a mi Hijo. Esto explica por qué su puerta está medio abierta, porque su intención es completa con respecto al bien, pero aún no han alcanzado su cumplimiento. Éstas son personas que merecen tener la gracia y consuelo de mi Hijo.

    En la quinta casa hay amigos de mi Hijo y míos. La puerta de su mente está totalmente abierta para mi Hijo. A ellos les da gusto que Él los llame. Ellos no sólo le abren cuando les toca sino que alegremente corren a su encuentro cuando entra. Con los martillos de los divinos preceptos destrozan lo que encuentran distorsionado en ellos mismos. Preparan un lugar de descanso para mi Hijo, no de plumas de pájaros sino de la armonía de sus virtudes y el refreno de afectos diabólicos, el cual es la misma médula de todas las virtudes. Ellos ofrecen a mi Hijo una clase de calor que no viene de la lana sino de un amor tan ferviente que no sólo le brindan sus pertenencias sino también se brindan ellos mismos. También le preparan comida más fresca que cualquier carne: es su corazón perfecto el cual no desea ni ama nada sino a su Dios.

    El Señor del Cielo mora en sus corazones, y Dios quien nutre todas las cosas es dulcemente nutrido por su caridad. Ellos mantienen continuamente sus ojos en la puerta no sea que entre el enemigo, ellos mantienen sus oídos vueltos hacia el Señor, y sus manos dispuestas a dar batalla al enemigo. Imítalos, hija mía, tanto como puedas, porque sus cimientos están fundados en roca sólida. Las otras casas tienen sus cimientos en el lodo, por lo cual serán agitados cuando llegue el viento.”



    Las palabras de la Madre de Dios a su Hijo de parte de su novia, y acerca de cómo Cristo es comparado a Salomón, y sobre la severa sentencia contra los falsos cristianos.

    Capítulo 4

    La Madre de Dios habló a su Hijo, diciendo: “Hijo mío, mira cómo está llorando tu novia porque tienes pocos amigos y muchos enemigos.” El Hijo respondió: “Está escrito que los hijos del reino serán arrojados fuera y no heredarán el reino. También está escrito que cierta reina vino de lejos a ver la riqueza de Salomón y a escuchar su sabiduría. Cuando ella vio todo, se quedó sin aliento del puro asombro. Sin embargo, las personas de su reino no prestaron atención a su sabiduría ni admiraron su riqueza. Yo soy prenunciado por Salomón, aunque soy mucho más sabio y rico que lo que Salomón lo fue, tanto como que toda la sabiduría viene de mí y cualquiera que es sabio, de mí obtiene su sabiduría. Mis riquezas son la vida eterna y gloria indescriptible. Yo prometí y ofrecí estos bienes a los cristianos como a mis propios hijos, para que puedan poseerlos para siempre, si me imitan y creen en mis palabras. Pero no prestan atención a mi sabiduría.

    Toman mis escrituras y promesas con desdén y respecto a mi riqueza, como despreciable. Entonces, ¿qué debo hacer con ellos? Con seguridad, si los hijos no quieren su herencia, entonces los extraños, es decir, los paganos, la recibirán. Como esa reina extranjera, a quien tomo para que represente a las almas fieles, vendrán y admirarán las riquezas de mi gloria y caridad, tanto que se apartarán de su espíritu de infidelidad y serán llenados de mi Espíritu. ¿Entonces, qué debo hacer con los hijos del reino? Los manejaré en la forma en que lo hace un hábil alfarero quien, cuando observa que el primer objeto que hizo de arcilla no es ni hermoso ni utilizable, lo tira a la tierra y lo despedaza. Manejaré a los cristianos de la misma forma. A pesar que deberían ser míos, puesto que los hice a mi imagen y los redimí con mi sangre, resultaron estar lamentablemente deformes. Por lo tanto, serán pisoteados como la tierra y arrojados al infierno.”



    La palabra del Señor en presencia de la novia concerniente a su propia majestad, y una maravillosa parábola que compara a Cristo con David, mientras que los judíos, malos cristianos, y paganos son comparados con los tres hijos de David, y cómo la iglesia subsiste en los siete sacramentos.

    Capítulo 5

    Yo soy Dios, no hecho de piedra o madera ni creado por otro sino el Creador del universo, permanente sin principio ni fin. Soy aquel que vino dentro de la Virgen y estuvo con la Virgen sin perder mi divinidad. A través de mi naturaleza humana estuve en la Virgen mientras que aún retenía mi propia naturaleza divina, y soy la misma persona que, a través de mi naturaleza divina, continúa mandando sobre cielos y tierra junto con el Padre y el Espíritu Santo. A través de mi Espíritu encendí el fuego en la Virgen – no en el sentido que el Espíritu que le encendió en fuego fuese algo separado de mí, ya que el Espíritu que le prendió fuego fue el mismo que estaba en el Padre y en Mí, el Hijo, tanto como el Padre y el Hijo estaban en Él, estos tres siendo un solo Dios, no tres dioses.

    Yo soy como el Rey David que tuvo tres hijos. Uno de ellos se llamó Absalón y buscó la vida de su padre. El segundo, Adonías, buscó el reino de su padre. El tercer hijo, Salomón, obtuvo el reino. El primer hijo denota a los judíos. Ellos son las gentes que buscaron mi vida y muerte y desdeñaron mi consejo. Consecuentemente, ahora que su retribución es conocida, puedo decir lo que dijo David con la muerte de su hijo: ‘¡Hijo mío, Absalón!’ es decir: Oh judíos hijos míos, y ahora ¿en dónde están vuestras añoranzas y expectativas ahora? Oh hijos míos, ¿ahora cual será vuestro fin? Sentí compasión por vosotros porque anhelabais que viniera – porque Yo, quien ustedes supieron por las muchas señales, que había venido – y porque ustedes anhelaron gloria que rápidamente se desvanecía, toda lo cual ya ha desaparecido. Pero ahora siento mayor compasión por ustedes, como David repitiendo esas primeras palabras una y otra vez, porque veo que terminarán en una muerte desdichada.

    Por lo tanto, como David, digo con todo mi amor: ‘Hijo mío, ¿quien me dejará morir en tu lugar?’ David sabía bien que no podía traer de regreso a su hijo muerto si muriera por él, pero, para mostrar su profundo afecto paternal y el ansioso anhelo de su voluntad, aunque sabía que era imposible, estaba preparado para morir en lugar de su hijo. De la misma manera, ahora digo: Oh mis hijos judíos, aunque tuvisteis una mala voluntad hacia mí, e hicisteis todo lo que pudisteis en mi contra, si fuera posible y mi Padre lo permitiera, voluntariamente moriría de nuevo por vosotros, ya que me da lástima la miseria que vosotros mismos os habéis acarreado como requiere mi justicia. Os dije lo que debíais haber hecho a través de mis palabras y os lo mostré con mi ejemplo. Fui por delante de vosotros como una gallina protegiéndoos con sus alas de amor, pero vosotros lo rechazasteis todo. Por lo tanto, todas las cosas que anhelabais han desaparecido. Vuestro fin es la desgracia y todo vuestro trabajo desperdiciado.

    Los malos cristianos son simbolizados por el segundo hijo de David quien pecó contra su padre a avanzada edad. Razonó consigo mismo de esta manera: ‘Mi padre es un hombre anciano y le fallan sus fuerzas. Si le digo algo equivocado, él no me responde. Si hago algo en su contra no se venga. Si acometo contra él, lo soporta pacientemente. Por consiguiente, haré lo que yo quiero.’ Con algunos de los sirvientes de su padre David, se fue a una arboleda de pocos árboles para jugar a ser rey. Pero cuando la sabiduría e intención de su padre se hicieron evidentes, cambió su plan y los que estaban con él cayeron en descrédito.

    Esto es lo que los cristianos me están haciendo ahora. Piensan dentro de ellos: ‘Las decisiones y señales de Dios no se manifiestan tanto ahora como lo hacían antes. Podemos decir lo que queramos, ya que Él es misericordioso y no presta atención. ¡Hagamos lo que nos plazca, ya que cede fácilmente! Ellos no tienen fe en mi poder, como si fuera más débil ahora de lo que era antes en hacer mi voluntad.

    Ellos se imaginan que mi amor es menor, como si ya no estuviera dispuesto a tenerles piedad como a sus padres.

    También piensan que mi juicio es cosa de risa y que mi justicia no tiene sentido. Por lo tanto, ellos también van a una arboleda con algunos de los sirvientes de David para jugar al rey con presunción. ¿Qué es lo que significa esta arboleda con algunos árboles, si no la Santa Iglesia subsistiendo a través de los siete sacramentos como si fuesen algunos árboles? Ellos entran dentro de esta iglesia junto con algunos sirvientes de David, es decir, con algunas buenas obras, para ganar el reino de Dios con presunción.

    Hacen un modesto número de obras buenas, confiando que por éstas, sin importar en qué estado de pecado se encuentren o qué pecados hayan cometido, aún pueden ganar el reino del cielo como por derecho de herencia. El hijo de David quería obtener el reino en contra de la voluntad de David pero fue sacado en desgracia, ya que tanto él como su ambición eran injustos, y el reino le fue dado a un mejor hombre y más sabio. De la misma manera, estas personas serán expulsadas de mi reino.

    Les será dado a quienes hagan la voluntad de David, puesto que sólo una persona que tiene caridad puede obtener mi reino. Sólo una persona que es pura y es conducida por mi corazón puede acercarse a mí que soy el más puro de todos.

    Salomón fue el tercer hijo de David. Él representa a los paganos. Cuando Betsabé oyó que otro que no era Salomón – a quien David le había prometido sería rey después de él – había sido elegido por ciertas personas, ella fue a David y le dijo: ¿Señor mío, me juraste que Salomón sería rey después de ti. Ahora, sin embargo, otro ha sido electo.

    Si éste es el caso y continúa así, terminaré siendo sentenciada al fuego como adúltera y mi hijo señalado como ilegítimo.’ Cuando David oyó esto, se puso en pie y dijo: ‘Juro por Dios que Salomón se sentará en mi trono y será rey después de mí.’ Enseguida ordenó a sus sirvientes que pusieran a Salomón en el trono y lo proclamaran como el rey que David había elegido. Llevaron a cabo las órdenes de su amo y encumbraron a Salomón otorgándole gran poder, y todos aquellos que habían dado su voto a su hermano fueron dispersados y reducidos a servidumbre. Esta Betsabé, que había sido tomada como adúltera si se hubiese elegido a otro rey, no simboliza otra cosa que la fe de los paganos.

    Ninguna clase de adulterio es peor que venderse uno mismo en prostitución lejos de Dios y de la fe verdadera y creer en otro dios distinto al Creador del universo. Justo como hizo Betsabé, algunos de los gentiles vienen a mí con humildad y con corazones contritos, diciendo: ‘Señor, nos prometiste que en el futuro seríamos cristianos. ¡Cumple tu promesa! Si otro rey, si otra fe que distinta a la tuya ganase nuestra ascendencia, si te retiraras de nosotros, arderíamos en la miseria y moriríamos como una adúltera que ha tomado un adúltero en vez de un esposo legítimo. Además de que, aunque Tú vives por siempre, aún así, estarás muerto para nosotros y nosotros para ti en el sentido que retirarías tu gracia de nuestros corazones y nos pondríamos en tu contra por nuestra falta de fe. Por lo tanto, ¡cumple tu promesa y fortifica nuestras debilidades e ilumina nuestra oscuridad! ¡Si tardas, si te retiras de nosotros, pereceremos! Habiendo oído esto, me enfrentaré resueltamente como David a través de mi gracia y piedad.

    Juro por mi divina naturaleza, la cual está unida a mi humanidad, y por mi naturaleza humana, que está en mi Espíritu, y por mi Espíritu, el cual está en mis naturalezas divina y humana, estas tres no siendo tres dioses sino un solo Dios, que cumpliré mi promesa. Enviaré a mis amigos para que traigan a mi hijo Salomón, es decir, los paganos, dentro de la arboleda, es decir, dentro de la iglesia, la cual subsiste a través de los siete sacramentos como siete árboles (a saber bautismo, penitencia, la unción de la confirmación, el sacramento del altar y del sacerdocio, matrimonio, y extremaunción). Ellos estarán apoyados en mi trono, es decir, en la fe verdadera de la Santa Iglesia.

    Además, los malos cristianos serán sus sirvientes. Los primeros encontrarán su gozo en una herencia imperecedera y en el dulce alimento que Yo les prepararé. Los segundos, sin embargo, gemirán en la miseria que para ellos dará principio en el presente y perdurará por siempre. Y por tanto, ya que aún es el tiempo de estar vigilantes, ¡que mis amigos no se duerman, que no desfallezcan, ya que una gloriosa recompensa les aguarda a su duro trabajo!”



    Las palabras del Hijo en presencia de la novia concernientes a un rey parado en un campo de batalla con amigos a su derecha y enemigos a su izquierda, y acerca de cómo el rey representa a Cristo quien tiene cristianos a la derecha y paganos a la izquierda, y acerca de cómo los cristianos son rechazados y Él envía sus predicadores a los paganos.

    Capítulo 6

    El Hijo dijo: “Soy como un rey parado en un campo de batalla con amigos a su derecha y enemigos a su izquierda. La voz de alguien gritando llegó a aquellos que estaban parados a la derecha donde todos estaban bien armados. Sus yelmos estaban ceñidos y sus rostros vueltos hacia su señor. La voz les gritó: ‘¡Vuélvanse a mí y confíen en mí! Tengo oro para darles.’ Cuando oyeron esto, se volvieron hacia él. La voz habló por segunda vez a aquellos que se habían volteado: ‘Si quieren ver el oro, desabróchense sus yelmos, y si desean conservarlo, yo se los abrocharé nuevamente cuando yo lo desee.’ Cuando asintieron, les abrochó los yelmos con la parte delantera hacia atrás. El resultado fue que la parte delantera con las rendijas para ver estaba en la parte trasera de sus cabezas mientras que la parte trasera de sus yelmos cubría sus ojos de manera que no podían ver. Gritando de esta manera, los condujo a él como hombres ciegos.

    Cuando había hecho esto, algunos de los amigos del rey informaron a su amo de que sus enemigos habían engañado a sus hombres. El le dijo a sus amigos: ‘Vayan entre ellos y griten: ¡Desabróchense sus yelmos y vean cómo han sido engañados! ¡Regresen a mí y les daré la bienvenida en paz!’ Ellos no quisieron escuchar, y pensaron que era burla. Los sirvientes oyeron esto y se lo comunicaron a su señor. El dijo: ‘Bien, entonces, puesto que me han desdeñado, vayan rápido hacia el lado izquierdo y díganle a todos aquellos que están parados a la izquierda estas tres cosas: El camino que los conduce a la vida ha sido preparado para ustedes. La puerta está abierta. Y el señor mismo desea venir a encontrarlos con paz. ¡Por lo tanto crean firmemente que el camino ha sido preparado! ¡Tengan una inquebrantable esperanza en que la puerta está abierta y sus palabras son verdaderas! ¡Vayan a encontrar al señor con amor, y él les dará la bienvenida con amor y paz y los conducirá a una paz imperecedera! Cuando oyeron las palabras del mensajero, creyeron en ellas y fueron recibidos en paz.

    Yo soy ese rey. Tuve cristianos a mi derecha, ya que les había preparado una recompensa eterna. Sus yelmos estaban abrochados y sus caras estaban vueltas hacia mí en tanto tuviesen la intención total de hacer mi voluntad, de obedecer mis mandamientos, y siempre que todo su deseo apuntase al cielo. Con el tiempo la voz del diablo, es decir, el orgullo, sonó en el mundo y les mostró riquezas mundanas y placer carnal. Se volvieron hacia cediendo su consentimiento y deseos al orgullo. Debido al orgullo, se quitaron los yelmos llevando a cabo sus deseos y prefiriendo bienes temporales a los espirituales. Ahora que ya hicieron a un lado sus yelmos de la voluntad de Dios y las armas de la virtud, el orgullo los ha dominado de tal forma y se han ligado tanto al mismo, que se sienten demasiado felices de seguir pecando hasta el fin y les gustaría vivir para siempre, con la condición de que pudieran pecar por siempre.

    El orgullo los ha cegado tanto que las aberturas de los yelmos por las cuales deberían de ver están en la parte trasera de sus cabezas y en frente a ellos hay oscuridad. ¿Qué otra cosa representan estas aberturas en los yelmos sino la consideración del futuro y la circunspección providente de realidades presentes? A través de esta primera apertura, deberían de ver las delicias de las futuras recompensas y los horrores de castigos futuros, como también la terrible sentencia de Dios. A través de la segunda apertura, deberían de ver los mandamientos y prohibiciones de Dios, también cuánto pudiesen haber transgredido los mandamientos de Dios y cómo deben mejorar. Pero estas aberturas están en la parte de atrás de la cabeza donde nada puede verse, lo que significa que la consideración de realidades celestiales ha caído en la indiferencia.

    Su amor a Dios se ha enfriado, mientras que su amor por el mundo es considerado con deleite y abrazado de tal forma que los conduce como una rueda bien lubricada adonde vaya a dar. Sin embargo, viéndome deshonrado y las almas alejándose y el diablo ganando control, mis amigos me suplican diariamente por ellos en sus oraciones. Sus oraciones han alcanzado el cielo y llegado a mi oído. Conmovido por sus oraciones, he enviado mis predicadores diariamente a estas personas y les he mostrado señales y les he incrementado mis gracias. Pero, en su desdén por todo, han acumulado pecado sobre pecado.

    Por lo tanto, le diré ahora a mis sirvientes y haré que mis palabras con toda certeza entren en vigor: Sirvientes Míos, vayan al lado izquierdo, es decir, a los paganos, y digan: ‘El Señor del cielo y el Creador del universo tiene que decirles a ustedes lo siguiente: El camino del cielo está abierto para ustedes. ¡Tengan la voluntad de entrar en él con una fe firme! La puerta del cielo se mantiene abierta para ustedes. ¡Tengan firme esperanza y entrarán por ella! El Rey del cielo y Señor de los ángeles vendrá personalmente a encontrarlos y a darles paz y bendiciones imperecederas. ¡Vayan a encontrarlo y recíbanlo con la fe que les ha revelado a ustedes y que ya ha preparado como camino al cielo! Recíbanlo con la esperanza con la que ustedes esperan, ya que él mismo tiene la intención de darles el reino.

    Ámenlo con todo su corazón y pongan su amor en práctica y entrarán por las puertas de Dios, de las que fueron arrojados aquellos cristianos que no quisieron entrar y quienes se hicieron indignos por sus propios actos.’ Por mi verdad les declaro que pondré mis palabras en práctica y no las olvidaré. Los recibiré como hijos míos y seré su padre, Yo, a quienes los cristianos han mantenido desdeñoso desprecio.

    Entonces ustedes, amigos míos, quienes están en el mundo, vayan adelante sin temor y griten fuerte, anúncienles mi voluntad y ayúdenlos a llevarla a cabo. Yo estaré en sus corazones y en sus palabras. Yo seré su guía en la vida y su salvador en la muerte. Yo no los abandonaré. ¡Vayan audazmente – cuanto más duro sea, mayor la gloria!

    Yo puedo hacer todas las cosas en un instante y con una sola palabra, pero quiero que crezca su recompensa a través de sus propios esfuerzos y que mi gloria crezca con su valentía. No se sorprendan con lo que digo. Si el hombre más sabio del mundo pudiera contar cuantas almas caen en el infierno cada día, sobrepasarían el número de granos de arena del mar y de guijarros en la orilla. Esto es un asunto de justicia, porque estas almas se han separado ellas mismas de su Señor y Dios. Estoy diciendo esto para que los números del diablo puedan disminuir, y se conozca el peligro, y se llene mi ejército. ¡Si tan sólo escucharan y entraran en razón!”



    Jesucristo habla a la novia y compara su divina naturaleza a una corona y usa a Pedro y a Pablo para simbolizar los estados de clérigo y laico, y sobre las maneras de lidiar con los enemigos, y sobre las cualidades que los caballeros en el mundo deberían tener.

    Capítulo 7

    El Hijo habló a la novia, diciendo: “Yo soy el Rey de la corona. ¿Sabes por qué dije ‘Rey de la corona’? Porque mi naturaleza divina fue y será y es sin principio o fin. Mi naturaleza divina es aptamente comparada a una corona, porque una corona no tiene punto de principio ni de fin. Justamente como una corona está reservada para el futuro rey en un reino, así también mi naturaleza divina fue reservada para ser la corona de mi naturaleza humana. Tuve dos sirvientes. Uno era un sacerdote, el otro un laico. El primero era Pedro quien tuve un oficio de sacerdocio, mientras que Pablo fue, como era, un laico. Pedro estaba vinculado en matrimonio pero cuando vio que su matrimonio no era consistente con su ministerio sacerdotal, y considerando que su recta intención podría ser puesta en peligro por falta de continencia, se separó del por lo demás lícito matrimonio, y se divorció del lecho conyugal, y se dedicó a Mí de todo corazón.

    Pablo, sin embargo, observó el celibato y se mantuvo sin mancha del lecho conyugal. ¡Ve que gran amor tuve por estos dos! Le di las llaves del cielo a Pedro de manera que lo que atara o desatara en la tierra pudiera quedar atado o desatado en el cielo. Le permití a Pablo ser como Pedro en gloria y honor. Como fueron iguales juntos en la tierra, ahora están unidos en gloria imperecedera en el cielo y glorificados conjuntamente. Sin embargo, aunque mencioné expresamente a estos dos por nombre, por y a través de ellos deseo también mencionar a otros amigos míos. En una forma similar, bajo el anterior pacto, Yo solía hablarle a Israel como si me dirigiese a una sola persona, aunque me refería a toda la gente de Israel con ese único nombre. De la misma manera, ahora, utilizando a estos dos hombres, me refiero a la multitud de aquellos a quienes he llenado de Mi gloria y amor.

    Con el paso del tiempo, la maldad empezó a multiplicarse y la carne se hizo más débil y más propensa al mal que lo usual. Por lo tanto, establecí normas por cada uno de los dos, es decir, para los clérigos y los laicos, representados aquí por Pedro y Pablo. En mi piedad decidí permitir al clero poseer una moderada cantidad de propiedad de la iglesia para las necesidades corporales para que pudieran crecer más fervientes y constantes al servirme. También le permití al laicado el unirse en matrimonio conforme a los ritos de la iglesia. Entre los sacerdotes había cierto buen hombre quien pensó para sí mismo: ‘La carne me arrastra hacia el placer básico, el mundo me arrastra hacia dañinas visiones, mientras que el diablo prepara varias trampas para hacerme pecar. Por lo tanto, para no ser atrapado por el placer carnal, observaré moderación en todos mis actos. Seré moderado en mi descanso y esparcimiento.

    Le dedicaré el tiempo apropiado al trabajo y la oración y refrenaré mis apetitos carnales a través del ayuno. Segundo, para que el mundo no me arrastre alejándome del amor de Dios, renunciaré a todas las cosas mundanas, ya que todas ellas son perecederas. Es más seguro seguir a Dios en la pobreza. Tercero, para no ser engañado por el diablo quien siempre nos está mostrando falsedades en vez de la verdad, me someteré a la regla y obediencia de otro; y rechazaré todo egoísmo y demostraré que estoy listo para tomar cualquier cosa que me ordene la otra persona.’ Este hombre fue el primero en establecer una regla monástica. Él perseveró en ella de forma elogiable y dejó su vida como un ejemplo a seguir por los demás.

    Por un tiempo la clase de los laicos estuvo bien organizada. Algunos de ellos cultivaron la tierra y valientemente perseveraron trabajando la tierra. Otros zarparon en navíos y llevaron mercancía a otras regiones para que los recursos de una región abastecieran las necesidades de otra. Otros fueron hábiles artesanos y artífices. Entre estos estaban los defensores de mi iglesia a quienes ahora se les llama caballeros.

    Tomaron las armas como vengadores de la Santa Iglesia para poder combatir a sus enemigos. Ahí entre ellos apareció un buen hombre amigo mío quien pensó para sí: ‘Yo no cultivo la tierra como un granjero. No trabajo en los mares como un mercader. No trabajo con mis manos como un hábil artesano.

    ¿Entonces, qué puedo hacer o con qué trabajo puedo agradar a mi Dios? No tengo la energía suficiente para servir a la iglesia. Mi cuerpo es muy blando y débil para soportar daños físicos, a mis manos les faltan fuerzas para derribar enemigos, y mi mente se inquieta considerando las cosas del cielo. ¿Entonces qué puedo hacer?

    Ya sé lo que puedo hacer. Iré y me sujetaré con un juramento estable a un príncipe secular, jurando defender la fe de la Santa Iglesia con mi fuerza y con mi sangre.’ Ese amigo mío fue al príncipe y le dijo: ‘Mi señor, soy uno de los defensores de la iglesia. Mi cuerpo es muy débil para soportar daños físicos, mis manos carecen la fuerza para derribar a otros; mi mente es inestable cuando se refiere a hacer lo que es bueno; mi libre voluntad es lo que me complace; y mi necesidad de descanso no me permite una postura firme por la casa de Dios. Me vinculo por lo tanto con un juramento público de obediencia a la Santa Iglesia y a ti, o Príncipe, jurando defenderla todos los días de mi vida para que, aunque mi mente y mi voluntad sean tibias con respecto a la lucha, pueda yo ser obligado a trabajar debido a mi juramento.’ El príncipe le contestó: ‘Iré contigo a la casa del Señor y seré testigo de tu juramento y tu promesa.’ Ambos vinieron a mi altar, y mi amigo hizo la genuflexión y dijo: ‘Tengo un cuerpo muy débil para soportar daños físicos, mi libre voluntad me complace demasiado, mis manos son muy tibias cuando se refiere a dar golpes.

    Por lo tanto, ahora les prometo obediencia a Dios y a ti, jefe mío, vinculándome por un juramento a defender la Santa Iglesia contra sus enemigos, confortar a los amigos de Dios, hacerle el bien a viudas, huérfanos, y a los fieles a Dios, y nunca hacer nada que esté en contra de la iglesia de Dios o de la fe. Además, me someto a tu corrección, si llegara a cometer algún error, para que, obligado por obediencia, pueda temer aún más al pecado y egoísmo y aplicarme más fervientemente y de buena gana a llevar a cabo la voluntad de Dios y tu propia voluntad, sabiéndome más merecedor de condenación y desacato si yo me atrevo a violar la obediencia y trasgredir tus mandamientos.’ Después de haber hecho esta profesión en mi altar, el príncipe sabiamente decidió que el hombre debería vestir en forma distinta a los otros laicos como símbolo de su autorrenuncia y como un recordatorio que tenía un superior a quien debía someterse.

    El príncipe también puso una espada en su mano, diciendo: ‘Esta espada es para que la uses para amenazar y dar muerte a los enemigos de Dios.’ Él puso un escudo en su brazo y le dijo: ‘Defiéndete con este escudo contra los proyectiles del enemigo y pacientemente aguanta lo que se arroje contra el mismo. ¡Que primero lo puedas ver abollado que haber huido de la batalla!’ En la presencia de mi sacerdote quien que estaba escuchando, mi amigo hizo la firme promesa de cumplir todo esto. Cuando hizo su promesa el sacerdote le dio mi cuerpo para proporcionarle fuerza y fortaleza para que, ya unido conmigo a través de mi cuerpo, nunca pueda mi amigo separarse de mí. Ese fue mi amigo Jorge, como también muchos otros. Así también deben ser los caballeros. Se les deberá permitir mantener su título como resultado del mérito y usar su atuendo de caballeros como resultado de sus acciones en defensa de la Santa Fe. Escuchen cómo mis enemigos van en contra de las primeras acciones de mis amigos. Mis amigos solían entrar al monasterio por su sabia reverencia y amor a Dios. Pero aquellos quienes ahora están en los monasterios salen al mundo debido al orgullo y a la codicia, siguiendo su propia voluntad, satisfaciendo el placer de sus cuerpos. La justicia exige que la gente que muere con tal disposición no debe experimentar el gozo del cielo sino por contrario obtener el castigo sin fin del infierno. Sepan, también, que los monjes enclaustrados que son forzados en contra de su voluntad a ser prelados por amor a Dios, no deben de ser contados entre su número. Los caballeros que solían portar mis armas estaban listos para dar sus vidas por la justicia y derramar su sangre por la causa de la santa fe, llevando la justicia al necesitado, derribando y humillando a quienes hacían el mal.

    ¡Pero ahora oigan cómo se han corrompido! Ahora prefieren morir en la batalla por el bien del orgullo, la avaricia, y la envidia a las incitaciones del diablo en vez de vivir de acuerdo a mis mandamientos y obtener el gozo eterno. Pagas justas, por lo tanto, serán otorgadas en el juicio a todas las personas que mueran en tal disposición, y sus almas serán enyugadas al diablo para siempre. Pero los caballeros que me sirvan recibirán su debida paga en la hueste celestial para siempre. Yo, Jesucristo, verdadero Dios y hombre, uno con el Padre y el Espíritu Santo, un Dios desde siempre y para siempre, he dicho esto.”



    Palabras de Cristo a la novia sobre la deserción de cierto caballero del verdadero ejército, es decir, de la humildad, obediencia, paciencia, fe, etc., al falso, es decir, a los vicios opuestos, orgullo, etc., y la descripción de su condenación, y sobre cómo uno puede encontrarse con la condenación debido a una voluntad maligna, tanto como a actos malignos.

    Capítulo 8

    Yo soy el Señor verdadero. No hay otro señor más grande que yo. No hubo señor antes que yo y no habrá otro después de mí. Todos los señoríos vienen de mí y a través de mí. Es por esto que yo soy el Señor verdadero y por lo que nadie sino sólo Yo puede ser verdaderamente llamado Señor, ya que todos los poderes provienen de mí. Yo te estaba diciendo antes que tenía dos sirvientes, uno quien valientemente tomó un camino de vida digno de elogio y lo mantuvo valientemente hasta el fin. Otros incontables lo siguieron en ese mismo camino de servicio caballeroso. Ahora te hablaré sobre el primer hombre que desertó de la profesión de caballería, tal como fue instituida por mi amigo. No te diré su nombre, porque no lo conoces por nombre, pero descubriré su objetivo y deseo.

    Un hombre que quería ser caballero vino a mi santuario. Cuando entró, oyó una voz: ‘Tres cosas se necesitan si deseas ser caballero: Primero, debes creer que el pan que ves en el altar es verdadero Dios y verdadero hombre, el Creador del cielo y tierra. Segundo, una vez tomas tu servicio de caballería, debes ejercitar más auto-restricción de la que estabas acostumbrado a ejercitar antes. Tercero, no te debe importar el honor mundano. Más bien te daré gozo divino y honor imperecedero.

    Escuchando esto y considerando consigo mismo estas tres cosas, oyó una voz maligna en su mente haciendo tres propuestas contrarias a las tres primeras. Dijo: ‘Si me sirves, te haré otras tres propuestas. Te permitiré tomar lo que ves, oír lo que quieres, y que obtengas lo que desees.’ Cuando escuchó esto, pensó dentro de sí mismo: ‘El primer Señor me ofreció tener fe en algo que no veo y me prometió cosas desconocidas para mí. Él me dijo que me abstuviera de los placeres que puedo ver, y que anhelo, y que esperase cosas de las cuales no tengo certeza. El otro señor me prometió el honor mundano que puedo ver y el placer que deseo sin prohibirme oír o ver las cosas que me gustan.

    Con seguridad, es mejor para mí seguirlo y obtener las cosas que veo y disfrutar las cosas que son seguras en vez de esperar cosas de las que no estoy seguro.’ Con pensamientos como éste, éste fue el primer hombre en comenzar la deserción del servicio de un verdadero caballero. Él rechazó la verdadera profesión y rompió su promesa. Arrojó el escudo de la paciencia a mis pies y dejó caer de sus manos la espada para la defensa de la fe y dejó el santuario. La voz maligna le dijo: ‘Si, como dije, serías mío, deberás entonces caminar orgullosamente en los campos y calles. El otro Señor ordena a sus hombres ser constantemente humildes. Por lo tanto, ¡asegúrate de no evitar cualquier signo de orgullo y ostentación! Mientras que el otro Señor hacía su entrada en obediencia y sujetándose Él mismo a la obediencia en todo sentido, no debes permitir que nadie sea tu superior. No dobles tu cuello en humildad ante otro. ¡Toma tu espada para derramar la sangre de tu vecino y hermano para poder adquirir su propiedad!

    ¡Sujeta el escudo en tu brazo y arriesga tu vida para obtener reconocimiento! En lugar de la fe que Él da, da tu amor al templo de tu propio cuerpo sin abstenerte de ninguno de los placeres que te deleitan.’ Mientras el hombre se decidía y fortalecía su resolución con tales pensamientos, su príncipe puso su mano sobre el cuello del hombre en el lugar indicado. Ningún lugar en absoluto puede hacer daño a alguien que tiene buena voluntad o ayudar a alguien que tiene una mala intención. Después de la confirmación del nombramiento de caballero, el desgraciado traicionó su servicio de caballería, ejercitándolo solamente con una visión de orgullo mundano, aclarando el hecho de que él ahora estaba bajo una mayor obligación de vivir una vida más austera que antes. Innumerables ejércitos de caballeros imitaron y aún imitan a este caballero en su orgullo, y él se ha hundido más hondo en el abismo debido a sus votos de caballero. Pero, dado que hay mucha gente que desea ascender en el mundo y obtener reconocimiento pero no lo han logrado, podrías preguntar: ¿Deben estas personas ser castigadas por la maldad de sus intenciones tanto como aquellos que lograron alcanzar sus deseos? A esto te respondo: Te aseguro que cualquiera que intente completamente elevarse en el mundo y hace todo lo que puede para obtener un vacío título de honor mundano, aunque su intención nunca logre su efecto debido a alguna decisión secreta mía, tal hombre será castigado por la maldad de su intención tanto como aquél que logra alcanzarla, es decir, a menos que rectifique su intención por medio de penitencia.

    Mira, te pondré el ejemplo de dos personas bien conocidas para mucha gente. Una de ellas prosperó de acuerdo a sus deseos y obtuvo casi todo lo que deseaba. La otra tenía la misma intención, pero no las mismas posibilidades. La primera obtuvo el reconocimiento mundial; él amaba el templo de su cuerpo en su completa lujuria; tenía el poder que quería; en todo lo que ponía su mano prosperaba. El otro era idéntico a él en intención pero recibió menos reconocimiento. Él voluntariamente habría derramado cien veces la sangre de su vecino para poder llevar a cabo sus planes de avaricia.

    Hizo lo que pudo y llevó a cabo su voluntad de acuerdo a su anhelo. Estos dos fueron iguales es su horrible castigo. Aunque no murieron exactamente al mismo tiempo, aún puedo hablar de un alma en vez de dos, ya que su condenación fue una y la misma. Ambos tuvieron lo mismo que decir cuando su cuerpo y alma fueron separados y el alma partió. Una vez abandonó el cuerpo, el alma le dijo: ‘Dime, ¿dónde están las vistas para deleitar mis ojos que me prometiste, dónde está el placer que me mostraste, dónde están las placenteras palabras que me pediste usar? El diablo estaba ahí y contestó:

    ‘Las vistas prometidas no son más que polvo, las palabras sólo aire, el placer es tan solo lodo y podredumbre. ¡Esas cosas no tienen valor para ti ahora!’ El alma entonces exclamó: ‘Ay de mí, ay de mí, ¡he sido desgraciadamente engañado! Veo tres cosas.

    Veo Aquél que me fue prometido bajo la semblanza de pan. Él es el mismo Rey de reyes y Señor de señores. Veo lo que prometió, y es indescriptible e inconcebible. Escucho ahora que la abstinencia que recomendó fue verdaderamente muy útil.’ Entonces, con una voz aún más fuerte, el alma gritó ‘ay de mí’ tres veces: ‘¡Ay de mí por haber nacido! ¡Ay de mí que mi vida en la tierra fue tan larga! ¡Ay de mí que viviré en una muerte perpetua e interminable!’

    ¡Contempla qué desdicha tendrá el desdichado a cambio de su desprecio por Dios y su fugaz gozo! ¡Por lo tanto debes agradecerme, novia mía, por haberte llamado alejándote de tal desdicha! ¡Sé obediente a mi Espíritu y a mis elegidos!”



    Palabras de Cristo a la novia dando una explicación del capítulo precedente, y sobre el ataque del diablo al antes mencionado caballero, y sobre su terrible y justa condena.

    Capítulo 9

    La duración total de su vida es como si fuera una sola hora para mí. Por lo tanto, lo que ahora te estoy diciendo siempre ha sido de mi conocimiento. Te conté anteriormente acerca de un hombre que inició la verdadera hidalguía, y sobre otro que la desertó como un canalla. El hombre que desertó de los rangos de la verdadera caballería arrojó su escudo a mis pies y su espada junto a mí al romper sus sagradas promesas y votos. El escudo que arrojó no simboliza otra cosa que la honrada fe con la cual se iba a defender de los enemigos de la fe y de su alma. Los pies, sobre los cuales camino hacia la humanidad, no simbolizan otra cosa más que el deleite divino por el cual atraigo a mí a una persona y la paciencia por la cual yo lo tolero pacientemente. Arrojó este escudo cuando entró en mi santuario, pensando dentro de sí: quiero obedecer al señor que me aconsejó no practicar abstinencia, el que me da lo que deseo y me deja oír cosas placenteras a mis oídos. Así fue como arrojó el escudo de mi fe por querer seguir su propio deseo egoísta en vez de a mí, amando más a la criatura que al Creador.



    Si hubiera tenido una verdadera fe, si hubiera creído que yo era todopoderoso y un juez justo y el dador de la gloria eterna, no hubiera deseado otra cosa más que a mí, no le hubiera temido a nada sino a mí. Pero arrojó mi fe a mis pies, despreciándola y tomándola como nada, porque no buscó complacerme y mi paciencia no le importó. Entonces él tiró a mi lado su espada. La espada no denota otra cosa sino el temor de Dios, la cual los verdaderos caballeros de Dios continuamente deben tener en sus manos, es decir, en sus acciones. Mi lado no simboliza otra cosa que el cuidado y la protección con la que yo cobijo y defiendo mis hijos, como una gallina cobija sus polluelos, para que el diablo no les haga daño y no les lleguen pruebas insoportables. Pero el hombre arrojó la espada de mi temor al no molestarse en pensar acerca de mi poder y sin tener consideración por mi amor y paciencia.

    Lo arrojó a mi lado como si dijera: ‘No le tengo temor de tu defensa y la misma no me importa. Obtuve lo que tengo por mis propios actos y por mi noble cuna.’ Rompió la promesa que me había hecho. ¿Cuál es la verdadera promesa a la que un hombre está obligado a jurar a Dios? Sin duda, son actos de amor: lo que haga una persona, lo debe de hacer por amor a Dios. Pero esto lo hizo a un lado al convertir su amor por Dios en amor a sí mismo; él prefirió su egoísmo al futuro y al gozo eterno.

    De esta manera él se separó de mí y dejó el santuario de mi humildad. El cuerpo de cualquier cristiano regido por la humildad es mi santuario. Aquellos regidos por el orgullo no son mi santuario sino el santuario del diablo quien los conduce hacia los deseos mundanos para sus propios propósitos. Habiendo salido del templo de mi humildad, y habiendo rechazado el escudo de fe santa y la espada del temor, él caminó orgullosamente hacia los campos, cultivando toda lujuria y deseo egoístas, desdeñando el temerme y creciendo en pecado y lujuria.

    Cuando llegó la parte final de su vida y su alma había abandonado su cuerpo, los demonios corrieron a su encuentro. Podían escucharse tres voces del infierno hablando en su contra. La primera dijo: ‘¿No es este el hombre quien desertó de la humildad y nos siguió en el orgullo? Si sus dos pies lo pudieran poner aún más alto en el orgullo para sobrepasarnos y obtener la primacía en orgullo, lo haría rápidamente.’ El alma le contestó: ´’Yo soy ése.’ La justicia le respondió: ‘Ésta es la recompensa a tu orgullo: descenderás llevado por un demonio y entregado a otro más abajo, hasta que llegues a la parte más baja del infierno. Y dado que no hubo demonio que no conociera su propio castigo en particular y el tormento a ser inflingido por cada pensamiento y acción inútiles, tampoco escaparás al castigo por parte de cualquiera de ellos, más bien compartirás la malicia y la maldad de todos ellos.’ La segunda voz gritó diciendo: ‘¿No es éste el hombre que se separó a sí mismo de su profesado servicio a Dios y en vez de esto se unió a nuestras filas?’

    El alma contestó: ‘Yo soy ése.’ Y la justicia dijo: ‘Ésta es tu recompensa adjudicada: que todo el que imite tu conducta como caballero lo añada a tu castigo y pena por su propia corrupción y dolor y te golpeará a su llegada como con una herida mortal. Serás como un hombre afligido por una grave herida, ciertamente sufriendo por una herida sobre otra herida hasta que todo el cuerpo esté totalmente lleno de llagas, que soporta intolerable sufrimiento y lamenta su destino constantemente. Aun así, experimentarás miseria sobre miseria. En la cúspide de tu dolor, el mismo será renovado y tu castigo nunca terminará y tus aflicciones nunca decrecerán.’ La tercera voz clamó: ‘¿No es éste el hombre que cambió al Creador por criaturas, el amor de su Creador por su propio egoísmo?’ La justicia le respondió: ‘Ciertamente lo es.

    Por lo tanto, se le abrirán dos hoyos. Por el primero entrará todo castigo obtenido por su menor pecado hasta el más grande, por cuanto cambió a su Creador por su propia lujuria. A través del segundo, entrará en él toda clase de dolor y vergüenza, y nunca vendrá a él ninguna consolación divina o caridad, por cuanto se amó a sí mismo en lugar de a su Creador. Su vida durará por siempre y su castigo durará para siempre, ya que todos los santos se han alejado de él.’ Novia mía, ¡ve cuán miserables serán esas personas que me desprecian y cuán grande será el dolor que compran al precio de tan poco placer!”



    Así como Dios le habló a Moisés desde el arbusto ardiente, Cristo le habla a la novia sobre cómo el demonio es simbolizado por el Faraón, los caballeros de hoy en día por el pueblo de Israel, y el cuerpo de la Virgen por el arbusto, y sobre cómo actualmente están preparando los caballeros y obispos de hoy un hogar para el demonio.

    Capítulo 10

    “Está escrito en la ley de Moisés que Moisés cuidaba los rebaños en el desierto cuando vio un arbusto que se incendiaba, sin quemarse, y le dio temor y se cubrió el rostro. Una voz le habló desde el arbusto: ‘He oído del sufrimiento de mi pueblo y siento piedad por ellos, porque están oprimidos en una cruel esclavitud.’ Yo, quien ahora hablo contigo, soy esa voz que escuchas del arbusto. He oído de la miseria de mi pueblo. ¿Quiénes formaban mi pueblo si no el pueblo de Israel? Usando este mismo nombre ahora designo a los caballeros del mundo que han hecho los votos de mis caballeros y que deberían ser míos pero están siendo atacados por el demonio.

    ¿Qué le hizo el Faraón a mi pueblo Israel en Egipto? Tres cosas. Primero, cuando estaban construyendo sus paredes, no podían ser ayudados por los recogedores de paja que anteriormente los habían ayudado a hacer ladrillos. En vez. Tenían que ir ellos mismos y recolectar la paja en donde pudiesen a lo largo de todo el país. Segundo, los constructores no eran agradecidos por su trabajo, a pesar que producir el número de ladrillos que se les había impuesto como meta. Tercero, los capataces les pagaban cruelmente cuando no llegaban a la producción normal. En medio de su gran aflicción, es mi pueblo construyó dos ciudades para el faraón.

    Este faraón no es otro que el demonio que ataca a mi pueblo, es decir, a los caballeros, que deberían ser mi pueblo. Realmente te digo que si los caballeros hubiesen cumplido con el arreglo y con el reglamento que fueron establecidos por mi primer amigo, hubiesen estado entre mi amigos más queridos. Así como Abraham, quien fue el primero a quien se le dio el mandamiento de la circuncisión y me fue obediente, se convirtió en mi amado amigo, y cualquier que imitó la fe y las obras de Abraham compartió en su amor y gloria, así también los caballeros fueron especialmente de mi agrado entre todas las demás órdenes, ya que prometieron derramar por mí lo que les era más querido, su propia sangre. Con este voto se hicieron muy de mi agrado, así como lo hizo Abraham en cuanto a la circuncisión, y ellos se purificaron diariamente viviendo de acuerdo a su profesión y practicando la santa caridad.

    Estos caballeros ahora están tan oprimidos por su detestable esclavitud bajo el demonio, quien los hiere con una herida mortal y los arroja al dolor y al sufrimiento. Los obispos de la iglesia están construyendo dos ciudades para él, así como los hijos de Israel. La primera ciudad simboliza el trabajo físico y la ansiedad sin sentido por la adquisición de los bienes mundanos. La segunda ciudad simboliza la inquietud y la congoja espirituales, por cuanto nunca se les permite descansar del deseo mundano. Hay trabajo en la parte externa e inquietud y ansiedad en la parte interna, las cosas espirituales considerando como una carga.

    Así como el Faraón no le proporcionó a mi pueblo las cosas necesarias para hacer los ladrillos, ni le dio los campos llenos de grano ni el vino u otras cosas útiles, y las personas tenían que ir con tristeza y tribulación en el corazón a buscar por sí mismas las cosas, así mismo el demonio los trata ahora igual. A pesar que trabajan y codician el mundo con lo más profundo de sus corazones, aún así no pueden satisfacer su deseo ni calmar la sed de su avaricia. Son consumidos por dentro por la tristeza y por fuera por el trabajo. Por esa razón, los compadezco por sus sufrimientos ya que mis caballeros, mi pueblo, están construyendo casas para el demonio y están trabajando sin cesar, porque no pueden obtener lo que desean y porque se afligen por bienes sin sentido, a pesar que el fruto de su ansiedad no es una bendición sino más bien la recompensa de la vergüenza.

    Cuando Moisés fue enviado al pueblo, Dios le dio una señal milagrosa por tres razones. Primero, porque cada persona en Egipto adoraba a su propio dios individual y porque había innumerables seres que decían ser dioses. Por lo tanto, era apropiado que hubiese una señal milagrosa para que, a través de la misma y por el poder de Dios, las personas creyeran que había un solo Dios y un solo Creador de todas las cosas debido a las señales, y para que todos los ídolos demostrasen no tener valor alguno. Segundo, también se le dio a Moisés una señal como símbolo que preanunciara mi futuro cuerpo. ¿Qué simbolizaba el arbusto en llamas que no se consumía sino a la Virgen que concibió por el Espíritu Santo y dio a luz sin corrupción alguna? Yo provine de este arbusto, asumiendo una naturaleza humana del cuerpo virginal de María. Similarmente, la serpiente dada a Moisés como una señal simbolizó mi cuerpo. En tercer lugar, se le dio a Moisés una señal para confirmar la verdad de los eventos venideros y para preanunciar las señales milagrosas que habían de realizarse en el futuro, demostrando que la verdad de Dios era mucho más verdadera, y más segura cuanto más claramente se cumplían aquellas cosas simbolizadas por las señales.

    Ahora envío mis palabras a los hijos de Israel, es decir, a los caballeros. Ellos no necesitan tres señales milagrosas por tres razones. Esto es porque, en primer lugar, el único Dios y Creador de todas las cosas ya es adorado y conocido a través de las Santas Escrituras, así como a través de muchos signos. En segundo lugar, ahora no están esperando que yo nazca porque saben que realmente nací y me encarné sin corrupción alguna, por cuanto las escrituras se han cumplido en su totalidad. Y no existe una fe mejor y más certera que deba tenerse y creerse que la que ya ha sido predicada por mí y por mis santos predicadores. No obstante, he hecho tres cosas a través tuyo por las cuales podrá creerse. Primero, estas son mis verdaderas palabras y no difieren de la verdadera fe.

    Segundo, con mi palabra un demonio fue expulsado de un hombre poseído. Tercero, le di a cierto hombre el poder de unir a los corazones desconfiados en caridad mutua. Por lo tanto, no tengas duda alguna sobre aquellos que creerán en mí. Aquellos que creen en mí también creen en mis palabras. Aquellos que me aprecian también aprecian con deleite mis palabras. Está escrito que Moisés cubrió su rostro después de hablar con Dios.

    Tú, sin embargo, no necesitas cubrir tu rostro. Abrí tus ojos espirituales para que pudieses ver las cosas espirituales. Abrí tus oídos para que pudieras escuchar las cosas que son del Espíritu. Te mostraré una semejanza de mi cuerpo como era durante y antes de mi pasión y como era después de la resurrección, tal como lo vieron Magdalena y Pedro y otros. También escucharás mi voz tal como le habló a Moisés desde adentro del arbusto. Esta misma voz habla ahora dentro de tu alma.”



    Las palabras encantadoras de Cristo a la novia sobre la gloria y el honor del caballero bueno y verdadero y sobre cómo los ángeles salen a encontrarlo, y sobre cómo la gloriosa Trinidad le la bienvenida con afecto y lo lleva a un lugar de descanso indescriptible como recompensa por un esfuerzo casi pequeño.

    Capítulo 11

    “Te conté anteriormente sobre el fin y el castigo de ese caballero que fue el primero en desertar del servicio de caballeros que él me había prometido. Ahora te describiré por medio de metáforas (porque de lo contrario no podrás comprender las cosas espirituales) la gloria y el honor de él, quien fue el primero en tomar varonilmente el verdadero servicio de caballero y se mantuvo valientemente en eso hasta el final. Cuando este amigo mío llegó al final de su vida y su alma dejó su cuerpo, se enviaron cinco legiones de ángeles para darle la bienvenida. Junto con ellos también llegó una multitud de demonios para averiguar si podían reclamarle algo, porque están llenos de malicia y nunca descansan de la malicia.

    Entonces se escuchó una vez alegre y clara en el cielo que decía: ‘Mi Señor y Padre, ¿no es este el hombre quien se ciñó a tu voluntad y la cumplió a la perfección?’ El mismo hombre entonces respondió con su propia conciencia: ‘Ciertamente yo soy.’ Se escucharon tres voces. La primera era la voz de la naturaleza divina que dijo: ‘¿No te creé y te di un cuerpo y una alma? Tu eres mi hijo y habéis hecho la voluntad de tu Padre. ¡Ven a mi, tu Creador todopoderoso y querido Padre! Te has ganado una herencia eterna porque eres un hijo. Te corresponde la herencia de tu Padre, porque habéis sido obediente con el.

    Por lo tanto, querido hijo, ¡ven a mí! Te daré la bienvenida con alegría y honor.’ La segunda voz fue la voz de la naturaleza humana, que dijo: ‘Hermano, ¡ven a tu hermano! Me ofrecí por ti en batalla y derramé mi sangre por ti. Tu, quien obedeciste mi voluntad, ¡ven a mí! Tu, quien pagó sangre por sangre y que estabas preparado para ofrecer muerte por muerte y vida por vida, ¡ven a mí! Tu, que me imitaste en tu vida, ¡entra ahora en mi vida y en mi alegría sin fin! ‘Te reconozco como mi hermano.’ La tercera voz fue aquella del Espíritu (pero las tres son un solo Dios, no tres dioses) que dijo: ‘¡Ven, mi caballero, tu, cuya vida interior fue tan atractiva que yo ansiaba morar en ti!

    En tu conducta exterior eras tan varonil que mereciste mi protección. ¡Entra, entonces, en el descanso en recompensa por todos tus problemas físicos! En recompensa por tu sufrimiento mental, ¡entra en un consuelo sin descripción alguna! En recompensa por tu caridad y tus múltiples luchas, ven a mi y moraré en ti y tu en mí! Ven a mí, entonces, mi caballero excelente, ¡quien nunca añoró nada más que a mí! ¡Ven y serás llenado de santo placer!’ Después se escucharon cinco voces de cada una de las cinco legiones de ángeles.

    La primera habló, diciendo: ‘Marchemos enfrente de este excelente caballero y llevemos sus armas delante de él, es decir, presentemos a nuestro Dios la fe que él conservó inmutable y que defendió de los enemigos de la justicia.’ La segunda voz dijo: ‘Carguemos su escudo delante de él, es decir, mostrémosle a nuestro Dios su paciencia la cual, a pesar que Dios ya la conoce, será aún más gloriosa debido a nuestro testimonio. Por medio de su paciencia no solo toleró pacientemente las adversidades sino también le agradeció a Dios por esas mismas adversidades.’

    La tercera voz dijo: ‘Marchemos delante de él y presentémosle a Dios su espada, es decir, mostrémosle la obediencia por medio de la cual permaneció obediente, tanto en momentos difíciles como fáciles de acuerdo a su juramento.’ La cuarta voz dijo: ‘Vengan y mostrémosle a Dios su caballo, es decir, ofrezcamos el testimonio de su humildad. Así como un caballo carga el cuerpo de un hombre, así también su humildad lo precedió y lo siguió, llevándolo hacia delante para desempeñar toda buena obra. El orgullo no tuvo que ver con él, razón por la cual el cabalgó seguro.’ La quinta voz dijo: ‘Vengan y presentémosle a Dios su casco, es decir, ¡seamos testigos de la divina añoranza que él sintió por Dios!

    El meditó sobre Dios en su corazón en todo momento. Lo tenía en sus labios, en sus obras y lo añoró sobre todas las cosas. Por su amor y veneración se hizo morir para la mundo. De tal manera, presentémosle estas cosas a nuestro Dios para que, en recompensa por una pequeña lucha, este hombre ha merecido el descanso y la alegría eternos con su Dios por quien él tanto añoró tan a menudo!’ Acompañado por los sonidos de estas voces así como de un maravilloso coro de ángeles, mi amigo fue llevado al descanso eterno.

    Su alma lo vio todo y se dijo a sí misma en alborozo: ‘¡Feliz soy por haber sido creado! ¡Feliz de haber servido a mi Dios a quien ahora contemplo! Feliz soy, porque tengo la alegría y la gloria que nunca finalizarán¡’ De tal manera vino mi amigo a mí y recibió tal recompensa. A pesar que no todos derraman su sangre por amor a mi nombre, no obstante, todos recibirán la misma recompensa, siempre y cuando tengan la intención de entregar sus vidas por mí si llega a presentarse la ocasión y las necesidades de la fe lo demandan. ¡Vean cuán importante es la buena intención!”



    Las palabras de Cristo a la novia sobre la naturaleza sin cambio alguno y a la duración eterna de su justicia, y sobre cómo, después de tomar la naturaleza humana, reveló su justicia a través de su amor en una nueva luz, y sobre cómo ejerce con ternura la misericordia hacia los condenados y les enseña suavemente la misericordia a sus caballeros.

    Capítulo 12

    “Yo soy el verdadero Rey. Nadie merece ser llamado rey excepto yo, porque todo el honor y todo el poder provienen de mí. Yo soy aquel quien rindió juicio sobre le primer ángel que cayó por orgullo, la avaricia y la envidia. Soy aquel quien rindió juicio sobre Adán y Caín, así como sobre todo el mundo, enviando el diluvio debido a los pecados de la raza humana. Soy el mismo que permitió que el pueblo de Israel llegase a ser cautivo y milagrosamente lo guié fuera del cautiverio con signos milagrosos. Toda la justicia ha de encontrarse en mí. La justicia siempre estuvo y está en mí sin principio ni fin. En ningún momento disminuye en mí sino permanece en mí fiel y sin cambio alguno. A pesar que en el tiempo actual mi justicia parece estar un poco más benigna y Dios parece ser ahora un juez más paciente, esto no representa cambio en mi justicia, la cual nunca cambia, sino únicamente muestra aún más mi amor. Ahora juzgo al mundo con esa misma justicia y ese mismo juicio que con los que permití que mi pueblo se convirtiera en esclavo en Egipto y que sufriera en el desierto.

    Mi amor estuvo escondido antes de mi encarnación. Lo mantuve escondido en mi justicia como la luz oscurecida por una nube. Una vez ya había tomado una naturaleza humana, a pesar que había cambiado la ley dada anteriormente, la justicia en sí no cambió sino estuvo mucho más claramente visible y se mostró bajo una luz mucho más abundante en el amor a través del Hijo de Dios. Esto sucedió de tres maneras. Primero, se mitigó la ley, ya que había sido severa por culpa de los pecadores desobedientes y endurecidos y era difícil poder amaestrar a los orgullosos. Segundo, el Hijo de Dios sufrió y murió. Tercero, ahora mi juicio parece estar más alejado y parece haberse pospuesto por la misericordia y, al mismo tiempo, ser más benigno hacia los pecadores que antes. Ciertamente, los actos de justicia relacionados a los primeros padres o al diluvio o a aquellos que murieron en el desierto, parecen ser rígidos y estrictos. Pero la misma justicia todavía está conmigo y siempre ha estado. Sin embargo, ahora la misericordia y el amor son más aparentes. Anteriormente, por razones sabias, el amor estaba escondido en la justicia y se exhibía con misericordia, aunque de una manera más escondida, porque nunca hice justicia y nunca la hago sin tener misericordia, ni tengo bondad sin justicia. Ahora, sin embargo, puedes preguntarte: si muestro misericordia en toda mi justicia, ¿de qué manera soy misericordioso con los condenados? Te responderé por medio de una parábola.

    Es como si un juez estuviese en un juicio y su hermano llegase a ser sentenciado. El juez le dice: ‘Tu eres mi hermano y yo soy tu juez y, a pesar que te amo sinceramente, no puedo actuar en contra de la justicia y tampoco sería correcto que lo hiciera. En tu conciencia ves lo que es justo en relación a lo que mereces. Es necesario sentenciarse acordemente. Si fuese posible ir en contra de la justicia, gustosamente tomaría la sentencia para mí.’ Yo soy como ese juez. Esta persona es mi hermano debido a mi naturaleza humana. Cuando él viene a ser juzgado por mí, su conciencia le informa de su culpa y él comprende lo que debería de ser su sentencia. Debido a que soy justo, le respondo al alma – hablando en forma figurada – y le digo: ‘Tu ves en tu conciencia todo lo que es justo para ti. Dime lo que mereces.’ Entonces el alma me responde: ‘Mi conciencia me informa sobre mi sentencia. Es el castigo que me merezco porque no te obedecí.’ Yo respondo: ‘Yo, tu juez, tomé sobre mí todos tus castigos y te hice saber del peligro, así como de la forma para escapar al castigo. Era una justicia simple el hecho que tu no pudieses entrar al cielo antes de expiar tu culpa. Yo tomé tu expiación porque eras incapaz de soportarla tu solo.

    A través de los profetas yo te enseñé lo que me pasaría y no omití detalle alguno de lo que predijeron los profetas. Te mostré todo el amor que pude para hacer que regresaras a mí. Sin embargo, debido a que te has alejado de mí, mereces ser sentenciado, porque despreciaste la misericordia. Sin embargo, aún así soy todavía tan misericordioso que si fuese posible morir nuevamente, por tu bien yo nuevamente soportaría el mismo tormento que una vez soporté en la cruz, en vez de verte sentenciado a tal sentencia. Sin embargo, la justicia dice que es imposible para mí morir nuevamente, aunque la misericordia me diga que quiero morir por tu bien nuevamente, si fuese posible. Así es lo misericordioso y amoroso soy, aún hacia los condenados. Yo amo a la humanidad desde el inicio, aún cuando yo parecía estar enojado, pero a nadie le importó ni le puso atención a mi amor.

    Debido a que soy justo y misericordioso, les advierto a los llamados caballeros que deberían buscar mi misericordia, no sea que mi justicia los encuentre. Mi justicia es tan inamovible como una montaña, quema como el fuego, es tan aterradora como el trueno y tan repentina como un arco con una flecha. Mi advertencia es triple. Primero, les advierto como lo hace un padre a sus hijos, para hacer que regresen a mí, porque soy su Padre y Creador. Deja que regresen y les daré el patrimonio que les corresponde por derecho. Deja que regresen porque, a pesar que he sido desdeñado, aún así les daré la bienvenida con alegría y saldré a recibirlos con amor. Segundo, les pido como hermano que recuerden mis llagas y mis obras. Deja que regresen y los recibiré como a un hermano. Tercero, como su Señor les pido que regresen al Señor a quien le han prometido su fe, a quien le deben su alianza y a quien se han jurado a sí mismos por juramento.

    Por lo tanto, o caballeros, regresen a mí, su padre, quien los crió con amor. Piensen en mí, su hermano, quien se hizo uno de ustedes por su propio bien. Regresen a mí, su Señor amable. Es altamente deshonesto prometer su fe y alianza a otro señor. Me prometieron que defenderían mi iglesia y que ayudarían a los necesitados. ¡Vean ahora cómo le prometen alianza a mi enemigo y tiran mi bandera e izan la bandera de mi enemigo!

    Por lo tanto, oh caballeros, regresen a mí en verdadera humildad, ya que me desertaron por medio del orgullo. Si algo parece ser difícil de soportar por mí, ¡tomen en cuenta lo que yo sufrí por ustedes! Por sus bienes, fui a la cruz con mi pies sangrando; mi manos y mis pies fueron perforados por ustedes; no escatimé extremidad alguna por ustedes. Y sin embargo, ignoraron todo esto alejándose de mí. Regresen, y les daré tres clases de ayuda. Primero, fortaleza, para que puedan soportar a sus enemigos físicos y espirituales. Segundo, una generosidad valiente, para que no teman a nada más que a mí y que consideren una alegría el esforzarse por mí. Tercero, les daré sabiduría para que puedan comprender la verdadera fe y la voluntad de Dios. Por lo tanto, ¡regresen y pronúnciense como hombres! Porque yo, que les doy esta advertencia, soy el mismo a quien sirven los ángeles, el que liberó a sus primeros padres que eran obedientes pero que sentenciaban al desobediente y humillaban a los orgullosos. Fui el primero en la guerra, el primero en el sufrimiento. Síganme, entonces, para que no sean derretidos como la cera por el fuego. ¿Por qué están rompiendo sus promesas? ¿Por qué desdeñan su juramento? ¿Soy de menor valor o más indigno que algún amigo mundano de ustedes a quien, una vez le prometen su fe, lo cumplen? A mí, sin embargo, el dador de la vida y del honor, el conservador de la salud, no le rinden lo que han prometido.

    Por esta razón, buenos caballeros, cumplan su promesa y, si son demasiado débiles para hacerlo por medio de obras, ¡por lo menos tengan la voluntad de hacerlo! Siento compasión por la esclavitud que el demonio ha impuesto sobre ustedes, así que aceptaré su intención como una obra. Si regresan a mí en amor, entonces afánense en la fe de mi iglesia y saldré a encontrarlos como un padre amoroso junto con todo mi ejército. Les daré como recompensa cinco cosas buenas. Primero, en sus oídos sonará siempre una alabanza sin fin. Segundo, el rostro y la gloria de Dios siempre estarán delante de sus ojos. Tercero, la alabanza a Dios nunca dejará sus labios. Cuarto, tendrán todo lo que sus almas puedan desear, y no desearán nada más de lo que tienen. Quinto, nunca serán separados de su Dios, pero su alegría perdurará sin fin alguno y vivirán sus vidas en alegría sin final.

    Así serán sus recompensas, mis caballeros, si defienden mi fe y se esfuerzan, más por el bien de mi honor que por su propio honor. Si tienen algún sentido, recuerden que he sido paciente con ustedes y que ustedes me han insultado de tal manera que ustedes mismos no tolerarían. Sin embargo, a pesar que puedo hacer todas las cosas por razón de mi omnipotencia, y a pesar que mi justicia clama vengarse en ustedes, aún así mi misericordia, la cual está en mi sabiduría y bondad, los perdona. Por lo tanto, ¡pidan misericordia! En mi amor otorgo lo que una persona me pide en humildad.”



    Las palabras fuertes de Cristo a la novia en contra de los caballeros de hoy y sobre la manera apropiada de crear caballeros y sobre cómo Dios da y confiere fortaleza y ayuda en sus acciones.

    Capítulo 13

    “Yo soy un Dios junto con el Padre y el Espíritu Santo en una trinidad de personas. Ninguna de las tres puede separarse o dividirse de las otras, pero el Padre está tanto en el Hijo como en el Espíritu y el Hijo está tanto en el Padre como en el Espíritu y el Espíritu está en ambos. La Divinidad le envió su Palabra a la Virgen María a través del ángel Gabriel. Sin embargo, el mismo Dios, tanto el que enviaba como el enviado por sí mismo, estaba con el ángel y él estaba en Gabriel y él estaba en la Virgen antes de Gabriel. Después que el ángel entregó su mensaje, el verbo se hizo carne en la Virgen. Yo, que hablo contigo, soy esa Palabra.

    El Padre me envió a través de sí mismo, junto con el Espíritu Santo, al vientre de la Virgen, a pesar que no de tal manera que los ángeles quedasen sin la visión y la presencia de Dios. En vez, yo, el Hijo, quien estaba con el Padre y con el Espíritu Santo en el vientre virginal, permanecí siendo el mismo Dios ante la vista de los ángeles en el cielo, junto con el Padre y el Espíritu, rigiendo y sosteniendo todas las cosas. Sin embargo, la naturaleza humana asumida por el único Hijo estuvo en el vientre de María. Yo, que soy un Dios en mis naturalezas divina y humana, no menosprecio hablar contigo y manifestarte mi amor y fortalecer la santa fe.

    A pesar que mi forma humana parece estar acá ante ti, habla contigo, no obstante es más verdadero decir que tu alma y tu conciencia están conmigo y en mí. Nada en el cielo o en la tierra es imposible o difícil para mí. Soy como un rey poderoso que llega a una ciudad con su tropa y toma todo el lugar, ocupándolo todo. De igual manera, mi gracia llena todas tus extremidades y las fortalece todas. Estoy dentro de ti y sin ti. A pesar que puedo estar hablando contigo, permanezco igual en mi gloria. ¿Qué podría ser difícil para mí que sostengo todas las cosas con mi poder y arreglo todas las cosas en mi sabiduría, sobrepasando todo en excelencia? Yo, que soy un único Dios junto con el Padre y el Espíritu Santo, sin principio ni fin, que asumió una naturaleza humana por el bien de la salvación de la humanidad, permaneciendo intacta la naturaleza divina, quien sufrió, resucitó y ascendió al cielo, ahora realmente hablo contigo.

    Te conté previamente sobre los caballeros que una vez me fueron de mucho agrado porque estaban comprometidos a mí por el vínculo de la caridad. Ellos se obligaron por medio de su juramento a ofrecer su cuerpo por mi cuerpo, su sangre por mi sangre. Es por esto que les di mi consentimiento, el por qué los uní a mí en un único vínculo y una única compañía. Ahora, sin embargo, mi agravio es que estos caballeros, que deberían ser míos, se han alejado de mí. Yo soy su Creador y redentor, así como quien los ayuda. Hice un cuerpo con todas sus extremidades para ellos. Hice todo en el mundo para que lo usaran. Los redimí con mi sangre. Traje una herencia eterna para ellos con mi pasión. Los protejo en todo peligro.

    Ahora, sin embargo, se han alejado de mí. A ellos nada le vale mi pasión, desatienden mis palabras que deberían de deleitar y nutrir sus almas. Ellos me desprecian, prefiriendo con todo su corazón y alma ofrecer sus cuerpos y dejar que los hieran a cambio de la alabanza humana, derramar su sangre por satisfacer su avaricia, felices de morir por una locución mundana, demoníaca y vacía. Pero aún así, a pesar que se han alejado, mi misericordia y mi justicia están sobre ellos. Los vigilo misericordiosamente para que no sean entregados al demonio. En justicia soporto con ellos pacientemente y si llegaran a regresar, les daría la bienvenida felizmente y gozosamente saldría a su encuentro.

    Dile a ese hombre que desea poner a mi servicio su ser caballero que me puede agradar una vez a través de la siguiente ceremonia. Cualquier que desee hacerse un caballero deberá proceder con su caballo y armadura hacia el patio de la iglesia, dejar su caballo allí, ya que no se hizo para el orgullo humano sino para que sea útil en la vida y en la defensa y para pelear contra los enemigos de Dios. Entonces, que se ponga su capa, colocando su broche en su frente, similar a lo que hace un diácono cuando se pone su capa como señal de obediencia y santa paciencia. De igual manera, así deberá ponerse su capa y colocar el broche en su furente como señal, tanto de sus votos militares como de la obediencia tomada para la defensa de la cruz de Cristo.

    Delante de él deberán cargar una bandera del gobierno secular, recordándole que deberá obedecer su gobierno mundano en todas las cosas que no estén en contra de Dios. Una vez ha ingresado al patio de la iglesia, los sacerdotes deberán salir a encontrarlo con la bandera de la iglesia. En ella deberán estar representadas la pasión y las heridas de Cristo, como un signo que él está obligado a defender la iglesia de Dios y cumplir con sus prelados. Cuando él entra en la iglesia, la bandera del gobierno temporal deberá permanecer afuera de la iglesia mientras que la bandera de Dios deberá ir delante de él, dentro de la iglesia, como un signo que la autoridad divina precede a la autoridad secular y que uno debe de preocuparse más por las cosas espirituales que por las cosas temporales.

    Cuando se celebra la Misa y se ha llegado hasta el Agnus Dei, el oficiante que preside, es decir, el rey o alguien más, deberá llegar hasta el caballero en el altar y decir: ‘¿Quieres que se te haga caballero?’ Cuando el candidato responde, sí,’ el otro deberá agregar las palabras: ‘Prométele a Dios y a mí que defenderás la fe de la Santa Iglesia y obedecerás a sus líderes en todas las cosas que pertenezcan a Dios!’

    Cuando el candidato responde ‘Sí, quiero’ el otro deberá colocar una espada en sus manos diciendo: ‘Contempla, coloco una espada en tus manos para que no escatimes ni tu propia vida por el bien de la iglesia de Dios, para que puedas aplastar a los enemigos de Dios y proteger a los amigos de Dios.’ Entonces deberá darle el escudo y decir: ‘ Contempla, te doy un escudo para que puedas defenderte en contra de los enemigos de Dios, para que puedas ofrecer ayuda a las viudas y los huérfanos, para que puedas añadirle a la gloria de Dios de todas las maneras posibles.’ Entonces deberá colocar su mano sobre el cuello del otro, diciendo: ‘Contempla, ahora estás sujeto a obediencia y a la autoridad. Ahora, entonces, ¡debes de realizar en la práctica a lo que te has obligado con tus compromisos!’ Después de esto, deberán colocarse la capa y sus broches sobre él para recordarle diariamente tanto de sus votos a Dios como que, por su profesión ante la iglesia, se ha comprometido a hacer más que los demás para defender a la iglesia de Dios.

    Una vez se han hecho estas cosas y se ha dicho el Agnus Dei, el sacerdote que celebra la Misa deberá darle mi cuerpo para que pueda defender la fe de la Santa Iglesia. Yo estaré en él y él en mí. Le proporcionaré ayuda y fuerza y lo haré quemarse con el fuego de mi amor para que no desee otra cosa sino a mí y que no le tema a nada sino a mí, su Dios. Si llegase a estar en una campaña cuando emprenda este servicio para mi gloria y para la defensa de mi fe, aún así le beneficiará, siempre y cuando su intención sea justa.

    Estoy en todos lados por virtud de mi poder, y todas las personas pueden complacerme con una intención justa y una buena voluntad. Yo soy amor y nadie puede venir a mí más que una persona que tenga amor. Por lo tanto, no ordeno a nadie a que haga esto, ya que en ese caso me estarían sirviendo por temor. Pero aquellos que desean emprender esta forma de servicio de caballero serán de mi agrado. Sería apropiado que ellos mostraran a través de la humildad que ellos desean regresar al verdadero ejercicio de la caballería, en tanto la deserción de la profesión de un verdadero caballero ocurre por el orgullo.”

    EXPLICACIÓN

    Se cree que este caballero fue Sir Karl, el hijo de Santa Brígida.



    Sobre Cristo simbolizado por un orfebre y las palabras de Dios como oro, y sobre cómo deberán transmitirse estas palabras a las personas con el amor de Dios, una conciencia justa y sus cinco sentidos bajo control, y sobre cómo los predicadores de Dios deberían ser diligentes en vez de perezosos al vender el oro, es decir, en transmitir la palabra de Dios.

    Capítulo 14

    “Yo soy como un orfebre habilidoso que envía a su sirviente a vender su oro por todo el país, diciéndole: ‘Debes de hacer tres cosas. En primer lugar, no debes de confiar mi oro a nadie excepto a aquellos que tienen ojos calmados y límpidos. En segundo lugar, no lo confíes a personas que no tienen conciencia. En tercer lugar, ¡pon mi oro a la venta por diez talentos pesados dos veces! Una persona que rechaza pesar mi oro dos veces no lo obtendrá. Debes tener cuidado de tres armas que usan mis enemigos en tu contra. Primero, él quiere volverte lento en poner mi oro en exhibición. Segundo, desea mezclar un metal inferior con mi oro para que aquellas personas que lo vean y lo prueben piensen que mi oro es tan solo arcilla podrida. Tercero, instruye a sus amigos a que te contradigan y que reclamen constantemente que mi oro no es bueno.’ Yo soy como ese orfebre. Yo forjé todo lo que está en el cielo y en la tierra, no con martillos y herramientas sino con mi poder y fuerza. Todo lo que es y que era y que será me es previamente conocido. Ni siquiera la lombriz más pequeña o el grano más pequeño puede existir o continuar existiendo sin mí. Ni la cosa más pequeña escapa a mi presciencia. Entre todas las cosas que he hecho, sin embargo, las palabras que he dicho con mis propios labios son lo de más valor, así como el oro es más valioso que los otros metales.

    Es por eso que mis sirvientes, a quien despaché con mi oro por todo el mundo, deben de hacer tres cosas. Primero, no deben de confiar mi oro a personas que no tiene ojos calmados y claros. Se pueden preguntar: ‘¿Qué significa tener una vista clara?’ Bueno, una persona con visión clara es aquella que tiene sabiduría divina junto con la caridad divina. Pero, ¿cómo has de saber esto? Es obvio. Una persona es de visión clara y se le puede confiar mi oro si vive de acuerdo a la razón, quien se remueve de la vanidad y la curiosidad mundanas, quien busca nada más que a su Dios. Pero una persona es ciega si tiene el conocimiento pero no pone en práctica la caridad cristiana que comprende. Parece tener sus ojos puestos en Dios pero no, porque sus ojos están en el mundo y le ha dado su espalda a Dios.

    Segundo, mi oro no ha de confiarse a alguien que no tiene conciencia. ¿Quién tiene conciencia si no la persona que maneja sus bienes temporales y perecederos con vista a la eternidad, quien tiene su alma en el cielo y su cuerpo en la tierra, quien sopesa diariamente cómo va a dejar el mundo y le responderá a Dios por sus actos? Mi oro deberá confiársele a tal persona. Tercero, deberá poner mi oro a la venta por diez talentos pesados dos veces. ¿Qué simboliza la balanza con la cual se pesa el oro sino la conciencia? ¿Qué simbolizan las manos que pesan el oro si no una buena voluntad y un buen deseo? ¿Para qué han de usarse los contrapesos sino para las obras espirituales y corporales?

    Una persona que desea comprar y guardar mi oro, es decir, mis palabras, deberá examinarse correctamente en las balanzas de su conciencia y considerar cómo ha de pagarlo con diez talentos pesados cuidadosamente de acuerdo a mis deseos. El primer talento es la visión disciplinada de la persona. Esto lo hace considerar la diferencia entre la visión corporal y la visión espiritual, qué uso hay en la belleza física y la apariencia, cuánta excelencia hay en la belleza y la gloria de los ángeles y de los poderes celestiales que sobrepasan a todas las estrellas del cielo en cuanto a esplendor, y qué deleite gozoso posee un alma en los mandamientos de Dios y en su gloria.

    Este talento, quiero decir, la visión física y la visión espiritual, que se encuentra en los mandamientos de Dios y en la castidad, no han de medirse con la misma balanza. La visión espiritual vale más que la clase corporal y pesa más, en tanto que los ojos de una persona deben de estar abiertos a lo que es benéfico para el alma y necesario para el cuerpo, pero cerrados a las tonteras y a la indecencia.

    El segundo talento es escuchar bien. Una persona debería considerarse digna de un lenguaje indecente, tonto y burlón. Ciertamente, no vale más que un soplo vacío de aire. Es por esto que una persona debería escuchar las alabanzas e himnos de Dios. Debería escuchar las obras y los dichos de mis santos. Debería escuchar lo que necesita para poder educar su alma y cuerpo en virtud. Esta clase de escucha pesa más en las balanzas que el escuchar indecencias. Esta buena clase de escucha, cuando se pesa en las balanzas en contra de la otra clase, hundirá las balanzas hasta abajo, mientras que la otra clase vacía de escuchas será levantada y no pesará nada.

    El tercer talento es de la lengua. Una persona deberá pesar la excelencia y la utilidad de un diálogo edificante y medido en las balanzas de su conciencia. También deberá tomar nota del daño e inutilidad del diálogo vano e indolente. Entonces deberá guardar el diálogo vano y amar el diálogo bueno.

    El cuarto talento es el gusto. ¿Qué es el gusto del mundo si no la miseria? Trabajar al inicio de una empresa, penar a medida que continúa, y sentir amargura al final. Acordemente, una persona debería pesar cuidadosamente el gusto espiritual en contra del tipo mundano y el espiritual sobrepasará al gusto mundano. Nunca se pierde el gusto espiritual, nunca es aburrido, nunca disminuye. Esta clase de gusto comienza en el presente a través de la restricción de la lujuria y a través de una vida de moderación y dura para siempre en el cielo a través del disfrute y dulce deleite de Dios.

    El quinto talento es el del sentido del tacto. Una persona deberá pesar cuánto cuidado y cuánta miseria siente debido al cuerpo, a todas las preocupaciones mundanas, a todos los muchos problemas con su prójimo. Entonces él experimenta miseria en todos lados. Que también sopese qué gran paz la del alma y de una mente bien disciplinada, cuánto bien hay en no preocuparse sobre posesiones vanas y superfluas. Entonces experimentará consuelo en todos lados. Quien quiera medirlo bien deberá poner en la balanza los sentidos espirituales y físicos del tacto y el resultado será que lo espiritual sobrepasa a lo corporal. Este sentido espiritual del tacto comienza y se desarrolla a través de resistencia paciente a los contratiempos y a través de la perseverancia en los mandamientos de Dios, y dura para siempre y felicidad y un descanso pacífico. Una persona que le da más peso al descanso físico y a los sentimientos mundanos de felicidad que a aquellos de eternidad, no es digno de tocar mi oro ni de disfrutar mi felicidad.

    El sexto talento es el trabajo humano. Una persona deberá pesar cuidadosamente en su conciencia tanto el trabajo espiritual como el trabajo material. El primero lleva al cielo y el segundo al mundo; el primero a una vida eterna sin sufrimiento y el segundo a un dolor y un sufrimiento tremendos. Quien desea mi oro deberá darle más peso al trabajo espiritual, el cual se hace en mi amor y por mi gloria, en vez de al trabajo material, ya que las cosas espirituales perduran mientras que las cosas materiales pasan.

    El séptimo talento es el uso ordenado del tiempo. A una persona se le da cierto tiempo para que se dedique únicamente a las cosas espirituales, otro tiempo para las funciones corporales, sin las cuales es imposible la vida (si se usa razonablemente, se cuenta como un uso espiritual del tiempo), y otro tiempo para una actividad física útil. Debido a que una persona debe rendir cuentas de su tiempo así como de sus acciones, por lo tanto debe de darle prioridad al uso espiritual del tiempo antes de recurrir al trabajo material, y manejar su tiempo de tal manera que se les dé más prioridad a las cosas espirituales que a las cosas temporales para que no se permita que tiempo alguno pase sin el examen y la balanza correcta requeridos por la justicia.

    El octavo talento es la administración justa de los bienes temporales que se dan, lo que significa que una persona rica, en tanto lo permitan sus medios, deberá darle a los pobres con caridad divina. Pero puedes preguntarte: ‘¿Qué debe de dar una persona pobre que no posee nada?’ Deberá tener la intención correcta y tener los siguientes pensamientos: ‘Si tuviese algo, gustosamente lo daría generosamente.’ Tal intención le vale como una obra. Si la intención del hombre pobre es tal que quisiera tener posesiones temporales como los demás pero tiene la intención de sólo dar una pequeña suma y meras bagatelas a los pobres, esta intención le es reconocida como una obra pequeña. Por lo tanto, una persona rica con posesiones deberá practicar la caridad. Una persona necesitada deberá tener la intención de dar y le ganará méritos. Quien quiera que le dé más peso a lo temporal que a lo espiritual, quien quiera que me dé un chelín a mí y al mundo cien y para sí mismo mil, no usa un estándar justo de medición. Una persona que usa un estándar de medición como eso, no merece tener mi oro. Yo, dador de todas las cosas, quien también puede quitar todas las cosas, merezco la porción más valiosa. Los bienes temporales fueron creados para uso y necesidad humanos, no para la superfluidad.

    El noveno talento es el examen cuidadoso de los tiempo que ya pasaron. Una persona deberá examinar sus obras, qué clase de obras fueron, su número, cómo las ha corregido y con qué mérito. También deberá tomar en cuenta si sus buenas obras fueron menos que sus obras malas. Si encuentra que sus actos malos fueron más numerosos que sus buenos, entonces deberá tener un propósito perfecto de enmienda y estar realmente contrito por sus obras malas. Esta intención, si fuese verdadera y firme, pesará más a los ojos de Dios que todos su pecados.

    El décimo talento es tomar en cuenta el tiempo venidero y la planificación del mismo. Si una persona tiene la intención de no querer amar nada más que las cosas de Dios, de no desear nada más que lo que sabe es agradable a Dios, de abrazar voluntaria y pacientemente las dificultades, aún los dolores del infierno, si eso le diera a Dios cualquier consuelo y fuese la voluntad de Dios, entonces este talento excede a todos los demás. A través de este talento, todos los peligros se evitan fácilmente. Quien quiera que pague estos diez talentos obtendrá mi oro.

    Sin embargo, como lo dije, el enemigo quiere impedir de tres maneras que las personas entreguen mi oro. Primero, desea hacerlos lentos y perezosos. Existe una pereza física y una espiritual. La física es cuando un cuerpo se cansa de trabajar, de levantarse y así sucesivamente. La pereza espiritual es cuando una persona enfocado en lo espiritual, conociendo el dulce deleite y gracia de mi Espíritu, prefiere descansar en ese deleite en vez de ir a ayudar a que los demás participen de ello con el. ¿No experimentaron Pedro y Pablo el dulce deleite desbordante de mi Espíritu? Si hubiese sido mi voluntad, hubiesen preferido mantenerse ocultos en la parte más baja de la tierra con el deleite interior que tenían, en vez de salir al mundo.

    Sin embargo, para que los demás pudieran ser partícipes de su dulce deleite y para poder instruir a los demás junto con ellos, prefirieron salir por el bien de las demás personas así como por su propia mayor gloria, y no permanecer solos sin fortalecer a los demás con la gracias que les fue dada. De igualmente, mis amigos, a pesar que quisieran estar solos y disfrutar ese dulce deleite que ya tienen, ahora deben ir adelante para que los demás también puedan ser partícipes de su alegría. Así como alguien con posesiones abundantes no las usa para sí mismo sino las confía a los demás, así también mis palabras y mi gracia no deberán mantenerse ocultas sino deberán transmitirse a los demás, para que ellos también puedan edificarse.

    Mis amigos pueden darle ayuda a tres clases de personas. Primero, a los condenados; segundo, a los pecadores, es decir, aquellos que caen en pecados y se levantan nuevamente; tercero a los buenos que se mantienen firmes. Pero puedes preguntar: ‘¿Cómo puede una persona darle ayuda a los condenados, viendo que no son dignos de gracia y que es imposible que ellos regresen a la gracia?’ Te contestaré por medio de un símil. Es como si hubiesen incontables agujeros en el fondo de cierto precipicio y cualquiera que cayese en ellos necesariamente se hundiría en las profundidades. Sin embargo, si alguien fuese a taponar uno de los agujeros, la persona que cae no se hundiría tan profundamente como si ninguno de los agujeros hubiese sido taponado. Esto es lo que le pasa a los condenados. A pesar que por razón de mi justicia y su propia malicia endurecida tienen que ser condenados a un tiempo definido y conocido de antemano, aún así su castigo será más leve si son retenidos por otros de hacer ciertas maldades y en vez urgidos a hacer algo bueno. Así es cuán misericordioso soy aún con los condenados. A pesar que la misericordia clama por indulgencia, la justicia y su propia maldad la contra-demandan.

    En segundo lugar, ellos pueden darle ayuda a aquellos que caen pero se levantan nuevamente, enseñándoles a cómo levantarse, haciendo que tengan cuidado de no caer, e instruyéndoles sobre cómo mejorar y resistir sus pasiones.

    En tercer lugar, pueden ser de beneficio para los justos y perfectos. ¿No se caen ellos mismos también? Claro que sí, pero es por su mayor gloria y la vergüenza del demonio. Así como un soldado que está levemente herido en la batalla se agita debido a su herida y se vuelve mucho más perspicaz para la batalla, así también la tentación diabólica de la adversidad agita a mis escogidos, más por la lucha espiritual y por la humildad, y hacen el progreso más ferviente hacia obtener la corona de la gloria. Por lo tanto, mis palabras deberán mantenerse escondidas de mis amigos, porque habiendo escuchado sobre mi gracia, se agitarán más en cuanto a la devoción hacia mí.

    El segundo método de mi enemigo es usar el engaño para que mi oro parezca barro. Por esta razón, cuando se transcriben cualesquiera de mis palabras, el que transcribe deberá traer a dos testigos confiables o un hombre de conciencia demostrada para que certifique que ha examinado el documento. Solo entonces podrá ser transmitido a quien quiera, para que no llegue a ser no-certificado en manos del enemigo, quien pudiese agregar algo falso, lo que conllevaría a que las palabras de la verdad fuesen denigradas entre las personas sencillas.

    El tercer método de mi enemigo es hacer que sus propios amigos prediquen la resistencia a mi oro. Entonces mis amigos deben de decirle a aquellos que los contradicen: ‘El oro de estas palabras contiene, por decirlo así, únicamente tres enseñanzas. Ellas te enseñan a temer correctamente, a amar piadosamente, a desear el cielo inteligentemente. Prueben las palabras y vean por ustedes mismos y, si encuentran otra cosa allí, contradíganlo’”



    Las palabras de Cristo a la novia sobre cómo el camino al paraíso se abrió con su venida y sobre el amor ardiente que él nos mostró al soportar tantos sufrimientos por nosotros, desde su nacimiento hasta su muerte, y sobre cómo el camino al infierno se ha vuelto ancho ahora y el camino al paraíso, estrecho.

    Capítulo 15

    “Estarás preguntándote por qué te digo estas cosas y por qué te revelo tales maravillas. ¿Será únicamente por tu propio bien? Claro que no, es para la edificación y la salvación de otros. Ves, el mundo era como una especie de selva o desierto en donde había un camino que llevaba hacia abajo, al gran abismo. En el abismo había dos cámaras. Una era tan profunda que no tenía fondo y las personas que bajaban a ella nunca subían de vuelta. La segunda no era tan profunda ni tan aterradora como la primera. Aquellas personas que bajaban en ella tenían un poco de esperanza de recibir ayuda; ellas experimentaban ansiedad y retraso pero no miseria, la oscuridad pero no el tormento. Las personas que vivían en esta segunda cámara enviaban diariamente sus lamentos a una ciudad magnífica que estaba cerca y que estaba llena de toda cosa buena y todo deleite.

    Ellas clamaban audazmente porque conocían el camino a la ciudad. Sin embargo, el bosque salvaje era tan espeso y tan denso que no lo podían cruzar ni hacer avance algún debido a su densidad y no tenían la fuerza para hacer un camino a través del mismo. ¿Cuál era su clamor? Su clamor era el siguiente: ‘Oh, Dios, ven y ayúdanos, muéstranos el camino e ilumínanos, ¡te estamos esperando! No podemos ser salvados por nadie más que por ti.’ Este lamento llegó a mi en el cielo y me conmovió a la misericordia. Aplacado por sus lamentos, vine a la selva como un peregrino.

    Pero antes de comenzar a trabajar y hacer mi camino, una voz habló delante de mí, diciendo: ‘El hacha ha sido puesta en el árbol’ Esta voz no era otra más que la de Juan Bautista. Fue enviado antes que yo y clamó en el desierto: ‘El hecha ha sido puesta en el árbol,’ es decir: ‘Que la raza humana se prepare porque ahora el hacha está lista, y ha venido a preparar el camino a la ciudad y está arrancando todos los obstáculos.’ Cuando vine, trabajé de sol a sombra, es decir, me dediqué a la salvación de la humanidad, desde mi encarnación hasta mi muerte en la cruz. Al inicio de mi empresa, me fui a la selva, lejos de mis enemigos, más precisamente, de Herodes quien me perseguía; fui probado por el demonio y sufrí persecución por parte de los hombres. Más tarde, mientras soportaba mucho trabajo, comí y bebí y sin cometer pecado alguno cumplí con las demás necesidades para poder formar la fe y mostrar que realmente yo había tomado la naturaleza humana.

    Mientras preparaba el camino a la ciudad, es decir, al cielo, y arrancaba todos los obstáculos que habían surgido, zarzas y espinas rasguñaban mi costado y clavos ásperos herían mis manos y mis pies. Mis dientes y mis mejillas fueron maltratadas. Lo soporté con paciencia y no di la vuelta, sino fue hacia delante con más celo, como un animal que es llevado por la inanición que, cuando ve a un hombre que le apunta con una lanza, se deja ir contra la lanza en su deseo que atacar al hombre. Y entre más empuja el hombre la lanza en las entrañas del animal, más se tira el animal en contra de la lanza en su deseo que llegar al hombre, hasta que al fin sus entrañas y todo su cuerpo han sido perforados. De igual manera, ardía con tal amor por el alma que, cuando observé y experimenté todos estos ásperos tormentos, entre más ávidos estaban los hombres de matarme, más ardiente me volví por sufrir para la salvación de las almas.

    Así, hice mi camino en la selva de este mundo y preparé un camino a través de mi sangre y mi sudor. El mundo podría muy bien llamarse una selva, ya que carecía de toda virtud y continuaba siendo una selva de vicio. Tenía tan solo un camino sobre el cual todos descendían al infierno, los condenados hacia la condenación, los buenos hacia la oscuridad. Escuché misericordiosamente su deseo de largos años de una salvación futura y vine como un peregrino para poder trabajar. Desconocido para ellos en mi divinidad y mi poder, preparé el camino que lleva al cielo. Mis amigos vieron este camino y observaron las dificultades de mi trabajo y mi avidez de corazón, y muchos de ellos me siguieron por mucho tiempo en alegría.

    Pero ahora ha habido un cambio en la voz que clamaba: ‘¡Prepárense!’ Mi camino ha sido alterado, y han crecido arbustos espinosos y maleza, y aquellos que avanzaban en ese camino se han detenido. El camino al infierno se ha abierto. Es un camino ancho y muchas personas viajan sobre él. Sin embargo, para que no se olvide del todo mi camino ni se abandone, mis pocos amigos todavía viajan sobre el mismo en su ansias por su hogar celestial, como los pájaros que se mueven de arbusto en arbusto, por decirlo así, y me sirven por temor, ya que todos hoy en día piensan que el viajar por el camino del mundo conlleva a felicidad y alegría. Por esta razón, debido a que mi camino se ha vuelto estrecho mientras que el camino del mundo se ha vuelto ancho, ahora grito a mis amigos en la selva, es decir, en el mundo, que ellos deberán eliminar los arbustos espinosos y las zarzas del camino que lleva la cielo y que recomienden mi camino a aquellos que hacen su camino.

    Como está escrito: ‘Benditos aquellos que no me han visto y que han creído’. Así mismo, felices aquellos que ahora creen en mis palabras y las ponen en práctica. Como puedes ver, soy como una madre que sale corriendo a encontrar a su hijo vagante. Ella le sostiene una luz en el camino para que él pueda ver el camino. En su amor, ella va a encontrarlo en el camino y acorta su viaje. Llega a él y lo abraza y le da la bienvenida. Con un amor como ese saldré corriendo a darle la bienvenida a mis amigos y a todas las personas que regresan a mí, y les daré a sus corazones y a sus almas la luz de la sabiduría divina. Los abrazaré con gloria y los rodearé con la corte celestial en donde no hay cielo arriba ni tierra abajo, sino únicamente la visión de Dios; en donde no hay alimentos ni bebidas, sino únicamente el disfrute de Dios.

    El camino al infierno está abierto para los malvados. Una vez entran en él, nunca subirán nuevamente. Estarán sin gloria ni arrobamiento y estarán llenos de miseria y de reproche sin fin. Es por esto que digo estas palabras y revelo este mi amor, para que aquellos que se han alejado puedan regresar a mí y me puedan reconocer, su Creador, a quien ellos han olvidado.”



    Las palabras de Cristo a la novia sobre por qué habla con ella en vez de con los demás que son mejores que ella y sobre tres cosas que se mandan, tres que se prohíben, tres que se permiten y tres recomendadas a la novia por Cristo; una lección sumamente excelente.

    Capítulo 16

    “Muchas personas se preguntan por qué hablo contigo y no con otros que viven una mejor vida y que me han servido durante más tiempo. Les respondo con una parábola: Cierto señor es dueño de varios viñedos en varias regiones distintas. El vino de cada uno de los viñedos tiene el sabor específico de la región de donde proviene. Una vez ha sido prensado el vino, el dueño del viñedo a veces bebe el vino mediocre y más débil y no el mejor. Si cualquiera de los presentes lo ven y le preguntan a su señor por qué lo hace, él les responderá que este vino específico le supo bien y dulce en ese momento. Esto no significa que el señor se deshaga de los mejores vinos o los contemple en desdén, sino que los reserva para su uso y privilegio en una ocasión apropiada, cada uno de ellos en la ocasión en que son adecuados. De esta manera trato contigo.

    Tengo muchos amigos cuya vida es más dulce para mí que la miel, más deliciosa que cualquier vino, más brillante a mi vista que el sol. Sin embargo, me complació escogerte en mi Espíritu, no porque seas mejor que ellos o igual a ellos o que estés mejor calificada, sino porque yo quise – yo, que puedo hacer sabios de tontos y santos de pecadores. No te concedí una gracia tan grande porque tenga a los demás en desdén. En vez, los estoy reservando para otro uso y privilegio tal como lo demanda la justicia. Humíllate entonces en todo y no dejes que nada te aflija más que tus pecados. Ama a todos, aún a aquellos que parecen odiarte y calumniarte, ¡porque ellos solo te están proporcionando una mayor oportunidad para que ganes tu corona! Te ordeno que hagas tres cosas. Te ordeno a que no hagas tres cosas. Te permito que hagas tres cosas. Te recomiendo que hagas tres cosas.

    Te ordeno que hagas tres cosas, entonces. Primero, desear a nadie ni nada más que a tu Dios; segundo, que arrojes todo orgullo y arrogancia; tercero, que siempre odies la lujuria de la carne. Tres cosas te ordeno no hacer. Primero, no amar el lenguaje vano e indecente, segundo, no comer excesivamente ni ser superfluo en otras cosas y, tercero, huir del regocijo y la frivolidad mundanos. Te permito hacer tres cosas. Primero, dormir moderadamente por el bien de una buena salud; segundo, realizar vigilias templadas para entrenar al cuerpo; tercero, comer moderadamente para la fortaleza y mantenimiento de tu cuerpo.

    Te recomiendo tres cosas. Primero, afanarte en ayunar y realizar buenas obras que ganen la promesa del reino del cielo; segundo, deshacerte de tus posesiones para la gloria de Dios; tercero, piensa en todo lo que he hecho por ti, sufriendo y muriendo por ti. Tal pensamiento agita el amor a Dios. Segundo, considera mi justicia y el juicio venidero. Esto inculca temor en tu mente. Finalmente, hay una cuarta cosa que ordeno y mando y recomiendo y permito. Esto es obedecer como debes hacerlo. Ordeno esto en vista que soy tu Señor. Te permito esto en vista que soy tu novio. También lo recomiendo en vista que soy tu amigo.”



    Las palabras de Cristo a la novia sobre cómo la divinidad de Dios realmente puede llamarse virtud y sobre la caída múltiple de la humanidad instigada por el demonio, y sobre el remedio múltiple para ayudar a la humanidad que fue dado y proporcionado a través de Cristo.

    Capítulo 17

    El hijo de Dios la habló a la novia diciendo: “¿Crees firmemente que lo que el sacerdote sostiene en sus manos es el cuerpo de Dios?” Ella respondió: “Creo firmemente que, así como la palabra enviada a María se hizo carne y sangre en su vientre, así también lo que veo en las manos del sacerdote es el verdadero Dios y hombre.” El Señor le respondió: “Soy el mismo que habla contigo, permaneciendo eternamente en la naturaleza divina, habiéndose hecho humano en el vientre de la Virgen, pero sin perder mi divinidad. Mi divinidad puede ser nombrada correctamente virtud, ya que hay dos cosas en ella: el poder más poderoso, la fuente de todo poder, y la sabiduría más sabia, la fuente y la sede de toda sabiduría. En esta naturaleza divina todas las cosas que existen están ordenadas sabia y racionalmente.

    No existe ni un pequeño ápice en el cielo que no esté en ella y que no haya sido establecido y previsto por ella. Ni un solo átomo en la tierra, ni una sola chispa en el infierno está afuera de su reglamento y no puede esconderse de su conocimiento previo. ¿Te preguntas por qué yo digo ‘ni un solo ápice en el cielo’? Bien, un ápice es el último trazo en una palabra acotada. Ciertamente la palabra de Dios es el trazo final en todas las cosas y fue ordenada para la glorificación de todas las cosas. ¿Por qué digo ‘ni un solo átomo en la tierra’, si no es porque todas las cosas mundanas son transitorias? Ni siquiera los átomos, sin importar cuán pequeños son, están fuera del plan y la providencia de Dios. ¿Por qué dije ‘ni una chispa en el infierno,’ si no porque no hay nada en el infierno excepto envidia? Así como una chispa proviene del fuego, así toda clase maldad y enviada proviene de los espíritus inmundos, con el resultado que ellos y sus seguidores siempre tienen envidia pero nunca amor de clase alguna.

    Por lo tanto, el conocimiento y el poder perfectos están en Dios, razón por la cual cada cosa está arreglada de tal manera que nada es más grande que le poder de Dios, ni nada puede causarse a estar en contra de la razón, pero todas las cosas han sido hechas racionalmente, adecuadas a la naturaleza de cada cosa. Entonces, la naturaleza divina, en vista que puede ser llamada correctamente una virtud, mostró su mayor virtud en la creación de los ángeles. Los creó para su propia gloria y para su deleite, para que pudieran tener caridad y obediencia: caridad por la cual aman a nadie más que a Dios; obediencia por la cual obedecen a Dios en todas las cosas. Algunos ángeles se fueron por mal camino en forma malvada y malvadamente pusieron su voluntad en contra de estas dos cosas. Volvieron su voluntad directamente en contra de Dios, tanto así que la virtud se les hizo odiosa y, por lo tanto, lo que estaba opuesto a Dios les era amado. Debido a esta dirección desordenada de su voluntad, merecieron caer. No fue que Dios causara su caída, sino ellos mismos se la causaron a través del abuso de su propio conocimiento.

    Cuando Dios vio la reducción en los números de huéspedes celestiales que había sido causada por pecado, nuevamente mostró el poder de su divinidad. Porque él creo a los seres humanos en cuerpo y alma. Les dio dos bienes, específicamente la libertad de hacer el bien y la libertad de evitar el mal, porque, dado que ya no iban a ser creados más ángeles, fue apropiado que los seres humanos tuviesen la libertad de elevarse, si así lo deseaban, al rango angelical. Dios también le dio al alma humana dos bienes, específicamente una mente racional para poder distinguir lo opuesto de lo opuesto y lo mejor de lo superior; y fortaleza para poder perseverar en el bien. Cuando el demonio vio este amor de Dios por la humanidad, consideró así en su envidia: ‘¡De manera que Dios ha hecho una cosa nueva que puede elevarse a nuestro lugar y por sus propios esfuerzos que nosotros perdimos a través de la negligencia!

    Si lo podemos engañar y causar su caída, cesará en sus esfuerzos y entonces no se elevará a dicho rango.’ Entonces, habiendo pensado un plan de engaño, engañaron al primer hombre y prevalecieron sobre él con mi justo permiso. Pero ¿cómo y cuándo fue derrotado el hombre? Con seguridad, cuando dejó la virtud e hizo lo que estaba prohibido, cuando la promesa de la serpiente lo complació más que la obediencia a mí. Debido a esta desobediencia, no pudo vivir en el cielo, ya que había odiado a Dios y tampoco en el infierno, ya que su alma, usando la razón, examinó cuidadosamente lo que había hecho y tuvo contrición por su crimen.

    Por esa razón, el Dios de la virtud, considerando la bajeza y desgracia humanas, arregló una clase de encarcelamiento o lugar de cautiverio, en donde las personas pudiesen llegar a reconocer su debilidad y expiarse por su desobediencia hasta que pudiesen merecer elevarse al rango que habían perdido. Para mientras, el demonio, tomando esto en cuenta, quería matar el alma humana por medio de ingratitud. Inyectando su escoria en el alma, oscureció tanto su intelecto que ya no tenía ni amor ni temor a Dios. Fue olvidada la justicia de Dios y su juicio fue despreciado. Por esa razón, la bondad y los dones de Dios ya no fueron apreciados y cayeron en el olvido.

    Por lo tanto, Dios no fue amado y la conciencia humana estuvo en un estado miserable y cayó en mayor vileza. A pesar que la humanidad estaba en dicho estado, aún así no faltaba la virtud de Dios; en vez, reveló su misericordia y su justicia. Reveló su misericordia cuando le reveló a Adán y a otras buenas personas que obtendrían ayuda en un momento predeterminado. Esto agitó su fervor y amor a Dios. También reveló su justicia a través del diluvio en la época de Noé, lo cual llenó los corazones humanos con temor a Dios. Aún después de eso, el demonio no dejó de molestar a la humanidad, sino que la atacó por medio de otras dos maldades. Primero, inspiró falta de fe en las personas; segundo, falta de esperanza. Inspiró falta de fe para que las personas pudieran no creer en la palabra de Dios sino atribuir sus maravillas al destino. Inspiró falta de esperanza por si esperaban ser salvados y obtener la gloria que habían perdido.

    El Dios de la virtud proporcionó dos remedios para luchar contra estas dos maldades. En contra de la falta de esperanza ofreció esperanza, dándole a Abraham un nuevo nombre y prometiéndole que de su semilla nacería aquel que lo guiaría a él y a los imitadores de su fe a la herencia perdida. También nombró a los profetas a quienes les reveló la manera de la redención y los momentos y los lugares de su sufrimiento. En relación a la segunda maldad de falta de fe, Dios le habló a Moisés y le reveló su voluntad y la Ley y respaldó sus palabras con portentos y obras. A pesar que se hizo todo eso, aún así el demonio no desistió de su maldad. Urgiendo constantemente a la humanidad a peores pecados, inspiró otras dos actitudes en el corazón humano: primero, haciendo que la ley se considerara insoportable y perdiendo la paz mental al tratar de vivir según la misma; segundo, inspiró el pensamiento que la decisión de Dios de morir y sufrir por caridad era demasiado increíble y dificilísimo de creer.

    Nuevamente, Dios proporcionó dos remedios adicionales para estos dos males. Primero, envió a su propio Hijo al vientre de la Virgen para que nadie perdiera su paz mental sobre cuán difícil era cumplir la Ley, ya que habiendo asumido la naturaleza humana su Hijo cumplió con los requerimientos de la Ley y luego la hizo menos estricta. En relación al segundo mal, Dios exhibió el ápice de la virtud. El Creador murió por la creación, la justa por los pecadores. Siendo inocente, sufrió hasta la última gota, así como había sido predicho por los profetas. Aún entonces, la maldad del demonio no cesó, sino nuevamente se elevó en contra de la humanidad, inspirando dos males adicionales. Primero, inspiró al corazón humano a despreciar mis palabras y, segundo, a dejar que mis obras cayeran en el olvido.

    Nuevamente se inició la virtud de Dios para indicar dos nuevos remedios en contra de esos dos males. El primero es regresar a mis palabras y honrar y esforzarse por imitar mis obras. Es por esto que Dios te ha guiado en su Espíritu. También ha revelado su voluntad sobre la tierra a sus amigos, a través tuyo, por dos razones en particular. La primera es que para poder revelar la misericordia de Dios, para que las personas pudiesen aprender a recordar la memoria del amor y el sufrimiento de Dios. La segunda es recordarles sobre la justicia de Dios y hacerlos temer la severidad de mi juicio.

    Por lo tanto, dile a este hombre que, dado que mi misericordia ya ha llegado, debería sacarla a luz para que las personas puedan aprender a buscar la misericordia y precaverse del juicio sobre ellos mismos. Más aún, decirle que, a pesar que mis palabras han sido escritas, tienen que ser predicadas y puestas en práctica primero. Puedes comprender esto por medio de una metáfora. Cuando Moisés estaba por recibir la Ley, se hizo una vara y se labraron dos planchas de piedra. No obstante, no hizo milagros con la vara hasta que hubo necesidad de hacerlo y lo demandó la ocasión. Cuando llegó el momento aceptable, entonces hubo una muestra de milagros y se demostraron mis palabras con obras.

    Así mismo, cuando arribó la Nueva Ley, primero mi cuerpo creció y se desarrolló hasta el momento adecuado y de allí en adelante se escucharon mis palabras. Sin embargo, a pesar que se escucharon mis palabras, aún así no tenían la fuerza y la fortaleza en ellas mismas hasta que fueron acompañadas por mis obras. Y no se cumplieron hasta que yo cumplí todas las cosas que habían sido predichas sobre mí a través de mi pasión. Ahora es lo mismo. A pesar que mis palabras amorosas han sido escritas y debieran trasladarse al mundo, no pueden tener fuerza alguna hasta que hayan sido sacadas completamente a la luz.”



    Sobre tres cosas maravillosas que Cristo ha hecho por la novia y sobre cómo la visión de los ángeles es demasiado bella y la de los demonios demasiado horrible para que lo pueda soportar la naturaleza humana, y sobre por qué Cristo ha condescendido a venir como huésped a una viuda como ella.

    Capítulo 18

    “He hecho tres cosas maravillosas por ti. Tu ves con ojos espirituales. Escuchas con oídos espirituales. Con el toque físico de tu mano sientes mi espíritu en su pecho viviente. No ves lo que tienes delante de ti como es en realidad. Porque si vieras la belleza espiritual de los ángeles y de las almas santas, tu cuerpo no soportaría verla sino que se rompería como un recipiente, roto y descompuesto debido a la felicidad del alma con esa visión. Si vieras los demonios como son, continuarías viviendo con un gran pesar o te tendrías una muerte súbita con la vista terrible de ellos. Es por esto que los seres espirituales se te aparecen como si tuviesen cuerpo.

    Los ángeles y las almas se te aparecen a semejanza de los seres humanos que tienen alma y vida, porque los ángeles viven por su espíritu. Los demonios se te aparecen en forma mortal y que pertenece a la mortalidad, como en forma de animales u otras criaturas. Dichas criaturas tienen un espíritu mortal, ya que cuando muere su cuerpo también mueren sus espíritus. Sin embargo, los demonios no mueren en el espíritu sino están muriéndose por siempre. Las palabras espirituales se te dicen por medio de analogías, ya que contrariamente no puedes asirlas. La cosa más maravillosa de todo es que sientes que mi espíritu se mueve en tu corazón.”

    Entonces ella respondió: “Oh, mi Señor, Hijo de la Virgen, por qué has condescendido a venir como un huésped de una viuda tan ruin, quien es pobre en cuanto a buenas obras y tan débil en comprensión y discernimiento y que ha cabalgado con el pecado durante tanto tiempo?” El le respondió: “Yo puedo hacer tres cosas. Primero, puedo hacer que una persona pobre sea rica y que una persona tonta de poca inteligencia sea capaz e inteligente. También soy capaz de restaurar a una persona de edad a una con juventud. Es como el fénix que junta las ramitas secas. Entre ellas está la ramita de cierto árbol que por naturaleza es seco por fuera y cálido por dentro. La calidez de los rayos solares llega primero a él y lo enciende, entonces todas las ramitas prenden fuego. De la misma manera deberías reunir las virtudes por medio de las cuales puedes ser restaurada de tus pecados.

    Entre ellas deberías tener un pedazo de madera que es cálida por dentro y seca por fuera; quiero decir tu corazón, que deberá estar seco y puro de toda la sensualidad mundana por fuera y tan lleno de amor por dentro que no quieres nada y no ansías nada más que a mí. Entonces el fuego de mi amor vendrá primero dentro del corazón y, de esa manera, serás encendida con todas las virtudes. Totalmente quemada por ellas y purgada de tus pecados, surgirás como el pájaro rejuvenecido, habiéndote quitado la piel de la sensualidad.”



    Las palabras de Cristo a la novia sobre cómo Dios le habla a sus amigos a través de sus predicadores y a través de los sufrimientos, y sobre Cristo que está simbolizado por un dueño de abejas y de la iglesia por una colmena y los cristianos por las abejas, y por qué se permite que los malos cristianos vivan entre los buenos.

    Capítulo 19

    “Yo soy tu Dios. Mi Espíritu te ha guiado a escuchar y a ver y a sentir: escuchar mis palabras, tener visiones, sentir mi Espíritu con la alegría y devoción de tu alma. Toda la misericordia se encuentra en mí junto con la justicia y hay misericordia en mi justicia. Soy como un hombre que ve a sus amigos muy alejados de él, sobre un camino en donde hay una horrible brecha profunda de la cual es imposible escalar. Les hablo a estos amigos a través de aquellas personas que tienen comprensión sobre las escrituras. Hablo con brusquedad, les advierto de su peligro. Pero simplemente actúan contrariamente. Se dirigen hacia la dificultad insuperable y no les interesa lo que yo digo.

    Tengo una sola cosa que decir: ‘¡Pecador, regresa a mí! Te diriges al peligro; hay trampas por todo el camino, de la clase que te está escondida debido a la oscuridad de tu corazón.’ Ellos desdeñan lo que digo. Ignoran mi misericordia. Sin embargo, a pesar que mi misericordia es tal que le advierto a los pecadores, mi justicia es tal que, aunque todos los ángeles los arrastraran de regreso, no podrían convertirse a menos que ellos mismos dirijan su propia voluntad hacia el bien. Si ellos giraran su voluntad hacia mí y me dieran el consentimiento de su corazón, ni todos los demonios juntos podrían retenerlos.

    Existe un insecto llamado abeja el cual es mantenido por su señor y maestro. Las abejas muestran respeto a su gobernante, la abeja reina, de tres maneras, y derivan beneficio de ella de tres maneras. Primero, las abejas llevan a su reina todo el néctar que encuentran. Segundo, se quedan o se van a su entera disposición, y a donde quiera que vuelan y en donde quiera que aparecen, su amor y caridad siempre están para la reina. Tercero, la siguen y la sirven, quedándose uniformemente cerca de su lado. En recompensa por estas tres cosas, las abejas reciben un triple beneficio por parte de su reina.

    Primero, su señal les da un tiempo determinado para que salgan y trabajen. Segundo, ella les da dirección y amor mutuo. Debido a su presencia y gobierno y debido al amor que ella tiene hacia ellos y ellos hacia ella, todas las abejas están unidas entre sí por amor, y cada una se regocija por los demás y por su adelanto. Tercero, se hacen fructíferas a través de su mutuo amor y de la felicidad de su líder. Así como los peces descargan sus huevos mientras juegan juntos en el mar, y sus huevos caen en el mar y rinden fruto, así también las abejas se vuelven fructíferas a través de su mutuo amor y el efecto y felicidad de su líder. Por mi maravilloso poder, una semilla que parece sin vida brota de su amor y recibirá vida a través de mi bondad.

    El maestro, es decir, el dueño de las abejas, le habla a su siervo porque está preocupado por ellas: ‘Mi siervo,’ le dice, ‘me parece que mis abejas están enfermas y ya no vuelan del todo.’ El siervo le responde: ‘No comprendo esta enfermedad, pero si es así, te pregunto cómo puedo aprender sobre la misma.’ El maestro responde: ‘Puedes inferir su enfermedad o problema por medio de tres signos. El primer signo es que están débiles y lentos en el vuelo, lo que significa que han perdido a la reina de quien recibían fuerza y consuelo. El segundo signo es que salen en horas al azar y no planificadas, lo que significa que no están obteniendo la señal de la llamada de su líder.

    El tercer signo es que no muestran amor por la colmena y, por lo tanto, regresan a casa llevando nada, saciándose a sí mismas pero no trayendo néctar alguno para poder vivir en el futuro. Las abejas saludables y aptas son firmes y fuertes en su vuelo. Mantienen horas regulares para salir y regresar, trayendo cera para construir sus moradas y miel para su nutrición.’ El siervo le responde a su maestro: ‘Si son inútiles y están enfermas, ¿por qué les permites que sigan y no te deshaces de ellas?’ El maestro responde: ‘Les permito vivir por tres razones, en vista que proporcionan tres beneficios, a pesar que no por su propio poder.

    Primero, porque ocupan las moradas que les fueron preparadas, los tábanos no vienen a ocupar las moradas vacías ni molestan a las abejas buenas que quedan. Segundo, otras abejas vienen más fructíferas y diligentes en su trabajo debido a lo malo de las abejas malas. Las abejas fructíferas ven que las abejas malas y no fructíferas trabajan únicamente para satisfacer sus propios deseos y se vuelven más diligentes en su trabajo de juntar para su reina entre más prestas se ven las abejas malas recolectando para sus propios deseos. En tercer lugar, las abejas malas son útiles para las abejas buenas cuando se trata de su defensa mutua. Porque existe un insecto volador que está acostumbrado a comer abejas. Cuando las abejas perciben que se acerca este insecto, todas lo odian en común.

    A pesar que las abejas malas pelean y lo odian por envidia y auto-defensa, mientras que las buenas lo hacer por amor y justicia, tanto las abejas buenas como las malas trabajan juntas para atacar a estos insectos. Si todas las abejas malas fuesen llevadas y quedaran solo las buenas, esta insecto rápidamente prevalecería sobre ellas, ya que serían menos. Es por esto,’ dijo el maestro, ‘que aguanto a las abejas inútiles. Sin embargo, cuando llega el otoño, les proveeré a las abejas buenas y las separaré de las malas, las cuales si se dejan fuera de la colmena morirán de frío.

    Pero si permanecen adentro y no se reúnen, estarán en peligro de inanición, en vista que han desatendido recolectar comida cuando pudieron.’ Yo soy Dios, el Creador de todas las cosas; soy el dueño y señor de las abejas. Por mi ardiente amor y con mi sangre fundé mi colmena, es decir, la Santa Iglesia, en la cual deberían reunirse los cristianos y habitar en unidad de fe y amor mutuos. Sus moradas están en sus corazones y la miel de los buenos pensamientos y afectos deberían habitar en ellos. Esta miel debe llevarse ahí tomando en cuenta mi amor en la creación y mi trabajo afanoso en la redención y mi respaldo y misericordia pacientes para llamar de vuelta y la restauración.

    En esta colmena, es decir, en la Santa Iglesia, existen dos clases de personas, así como había dos clases de abejas. Las primeras son aquellos malos cristianos que no recolectan el néctar para mí sino para sí mismos. Ellos regresan sin traer nada y no reconocen a su líder. Ellos tienen un aguijón en vez de miel y lujuria en vez de amor. La abejas buenas representan a los buenos cristianos. Ellos me muestran respeto de tres maneras. Primero, me tienen como su líder y señor, ofreciéndome miel dulce, es decir, las obras de caridad, que me son agradables y son útiles para ellos. Segundo, me atienden según mi voluntad. Su voluntad está de acuerdo a mi voluntad, todo su pensamiento está en mi pasión, todas sus acciones son para mi gloria. Tercero, me siguen, es decir, me obedecen en todo.

    Donde quiera que estén, ya sea afuera o adentro, ya sea en pena o alegría, su corazón siempre está unido a mi corazón. Es por esto que derivan beneficio de mí de tres maneras. Primero, a través del llamado de la virtud y mi inspiración, ellos tienen tiempos fijos y certeros, noche durante la noche y día durante el día. Ciertamente, ellos cambian la noche a día, es decir, la felicidad mundana en felicidad eterna, y la felicidad perecedera en una estabilidad sin fin. Ellos son sensibles en todo aspecto, en vista que hacen uso de sus bienes actuales para sus necesidades; son firmes en la adversidad, cautelosos en el éxito, moderados en el cuidado del cuerpo, cuidadosos y circunspectos en sus acciones. Segundo, como las abejas buenas, tienen amor mutuo, de tal manear que todos son un solo corazón hacia mí, amando a su prójimo como a sí mismos pero a mí sobre todas las cosas, aún por encima de ellos mismos.

    Tercero, se hacen fructíferos a través de mí. ¿Qué es ser fructífero sino el tener mi Santo Espíritu y estar lleno de él? El que no lo tiene y carece de su miel no es fructífero y es inútil; se cae y perece. Sin embargo, el Santo Espíritu enciende a la persona en la cual habita el fuego con amor divino; abre los sentidos de su mente; arranca el orgullo y la incontinencia; estimula al alma a la gloria de Dios y al desprecio por el mundo.

    Las abejas no fructíferas no conocen este Espíritu y, por lo tanto, desdeñan la disciplina, huyendo de la unidad y el compañerismo del amor. Están vacíos de obras buenas; cambian la luz del día a la oscuridad, el consuelo a la aflicción, felicidad al pesar. No obstante, los dejo vivir por tres razones. Primero, para que los tábanos, es decir, los infieles, no se metan a las moradas que han sido preparadas. Si los malvados fuesen removidos de una vez, quedarían muy pocos cristianos y, debido a su pequeño número, los infieles, siendo mayor en número, vendrían y vivirían lado a lado con ellos, causándoles mucho disturbio. Segundo, son tolerados para probar a los buenos cristianos, porque como sabes, la perseverancia de las buenas personas se pone a prueba con la maldad de los malvados.

    La adversidad revela cuán paciente es una persona, mientras que la prosperidad hace simple cuán perseverante y templado es. Debido a que los vicios se insinúan a sí mismos de vez en cuando en los buenos caracteres, y las virtudes a menudo pueden volver orgullosas a las personas, se les permite a los malos que vivan a la par de los buenos para que éstos no se enerven por demasiada felicidad o se duerman por pereza y, además, para que puedan fijar frecuentemente su mirada en Dios. En donde hay pequeña lucha también hay una recompensa pequeña. En tercer lugar, son tolerados por su ayuda para que ni los gentiles ni otros infieles hostiles puedan hacerles daño a aquellos que parecen ser buenos cristianos, sino en vez que los puedan temer porque son más en número. El bueno le ofrece resistencia al malo por justicia y amor a Dios, mientras que los malos lo hacen únicamente por auto-defensa y para evitar la ira de Dios. De esta manera, entonces, los buenos y los malos se ayudan mutuamente, con el resultado que los malos son tolerados por el bien de los buenos y los buenos reciben una corona más alta por la maldad de los malvados.

    Los cuidadores de las abejas son los prelados de la iglesia y los príncipes de la tierra, ya sean buenos o malos. Les hablo a los cuidadores buenos y yo, su Dios y guardián, los amonesto para que mantenga seguras a mis abejas. ¡Qué ellos tomen en cuenta las venidas e idas de las abejas! ¡Qué ellos tomen nota si están enfermas o saludables! Si por casualidad no saben cómo discernir esto, a continuación expongo tres signos que les di para que lo reconozcan. Aquellas abejas que son lentas en el vuelo, erráticas en sus horas y contribuyen con nada para traer la miel son las inútiles. Las que son lentas en el vuelo son aquellas que muestran más preocupación por los bienes temporales que por los eternos, quienes le temen más a la muerte del cuerpo que a la del alma, quienes se dicen esto a sí mismas: ‘¿Por qué estar lleno de inquietud cuando puedo tener paz y quietud? ¿Por qué me debo de morir cuando puedo vivir?’

    Estos malvados no reflexionan sobre cómo yo, el poderoso Rey de la gloria escogí no tener poder. Yo conozco la mayor paz y quietud y, ciertamente, yo soy la paz en sí, y sin embargo escogí entregar la paz y la quietud por su bien y librarlos a través de mi propia muerte. Ellas son erráticas en sus horas ya que sus afectos tienden hacia lo mundano, su conversación hacia la indecencia, su trabajo hacia el egoísmo y arreglan su tiempo de acuerdo a los antojos de su cuerpo. Las que no tienen amor alguno por la colmena y no reúnen el néctar son aquellas que hacen algo de buenas obras por mi pero únicamente por temor al castigo. Aunque realizan algunas obras de piedad, aún así no entregan su egoísmo ni pecado. Ellos quieren tener a Dios pero sin abandonar al mundo ni soportar privaciones o penurias.

    Estas abejas son de la clase que se apresura a casa con los pies vacíos, pero su prisa no es sabia, ya que no vuelan con el tipo de amor correcto. Acordemente, cuando llega el otoño, es decir, cuando llega el momento de la separación, las abejas inútiles serán separadas de las buenas y sufrirán hambre eterna como recompensa por su amor y deseos egoístas. Por haber despreciado a Dios y por su disgusto hacia la virtud, serán destruidas con frío excesivo pero sin ser consumidas.

    Sin embargo, mis amigos deberían estar en guardia en contra de tres males provenientes de las abejas malas. Primero, en contra de dejar que su podredumbre entre en los oídos de mis amigos, ya que las abejas malas son venenosas. Una vez se les ha acabado su miel, no queda nada dulce en ellas; en vez están llenas de amargura venenosa. Segundo, deberían cuidar las pupilas de sus ojos en contra de las alas de las abejas malas, las cuales son tan puntiagudas como las agujas. Tercero, deberán tener cuidado de no exponer sus cuerpos a las colas de las abejas, porque tienen púas que aguijonean agudamente. Los eruditos que estudian sus hábitos y sus temperamentos pueden explicar el significado de estas cosas. Aquellos que no pueden comprenderlo deben de estar cautelosos sobre los riesgos y evitar su compañía y ejemplo.

    De lo contrario, aprenderán por experiencia lo que no pudieron aprender con solo escuchar.” Entonces su Madre dijo: “Bendito eres, mi Hijo, ¡tú que eras, eres y siempre serás! Tu misericordia es dulce y tu justicia grande. Pareces recordarme, Hijo mío – hablando figurativamente – de una nube que se eleva en el cielo precedida por una leve brisa. Una mancha oscura apareció en la nube y una persona que estaba afuera, sintiendo la leve brisa, elevó sus ojos y vio la nube negra y pensó para sí: ‘Esta nube oscura me parece que indica lluvia.’ Y prudentemente se apresuró a un refugio y se resguardó de la lluvia.

    Otros, sin embargo, que estaba ciegos o quizá que no les importaba, no le dieron importancia a la leve brisa y no le tuvieron miedo a la nube oscura, pero aprendieron por experiencia lo que significaba la nube. La nube, cubriendo todo el cielo, llegó con una conmoción violenta y un fuego tan furioso y poderoso que las cosas vivas expiraban con la conmoción. El fuego consumía todas las partes internas y externas del hombre, de tal manera que nada quedó.

    Hijo mío, esta nube es tu palabra, que parece oscura e increíble para muchas personas ya que no ha sido escuchada mucho y ya que le fue dada a las personas ignorantes y no ha sido confirmada por portentos. Estas palabras fueron precedidas por mi oración y por la misericordia con la cual tu tienes misericordia por todos y, como una madre, atraes a todos hacia ti.

    Esta misericordia es tan leve como una suave brisa por tu paciencia y sufrimiento. Es cálida con el amor con el cual tu enseñas la misericordia a aquellos que te provocan a ira y ofreces bondad a aquellos que te desprecian. Por lo tanto, que todos aquellos que escuchan estas palabras eleven sus ojos y vean y conozcan su fuente. Ellos deberían considerar si estas palabras significan misericordia y humildad. Ellos deberían reflexionar sobre si las palabras significan cosas presentes o futuras, la verdad o la falsedad. Si encuentran que las palabras son ciertas, que se apresuren a un refugio, es decir, a la verdadera humildad y amor a Dios. Porque, cuando venga la justicia, entonces el alma será separada del cuerpo y será envuelta por el fuego y se quemará, tanto por fuera como por dentro. Se quemará, con seguridad, pero no será consumida. Por esta razón, Yo, la Reina de la misericordia, clamo a los habitantes del mundo: ¡que eleven sus ojos y contemplen la misericordia! Yo amonesto e imploro como una madre, aconsejo como una dama soberana.

    Cuando llegue la justicia, será imposible soportarla. Por lo tanto, ¡ten una fe firme y se considerada, prueba la verdad en tu conciencia, cambia tu voluntad, y entonces el que te ha enseñado las palabras de amor también mostrará las obras y prueba de amor!” Entonces el Hijo me habló, diciendo: “Sobre todo, en relación a las abejas, te mostré que ellas reciben tres beneficios de su reina. Ahora te digo que esos cruzados a quienes he colocado en las fronteras de las tierras cristianas deberán ser como esas abejas. Pero ahora están batallando en mi contra, porque no les importan las almas y no tienen compasión de los cuerpos de aquellos que han sido convertidos del error a la fe católica y a mí.

    Ellos los oprimen con penurias y los privan de sus libertades. Ellos no los instruyen en la fe, sino los privan de los sacramentos y los envían al infierno con un mayor castigo que si se hubiesen quedado en su paganismo tradicional.

    Además, ellos pelean únicamente para incrementar su propio orgullo y aumentar su avaricia. Por lo tanto, el tiempo vendrá para ellos cuando rechinen sus dientes, se mutile su mano derecha, se desuna su pie derecho, para que puedan vivir y puedan conocerse.”



    La queja de Dios concerniente a tres hombres yendo ahora alrededor del mundo, y acerca de cómo desde el principio Dios estableció tres estados, a saber, aquellos del clero, los defensores, y los obreros; y acerca del castigo preparado para los ingratos y la gloria dada a los agradecidos.

    Capítulo 20

    El gran anfitrión del cielo fue visto, y Dios le habló, diciendo: “Aunque tu conoces y ves todas las cosas en mí, sin embargo, porque es mi deseo, estableceré mi queja ante ti concerniente a tres cosas. La primera es que aquellas adorables colmenas, que fueron construidas en el cielo desde toda la eternidad y de la cual salieron aquellas despreciables abejas, están vacías. La segunda es que el foso sin fondo, contra el cual ni rocas ni árboles sirven de nada, permanece siempre abierto. Almas descienden dentro de él como la nieve cae del cielo a la tierra. Como el sol disuelve la nieve en agua, así también las almas son disueltas de todo bien por ese terrible tormento y son renovadas en todo castigo. Mi tercera queja es que poca gente nota la caída de almas o las moradas vacías de las cuales los ángeles malos se han desviado. Por lo tanto tengo razón al quejarme.

    Escogí a tres hombres desde el principio. Con esto estoy hablando figurativamente de los tres estados en el mundo. Primero, escogí a un clérigo que proclamase mi voluntad en sus palabras y que lo demostrase en sus acciones. Segundo, escogí a un defensor, que defendiera a mis amigos con su propia vida y que estuviera listo para cualquier encomienda por mi bien. Tercero, escogí a un obrero para que trabajara con sus manos para proporcionar comida al cuerpo a través de su trabajo. El primer hombre, es decir, el clero, se ha vuelto leproso y mudo. Cualquiera que mire para ver en él un carácter fino y virtuoso se retrae al verlo y se estremece al acercarse a él por la lepra de su orgullo y codicia. Cuando (el) quiere escucharlo, el sacerdote esta mudo respecto a alabarme pero parlotea alabándose a sí mismo.

    Así es que, ¿cómo ha de abrirse el sendero que conduce al gran gozo, si quien debe de guiar el camino es tan débil? Y si es mudo aquel que debe estar proclamando, ¿cómo se escuchará ese gozo celestial? El segundo hombre, el defensor, se estremece en su corazón y sus manos están ociosas. El se estremece por causar escándalo en el mundo y perder su reputación. Sus manos están ociosas porque no realiza ninguna obra sagrada. En lugar de esto, todo lo que hace, lo hace por el mundo. ¿Quién, entonces, defenderá a mi gente si el que debe de ir a la cabeza tiene miedo?

    El tercer hombre es como un asno que baja su cabeza al suelo y se para con sus cuatro patas juntas. Ciertamente, en verdad, la gente es como un asno que no espera nada sino cosas de la tierra, que descuidan las cosas del cielo y van en busca de bienes perecederos. Tienen cuatro patas ya que tienen poca fe y su esperanza es ociosa; tercero, no tienen buenas obras, y, cuarto, están empeñados y resueltos en pecar. Esta es la razón por la cual siempre tienen su boca abierta para la glotonería y la avaricia. Mis amigos, ¿cómo puede reducirse ese interminable profundo foso o llenarse la colmena con gente como ésta?”

    La Madre de Dios replicó: “¡Bendito seas, Hijo mío! Tu queja es justificada. Tus amigos y yo tenemos tan sólo una palabra de excusa para que salves a la raza humana. Es esta: ‘¡Ten misericordia, Jesucristo, Hijo del Dios viviente!’ Este es mi clamor y el clamor de tus amigos.” El Hijo replicó: “Tus palabras son dulces a mis oídos, su sabor deleita mi boca, ellas entran en mi corazón con amor. Tengo un clérigo, un defensor y un campesino. El primero me complace como una novia cuyo honesto prometido anhela y ansía con divino amor. Su voz será como la voz clamorosa de un discurso cuyo eco se escucha en el bosque. El segundo estará listo para dar la vida por mí y no temerá el reproche del mundo. Lo armaré con las armas de mi Espíritu Santo. El tercero tendrá una fe tan firme que dirá: ‘Creo tan firmemente como si hubiera visto en lo que creo. Tengo esperanza en todas las cosas que Dios ha prometido.’ El tendrá la intención de hacer el bien y crecer en virtud y evitar el mal.

    En la boca del primer hombre pondré tres dichos para que proclame. Su primera proclamación será: ‘¡Permítanle a aquél que tiene fe poner en práctica lo que cree!’ La segunda: ‘Permítanle a aquél que tiene una esperanza firme ser inquebrantable en toda buena obra.’ La tercera: ‘¡Permítanle a aquél que ama perfectamente y con caridad anhelar fervientemente ver el objeto de su amor!’ El segundo hombre trabajará como un fuerte león, tomando cuidadosas precauciones contra la perfidia y perseverando inquebrantablemente. El tercero será tan sabio como una serpiente que se para sobre su cola y eleva su cabeza a los cielos. Estos tres llevarán a cabo mi voluntad. Otros los seguirán. Aunque hablo de tres, por ellos me refiero a muchos.” Entonces habló a la novia, diciendo: “¡Mantente firme! No te preocupes por el mundo ni por sus reclamos, ya que yo, que oí todo tipo de reproches, soy tu Dios y tu Señor.”



    Las palabras de la gloriosa Virgen a su hija acerca de como Cristo fue bajado de la cruz y acerca de su propia amargura y dulzura en la pasión de su Hijo, y acerca de cómo el alma es simbolizada por una virgen y el amor del mundo y el amor de Dios por dos jóvenes, y acerca de las cualidades que un alma debe de tener como virgen.

    Capítulo 21

    María habló: “Debes de reflexionar en cinco cosas hija mía. Primero, como cada miembro del cuerpo de mi Hijo se puso rígido y frío con su muerte y como la sangre que fluyó de sus heridas mientras sufría se secó y se aferró a cada miembro. Segundo, como su corazón fue perforado tan amarga y despiadadamente que el hombre que lo lanceó introdujo la lanza hasta que pegó en la costilla y ambas partes del corazón estuvieron en la lanza, dividiendo el corazón en dos partes. Tercero, reflexiona sobre ¡cómo fue bajado de la cruz! Los dos hombres que lo bajaron de la cruz usaron tres escaleras: una llegaba a sus pies, la segunda justo debajo de sus axilas y brazos, la tercera a la mitad de su cuerpo.

    El primer hombre subió y lo tomó de en medio. El segundo, subiéndose en otra escalera, primero sacó un clavo de un brazo, entonces movió la escalera y sacó el clavo de la otra mano. Los clavos pasaban a través del travesaño. El hombre que había estado sujetando el peso del cuerpo bajó entonces tan lenta y cuidadosamente como pudo, mientras que el otro hombre subió en la escalera que llegaba a los pies y extrajo los clavos de los pies. Cuando fue bajado al suelo, uno de ellos le asió el cuerpo por la cabeza y el otro por los pies. Yo, su Madre, lo tomé de la cintura. Y así, nosotros tres lo llevamos a una roca que yo había cubierto con una sábana blanca y en ella envolvimos su cuerpo. No cosí la sábana al unirla, porque sabía que él no se descompondría en la tumba.

    Después de esto llegaron María Magdalena y las otras santas mujeres. También innumerables ángeles, tantos como los átomos del sol, estaban ahí, mostrando su lealtad a su Creador. Nadie se da cuenta de la pena que sentí en ese momento. Estaba como una mujer dando a luz que se estremece en cada extremidad de su cuerpo después del alumbramiento. Y a pesar que por el dolor casi no puede respirar, aún así se regocija internamente tanto como puede porque sabe que ese niño que acaba de tener nunca volverá a la experiencia penosa por la que acaba de pasar. De esta misma manera, aunque ninguna pena se puede comparar a mi pena por la muerte de mi Hijo, me regocijé en mi alma porque sabía que mi Hijo no habría de morir más, sino que habría de vivir y triunfar eternamente.

    De este modo mi pena fue mezclada con una medida de gozo. Puedo verdaderamente decir que había dos corazones en la tumba donde mi Hijo fue sepultado. ¿Acaso no se dice: ‘Donde está tu tesoro, allí también está tu corazón’? De la misma manera, mi corazón y mi mente iban constantemente al sepulcro de mi Hijo.” Entonces la Madre de Dios prosiguió diciendo: “Describiré a este hombre por medio de una metáfora, cómo estaba situado y en qué tipo de estado y cómo era su presente situación. Es como si una virgen fue prometida en matrimonio a un hombre y dos jóvenes estaban parados ante ella. Uno de ellos, a quien la virgen se había dirigido, le dijo a ella: ‘Te aconsejo que no confíes en el hombre a quien estás prometida en matrimonio. El es inflexible en sus acciones, lento en pagar, miserable en sus regalos. Más bien, pon tu confianza en mí y en las palabras que te digo, y te mostraré otro hombre que no es duro sino gentil en todos los aspectos, que te da lo que quieres en seguida y te da abundantes obsequios placenteros y deliciosos.’

    La virgen, oyendo esto y pensando esto en su mente, contestó: ‘Es bueno oír tus palabras. Tu mismo eres gentil y atractivo a mis ojos. Creo que seguiré tu consejo.’ Cuando se quitó el anillo para dárselo al joven, vio tres refranes escritos en él. El primero fue: ‘Cuando llegues a la cima del árbol, ¡ten cuidado de no apoyarte en una rama seca del árbol para sostenerte y caigas!’ El segundo refrán fue: ‘Cuídate de no tomar consejo de un enemigo!’

    El tercer refrán fue: ‘¡No pongas tu corazón entre los dientes de un león!’ Cuando la virgen vio estos refranes, retrajo su mano y se quedó con el anillo, pensando dentro de ella misma: ‘Estos tres refranes que veo quizás puedan significar que este hombre que me quiere tener como su novia no es de confiar. Me parece que sus palabras son vacías; está lleno de odio y me matará.’ Mientras ella pensaba esto, miró de nuevo y notó otra inscripción que también tenía tres dichos.

    El primer dicho era: ‘¡Da al que te de a ti!’ El segundo dicho era: ‘¡Da sangre por sangre!’ El tercer dicho era: ‘¡No tomes del dueño lo que le pertenece!’ Cuando la virgen vio y oyó esto, ella pensó para sí misma de nuevo: ‘Los primeros tres refranes me informan como puedo escapar a la muerte, los otros tres como puedo obtener vida. Por lo tanto, es para mi correcto seguir las palabras de vida.’ Entonces la virgen prudentemente requirió que viniera a ella el sirviente del hombre con quien primeramente estaba comprometida. Cuando él vino, el hombre que la quería engañar se retiró de ellos.

    Así es con el alma de esa persona prometida a Dios. Los dos jóvenes parados ante el alma representan la amistad de Dios y la amistad del mundo. Los amigos del mundo se han acercado más a él hasta ahora. Le hablaron de riquezas y gloria mundanas y casi les dio el anillo de su amor y casi condescendió con ellos en todo sentido. Pero con la ayuda de la gracia de mi Hijo el vio una inscripción, es decir, el oyó las palabras de su misericordia y a través de ellas entendió tres cosas. Primero, que el debe de cuidarse no sea que, entre más alto se elevaba y entre más se apoyaba en cosas perecederas, peor sería la caída que lo amenazaba.

    Segundo, entendió que no había otra cosa en el mundo sino desconsuelo y cuidado. Tercero, que su recompensa por parte del demonio será mala. Entonces vio otra inscripción, quiero decir, oyó sus reconfortantes mensajes. El primer mensaje fue que debía de dar sus posesiones a Dios de quien ha recibido todas ellas. La segunda fue que debía de dar el servicio de su propio cuerpo al hombre que derramó su sangre por él. El tercero que no debía distanciar su alma de Dios que la había creado y redimido. Ahora que ya ha oído y considerado cuidadosamente estas cosas, los siervos de Dios se le acercan y está complacido con ellos, y los siervos del mundo se alejan de él.

    Su alma esta ahora como una virgen que se ha levantado fresca de los brazos de su prometido y quien debe de tener tres cosas. Primero, ella debe de tener finas ropas para que no se rían de ella las sirvientas de la realeza, si algún defecto en su ropa se llegara a notar. Segundo, debe de regirse por la voluntad de su prometido para no causarle deshonor de su parte, si algo deshonroso llegara a descubrirse en sus acciones. Tercero, ella debe de estar completamente limpia no sea que el prometido descubra en ella cualquier mancha por la cual el prometido la pueda menospreciar o repudiar.

    Permítanle tener gente que la guíe a la habitación de su prometido para que no pierda su camino por el recinto o en la elaborada entrada. Un guía debe de tener las dos características siguientes: primero, la persona que lo sigue debe de poder verlo; segundo, uno debe de poder oír sus indicaciones y oír donde él pisa. Una persona que sigue a la otra que guía el camino debe de tener tres características, Primero, no debe de ser lenta o perezosa al seguir. Segundo, no debe de esconderse de la persona que guía el camino. Tercero, debe de poner cuidadosa atención y ver los pasos de su guía y seguirlo entusiastamente. Así, para que esa alma pueda llegar a la habitación del prometido, es necesario que sea guiada por el tipo de guía que exitosamente la pueda conducir a Dios su prometido.”



    La enseñanza doctrinal gloriosa de la Virgen a su hija acerca de las sabidurías espiritual y temporal y a cual de ellas debe uno imitar, y acerca de cómo la sabiduría espiritual conduce a una persona a consolación imperecedera, después de una pequeña lucha, mientras que la sabiduría temporal conduce a la condenación eterna.

    Capítulo 22

    María habló: “Está escrito que ‘si fueras sabio deberías de aprender sabiduría de una persona sabia.’ Por consiguiente, te doy el ejemplo figurativo de un hombre que quería aprender sabiduría y vio a dos maestros parados ante él. El les dijo: ‘Me gustaría mucho aprender sabiduría, si tan sólo supiera a dónde me conduciría y de que uso y finalidad es.’ Uno de los maestros contestó: ‘Si siguieras mi sabiduría, te llevará a lo alto de una montaña a través de un sendero que es áspero y pedregoso debajo de los pies, empinado y difícil de subir. Si tú luchas por esta sabiduría obtendrás algo que es oscuro en el exterior pero brillante en el interior. Si te aferras a él, asegurarás tu deseo.

    Como un círculo que gira dando vueltas, te llevará a él más y más, dulcemente y aún más dulcemente, hasta que con el tiempo estés imbuido en felicidad por todos lados.’ El segundo maestro dijo: ‘Si sigues mi sabiduría, te llevará a un exuberante y hermoso valle con frutas de todas las naciones. El sendero es suave debajo de los pies y el descenso tiene poca dificultad. Si perseveras en esta sabiduría, obtendrás algo que es brillante por fuera, pero cuando lo quieras usar, volará lejos de ti. También tendrás algo que no perdura sino termina repentinamente. Un libro, también, cuando lo hayas leído hasta el fin, cesa de existir junto con la acción de leer, y te quedas ocioso.’

    Cuando el hombre oyó esto, pensó dentro de sí mismo: ‘Oigo dos cosas asombrosas. Si subo a la montaña, mis pies se debilitan y mi espalda se vuelve pesada. Entonces, si obtengo la cosa que es oscura en el exterior, ¿de qué bien me servirá? ¿Si lucho por algo que no tiene fin, cuando habrá alguna consolación para mí? El otro maestro promete algo que es radiante por fuera pero que no perdura, una clase de sabiduría que terminará cuando termine de leerla. ¿De que me sirven las cosas sin estabilidad? Mientras pensaba esto en su mente, repentinamente apareció otro hombre entre los dos maestros y dijo: ‘Aunque la montaña es alta y difícil de subir, aún así hay una nube brillante sobre la montaña que te dará comodidad.

    Si el recipiente prometido, que es oscuro por fuera, puede de alguna manera romperse, obtendrás el oro que está oculto adentro y lo poseerás felizmente para siempre.’ Estos dos maestros son dos clases de sabiduría, a saber la sabiduría del espíritu y la sabiduría de la carne. La clase espiritual consiste en renunciar a tu propia voluntad por Dios y aspirar a las cosas del cielo con todo tu deseo y acción.

    Realmente no se le puede llamar sabiduría si tus acciones no concuerdan con tus obras. Esta clase de sabiduría conduce a una vida bendita. Pero consiste en una llegada rocosa y una pronunciada subida, tanto como resistir tus pasiones parece un camino duro y rocoso. Esto implica una subida pronunciada para rechazar placeres habituales y no amar honores mundanos. Aunque es difícil, para la persona que reflexiona cuan poco tiempo hay y como terminará el mundo y quien fija constantemente su mente en Dios, sobre la montaña ahí aparecerá una nube, es decir, el consuelo del Espíritu Santo.

    Una persona digna del consuelo del Espíritu Santo es la que no busca a ningún otro consolador más que a Dios. ¿Cómo hubiesen podido todos los elegidos tomar tan dura y ardua tarea si el Espíritu de Dios no hubiera cooperado con su buena voluntad así como con un buen instrumento? Su buena voluntad atrajo al buen Espíritu hacia ellos, y el amor divino que tenían por Dios lo invitó, ya que ellos lucharon con corazón y voluntad hasta que se hicieron fuertes en obras.

    Ellos ganaron el consuelo del Espíritu y también pronto obtuvieron el oro del divino deleite y amor que no solo los hicieron capaces de soportar muchas grandes adversidades sino también les permitió regocijarse al soportarlas ya que pensaban en su recompensa. Tal regocijo parece oscuro a los amantes de este mundo, ya que ellos aman la oscuridad. Pero para los amantes de Dios es más brillante que el sol y brilla más que el oro, pues ellos rompen la oscuridad de sus vicios y escalan la montaña de la paciencia, contemplando la nube de ese consuelo que nunca termina, sino que empieza en el presente y gira como un círculo hasta que alcanza la perfección. La sabiduría mundana conduce a un valle de miseria que parece exuberante en su abundancia, hermosa en reputación, suave en lujo. Esta clase de sabiduría terminará rápidamente y no ofrece beneficio adicional más allá del que usó para ver y oír.

    Por lo tanto, hija mía, busca sabiduría del sabio, quiero decir, ¡de mi Hijo! El es la sabiduría en sí, de quien proviene toda sabiduría. El es el círculo que nunca termina. Te ruego como una madre lo hace a su hijo: ama la sabiduría que es como oro en su interior pero deleznable en el exterior, que quema adentro con amor pero requiere esfuerzo en el exterior y da fruto a través de sus obras. Si te preocupas por la carga de todo, el Espíritu de Dios será tu consolador.

    Ve y sigue tratando como alguien que continúa hasta que el hábito se adquiere. ¡No te regreses hasta que hayas alcanzado la cima de la montaña! No hay nada tan difícil que no se vuelva fácil a través de una perseverancia firme e inteligente. No hay búsqueda tan noble desde el comienzo que no caiga en la oscuridad por no llegar a completarse. ¡Avancen, entonces, hacia la sabiduría espiritual! Los conducirá a trabajo físico, a despreciar al mundo, a un poco de dolor, y a consuelo eterno. Pero la sabiduría mundana es engañosa y oculta una picadura. Te llevará al acaparamiento de bienes temporales y prestigio presente pero, al final, a la mayor infelicidad, a menos que seas cauteloso y tomes cuidadosas precauciones”.



    Las gloriosas palabras de la Virgen explicando su humildad a su hija, y acerca de cómo la humildad es comparada a una capa, y acerca de las características de la verdadera humildad y sus maravillosos frutos.

    Capítulo 23

    “Mucha gente se pregunta, por qué te hablo. Es, por supuesto, para mostrar mi humildad. Si un miembro del cuerpo está enfermo, el corazón no está contento hasta que haya recuperado su salud, y una vez es restaurada la salud, el corazón está más contento. De la misma manera, por mucho que una persona pueda pecar, si regresa a mí con todo su corazón y un verdadero propósito de enmienda, estoy inmediatamente preparada para darle la bienvenida cuando venga. Ni tampoco pongo atención a cuanto pudo haber pecado sino a la intención y al propósito que tiene cuando regresa.

    Todos me llaman ‘Madre de misericordia.’ Verdaderamente, hija mía, la misericordia de mi Hijo me ha hecho misericordiosa y la revelación de su misericordia me ha hecho compasiva. Por esa razón, esa persona está miserable cuando, pudiendo, no recurra a la misericordia. ¡Ven por lo tanto, hija mía, y acógete bajo mi manto! Mi manto es desdeñable por fuera pero muy provechoso por dentro, por tres razones. Primero, te resguarda de los impetuosos vientos; segundo, te protege del frío extremo; tercero, te defiende contra las lluvias del cielo.

    Este manto es mi humildad. Los amantes del mundo desprecian esto y piensan que imitarla es una superstición tonta. ¿Qué hay más despreciable que el ser llamado idiota y no enojarse o contestar en forma parecida? ¿Qué es más vil que el renunciar a todo y ser pobre en todo? ¿Qué les parece más lastimoso a las almas mundanas que el ocultar el propio dolor y pensar y creer que uno mismo es más indigno y más inferior que todos los demás? Tal era mi humildad, hija mía. Este era mi gozo, este mi único deseo. Sólo pensé en cómo complacer a mi Hijo. Esta humildad mía fue útil de tres maneras para aquellos que me siguieron.

    Primero, fue útil en el tiempo pestilente y tormentoso, es decir, contra burlas y desdén humanos. Un poderoso y violento viento tormentoso golpea a una persona en todas direcciones y lo congela. De la misma manera, las burlas fácilmente destrozan a una persona impaciente que no reflexiona sobre realidades futuras; aleja al alma lejos de la caridad. Cualquiera que estudie cuidadosamente mi humildad debiera considerar las clases de cosas que yo, la Reina del universo, tuve que oír, así es que debiera buscar mi alabanza y no la suya. Permítanle recordar que las palabras no son mas que aire y pronto se calmará. ¿Por qué la gente mundana es tan incapaz de enfrentar las burlas verbales, si no porque buscan su propia alabanza en vez de la de Dios? No hay humildad en ellos, porque sus ojos se vuelven legañosos por el pecado. Por lo tanto, aunque la ley escrita dice que nadie sin causa justa debe de darle oído al lenguaje insultante ni tolerar el mismo, aún así es una virtud y un premio escuchar pacientemente insultos y tolerar los mismos por Dios.

    Segundo, mi humildad es una protección contra el frío que quema, es decir, contra la amistad carnal. Ya que hay un tipo de amistad en la cual una persona es amada por el amor a las comodidades presentes, como las personas que hablan de esta forma: ‘¡Aliméntame en el presente y te alimentaré, ya que no me concierne quien te alimentará después de la muerte! Dame respeto y te respetaré, ya que no me concierne en lo más mínimo que clase de respeto futuro vendrá.’ Esta es amistad fría sin el calor de Dios, tan dura como la nieve congelada, refiriéndose a amar y sentir compasión por nuestro prójimo que tiene necesidades, y estéril es su recompensa.

    Una vez queda disuelta una sociedad y se desocupan los escritorios, la utilidad de esa amistad inmediatamente desaparece y se pierde su ganancia. Sin embargo, quien quiera que imite mi humildad, le hace el bien a todos por el amor a Dios, tanto a enemigos como amigos por igual: a sus amigos, porque perseveran firmemente en honrar a Dios; y a sus enemigos, porque son criaturas de Dios y pueden llegar a ser buenos en el futuro.

    En tercer lugar, la contemplación de mi humildad es una protección contra la lluvia y las impurezas provenientes de las nubes. ¿De dónde vienen las nubes, si no de la humedad y vapores que emanan de la tierra? Cuando suben a los cielos debido al calor, se condensan en las regiones más elevadas y, de esta forma, se producen tres cosas: lluvia, granizo, y nieve. La nube simboliza al cuerpo humano que proviene de impureza. El cuerpo trae tres cosas con él al igual que las nubes. El cuerpo trae oído, vista, y tacto. Debido a que el cuerpo puede ver, desea las cosas que ve. Desea cosas buenas y de formas hermosas; desea posesiones extensas.

    ¿Qué son todas estas cosas si no una especie de lluvia proveniente de las nubes, que mancha el alma con una pasión por el acaparamiento, inquietándolo con preocupaciones, distrayéndolo con inútiles pensamientos y perturbándolo con la perdida de sus bienes acaparados? Porque el cuerpo puede oír, gustosamente oiría sobre su propia gloria y de la amistad del mundo. Escucha cualquier cosa que sea placentera al cuerpo y dañina para el alma. ¿A que se parecen todas estas cosas si no a la nieve que se derrite rápidamente, haciendo que el alma se enfríe hacia Dios y se le nublen los ojos hacia la humildad?

    Porque el cuerpo siente, gustosamente sentiría su propio placer y descanso físico. ¿A que otra cosa se parece esto si no al granizo que está congelado de aguas impuras y que hace al alma infructífera en la vida espiritual, fuerte con respecto a la búsqueda de lo mundano y blanda con respecto a comodidades físicas? Por lo tanto, si una persona quiere protección de esta nube, déjalo correr hacia mi humildad para estar seguro allí y la imite. A través de ella, el está protegido de la pasión por ver y no desea cosas ilícitas; el está protegido del placer de oír y no escucha a nada que vaya en contra de la verdad; está protegido de la lujuria de la carne y no sucumbe a impulsos ilícitos.

    Yo les aseguro: La contemplación de mi humildad es como un buen manto que abriga a aquellos que lo usan; quiero decir a aquellos que no solo lo usan en teoría sino también en la práctica. Un manto físico no da calor a menos que se use. De la misma forma, mi humildad no hace bien a aquellos que nada más piensan en ella, a menos que cada uno se esfuerza por imitarla, cada quien a su manera. Por lo tanto, hija mía, viste el manto de humildad con todas tus fuerzas, ya que las mujeres mundanas usan mantos que son una cosa de soberbia en el exterior pero son de poco uso en el interior. Evita del todo esas ropas, ya que, si el amor por el mundo no se te hace repugnante primero, si no estás pensando constantemente en la misericordia de Dios hacia ti y tu ingratitud hacia él, si no tienes siempre en mente lo que él ha hecho y lo que tú haces, y la justa sentencia que te espera a cambio, no podrás ser capaz de entender mi humildad.

    ¿Por qué me humillé tanto o por qué merecí tal favor, si no porque consideré y estaba convencida de que yo no era nadie y no tenía nada por mí misma? Esto también es la razón por la cual jamás procuré mi propia gloria sino únicamente la de mi Dador y Creador. Por lo tanto, hija, ¡refúgiate en el manto de mi humildad y piensa de ti como la más pecadora entre todos los demás! Pues aunque veas a otros que son malvados, no sabes cual será su futuro mañana; ni sabes con que intención y conocimiento hacen sus obras, si por flaqueza o deliberadamente. Esta es la razón de por qué no debes considerarte mejor que otros ni en tu conciencia juzgues a nadie.”



    La exhortación de la Virgen a su hija, quejándose de cuan pocos son sus amigos; y acerca de cómo Cristo le habla a la novia y describe sus sagradas palabras como flores y explica quién es la gente en quienes las palabras deben de dar fruto.

    Capítulo 24

    María estaba hablando: “Imagina una gran multitud en algún lado y a una persona caminando a su lado con una carga pesadísima en su espalda y otra en sus brazos. Con sus ojos llenos de lágrimas, mirará a la multitud para ver si habría alguien que se compadeciera de él y le aliviara su carga. Con esta misma suerte me sentí. Desde el nacimiento de mi Hijo hasta su muerte, mi vida estuvo llena de tribulación. Llevé una pesada carga sobre mi espalda y perseveré firmemente en el trabajo de Dios y pacientemente soporté todo lo que me sucedió. Me aguanté cargando una carga muy pesada en mis brazos, en el sentido que sufrí más pesar de corazón y tribulación que criatura alguna.

    Mis ojos estaban llenos de lágrimas cuando contemplé los lugares en el cuerpo de mi Hijo destinados a los clavos, tanto como a su futura pasión, y cuando vi que se cumplían en él todas las profecías que habían oído vaticinadas por los profetas. Mas ahora veo a todo el mundo para ver si hay alguno que pueda compadecerse de mí y esté consciente de mi pena y tribulación. Y así, hija mía, ¡no me olvides! Aunque soy menospreciada por muchos, mira mi dolor, e imítame en lo que puedes. Considera mi pena y lágrimas y laméntate que sean pocos los amigos de Dios. ¡Permanece firme! Ahora viene mi Hijo aquí.”

    Vino inmediatamente y dijo: “Yo soy”, le dijo Jesucristo, “tu Dios y tu Señor, el que habla contigo. Mis palabras son como flores de una hermosa planta. Aunque todas las flores nazcan de una misma raíz, no todas llevan simiente ni fruto. Así, mis palabras son como unas flores que salen de la raíz del amor de Dios, las cuales las reciben muchos, pero no en todos dan fruto, ni llegan a madurar, porque unos las reciben y las retienen poco, y después las sacan de sí, porque son ingratos con mi espíritu; otros las reciben y las retienen, porque están llenos de amor a Dios, y en estos dan el fruto de la devoción y de obras santas y perfectas.

    Tu, por lo tanto, mi novia, que eres mía por derecho divino, debes de tener tres casas. En la primera, debe de haber el alimento necesario que entre al cuerpo; en la segunda la ropa que viste al cuerpo exteriormente; en la tercera las herramientas que se necesitan usar en la casa. En la primera debe de haber tres cosas: primero, pan; luego bebida; y tercero, carnes. En la segunda casa debe de haber tres cosas: primero, ropa de lino; luego de lana; y después la ropa hecha por gusanos de seda. En la tercera casa también debe de haber tres cosas: primero herramientas y recipientes para llenarlos con líquidos; segundo, instrumentos vivientes, como caballos y burros y lo que se le parezca, con los que puedan transportarse los cuerpos; y, tercero, instrumentos que sean movidos por seres vivientes.”



    El consejo de Cristo a la novia sobre las provisiones en las tres casas y sobre cómo el pan representa una buena voluntad, la bebida una premeditación santa y las carnes la sabiduría divina, y sobre cómo no hay sabiduría divina en la erudición sino únicamente en el corazón y en una buena vida.

    Capítulo 25

    “Yo, quien habla contigo, soy el Creador de todas las cosas, creado por nadie. No había nada antes que yo y no puede haber nada después que yo, ya que siempre fui y siempre soy. Soy el Señor cuyo poder nadie puede soportar y de quien provienen todo el poder y soberanía. Te hablo como un hombre le habla a su esposa: Esposa mía, deberíamos de tener tres casas. En una de ellas debería haber pan y bebidas y carnes. Pero, te puedes preguntar: ¿Qué significa este pan? ¿Me refiero al pan que está sobre el altar? Esto ciertamente es pan, antes de las palabras “Esto es mi cuerpo”, pero una vez se han dicho las palabras, ya no es pan sino el cuerpo que tomé de la Virgen y que verdaderamente fue crucificado sobre la cruz. Pero acá no me refiero a ese pan. El pan que deberíamos almacenar en nuestra casa es una voluntad buena y sincera. El pan físico, si es puro y limpio, tiene dos efectos. Primero, fortalece y da fuerza a todas las venas y las arterias y músculos. Segundo, absorbe cualquier impureza interior, llevándola para ser removida a medida que sale, y para que la persona quede limpia. De esta manera, una voluntad pura proporciona fuerza.

    Si una persona no desea nada más que las cosas de Dios, trabaja para nada más que para la gloria de Dios, desea con todo su deseo dejar el mundo y estar con Dios, esta intención la fortalece en bondad, incrementa su amor por Dios, hace que el mundo le parezca repulsivo, fortifica su paciencia y refuerza su esperanza de heredar la gloria hasta el punto en que él, alegremente abraza todo lo que le sucede. En segundo lugar, una buena voluntad remueve toda impureza. ¿Qué es la impureza que es dañina al alma sino el orgullo, la avaricia y la lujuria? Sin embargo, cuando la impureza del orgullo o de algún otro vicio entra en la mente, la dejará, siempre y cuando la persona razone de la siguiente manera: ‘El orgullo no tiene significado, ya que no es el recipiente el que debería alabarse por los bienes que le son dados, sino el dador. La avaricia carece de significado ya que todas las cosas de la tierra se quedarán atrás. La lujuria no es nada más que porquería. Por lo tanto, yo no deseo estas cosas sino quiero seguir la voluntad de Dios cuya recompensa nunca finalizará, cuyos buenos regalos nunca envejecerán: Entonces toda tentación al orgullo o a la avaricia lo dejará y él perseverará en su buena intención de hacer el bien.

    La bebida que deberíamos tener en nuestras casas es una premeditación santa sobre todo lo que ha de hacerse. La bebida física tiene dos efectos buenos. Primero, ayuda a una buena digestión. Cuando una persona se propone hacer algo bueno y, antes de hacerlo, considera para sí y cuidadosamente le da vuelta en su mente sobre qué gloria saldrá de hacerlo para Dios, qué beneficio para su prójimo, qué ventajas para su alma y no lo quiere hacer a menos que lo juzgue que le será de alguna utilidad divina en su trabajo, entonces ese trabajo propuesto saldrá bien o será, por decirlo así, bien digerido. Entonces, si ocurre cualquier indiscreción en el trabajo que hace, se detecta rápidamente. Si algo está malo, es corregido rápidamente y su trabajo será correcto y racional y edificante para los demás.

    Una persona que no muestra una premeditación santa en su trabajo y no busca el beneficio para las almas ni la gloria de Dios, aunque su trabajo resulte bien durante un tiempo, no obstante al final llegará a ser nada. En segundo lugar, la bebida sacia la sed. ¿Qué clase de sed es peor que el vil pecado de avaricia e ira? Si una persona piensa de antemano qué utilidad saldrá de ello, cuán miserablemente terminará, qué recompensa habrá si le hace resistencia, entonces esa vil sed es rápidamente saciada a través de la gracia de Dios, lo llenan el amor celoso a Dios y los buenos deseos, y surge la alegría porque él no ha hecho lo que le vino en su mente. Examinará la ocasión y cómo puede evitar en el futuro aquellas cosas por las cuales se tropezó más, si no hubiese tenido una premeditación, y tendrá más cuidado en el futuro para evitar tales cosas. Mi novia, esta es la bebida que deberá almacenarse en nuestro desayunador.

    Tercero, también deberían haber carnes allí. Estas tienen dos efectos. Primero, saben mejor en la boca y son mejores para el cuerpo que solamente el pan. Segundo, ayudan a tener piel más suave y menor sangre que si solo hubiese pan y bebida. La carne espiritual tiene un efecto parecido. ¿Qué simbolizan estas carnes? La sabiduría divina, claro está. La sabiduría le sabe muy bien a una persona que tiene una buena voluntad y desea nada más que lo que Dios quiere, mostrando una premeditación santa, sin hacer nada hasta que sabe que es para gloria de Dios.

    Ahora, te puedes preguntar: ‘¿Qué es la sabiduría divina?’ Debido a que muchas personas son sencillas y únicamente saben una oración – el Padrenuestro, y ni siquiera esa correctamente. Otras son muy eruditas y tienen un amplio conocimiento. ¿Es esto la sabiduría divina? De ninguna manera. La sabiduría divina no se encuentra precisamente en la erudición, sino en el corazón y en una buena vida. La persona que reflexiona cuidadosamente sobre el camino hacia la muerte, sobre cómo morirá y sobre su juicio después de la muerte es sabia. Esa persona tiene las carnes de la sabiduría y el sabor de una buena voluntad y una premeditación santa, quien se desprende de la vanidad y de las superficialidades del mundo y se contenta con las necesidades básicas y lucha en el amor a Dios, de acuerdo a sus habilidades.

    Cuando una persona reflexiona sobre su muerte y sobre su desnudez al momento de morir, cuando una persona examina el terrible tribunal de juicio de Dios, en donde nada se esconde y nada se remite sin un castigo, cuando también reflexiona sobre la inestabilidad y la vanidad del mundo, ¿no se regocijará entonces y saboreará dulcemente en su corazón la entrega de su voluntad a Dios junto con su abstinencia de los pecados? ¿No es fortalecido su cuerpo y su sangre mejorada, es decir, toda debilidad de su alma, como son la pereza y la disolución moral, ahuyentada y rejuvenecida la sangre del amor divino? Esto es porque razona correctamente que ha de amarse un bien eterno en vez de uno perecedero.

    Por lo tanto, la sabiduría divina no se encuentra precisamente en la erudición sino en las buenas obras, ya que muchos son sabios de manera mundana y que van detrás de sus propios deseos, pero son del todo tontos en relación a la voluntad y los mandamientos de Dios y en relación a disciplinar su cuerpo. Tales personas no son sabias sino tontas y ciegas, porque comprenden las cosas perecederas que son útiles para el momento, pero desprecian las cosas para la eternidad y se olvidan de las mismas. Otros son tontos en relación a los deleites mundanos y a la reputación pero sabios al considerar las cosas que son de Dios y son fervientes en su servicio.

    Dichas personas son realmente sabias porque saborean los preceptos y la voluntad de Dios. Realmente han sido iluminadas y mantienen su ojos abiertos en cuanto a que siempre toman en cuenta la manera en la cual pueden alcanzar la vida y la luz verdaderas. Otras, sin embargo, caminan en la oscuridad y les parece más deleitable estar en la oscuridad que inquirir sobre la manera por la cual pueden llegar a la luz. Por lo tanto, novia mía, almacenemos estas tres cosas en nuestras casas, específicamente una voluntad buena, la premeditación santa, y la sabiduría divina. Estas son las cosas que nos dan el motivo para regocijarnos. A pesar que a ti te digo mi consejo, por ti me refiero a todos mis escogidos en el mundo, ya que el alma justa es mi novia, porque yo soy su Creador y Redentor.”



    El consejo de la virgen a su hija sobre la vida y las palabras de Cristo a la novia sobre la ropa que deberán guardar en la segunda casa y sobre cómo esta ropa denota la paz de Dios y la paz del prójimo y las obras de misericordia y abstinencia pura, y una explicación excelente sobre todas estas cosas.

    Capítulo 26

    María habló: “Coloca el broche de la pasión de mi Hijo firmemente en ti, así como San Lorenzo lo colocó firmemente en sí. Cada día acostumbraba a reflexionar en su mente como sigue: ‘Mi Dios es mi Señor, yo soy su siervo. El Señor Jesucristo fue desnudado y burlado. ¿Cómo puede ser correcto que yo, su siervo, esté vestido con galas? Fue latigueado y atado al madero. No es correcto, entonces, que yo, que soy su siervo, si realmente soy su siervo, no tenga dolor ni tribulación.’ Cuando fue estirado sobre los carbones y la grasa líquida corrió hacia abajo sobre el fuego y todo su cuerpo prendió fuego, sus ojos vieron hacia arriba, al cielo, y dijo: ‘¡Bendito seas tú, Jesucristo, mi Dios y mi Creador!

    Se que no he vivido bien mis días. Se que he hecho poco por tu gloria. Es por esto, viendo que su misericordia es grande, te pido que me trates de acuerdo a su misericordia.’ Y con estas palabras su alma fue separada de su cuerpo. ¿Ves, mi hija? Amó tanto a mi Hijo y soportó tal sufrimiento por su gloria que aún así dijo que no era digno de llegar al cielo. ¿Cómo, entonces, pueden ser dignas esas personas que viven según sus propios deseos? Por lo tanto, mantén siempre en mente la pasión de mi Hijo y de sus santos. Ellos soportaron tales sufrimientos no sin ninguna razón, sino para darles a los demás un ejemplo de cómo vivir y mostrarles que mi Hijo exigirá un pago estricto por los pecados, ya que mi Hijo no quiere que ni el más mínimo quede sin corrección.”

    Entonces el Hijo vino y le habló a la novia, diciendo: “Te dije anteriormente lo que debería almacenarse en nuestras casas. Entre otras cosas, deberá haber tres clases de vestimentas: primero, ropa hecha de lino, lo cual se produce y crece en la tierra; segundo, aquella hecha de cuero, que viene de los animales; tercero, la hecha de seda, que viene de los gusanos de seda. La ropa de lino tiene dos efectos. Primero, es suave y benévolo contra el cuerpo desnudo. Segundo, no pierde su color, más bien entre más se lava más limpio se pone. La segunda clase de vestimenta, es decir, el cuero, tiene dos efectos.

    Primero, cubre la vergüenza de una persona; segundo, proporciona calor contra el frío. La tercera clase de ropa, es decir, la seda, también tiene dos efectos. Primero, se ve que es muy bella y fina; segundo, es muy costosa para comprar. La ropa de lino que es buena para las partes desnudas del cuerpo, simboliza paz y concordia. Una alma devota debería usar esto en relación a Dios, para que pueda estar en paz con Dios, tanto para no querer nada más que lo que Dios quiere, o de forma distinta a la que esta alma quiere, y no exacerbándolo a través de los pecados, ya que no hay paz entre Dios y el alma a menos que ella deje de pecar y controle su concupiscencia.

    También deberá estar en paz con su prójimo, es decir, no causándole problemas, ayudándolo si tiene problemas y siendo paciente si peca en contra de ella. ¿Qué causa más tensión desafortunada sobre el alma que siempre estar ansiando pecar y nunca tener suficiente de ello, siempre deseando y nunca descansando? ¿Qué atormenta más fuertemente al alma que estar enojada con su prójimo y envidiar sus bienes? Es por esto que el alma debería estar en paz con Dios y con su prójimo, ya que nada puede ser más tranquilizante que descansar del pecado y no estar ansioso por el mundo, nada más tierno que regocijarse con los bienes del prójimo y no desearle lo que no desea para uno mismo.

    Esta ropa de lino deberá usarse sobre las partes desnudas del cuerpo porque, más adecuadamente y de manera más importante que las otras virtudes, la paz debe de alojarse más cerca del corazón, lugar en donde Dios quiere tomar su descanso. Esta es la virtud que Dios inculca y mantiene inculcada en el corazón. Como el lino, esta paz nace y crece de tierra, ya que la verdadera paz y la verdadera paciencia brotan de la consideración de la debilidad propia. Un hombre que es de la tierra debería tomar en cuenta su propia debilidad, específicamente que es más rápido para el enojo si es ofendido, rápido para sentir dolor si es golpeado. Y si reflexiona de esta manera, no le hará al prójimo lo que él no puede tolerar, reflexionando para sí: ‘Así como soy débil, así lo es también mi prójimo.

    Así como no quiero aguantar tales cosas, tampoco él.’ Luego, la paz no pierde su color, es decir, su estabilidad, más bien se queda cada vez más constante ya que, tomando en cuenta la debilidad de su prójimo en sí mismo, se vuelve más dispuesto a soportar las lesiones. Si la paz del hombre se ensucia de cualquier manera con la impaciencia, se vuelve más limpia y más brillante ante Dios entre más frecuente y rápidamente se lava por medio de la penitencia. También se vuelve mucho más feliz y más prudente en la tolerancia, entre más a menudo se irrita y luego se lava nuevamente, ya que se regocija en la esperanza de la recompensa que espera le llegará por su paz interna, y es más cuidadoso de no dejarse caer debido a la impaciencia.

    La segunda clase de ropa, específicamente el cuero, denota obras de misericordia. Estas prendas de cuero son hechas de pieles de animales muertos. ¿Qué simbolizan estos animales si no mis santos, que fueron tan sencillos como los animales? El alma debería estar cubierta con sus pieles, es decir, debería imitar y realizar sus obras de misericordia. Estas tienen dos efectos. Primero, cubren la vergüenza del alma pecadora y la limpian para que no aparezca manchada a mi vista. Segundo, defienden el alma en contra del frío. ¿Qué es el frío del alma sino la dureza del alma en relación a mi amor? Las obras de misericordia son efectivas en contra de dicha frialdad, envolviendo el alma para que no perezca del frío. A través de estas obras Dios visita el alma y el alma se acerca más a Dios.

    La tercera clase de ropa, aquella hecha de seda elaborada por los gusanos de seda, que parece muy costosa de comprar, denota el hábito puro de la abstinencia. Esto es bello a la luz de Dios y de los ángeles y los hombres. También es cara de comprar, ya que parece difícil a las personas restringir su lengua de habladurías ociosas y excesivas. Parece difícil restringir el apetito de la carne por exceso y placer superfluos. También parece duro ir en contra de la propia voluntad. Pero, a pesar que puede ser duro, es útil y bello de cualquier forma. Es por eso, novia mía, por quien me refiero a todos los fieles, en nuestra segunda casa deberíamos almacenar paz hacia Dios y el prójimo, obras de misericordia a través de la compasión por los miserables y ayuda para los mismos, abstinencia de la concupiscencia.

    A pesar que la última es más costosa que las demás, es también mucho más bella que las otras vestimentas de tal forma que ninguna otra virtud parece bella sin esta. Esta abstinencia deberá ser producida por los gusanos de seda, es decir, por la consideración del exceso propio en contra de Dios, por medio de la humildad y por mi propio ejemplo de abstinencia, porque yo me volví como un gusano por el bien de la humanidad. Una persona deberá examinar en su espíritu cómo y cuán a menudo ha pecado en mi contra y de qué manera ha hecho enmiendas. Entonces descubrirá por sí mismo que ninguna cantidad de trabajo y abstinencia de su parte puede enmendar el número de veces que ha pecado en contra de mí.

    También deberá ponderar mis sufrimientos y de aquellos de mis santos, así como la razón por la que soporté dichos sufrimientos. Entonces realmente comprenderá que, si exijo un pago tan estricto por parte de mis santos, que me han obedecido, cuánto más exigiré en venganza de aquellos que no me han obedecido. Un alma buena, por lo tanto, deberá intentar practicar la abstinencia, recordando que sus pecados son malos y que rodean el alma como gusanos. Así, de estos gusanos bajos, el alma coleccionará seda preciosa, es decir, el hábito puro de la abstinencia en todas sus extremidades. Dios y todo la hueste celestial se regocija en esto. Se le otorgará felicidad eterna a la persona que almacene esto, quien de lo contrario hubiese tenido un pesar eterno, si no hubiese venido en su ayuda la abstinencia.”



    Las palabras de Cristo a la novia sobre los instrumentos en la tercera casa y sobre cómo dichos instrumentos simbolizan buenos pensamientos, sentidos disciplinados y una verdadera confesión, también se le da una explicación excelente sobre todas estas cosas en general y sobre las cerraduras de estas casas.

    Capítulo 27

    El Hijo de Dios le habló a la novia, diciendo: “Te dije anteriormente que debería haber tres clases de instrumentos en la tercera casa. Primero, instrumentos o recipientes en los cuales se vierten los líquidos. Segundo, los instrumentos con los cuales se prepara la tierra exterior, como son los azadones y hachas y herramientas para reparar las cosas que se rompen. Tercero, instrumentos vivos, como son los asnos y caballos y cosas parecidas para transportar tanto a los vivos como a los muertos. En la primera casa, en donde se encuentran los líquidos, deberá haber dos clases de instrumentos o recipientes: primero, aquellos en los cuales se vierten sustancias fluidas y dulces, como el agua y el aceite y el vino y parecidos; segundo, aquellos en los cuales se vierten sustancias acres o espesas, como son la mostaza y harina y parecidos. ¿Comprendes lo que significan estas cosas? Los líquidos se refieren a los pensamientos buenos y malos del alma.

    Un pensamiento bueno es como un aceite dulce y como un vino delicioso. Un mal pensamiento es como la mostaza amarga que vuelve al alma amarga y vil. Los pensamientos malos son como los líquidos espesos que a veces necesita una persona. A pesar que no son muy buenos para nutrir al cuerpo, aún así con benéficos para la purga y cura tanto del cuerpo como del cerebro. A pesar que los malos pensamientos no engordan ni curan el alma como el aceite de los buenos pensamientos, aún así son buenos para la purga del alma, así como la mostaza es buena para la purga del cerebro. Si los malos pensamientos no se entrometiesen de vez en cuando, los seres humanos serían ángeles y no humanos, y pensarían que obtuvieron todo por sí mismos.

    Por lo tanto, para que un hombre pueda comprender su debilidad, que proviene de sí mismo, y la fortaleza que proviene de mí, a veces es necesario que mi gran misericordia le permita ser tentado por malos pensamientos. En tanto no consienta a ellos, son una purga para el alma y una protección de sus virtudes. A pesar que pueden ser tan acres al tomar como lo es la mostaza, aún así son muy curativos para el alma y la guían hacia la vida eterna y hacia la clase de salud que no puede ganarse sin un poco de amargura. Por lo tanto, deja que los recipientes del alma, en donde se colocan los buenos pensamientos, sean preparados cuidadosamente y mantenidos siempre limpios, ya que es útil que hasta los malos pensamientos surjan tanto como una prueba como por el bien de obtener un mérito mayor. Sin embargo, el alma deberá esforzarse diligentemente para no consentir a los mismos ni deleitarse en ellos. De lo contrario, la dulzura y el desarrollo del alma se perderán y únicamente quedará la amargura.

    En la segunda casa deben de haber también instrumentos de dos clases: primero, los instrumentos del exterior, como el arado y el azadón, para preparar la tierra exterior para la siembra y para arrancar las zarzas; segundo, instrumentos que son útiles tanto para propósitos del interior como del exterior, como son hachas y parecidos. Los instrumentos para cultivar la tierra simbolizan los sentidos humanos. Estos deberán usarse para el beneficio de nuestro prójimo, así como el arado se usa en la tierra. Las personas malas son como el suelo de la tierra, porque siempre están pensando de manera mundana. Ellos están desprovistos de compunción por sus pecados, porque piensan que nada es pecado. Son fríos en su amor a Dios, porque buscan nada más que su propia voluntad.

    Son pesados y lentos cuando hay que hacer el bien, porque están ansiosos de reputación mundana. Es por eso que una buena persona deberá cultivarlos a través de sus sentidos externos, así como un buen agricultor cultiva la tierra con un arado. Primero, deberá cultivarlos con su boca, diciéndole cosas a ellos que son útiles para el alma e instruyéndolos sobre el camino a la vida; luego, haciendo las buenas obras que puede. Su prójimo puede formarse de esta manera con sus palabras y motivarse a hacer el bien. Luego, deberá cultivar a su prójimo por medio del resto de su cuerpo para que pueda rendir fruto.

    Hace esto a través de sus ojos inocentes que no ven cosas no castas, para que su prójimo no casto también pueda aprender la modestia en todo su cuerpo. Deberá cultivarlo por medio de su oídos que no escuchen cosas inadecuadas así como por medio de sus pies que están prontos a hacer las obras de Dios. Yo, Dios, daré la lluvia de mi gracia al suelo así cultivado por medio del trabajo del agricultor y el trabajador se regocijará con el fruto de la tierra una vez estéril a medida que comienza a dar brotes.

    Los instrumentos necesarios para las preparaciones internas, como el hacha y herramientas similares, significan una intención discernidora y el santo examen del trabajo de uno. Cualquier bien que haga una persona no debe hacerse por el bien de la reputación y alabanza humanas sino por amor a Dios y por el bien de la recompensa eterna. Es por esto que una persona deberá examinar cuidadosamente sus obras y, con esa intención y por cuál recompensa las ha realizado. Si descubre cualquier clase de orgullo en sus obras, que inmediatamente lo corte con el hacha de la discreción.

    De esta manera, así como cultiva a su prójimo que está, por decirlo así, afuera de la casa, es decir, fuera de la compañía de mis amigos debido a sus malas obras, así también puede rendir fruto por sí mismo internamente a través del amor divino. Así como el trabajo de un agricultor pronto se reducirá a nada si no tiene instrumentos con los cuales reparar las cosas que se han descompuesto, así también, a menos que una persona examine sus obras con discernimiento y cómo puede aligerarse si está demasiado pesado o cómo puede mejorarse si ha fracasado, no alcanzará resultado alguno. Acordemente, uno debería trabajar eficazmente no solo afuera, sino debe de considerar atentamente por dentro cómo y con qué intención se hace el trabajo.

    Deberán haber instrumentos vivos en la tercera casa para transportar a los vivos y a los muertos, como son los caballos y los asnos y otros animales. Estos instrumentos significan la verdadera confesión. Esto transporta tanto a los vivos como a los muertos. ¿Qué denota lo vivo sino el alma que ha sido creada por mi divinidad y vive para siempre? Esta alma cada día se acerca más y más a Dios a través de una verdadera confesión. Así como un animal se vuelve una bestia de carga más fuerte y más bella para contemplar entre más y mejor se alimenta, así también la confesión – entre más a menudo se usa y entre más cuidadosamente se hace tanto para los pecados menores como los mayores – transporta al alma cada vez más hacia delante y es tan agradable a Dios que guía al alma al mismísimo corazón de Dios. ¿Qué son las cosas muertas que son transportadas por la confesión sino las buenas obras que mueren por el pecado mortal? Las buenas obras que mueren por los pecados mortales están muertas a los ojos de Dios, porque nada bueno puede agradar a Dios a menos que primero se corrija el pecado, ya sea a través de una intención perfecta o con obras.

    No es bueno combinar en el mismo recipiente las sustancias de aroma dulce con las que apestan. Si alguien mata sus buenas obras a través de los pecados mortales y hace una verdadera confesión de sus crímenes con la intención de mejorar y evitar el pecado en el futuro, sus buenas obras que anteriormente estaban muertas pueden cobrar vida nuevamente a través de la confesión y la virtud de la humildad y ganan mérito para la salvación eterna. Si él muere sin hacer una confesión, a pesar que sus buenas obras no pueden morir ni ser destruidas, no puede merecer la vida eterna debido al pecado mortal, aún así pueden merecer un castigo más liviano para él o pueden contribuir a la salvación de otros, siempre y cuando haya efectuado las buenas obras con una santa intención y para gloria de Dios. Sin embargo, si ha efectuado las obras por el bien de la gloria mundana y su propio beneficio, entonces sus obras morirán cuando el hacedor muera, ya que ha recibido su recompensa del mundo, a favor de lo cual trabajó.

    Por lo tanto, novia mía, por quien me refiero a todos mis amigos, debemos de almacenar en nuestras casas aquellas cosas que dan surgimiento al deleite espiritual que Dios quiere tener con un alma santa. En la primera casa debemos de almacenar, primeramente, el pan de una voluntad sincera que no quiere nada más que lo que Dios quiere; segundo, la bebida de una premeditación santa no haciendo nada a menos que se piense sea para gloria de Dios; tercero, las carnes de la sabiduría divina siempre pensado en la vida venidera y cómo deberá ordenarse el presente.

    En la segunda casa almacenaremos la paz de no pecar en contra de Dios y la paz de no pelear con nuestro prójimo; segundo, las obras de misericordia a través de las cuales podemos ser de beneficio práctico para nuestro prójimo; tercero, una abstinencia perfecta por medio de la cual nos restringimos de aquellas cosas que tienden a turbar nuestra paz. En la tercera casa, debemos de almacenar pensamientos sabios y buenos para poder decorar nuestra casa por dentro; segundo, sentidos templados y bien disciplinados para que sean una luz para nuestros prójimos en la parte exterior; tercero, una verdadera confesión que nos ayuda a revivir, si llegamos a ser débiles.

    A pesar de tener las casas, las cosas almacenadas en ellas no pueden mantenerse a salvo sin puertas, y las puertas no pueden abrirse ni cerrarse sin bisagras ni se les puede echar llave sin cerrojos. Es por esto, para que los bienes almacenados se mantengan seguros, que la casa necesita la puerta de una esperanza firme para que no la rompa la adversidad. Esta esperanza deberá tener dos bisagras para que una persona no se desespere en alcanzar la gloria ni en escaparse del castigo, sino que siempre en toda adversidad tenga la esperanza de cosas mejores, confiando en la misericordia de Dios. El cerrojo deberá ser la caridad divina que asegura la puerta en contra del ingreso del enemigo.

    ¿De qué sirve tener una puerta sin el cerrojo, ni esperanza sin amor? Si alguien tiene esperanza de las recompensas eternas y la misericordia de Dios, pero no ama ni teme a Dios, tiene una puerta sin un cerrojo a través de la cual su enemigo mortal puede entrar cuando quiera y lo mate. Pero la verdadera esperanza es cuando una persona espera también hacer las buenas obras que puede. Sin estas buenas obras no puede llegar al cielo, es decir, si sabía y podía hacerlas pero no quiso.

    Si alguien se da cuenta que ha cometido una infracción o no ha hecho lo que podría haber hecho, deberá tomar una buena resolución de hacer el bien que todavía puede. En cuanto a lo que no puede hacer, que espere firmemente que él será capaz de venir a Dios gracias a su buena intención y a su amor a Dios. De tal manera, que la puerta de la esperanza sea asegurada con la caridad divina de tal manera que, así como un cerrojo tiene adentro muchos pestillos para prevenir que el enemigo la abra, esta caridad por Dios también deberá acarrear la preocupación de no ofender a Dios, el temor amoroso de estar separado de él, el fervor ardiente de ver a Dios amado, y el deseo de verlo imitado. También deberá acarrear pesar, porque una persona no es capaz de hacer tanto como quisiera o, a lo que sabe que está obligado a hacer, y la humildad que hace que una persona piense que es nada lo que logra hacer en comparación a sus pecados.

    Deja que el cerrojo se vuelva fuerte con estos pestillos, para que el demonio no pueda abrir fácilmente el cerrojo de la caridad e inserte su propio amor. La llave para abrir y cerrar el cerrojo deberá ser el deseo únicamente por Dios, junto con la caridad divina y las santas obras, para que una persona no desee tener nada excepto a Dios, aún si lo pudiese obtener, y todo esto por su gran caridad. Este deseo encierra a Dios en el alma y al alma en Dios, ya que son voluntades en una.

    Únicamente la esposa y el esposo deben de tener esta llave, es decir, a Dios y el alma, para que tan a menudo como Dios quiera entrar y disfrutar de las cosas buenas, específicamente las virtudes del alma, pueda tener libre acceso con la llave de un deseo estable; tan a menudo nuevamente como quiera el alma entrar en el corazón de Dios, lo pueda hacer libremente ya que no desea nada más que a Dios. Esta llave la guarda la vigilia del alma y la custodia de su humildad, por medio de la cual ella atribuye a Dios todo bien que ha hecho. Y esta llave también la guarda el poder y la caridad de Dios, no sea que el alma sea volteada por el demonio. ¡Contempla, novia mía, cuánto amor tiene Dios por las almas! ¡Por lo tanto, mantente firme y has mi voluntad!”



    Las palabras de Cristo a la novia sobre su naturaleza inalterable y sobre cómo sus palabras se cumplen, aún que no las sigan inmediatamente las obras; y sobre cómo nuestra voluntad deberá confiarse totalmente a la voluntad de Dios.

    Capítulo 28

    El hijo le habló a la novia, diciendo: “¿Por qué estás tan alterada porque ese hombre declaró que mis palabras eran falsas? ¿Estoy en peor situación debido a su menosprecio o estaría mejor por su alabanza? Ciertamente soy inalterable y no me puedo volver más grande ni más pequeño, y no tengo necesidad de alabanza. Una persona que me alaba obtiene un beneficio por su alabanza a mí, no para mí sino para él mismo. Yo soy la verdad y la falsedad nunca procede de mis labios ni puede proceder de ellos, ya que todo lo que he dicho a través de los profetas o de otros mis amigos, ya sea en espíritu o en cuerpo, se cumple como yo lo intencioné en ese momento.

    Mis palabras no son falsas si dije una cosa en cierto momento, otras cosas en otro momento, primero algo más explícito y luego algo más oscuro. La explicación es que, para poder demostrar la confiabilidad de mi fe, así como el fervor de mis amigos, reveló mucho de lo que pudiera entenderse de maneras distintas, tanto bien como mal, por medio de personas buenas y malas de acuerdo a los distintos efectos de mi Espíritu, dándoles así la posibilidad de realizar diferentes actos buenos en sus distintas circunstancias.

    Así como asumí una naturaleza humana en una persona en mi naturaleza divina, así también he hablado a veces a través de mi naturaleza humana, la cual está sujeta a mi naturaleza divina, pero otras veces a través de mi naturaleza divina como el Creador de mi naturaleza humana, tal como queda claro en mi evangelio. Y de esta manera, a pesar que las personas ignorantes o los detractores puedan ver en ellas significados divergentes, aún así son palabras verdaderas de acuerdo a la verdad. Tampoco me era razonable el haber dado algunas cosas en forma oscura, ya que era correcto que mi plan de alguna manera estuviese escondido de los malvados y, al mismo tiempo, que todas las personas buenas pudiesen esperar vehementemente mi gracia y obtener la recompensa de su esperanza. De lo contrario, si se hubiese implicado que mi plan vendría en un punto específico del tiempo, entonces todos hubieran perdido sus esperanzas y su caridad debido a la gran longitud del tiempo.

    También prometí cierto número de cosas que, sin embargo, no ocurrieron debido a la ingratitud de las personas que vivían entonces. Si hubiesen dejado sus fechorías, ciertamente les hubiera dado lo que había prometido. Es por esto que no debes de alterarte por reclamos que mis palabras son mentiras. Porque lo que parece ser humanamente imposible, es posible para mí. Mis amigos también están sorprendidos que las obras no sigan a las palabras. Pero esto, nuevamente, no es irrazonable.

    ¿No fue enviado Moisés al Faraón? Sin embargo los signos no siguieron inmediatamente. ¿Por qué? Porque si los signos y portentos hubiesen sucedido inmediatamente, ni la crueldad del Faraón ni el poder de Dios se hubiesen manifestado ni se hubiesen mostrado claramente los milagros. Aún así el Faraón hubiese sido condenado por su propia maldad, aunque Moisés no hubiese venido, a pesar que así su crueldad no hubiese estado tan manifiesta. Esto también es lo que pasa ahora. ¡Por lo tanto, se valiente! El arado, a pesar que es halado por los bueyes, es dirigido por la voluntad de quien ara. Así mismo, a pesar que puedes escuchar y conocer mis palabras, no resultan ni se cumplen de acuerdo a tu voluntad, sino de acuerdo a la mía. Por que conozco el arrasamiento de la tierra y cómo debe de cultivarse. Pero tú debes de confiar toda tu voluntad a mí y decir: ‘¡Que se haga tu voluntad!’ ”



    Juan Bautista amonesta a la novia a través de una parábola en la cual Dios es simbolizado por una urraca, el alma por sus polluelos, el cuerpo por su nido, los placeres mundanos por animales salvajes, el orgullo por las aves de rapiña, júbilo mundano por una artimaña.

    Capítulo 29

    Juan Bautista le habló a la novia, diciendo: “El Señor Jesús te ha sacado de la oscuridad a la luz, de la impureza a la pureza perfecta, de un lugar estrecho a uno ancho. ¿Quién es capaz de explicar estos dones o cómo podrías agradecerle tanto como debieras por ellos? ¡Simplemente has lo que puedes! Existe una clase de ave llamada urraca. Ella ama a sus polluelos porque los huevos de donde salieron los polluelos estuvieron en su vientre. Esta ave hace un nido para sí de cosas viejas y usadas con tres propósitos.

    Primero, un lugar de descanso; segundo, un refugio de la lluvia y de la grandes sequías; tercero, para poder alimentar a sus crías cuando salen de los cascarones. El ave empolla a sus crías colocándose amorosamente sobre los cascarones. Cuando nacen los polluelos, la madre los seduce de tres maneras a que vuelen. Primero, con la distribución de los alimentos; segundo, con su voz solícita; tercero, con el ejemplo de su propio vuelo. Debido a que aman a sus madre, los polluelos, una vez se han acostumbrado a los alimentos de su madre, primero viajan poco a poco más allá del nido con la madre guiándoles el camino. Luego se alejan más a medida que su fuerza se los permite, hasta que se vuelven versados en el uso y la destreza del vuelo.

    Esta ave representa a Dios, quien existe eternamente y nunca cambia. Del vientre de su divinidad proceden todas las almas racionales. Se prepara un nido de cosas usadas para cada alma, en tanto al alma se le une un cuerpo de la tierra, por el cual Dios la nutre con los alimentos de buenos afectos, la defiende de las aves de malos pensamientos, y la alivia de la lluvia de las malas acciones. Cada alma se une al cuerpo para que pueda regir al cuerpo y de ningún modo sea regida por el cuerpo, para que pueda estimular al cuerpo a que luche y le provee inteligentemente. Así, como una buena madre, Dios le enseña al alma a avanzar hacia cosas mejores y le enseña a dejar su confinamiento hacia espacios más amplios. Primero, la alimenta dándole inteligencia y razón de acuerdo a la capacidad de cada quien y señalándole a la mente qué debe de escoger y lo que debe de evitar.

    Así como la urraca guía a sus polluelos más allá del nido, así también la persona humana aprende primero a tener pensamientos del cielo y también a pensar que confinado y vil es el nido del cuerpo, cuán brillantes son los cielos y cuán deleitable son las cosas eternas. Dios también guía al alma hacia fuera cuando llama: ‘Aquel que me sigue tendrá vida; aquel que me ame no morirá.’ Esta voz guía hacia el cielo. Cualquiera que no la escuche es sordo o mal agradecido por el amor de su madre. Tercero, Dios guía al alma hacia fuera a través de su propio vuelo, es decir, a través del ejemplo de su naturaleza humana. Esta naturaleza humana gloriosa tuvo, por decirlo así, dos alas. La primera era que había únicamente pureza y ninguna contaminación en la misma; su segunda ala era que hizo todas las cosas bien. Sobre estas dos alas voló la naturaleza humana de Dios por el mundo. Por esta razón, el alma debería seguirlas tan lejos como pueda y si no lo puede hacer con obras, por lo menos que trate en su intención.

    Cuando vuela el polluelo joven tienen que tener cuidado con tres peligros. El primero son los animales salvajes. No debe de posarse cerca de ellos en la tierra, porque el polluelo no es tan fuerte como ellos. Segundo, debe de tener cuidado de las aves de rapiña, ya que el polluelo no vuela todavía tan rápidamente como esas aves, motivo por el cual es más seguro quedarse escondido. Tercero, deberá tener cuidado de ser inducido por un señuelo puesto como cebo. Los animales salvajes que mencioné son los placeres y los apetitos mundanos. El joven polluelo debe de cuidarse de ellos, porque es bueno conocerlos, excelentes de poseer, bellos de contemplar. Pero cuando piensas que ya los has agarrado, rápidamente se van. Cuando piensas que te dan placer, te muerden sin piedad.

    En segundo lugar, el polluelo debe de cuidarse de las aves de rapiña. Estas representan al orgullo y la ambición. Estas aves siempre desean elevarse más y más alto y estar delante de las demás aves y odian a aquellas que vienen atrás. El polluelo debe cuidarse de ellas y deberá querer permanecer en un escondite humilde, para que no se enorgullezca de la gracia que ha recibido ni odie a aquellas que están atrás de él y que tengan menos gracia, y que no se considere mejor que las demás. Tercero, el polluelo deberá tener cuidado de ser inducido por un señuelo puesto como cebo. Esto representa el júbilo mundano. Podrá parecer bueno tener la risa a flor de los labios y sentir sensaciones agradables en el cuerpo, pero hay una observación irónica en estas cosas. La risa inmoderada lleva a un júbilo inmoderado, y el placer del cuerpo conlleva a una inconstancia de la mente, lo que hace que surja la tristeza, ya sea a la hora de la muerte o antes, junto con congoja. ¡Por lo tanto, debes de apurarte, hija mía, a dejar tu nido por medio del deseo del cielo! ¡Cuídate de las bestias del deseo y de las aves del orgullo! ¡Cuídate de los señuelos de un júbilo vacío!”

    Entonces habló la Madre a la novia y dijo: “Ten cuidado del ave que está embadurnada de alquitrán, porque quien quiera la toque se manchará. Esto representa la ambición mundana, tan inestable como el aire, repulsiva en su manera de buscar un favor y manteniendo una mala compañía. ¡Que no te importen los honores, no te preocupes por los favores, no le pongas atención a la alabanza ni al reproche! De estas cosas viene la inconstancia del alma y la disminución del amor a Dios. ¡Se firme! Dios, quien ha comenzado a sacarte del nido, continuará nutriéndote hasta tu muerte. Después de la muerte, sin embargo, ya no anhelarás más. También te protegerá de la tristeza y te defenderá en la vida, y después de la muerte ya no tendrás nada que temer.”



    La súplica de la Madre a su Hijo por su novia y por otra santa persona, y sobre cómo es recibida la súplica de la Madre por Cristo y sobre la certeza en relación a la verdad o falsedad de la santidad de una persona en esta vida.

    Capítulo 30

    María le habló a su Hijo diciendo: “Hijo mío, ¡otórgale a tu nueva novia el regalo, que tu cuerpo dignísimo pueda echar raíz en su corazón, para que ella pueda ser cambiada en ti y sea llenada con tu deleite!” Entonces ella dijo: “Este santo hombre, cuando vivía en su tiempo, estaba firme en la santa fe como una montaña intacta por la adversidad, no distraído por el placer. Fue tan flexible hacia tu voluntad como el aire en movimiento, a donde quiera que la fuerza de tu Espíritu lo condujo. Fue tan ardiente en tu amor como el fuego, calentando a aquellos vueltos fríos y atajando al malvado. Ahora su alma está contigo en la gloria, pero el recipiente que usó está enterrado y yace en un lugar más humilde que lo apropiado. Por lo tanto, Hijo mío, eleva su cuerpo a una estación más alta, hazle el honor, porque te honró a ti a su propia manera pequeña, elévalo, ¡porque te elevó tan alto como pudo por medio de su trabajo!”

    El Hijo respondió: “Bendita tú, que no pasas por alto nada en los asuntos de tus amigos. Ves, Madre, de nada sirve darle la buena comida a los lobos. De nada vale enterrar en lodo el zafiro que mantiene saludable a todos los miembros y fortalece a los débiles. De nada sirve encender una candela para los ciegos. Este hombre ciertamente estuvo firme en la fe y ferviente en la caridad, así como estaba presto de hacer mi voluntad con la mayor continencia. Por lo tanto, el me sabe a mí como la buena comida preparada con paciencia y tribulación, dulce y bueno en la bondad de su voluntad y afectos, aún mejor en sus luchas humanas para mejorar, excelente y dulcísimo en su manera loable de terminar sus obras. Por lo tanto, no es correcto que dichos alimentos sean elevados ante los lobos, cuya avaricia nunca se sacia, cuya lujuria por el placer huye de las hierbas de la virtud y sedientos de carne podrida, cuya conversación sagaz es dañina para todos.

    Se asemeja al zafiro de un anillo por la brillantez de su vida y reputación, demostrándose ser un novio de su iglesia, un amigo de su Señor, un conservador de la santa fe y un desdeñador del mundo. Por lo tanto, querida Madre, no es correcto que dicho amante de la virtud y novio tan puro sea tocado por criaturas impuras, ni que un amigo tan humilde sea manejado por los amantes del mundo. En tercer lugar, por su cumplimiento de mis mandamientos y por la enseñanza de una buena vida, fue como una lámpara en una mesa de noche. A través de sus enseñanzas, fortaleció a aquellos que se mantenían de pie, no fuera que se cayeran. A través de sus enseñanzas elevó a aquellos que se caían. A través de las mismas también ofreció inspiración a aquellos que lo seguían para buscarme a mí.

    Ellos no son dignos de ver esta luz, tan ciegos como están por su propio amor. Ellos son incapaces de percibir esta luz, porque sus ojos están enfermos con orgullo. Las personas con manos costrosas no pueden tocar esta luz. Esta luz les es odiosa a los avaros y a aquellos que aman su propia voluntad. Es por esto, antes que pueda ser elevado a una estación más alta, que la justicia requiere que aquellos que no están limpios sean purificados y aquellos que están ciegos sean iluminados.

    Sin embargo, en relación a ese hombre a quien las personas de la tierra llaman santo, tres cosas muestran que no fue santo. La primera es que no imitó la vida de los santos antes de morir; segundo, no estaba gozosamente listo para sufrir el martirio por Dios; tercero, no tenía una caridad ardiente y discernidora como los santos. Tres cosas hacen que alguien le parezca santo al gentío. La primera es la mentira de un hombre engañador e ingrato; la segunda es la fácil credulidad de los necios; la tercera es la codicia y tibieza de los prelados y examinadores. Ya sea que esté en el infierno o en el purgatorio no se te hará saber hasta que llegue el momento para decirlo.”
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