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Advertencias e instrucciones al Obispo sobre cómo comer, vestir y orar, y sobre cómo él debe comportarse antes de las comidas, durante las comidas, y después de las comidas, e igualmente sobre su descanso y cómo debe cumplir el oficio de obispo siempre y en todo lugar.
Capítulo 1
“Jesucristo, Dios y hombre, quien vino a la tierra para asumir una naturaleza humana y salvar almas a través de su sangre, quien reveló el verdadero camino al cielo y abrió las puertas del mismo, Él mismo me ha enviado a todos vosotros. Escucha, hija, tú a quien se le dado el escuchar verdades espirituales. Si este obispo propone caminar por el estrecho sendero tomado por pocos y ser uno de aquellos pocos, déjale antes que haga a un lado la carga que le acosa y le lastra – quiero decir sus deseos terrenales - usando el mundo sólo para las necesidades consistentes con el modesto sustento de un obispo. Esto es lo que aquel buen hombre Mateo hizo cuando fue llamado por Dios.
Al abandonar las pesadas cargas del mundo, encontró una carga liviana. En segundo lugar, el obispo debería ser ceñido para el viaje, para usar las palabras de las escrituras. Tobías estaba listo para su viaje cuando se encontró al ángel de pie allí ceñido. ¿Qué significa decir que el ángel estaba ceñido? Significa que cada obispo debe estar ceñido con el cinturón de la justicia y la divina caridad, listo para trillar el mismo camino que Aquel que dijo: 'Yo soy el buen pastor y doy la vida por mis ovejas'. Él debe estar listo para decir la verdad con sus palabras, listo para ejecutar justicia en sus acciones, tanto las referidas a sí mismo como a las referidas a los otros, sin descuidar la justicia a causa de amenazas y provocaciones o a falsas amistades o temores vacíos. A cada obispo así ceñido, vendrá Tobías, es decir, los rectos, y ellos seguirán su sendero. En tercer lugar, debe comer pan y agua antes de que emprenda su viaje, como leemos acerca de Elías, quien levantándose del sueño, encontró pan y agua en su cabecera. ¿Qué es este pan dado al profeta sino los bienes materiales y espirituales a él concedidos? Porque el pan material le fue dado en el desierto como una lección. Aunque Dios podía haber mantenido al profeta sin alimento material, quiso que el pan material fuese preparado para él para que el pueblo pudiese entender que era el deseo de Dios que ellos hicieran uso de los buenos dones de Dios con moderación para el consuelo del cuerpo. Además, una infusión del Espíritu inspiró al profeta cuando se mantuvo cuarenta días con la fuerza de aquel alimento. Pues, si no hubiera inspirado una unción interior de Gracia a su mente, Él ciertamente hubiera desistido durante el arduo trabajo de aquellos cuarenta días, porque en sí mismo él era débil pero en Dios él tuvo la fuerza para completar tal viaje. Por tanto, así como el hombre vive con cada palabra de Dios, instamos al obispo a tomar el bocado de pan, es decir, amar a Dios sobre todas las cosas. Él encontrará este bocado en su cabeza, en el sentido de que su propia razón le dice que Dios ha de ser amado sobre todas las cosas y antes de todas las cosas, a causa de la creación y la redención y también a causa de su paciencia y bondad duraderas. Le ofrecemos asimismo que beba un poco de agua, es decir, para pensar en su fuero interno sobre la amargura de la pasión de Cristo. ¿Quién es suficientemente digno de ser capaz de meditar sobre la agonía de la naturaleza humana de Cristo, la agonía Él estaba sufriendo en el momento en que pidió que el cáliz de la Pasión fuera apartado de él y cuando gotas de su sangre fueron derramándose hacia el suelo? El obispo debe beber esta agua junto con el pan de caridad y será fortalecido para el viaje a lo largo del camino de Jesucristo. Una vez el obispo ha emprendido el camino de la salvación, si quiere hacer mayor progreso, le es útil dar gracias a Dios con todo su corazón desde la primera hora del día, considerando sus propias acciones cuidadosamente y pidiéndole a Dios ayuda para llevar a cabo Su voluntad.
Entonces, cuando se está vistiendo, debe rezar de esta manera: 'Las cenizas a las cenizas, el polvo al polvo. Pues aunque soy obispo por la providencia de Dios, estoy poniendo estas ropas hechas del polvo de la tierra sobre ti, mi cuerpo, no por el bien de la belleza u ostentación sino como cubierta, de modo que tu desnudez no se vea. Ni me preocupa si tus ropas son mejores o peores, sino sólo que el hábito del obispo sea admitido como reverencia a Dios, y que a través de su hábito la autoridad del obispo pueda ser reconocida para la corrección e instrucción de otros. Y por eso, amable Dios, te suplico que me des firmeza de mente para que no me enorgullezca de mis cenizas y polvo preciosos ni neciamente me glorifique en los colores del mero polvo. Concédeme fortaleza para que, así como la vestimenta del obispo es más distinguida y respetada que otras a causa de su divina autoridad, la vestimenta de mi alma pueda ser aceptable ante Dios, no sea que yo sea empujado al más profundo abismo por haber sostenido autoridad de una mediocre e indigna manera o no sea que yo sea ignominiosamente despojado por haber vestido neciamente mi venerable vestimenta para mi propia condenación.'
Después de eso él debe leer o cantar las horas. Cuanto más alto es el rango que una persona alcanza, más gloria debe él o ella rendir a Dios. Sin embargo, un corazón puro agrada a Dios tanto estando en silencio como cantando, siempre que una persona esté ocupada con otras tareas rectas y útiles. Después de celebrar la Misa, el obispo debe cumplir sus obligaciones episcopales, teniendo diligente cuidado de no darle más atención a las cosas materiales que a las espirituales. Cuando se acerque a la mesa de sus alimentos, éste debe ser su pensamiento: 'Oh, Señor Jesucristo, tú mandas que el cuerpo corruptible sea sostenido con alimento material, ayúdame a darle a mi cuerpo lo que necesita de manera que la carne no se vuelva vergonzosamente insolente contra el alma a causa de comida superflua ni de indolencia en tu servicio por imprudente abstinencia.
Inspira en mí una adecuada moderación de manera que cuando este hombre de la tierra se alimente a sí mismo con cosas de la tierra, el Señor de la tierra no sea llevado a la ira por su criatura de la tierra.' Mientras esté a la mesa, al obispo se le permite tomar la clase de refrigerio moderado y conversación en que se evita la necia vanidad y ninguna palabra se pronuncia ni se oye que pueda ofrecer a los oyentes ocasión de pecado. Antes bien, que sean todas apropiadas y saludables.
Si el pan y el vino faltan en la mesa material, todo pierde su sabor; de la misma forma, si la buena doctrina y la exhortación faltan en la mesa episcopal y espiritual, todo lo colocado sobre ella parece insípido para el alma. Y por eso, para evitar cualquier ocasión de frivolidad, algo que pueda ser de provecho para aquellos sentados allí, debe leerse o recitarse a la mesa. Cuando se finaliza la comida y la bendición de acción de gracias ha sido rezada a Dios, el obispo debe planear lo que tiene que hacer o leer libros que puedan conducirle hacia la perfección espiritual. Después de la cena, sin embargo, puede entretenerse con los compañeros de su casa. No obstante, así como una madre que amamanta a su bebé unta sus pezones con cenizas u otra sustancia amarga hasta que desteta al bebé de la leche y lo acostumbra a comidas sólidas, así también el obispo debe atraer a sus compañeros más cerca de Dios mediante el tipo de conversación por la cual ellos deben de llegar a temer y amar a Dios, convirtiéndose de este modo no sólo en su padre mediante la divina autoridad puesta en él, sino también en su madre mediante la formación espiritual que les da. Si está consciente de que cualquiera en su casa está en estado de pecado mortal y no se ha arrepentido a pesar de admoniciones, entonces debe separarse de él. Si lo retiene por conveniencia o por consolación temporal, no tendrá inmunidad contra el pecado del otro. Cuando vaya a la cama, debe examinar cuidadosamente sus actos e impresiones del día que ha transcurrido, teniendo los siguientes pensamientos: 'Oh, Dios, Creador de mi cuerpo y de mi alma, contémplame en tu misericordia.
Concédeme tu gracia, para que no me haga tibio en tu servicio por dormir de más ni me debilite en tu servicio a causa de sueño disturbado, sino concédeme para tu gloria esa medida de sueño que nos has prescrito para dar descanso al cuerpo. Dame fortaleza para que mi enemigo, el demonio, no pueda perturbarme ni arrastrarme lejos de tu bondad.' Cuando se levanta de la cama, debe lavar en confesión cualesquiera lapsos que la carne pueda haber sufrido, para que el sueño de la noche siguiente no comience con los pecados de la noche anterior.”
Las palabras de la Virgen a su hija sobre la oportuna solución a las dificultades que encontrará el obispo en el camino estrecho, y sobre cómo la paciencia es simbolizada por la ropa y los Diez Mandamientos por diez dedos, y el anhelo de la eternidad y el disgusto hacia lo mundano por dos pies, y sobre tres enemigos del obispo a lo largo de su camino.
Capítulo 2
De nuevo la Madre de Dios habla: “Dile al obispo que, si él emprende este camino, se encontrará con tres dificultades. La primera dificultad es que es un camino estrecho; la segunda, que hay agudos espinos en él; la tercera, que es un camino rocoso e irregular. Te daré tres consejos a este respecto. El primero es que el obispo debe vestir ropas fuertes, resistentes y tejidas bien ajustadas en preparación para el estrecho camino. El segundo es que debe mantener sus diez dedos frente a sus ojos y mirar a través de ellos como a través de barrotes para no ser arañado por los espinos.
El tercero es que debe caminar cautamente y poner a prueba cada paso que da para ver si su pie encuentra un sustento firme cuando lo apoya, y no debe apoyar apresuradamente ambos pies al mismo tiempo sin antes comprobar la condición del camino. Este estrecho camino no simboliza otra cosa sino la malicia de la gente malvada hacia el justo, la clase de gente que se burla de los actos honestos y pervierte los caminos y las honradas advertencias del justo, y que da poco peso a cualquier cosa que tenga que ver con la humildad y la piedad. Para confrontar a tal gente el obispo debe vestirse con la prenda de la paciencia duradera, pues la paciencia hace las cargas placenteras y alegremente acepta el insulto que recibe.
Los espinos no simbolizan otra cosa sino las penurias del mundo. Para confrontarlas, los diez dedos de los mandamientos de Dios y sus consejos deben ser mantenerse alzados para que, cuando el espino de las penurias y la pobreza le arañen, pueda recordar los sufrimientos y pobreza de Cristo. Cuando el espino de la ira y la envidia le arañen, debe recordar el amor de Dios que se nos ha mandado mantener. El amor verdadero no insiste en obtener lo que le es propio, sino que se abre enteramente a la Gloria de Dios y al beneficio del prójimo.
Que el obispo ha de caminar cautamente significa que debe en todo lugar, tener una actitud de precaución inteligente. Porque una buena persona debe tener dos pies, por así decirlo. Un pie es el anhelo de la eternidad. El otro es un disgusto hacia el mundo. Su anhelo por la eternidad debe ser circunspecto, en el sentido de que no ha de desear cosas eternas para sí solo, como si fuera digno de ellas; más bien, debe colocar todo su anhelo y deseo así como su recompensa en las manos de Dios. Su disgusto por el mundo debe ser cauto y lleno de temor, en el sentido de que este disgusto no debe de ser el resultado de sus privaciones en el mundo ni de la impaciencia con la vida, ni debe de ser en honor a vivir una vida más tranquila o de ser liberado de realizar trabajo beneficioso para otros. Más bien, debe sólo ser el resultado de su aborrecimiento del pecado y su anhelo de la eternidad.
Una vez estas tres dificultades han sido superadas, advertiría al obispo sobre tres enemigos en su camino. Verás, el primer enemigo intenta silbar al oído del obispo para bloquear su escucha. El segundo está frente a él para sacarle los ojos a arañazos. El tercer enemigo está a sus pies, gritando alto y sosteniendo una soga para atrapar sus pies cuando los levante del suelo. Los primeros son aquellas personas o aquellos impulsos que tratan de apartar al obispo del camino correcto, diciendo: '¿Por qué te impones tanto trabajo y por qué te conduces sobre un camino tan estrecho? En vez de eso sal al verde camino por el que tantas personas caminan. ¿Qué te importa cómo se comporta esta o aquellas personas? ¿Por qué te molestas en ofender o censurar a aquellas gentes que podrían honorarte y apreciarte? Si ellos no te ofenden ni ofenden a aquellos cercanos a ti, ¿qué te importa cómo viven o si ofenden a Dios? Si tu mismo eres un buen hombre, ¿por qué te preocupas juzgando a otros? ¡Mejor intercambia regalos y servicios! Haz uso de tus amistades humanas para ganar elogios y una buena reputación durante tu vida.'
El segundo enemigo quiere cegarte como los filisteos hicieron con Sansón. Este enemigo es la belleza y las posesiones mundanas, ropas suntuosas, las diversas trampas de la pompa, privilegios y favores humanos. Cuando tales cosas te son presentadas y agradan a tus ojos, se ciega la razón, el amor a los mandamientos de Dios se vuelve tibio, se comete el pecado libremente y, una vez cometido, se toma a la ligera. Por eso, cuando el obispo tiene una moderada provisión de los bienes necesarios, debe estar contento. Porque demasiada gente hoy en día encuentra más agradable estar parado con Sansón a la rueda de molino del deseo que amar a la iglesia con una disposición de elogio hacia el ministerio pastoral.
El tercer enemigo grita alto y lleva una soga y dice: '¿Por qué estás andando con tanta precaución y con la cabeza agachada? ¿Por qué te humillas tanto, tú que podrías y deberías ser honorado por mucha gente? ¡Sé sacerdote de modo que te sientes entre los de primer rango! ¡Sé obispo para ser honorado por muchos! ¡Avanza a puestos más altos para obtener mejor servicio y disfrutar mayor relajación! ¡Almacena un tesoro con el cual tú puedas ayudarte a ti mismo, así como a los otros y ser confortado por otros en retribución y ser feliz dondequiera que estés!'
Cuando el corazón se inclina a tales sentimientos y sugerencias, la mente pronto camina hacia los apetitos mundanos, levantando como si fuera el pie de la base del deseo, con lo que queda tan enredado en la trampa de las preocupaciones mundanas que apenas puede levantarse para tomar en cuenta su propia miseria o a aquella de las recompensas y castigos de la eternidad. Tampoco eso es sorprendente, pues las escrituras dicen que aquel que aspira al oficio de obispo desea una noble tarea para el honor de Dios. Ahora, sin embargo, hay muchos que quieren los honores pero holgazanean en la tarea en la cual se encuentra la eterna salvación del alma. Es por esto que este obispo debe quedarse en la posición que ostenta y no perseguir una más alta, hasta que a Dios le plazca darle otra.”
Una completa explicación al obispo por parte de la Virge,n sobre cómo debe de ejercer su oficio episcopal para darle Gloria a Dios, y sobre la doble recompensa por haber mantenido el rango de obispo de una manera verdadera y sobre la doble desgracia de haberlo mantenido de una manera falsa, y sobre cómo Jesucristo y todos los santos dan la bienvenida a un obispo honesto y verdadero.
Capítulo 3
La Madre de Dios estaba hablando: “Deseo explicar al obispo lo que debe de hacer para Dios y lo que le dará gloria a Dios. Todo obispo debe sostener su mitra cuidadosamente en sus brazos. No debe venderla por dinero ni darla a otros por el bien de la amistad mundana ni perderla por negligencia ni tibieza. La mitra del obispo no significa otra cosa más que el rango del obispo y el poder para ordenar sacerdotes, para preparar el Crisma, para corregir a aquellos que van por el mal camino y animar al negligente mediante su ejemplo. Porque sostener esta mitra cuidadosamente en sus brazos significa que debe reflexionar cuidadosamente sobre cómo y por qué recibió su poder episcopal, cómo lo ejerce, y cuáles son sus efectos y propósito.
Si el obispo examinara cómo es que recibió su poder, primero debe de examinar si deseaba el episcopado para su propio bien o para el de Dios. Si era para su propio bien, entonces su deseo era sin duda carnal; si era para honra de Dios, esto es, para darle gloria a Dios, entonces su deseo era merecedor y espiritual. Si el obispo considerara para qué propósito ha recibido el episcopado, seguramente fue para que entonces pudiera convertirse en un padre para los pobres y en consuelo e intercesor de las almas, porque los bienes del obispo están intencionados para el bien de las almas. Si sus medios son consumidos ineficazmente y malgastados de una manera pródiga, entonces aquellas almas gritarán para vengarse de la administración injusta. Te diré la recompensa que vendrá por haber tenido el rango de obispo. Será una doble recompensa, como dice Pablo, tanto corporal como espiritual. Será corporal, porque él es el vicario de Dios en la tierra y por ello los hombres le conceden honor divino como una manera de honrar a Dios. En el cielo será corporal y espiritual a causa de la glorificación del cuerpo y del alma, porque el sirviente estará allí con su Señor, debido tanto a la forma en que vivió como obispo en la tierra como por su humilde ejemplo por el cual incitó a otros a la gloria del cielo junto consigo mismo. Todo el que tiene el rango y atuendo de obispo pero evade la manera de vida episcopal, merecerá una doble desgracia.
Que el poder del obispo no ha de ser vendido significa que el obispo no debe cometer conscientemente simonía o ejercer su oficio por el bien del dinero o por el favor humano, ni promover a hombres que sabe que son de mal carácter porque la gente le pida que lo haga. Que la mitra no debe otorgarse a otros por amistad humana, significa que el obispo no debe de disfrazar los pecados del negligente ni dejar que aquellos a los que puede y debe corregir se vayan sin castigo, ni pasar por alto en silencio los pecados de sus amigos debido a la amistad mundana, ni tomar los pecados de sus subordinados sobre sus propias espaldas, porque el obispo es el centinela de Dios.
Que el obispo no debe perder su mitra por negligencia significa que el obispo no debe delegar en otros lo que él mismo debe y puede hacer con más provecho, que no debe por el bien de su propio bienestar físico, transferir a otros lo que él mismo es capaz de realizar con más perfección, pues la obligación del obispo no es descansar sino trabajar. El obispo no debe de ignorar la vida y la conducta de aquellos en quienes delega sus tareas. En vez debe conocer y revisar cómo observan la justicia y si se conducen a sí mismos prudentemente y sin avaricia en las tareas que se les asignan. Quiero que sepas, también, que el obispo en su papel de pastor, debe de llevar un ramo de flores bajo sus brazos para atraer a ovejas, tanto lejanas como cercanas, a que corran alegremente tras su perfume.
Este ramo de flores significa la predicación piadosa del obispo. Los dos brazos de los cuales el ramo divino cuelga son dos clases de trabajos necesarios para un obispo, es decir, buenas obras públicas y buenas obras escondidas. Así, el rebaño cercano en su diócesis, viendo la caridad del obispo en sus obras y oyéndola en sus palabras, dará gloria a Dios a través del obispo. Asimismo, el rebaño lejano, oyendo de la reputación del obispo, querrá seguirle. Éste es el ramo más dulce: no avergonzarse de la verdad y humildad de Dios y predicar buena doctrina y practicarla al tiempo que se predica, ser humilde cuando se es elogiado y devoto en la humillación. Cuando el obispo haya llegado al final de este camino y alcance la puerta, debe de tener un regalo en sus manos para presentárselo al alto rey. Por consiguiente, que tenga en sus manos una preciosa vasija para él, una vacía, para ofrecérsela al alto rey.
La vasija vacía a ser ofrecida es su propio corazón. Él debe luchar noche y día para que esté vacío de toda lujuria y del deseo de fugaz elogio. Cuando un obispo como este es conducido al reino de la gloria, Jesucristo, verdadero Dios y hombre, vendrá a su encuentro junto con la corte entera de santos. Entonces escuchará a los ángeles diciendo: '¡Dios nuestro, nuestra alegría y todo bien! Este obispo era puro en el cuerpo, varonil en su conducta. Es adecuado que Te lo presentemos, pues anheló mucho nuestra compañía todos los días. ¡Satisface su anhelo y magnifica nuestra alegría con su llegada!' Entonces, también, otros santos dirán 'Oh, Dios, nuestra alegría es tanta por Ti y en Ti y no necesitamos nada más.
Sin embargo, nuestra alegría es aumentada por la alegría del alma de este obispo que Te anheló mientras era aún capaz de anhelar. Las dulces flores de sus labios aumentaron nuestros números. Las flores de sus obras consolaron a aquellos que moraban lejos y cerca. Por tanto, déjale regocijarse con nosotros y regocíjate Tú mismo de él, pues tanto lo anhelaste cuando moriste por él.' Finalmente el Rey de la gloria le dirá: 'Amigo, has venido a presentarme la vasija de tu corazón vaciado de tu egoísta voluntad. Por ello, te llenaré de mi deleite y gloria. Mi alegría será tuya y tu gloria en mí nunca cesará.' ”
Las palabras de la Madre a su hija sobre la codicia de los malos obispos; explica en una larga parábola que muchas personas mediante sus buenas intenciones alcanzan el rango espiritual que los obispos desmedidos rechazan a pesar de haber sido llamados a ello en un sentido físico.
Capítulo 4
La Madre de Dios habla a la novia del Hijo diciendo: “Estás llorando porque Dios ama tanto a las personas pero la gente ama tan poco a Dios. Así es. ¿En dónde está, ciertamente, el gobernante u obispo que no codicia su puesto para obtener honores y riqueza mundanos sino, más bien, los desea para ayudar a los pobres con sus propias manos? Puesto que los gobernantes y los obispos no quieren venir a una fiesta de matrimonio preparada para todos en el cielo, los pobres y los débiles vendrán en su lugar, como te lo mostraré por medio de un ejemplo.
En una cierta ciudad vivía un obispo sabio, atractivo y rico quien era elogiado por su sabiduría y atractiva apariencia, pero no le dio gracias a Dios, como debía hacerlo, por haberle dado esa misma sabiduría. Era elogiado y honorado también por su riqueza, y daba numerosos regalos con vistas a obtener favores mundanos. Anhelaba incluso mayores posesiones para poder dar más regalos y obtener mayor honor. Este obispo tenía un docto sacerdote en su diócesis quien pensaba para sí mismo como sigue: 'Este obispo,' decía, 'ama a Dios menos de lo que debería. Su vida entera tiende a lo mundano.
Por ello, si agrada a Dios, me gustaría tener su episcopado para darle gloria a Dios. No lo deseo por razones mundanas, viendo que el honor mundano no es sino aire vacío, ni en honor a la riqueza, que es tan pesada como la más pesada de las cargas, ni por honor del descanso físico y el confort, pues sólo necesito una razonable cantidad de descanso para mantener mi cuerpo en forma para el servicio de Dios. No, lo deseo únicamente por el honor a Dios. Y, aunque soy indigno de cualquier honor, con propósito de ganar más almas para Dios y beneficiar a más gente con mi palabra y ejemplo y ayudar a más personas mediante los ingresos de la iglesia, alegremente asumiría la gravosa tarea de ser obispo.
Dios sabe que preferiría morir de una muerte dolorosa o soportar amargas penurias que tener el rango de obispo. Soy susceptible de sufrir como el cualquier prójimo, pero, aún así aquel que aspira al oficio de obispo desea una noble tarea. Por esta razón, deseo de buena gana el honorable título de obispo junto con la carga del obispo, aunque lo hago del mismo modo como deseo la muerte. Deseo el honor como medio para salvar más almas. Deseo la carga para mi propia salvación y para mostrar mi amor a Dios y a las almas. Deseo el oficio con el solo propósito de ser capaz de distribuir más generosamente los bienes de la iglesia a los pobres, para instruir almas más francamente, para instruir más audazmente a aquellos que están en error, para mortificar mi carne más completamente, para ejercitar auto-control más asiduamente como un ejemplo para los demás.'
Este canónigo prudentemente reprendió a su obispo en privado. No obstante, el obispo lo tomó mal y avergonzó al sacerdote en público, presumiendo imprudentemente de su propia competencia y moderación en todo. El canónigo, sin embargo, se entristeció con las faltas de decoro del obispo, soportó los insultos con paciencia. Pero el obispo ridiculizó la caridad y la paciencia del canónigo y habló tanto contra él que el canónigo fue culpado y se pensó ser un necio mentiroso, mientras el obispo era visto como si fuera justo y circunspecto.
A la larga, con el paso del tiempo, tanto el obispo como el canónigo fallecieron y fueron llamados al juicio de Dios. Ante su vista y ante la presencia de los ángeles, apareció un trono dorado con la mitra y la insignia de un obispo junto al mismo. Un gran número de demonios estaba siguiendo al canónigo, deseosos de encontrar alguna falta fatal en él. En cuanto al obispo, se sentían tan seguros de tenerle como siente una ballena sobre las crías que guarda vivas en su barriga entre las olas. Había muchas acusaciones lanzadas contra el obispo; por qué y con qué intención había tomado el oficio de obispo, por qué se enorgulleció con los bienes que eran intencionados para las almas, sobre la manera en la que guió las almas que le fueron encomendadas, de qué manera había respondido a la Gracia que Dios le había concedido.
Cuando el obispo no pudo dar una respuesta justa a los cargos, el juez contestó: 'Pon excremento sobre la cabeza del obispo en vez de una mitra y brea en sus manos en vez de guantes, barro en sus pies en vez de sandalias. En vez de una camisa de obispo y una prenda de lino ponle los harapos de una prostituta. Haz que tenga desgracia en vez de honor. En vez de un fila de sirvientes, haz que tenga una turba furiosa de demonios.' Entonces el juez añadió: 'Pon una corona tan radiante como el sol sobre la cabeza del canónigo, guantes dorados en sus manos, coloca zapatos en sus pies. Déjale ponerse las ropas de obispo con todo honor.' Vestido con su atuendo episcopal, rodeado por la corte celestial, fue presentado al juez como un obispo al que se le da honor. El obispo, sin embargo, se marchó como un ladrón con una cuerda alrededor de su cuello. A la vista de él, el juez apartó sus misericordiosos ojos tal como lo hicieron todos sus santos con él.
Ésta es la manera en la cual muchas personas, mediante sus buenas intenciones y en un sentido espiritual, alcanzan el rango de honor desdeñado por aquellos que fueron llamados al miso en el sentido físico. Todas estas cosas tuvieron lugar instantáneamente ante Dios, aunque, por tu bien, fueron actuadas con palabras, pues mil años son como una simple hora ante Dios. Sucede cada día que, así como muchos obispos y gobernantes no quieren tener el oficio para el cual fueron llamados, Dios elige para sí pobres sacerdotes y asistentes parroquiales quienes, viviendo de acuerdo a su mejor conciencia, estarían contentos, si pudieran, de ser de beneficio a las almas por la gloria de Dios y hacen lo que pueden. Por esta razón, ellos tomarán los lugares preparados para los obispos. Dios es como un hombre que cuelga una corona dorada a la puerta de su casa y grita a los transeúntes: '¡Cualquiera de cualquier nivel social puede ganar esta corona! La obtendrá aquel que está más noblemente vestido en virtud.' Has de saber que si obispos y gobernantes son sabios en sabiduría mundana, Dios es más sabio que ellos en un sentido espiritual, pues eleva al humilde y no da su aprobación al orgulloso. Has de saber, también, que este canónigo elogiado no tuvo que preparar su caballo cuando se marchó a predicar o realizar sus obligaciones, ni tuvo que encender el fuego cuando estaba a punto de comer.
No, él tuvo sirvientes y los medios que necesitaba para vivir de una manera razonable. Tenía dinero, también, aunque no para su propio uso avariento, pues ni siquiera si hubiera tenido toda la riqueza del mundo, habría dado un solo céntimo para convertirse en obispo. Pero ni por todo el mundo se habría negado a ser obispo, si era la voluntad de Dios. Entregó su voluntad a Dios, listo para ser honrado por el honor a Dios y listo para humillarse por amor y temor de Dios.”
Palabras de Ambrosio a la novia sobre la oración de buenas personas por la gente; los gobernantes del mundo y de la iglesia son comparados a timoneros, mientras que el orgullo y el resto de los vicios son comparados a tormentas, y el pasaje hacia la verdad es comparado a un cielo; también, sobre la vocación espiritual de la novia.
Capítulo 5
“Está escrito que los amigos de Dios una vez clamaron pidiendo a Dios que desgarrase los cielos y descendiese a liberar a su pueblo de Israel. En estos días, también, los amigos de Dios claman diciendo: 'Amabilísimo Dios, vemos a innumerables personas perecer en tormentas peligrosas, pues sus timoneros son avaros y están siempre deseosos de atracar en aquellos países donde creen que conseguirán un mayor beneficio. Ellos conducen al pueblo a lugares donde hay una tremenda marejada de olas, mientras la misma gente no conoce ningún puerto seguro. Así que esta incontable gente está por lo tanto en horrible peligro y muy pocos de ellos alcanzarán jamás su propio puerto. Os suplicamos, Rey de toda gloria, ilumina amablemente el puerto para que tu gente pueda escapar a su peligro, no teniendo que obedecer a los malvados timoneros, más bien ser conducidos al puerto por tu bendita luz.' Por estos timoneros me refiero a todos aquellos que ejercen poder material o poder espiritual en el mundo. Muchos de ellos aman tanto su propia voluntad que no les importan las necesidades de las almas a su cargo ni las feroces tormentas del mundo, ya que ellos están por su propia libre voluntad atrapados en las tormentas del orgullo, la avaricia y la impureza. La desdichada población imita sus acciones, pensando que están sobre un buen camino. De este modo los gobernantes se llevan a sí mismos y a los que a ellos están sujetos a la perdición al seguir todos y cada uno de sus deseos egoístas. Por el puerto me refiero al pasadizo hacia la verdad. Para muchas personas este pasadizo y se ha vuelto tan oscuro que cuando alguien les describe cómo llegar al puerto de su patria celestial por medio del sagrado evangelio de Cristo, entonces le llaman mentiroso y en su lugar siguen las maneras de aquellos que se deleitan en todos y cada uno de los pecados, en vez de confiar en las palabras de aquellos que predican la verdad del evangelio. Por la luz solicitada por los amigos de Dios quiero decir una divina revelación hecha en el mundo con el propósito de que el amor de Dios pueda ser renovado en los corazones humanos y su justicia no sea olvidada ni desatendida. Por tanto, a causa de su misericordia y de las oraciones de sus amigos, le ha complacido a Dios llamarte en Espíritu Santo con objeto de que espiritualmente puedas ver, oír, y entender y así puedas revelar a otros lo que oigas en Espíritu de acuerdo con la voluntad de Dios.”
Palabras de Ambrosio a la novia ofreciendo una alegoría sobre el hombre, su esposa y su sirvienta, y sobre cómo este adúltero simboliza un malvado obispo mientras que su esposa simboliza a la iglesia y su sirvienta al amor hacia este mundo, y sobre la severa sentencia de aquellos más apegados al mundo que a la iglesia.
Capítulo 6
“Soy el Obispo Ambrosio. Estoy apareciéndome a ti y hablándote en alegoría porque tu corazón es incapaz de recibir un mensaje espiritual sin comparación física alguna. Había una vez un hombre cuya esposa legítimamente casada era encantadora y prudente. Sin embargo, a él le gustaba más la sirvienta que su esposa. Esto tuvo tres consecuencias. La primera es que las palabras y los gestos de la sirvienta le deleitaban más que los de su esposa. La segunda es que vestía a la sirvienta con finas ropas sin que le importara que su esposa estuviese vestida con harapos comunes. La tercera es que estaba acostumbrado a pasar nueve horas con la sirvienta y sólo la décima hora con su esposa. El pasó la primera hora al lado de la sirvienta, disfrutando al contemplar su belleza. Pasó la segunda hora durmiendo en sus brazos. Pasó la tercera hora alegremente haciendo labores manuales para el confort de la sirvienta.
Pasó la cuarta hora tomando un descanso físico con ella tras su arduo trabajo. Pasó la quinta hora inquieto mentalmente, preocupándose sobre cómo proveer por ella. Pasó la sexta hora descansando con ella, viendo ahora que ella aprobaba totalmente lo que él había hecho por ella. A la hora séptima el fuego de la lujuria carnal entró en él. Pasó la octava hora satisfaciendo su vehemente lujuria con ella. A la novena hora descuidó ciertas tareas que, sin embargo, le habría gustado llevar a cabo. Pasó la décima hora ejecutando algunas tareas que no le apetecía hacer. Y sólo durante esta hora permaneció con su esposa. Uno de los parientes de su esposa vino al adúltero y le reprochó fuertemente, diciendole: 'Vuelve el afecto de tu mente hacia tu esposa legítimamente casada. Ámala y vístela como le corresponde, y pasa nueve horas con ella y sólo la décima hora con la sirvienta. Si no, estate atento, porque morirás de una horrible y repentina muerte.'
Por el adúltero me refiero a alguien que ostenta el oficio de obispo por el bien de proveerle a la iglesia, pero, a pesar de ello, lleva una vida adúltera. Él se ha unido a la santa iglesia en unión espiritual para que sea su novia más querida, pero retira su afecto de ella y ama al servil mundo mucho más que a su noble dama y novia. De este modo, hace tres cosas. Primero, se regocija más de fraudulenta adulación del mundo que de una obediente disposición hacia la santa iglesia. Segundo, ama los adornos mundanos, pero le preocupa poco la falta de adorno material o espiritual de la iglesia. Tercero, pasa nueve horas en el mundo y sólo una de las diez en la santa iglesia. De acuerdo con esto, pasa la primera hora en buen ánimo, contemplando la belleza del mundo con deleite.
Pasa la segunda hora durmiendo dulcemente en los brazos del mundo, esto es, entre sus altas fortificaciones y la vigilancia de sus ejércitos, felizmente confiado de poseer seguridad física a causa de estas cosas. Pasa la tercera hora haciendo animadamente labores manuales por el bien de la ventaja mundana, para que pueda obtener el disfrute físico del mundo. Pasa la cuarta hora tomando alegremente un descanso físico después de su arduo trabajo, ahora que tiene suficientes medios. Pasa la quinta hora inquieto en su mente de diferentes maneras, preocupándose sobre cómo puede parecer ser sabio en asuntos mundanos.
Durante la sexta hora experimenta una agradable tranquilidad de mente, viendo que las gentes mundanas en todo lugar aprueban lo que ha hecho. En la hora séptima oye y ve los placeres mundanos y con disposición abre su lujuria a ellos. Esto causa que un fuego arda impaciente e intolerablemente en su corazón. En la octava hora lleva a cabo en acto lo que antes había estado meramente en su ardiente deseo. Durante la novena hora omite descuidadamente ciertas tareas que había querido hacer sólo por motivos mundanos, para no ofender a aquellos por los cuales siente un simple afecto natural. En la hora décima él a desgana ejecuta unas pocas buenas obras, temeroso de que pueda ser encontrado en desdén y gane una mala reputación o reciba una dura sentencia severa si por alguna razón enteramente descuida hacerlas.
Está acostumbrado a pasar únicamente su décima hora con la santa iglesia, haciendo lo que hace, no por amor sino por temor. Tiene miedo, desde luego, del castigo de los fuegos del infierno. Si él pudiera vivir para siempre en confort físico y con muchas posesiones mundanas, no se preocuparía de perder la felicidad del cielo. Por ello, juro por ese Dios que no tiene principio y que vive sin fin, y afirmo con certeza que, a menos que regrese pronto a la santa iglesia y pase nueve horas con ella y sólo la décima con la sirvienta, es decir, con el mundo – no por amarlo sino por poseer con renuencia la riqueza y honor de su oficio episcopal, y arreglando todo con humildad y razonablemente para la gloria de Dios – entonces la herida espiritual en su alma será tan grave – para hacer una comparación física – como la herida de un hombre golpeado tan terriblemente en la cabeza que su cuerpo entero está arruinado hasta las plantas de sus pies, con sus venas y músculos estallados, y sus huesos despedazados y la médula chorreando horriblemente en todas direcciones.
Tan severamente atormentado como parece el corazón en un cuerpo golpeado tan violentamente en su cabeza y las partes del cuerpo cercanas a la cabeza, que hasta las mismísimas plantas de sus pies duelen a pesar de estar más alejadas, igualmente torturada severamente aparecerá esa alma miserable que esté más cerca del estallido de la justicia divina, cuando en su conciencia se vea a sí misma siendo herida insoportablemente en todos lados.”
Las palabras de la Virgen a la novia comparando el obispo amante de lo mundano a fuelles llenos de aire o a un caracol echado en la mugre, y sobre la sentencia administrada a semejante obispo, que es totalmente lo opuesto al Obispo Ambrosio.
Capítulo 7
“Las Escrituras dicen: 'Aquel que ama a su propia alma en este mundo la perderá.' Ahora, este obispo amaba a su propia alma con todos sus deseos, y no había inclinaciones espirituales en su corazón. Bien podía ser comparado a los fuelles llenos de aire cercanos a una forja. Así como queda un resto de aire en los fuelles una vez que los carbones se han apagado y el metal rojo caliente está fluyendo, así también, aunque este hombre le ha dado a su naturaleza todo lo que ansía, perdiendo inútilmente su tiempo, todavía quedan en él las mismas inclinaciones como el aire en los fuelles. Su voluntad está inclinada al orgullo mundano y a la lujuria. A causa de estos vicios, ofrece una excusa y un ejemplo pecaminoso a las personas con corazones endurecidos quienes, desperdiciados en pecados, son arrojados al infierno.
Ésta no era la actitud del buen Obispo Ambrosio. Su corazón estaba lleno de la voluntad de Dios. Comía y dormía con moderación. Expulsaba el deseo de pecado y empleaba su tiempo útil y moralmente, bien podría ser llamado un fuelle de virtud. Curó las heridas del pecado con palabras de verdad. Inflamó a aquellos que se habían enfriado en el amor a Dios mediante el ejemplo de sus propias buenas obras. Refrescó a aquellos que se estaban quemando en deseo pecaminoso mediante la pureza de su vida. De este modo, ayudó a muchas personas a evitar entrar a la muerte del infierno, porque el amor divino permaneció en él todo el tiempo que vivió.
Este Obispo, por otro lado, es como un caracol que se reclina en su suciedad de origen y arrastra su cabeza por el suelo. De modo similar, este hombre se reclina y tiene su deleite en pecaminosa abominación, dejando que su mente sea arrastrada a lo mundano antes que al pensamiento de la eternidad. Yo le haría reflexionar sobre tres cosas: primero, la manera en la que ha ejercido su ministerio sacerdotal. Segundo, el significado de esta frase del evangelio: 'Visten pieles de oveja pero por dentro son como lobos rabiosos.' Tercero, la razón por la cual su corazón arde por las cosas temporales pero es frío hacia el Creador de todas las cosas.”
Las palabras de la Virgen a la novia acerca de su propia perfección y excelencia, y sobre los desmesurados deseos de los profesores modernos y sobre su falsa respuesta a la pregunta cuestionada a ellos por la gloriosa Virgen.
Capítulo 8
La Madre habla: “Yo soy la mujer que ha estado siempre en el amor de Dios. desde mi infancia estuve enteramente en la compañía del Espíritu Santo. Si quieres un ejemplo, piensa en cómo crece una nuez. Su cáscara externa crece y se ensancha, mientras que su semilla interior también se ensancha y crece, de manera que la nuez está siempre llena y no hay espacio en ella para nada extraño. De la misma manera, también, estaba yo llena del Espíritu Santo desde mi infancia. A medida que mi cuerpo crecía y yo me hacía mayor, el Espíritu Santo me llenó con tanta abundancia que no dejó espacio en mí para que entrase ningún pecado. Así, soy aquella que nunca cometió pecado venial ni mortal. Estoy tan inflamada del amor a Dios que no me gusta nada más que llevar a cabo la voluntad de Dios, porque el fuego del amor divino ardió en mi corazón.
Dios, bendito sobre todas las cosas para siempre, quien me creó mediante Su poder y me llenó del poder de Su Espíritu Santo, tuvo un ardiente amor por mí. En el fervor de Su amor me envió a Su mensajero y me dio a entender Su decisión de que yo debería convertirme en la Madre de Dios. Cuando entendí cuál era la voluntad de Dios, entonces, a través del fuego de amor que guardaba en mi corazón hacia Dios, una palabra de verdadera obediencia al instante salió de mis labios, y di esta respuesta al mensajero, diciendo: 'Sea hecho en mí según tu palabra.' En ese mismo instante la Palabra se hizo carne en mí. El Hijo de Dios se convirtió en mi hijo.
Nosotros dos tuvimos un hijo que es a la vez Dios y hombre, como yo soy a la vez Madre y Virgen. Tan pronto como mi Hijo Jesucristo, verdadero Dios y el más sabio de los hombres, estuvo en mi seno, recibí tan grandiosa sabiduría a través de Él que no sólo podía entender el saber y la ciencia de los eruditos, sino también incluso podía conocer si sus corazones eran sinceros, si sus palabras procedían del amor a Dios o de mera inteligencia erudita. Por tanto, tú que oyes mis palabras deberías decirle a ese erudito que tengo tres preguntas para él: primero, si desea ganar el favor y la amistad del obispo en un sentido corporal más de lo que desea presentar el alma del obispo a Dios en un sentido espiritual. Segundo, si su mente se regocija más en poseer una gran cantidad de florines o en no poseer ninguno. Tercero, cuál de las siguientes dos opciones prefiere: ser llamado erudito y tomar su asiento entre los rangos honrados por el bien de la gloria mundana o ser llamado un simple hermano y tomar su asiento entre los modestos.
Déjale considerar estas tres preguntas cuidadosamente. Si su amor por el obispo es más corporal que espiritual, entonces prosigue que le dice cosas que al obispo le gusta escuchar en vez de prohibirle que haga todas las cosas pecaminosas que le gusta hacer. Si es más feliz de poseer muchos florines en vez de ninguno, entonces él ama las riquezas más que la pobreza. Él entonces da la impresión de aconsejar a sus amigos que adquieran tanto como puedan en lugar de abandonar alegremente aquello de lo que ellos pueden prescindir. Si, por el bien de la gloria mundana prefiere su reputación erudita y sentarse en un asiento de honor, entonces ama el orgullo más que la humildad y, por tanto, aparece ante Dios más como un asno que como un erudito. En ese caso él está rumiando paja vana, que es lo mismo que el conocimiento erudito sin caridad, y él no tiene el trigo fino de la caridad, pues la caridad divina nunca puede crecer fuerte en un corazón orgulloso.”
Después que el erudito se había excusado con la excusa de que tenía un mayor deseo de presentar el alma del obispo a Dios en un sentido espiritual y que preferiría no tener florines y, en tercer lugar, que no le preocupaba el título de erudito, la Madre dijo nuevamente: “Yo soy aquella que oyó la verdad de los labios de Gabriel y creyó sin dudar. Es por esto que la Verdad tomó para sí carne y sangre de mi cuerpo y permaneció en mí.
Dí nacimiento a la misma Verdad que era en sí misma tanto Dios como hombre. Puesto que la Verdad, que es el Hijo de Dios, quiso venir a mí y morar en mí y ser nacido de mí, sé enteramente bien si las personas tienen verdad en sus labios o no. Le hice al erudito tres preguntas. Habría aprobado su respuesta, si hubiera habido verdad en sus palabras. Sin embargo, no había verdad en ellas. Por eso, le daré tres advertencias. La primera es que hay algunas cosas que él ama y desea en este mundo pero que no obtendrá en absoluto. La segunda es que él pronto perderá el objeto que tiene alegría mundana en poseer. La tercera es que los pequeños entrarán en el cielo. Los grandes serán dejados afuera, porque la puerta es estrecha.”
Las palabras de la Virgen a la novia sobre aquellos que pueden ver y oír y demás, escapan de los peligros por virtud de la luz del sol y demás, pero suceden peligros a aquellos que son ciegos y sordos y demás.
Capítulo 9
La Madre habla: “Aunque un hombre ciego no lo vea, aún así el sol brilla claramente en esplendor y belleza incluso cuando está cayendo por un precipicio. Los viajeros que tienen una vista clara están agradecidos por la luz diáfana que les ayuda a evitar los peligros de su viaje. Aunque el hombre sordo no la oye, aún así la violenta avalancha viene a estrellarse terriblemente sobre él desde lo alto, pero aquel que puede oírla llegar escapa a lugares más seguros. Aunque el hombre muerto no puede saborearla mientras yace pudriéndose entre gusanos, aún así una buena bebida sabe dulce. Un hombre vivo puede sorberla y estar feliz de corazón, sintiéndose envalentonado por cualquier acto valiente.”
La Virgen habla a su hija, ofreciendo certeza sobre las palabras dichas a ella; y sobre el peligro y el colapso que se aproxima a la iglesia, y sobre cómo, desafortunadamente, los supervisores de la iglesia se dedican grandemente hoy en día a una vida de libertinaje y avaricia y desperdician los bienes de la iglesia en su orgullo, y cómo la ira de Dios se incita en contra de los que así son.
Capítulo 10
La Madre habla: “No temas las cosas que estás a punto de ver, pensando que vienen del espíritu maligno. Así como la luz y el calor acompañan al sol que se aproxima pero no siguen a una oscura sombra, de la misma manera dos cosas acompañan la venida del Espíritu Santo al corazón: un ardiente amor hacia Dios y la completa iluminación de la santa Fe. Tú estás experimentando estas dos cosas ahora. Estas dos no siguen al demonio a quien podemos asemejar a una sombra oscura. Por ello, manda mi mensajero al hombre que te mencioné. Aunque conozco su corazón y se cómo responderá, así como el final inminente de su vida, aún así tú debes enviarle el siguiente mensaje.
Querría que él supiera que los cimientos de la Santa Iglesia están tan gravemente deteriorados por su lado derecho que su tejado abovedado tiene muchas grietas en la cima, y que esto provoca que las piedras caigan tan peligrosamente que muchos de los que pasan por debajo de él pierden sus vidas. Varias de las columnas que deberían estar en pie erectas están casi al nivel del suelo e incluso el piso está tan lleno de agujeros que cuando las personas ciegas entran ahí tienen peligrosas caídas. A veces incluso sucede que, junto con los ciegos, las personas con buena vista tienen malas caídas a causa de los agujeros peligrosos del piso. Como resultado de todo esto, la Iglesia de Dios está tambaleándose peligrosamente, y si está tambaleándose tanto, ¿qué aguarda después si no su colapso?
Te aseguro que si no se le ayuda con reparaciones, su colapso será tan grande que se oirá a lo largo y ancho de la Cristiandad. Yo soy la Virgen en cuyo seno el Hijo de Dios condescendió a entrar, sin la menor huella de contagio de lujuria carnal. El Hijo de Dios nació de mis seno cerrado, dándome consuelo pero ningún dolor en absoluto. Estuve ahí al lado de la Cruz cuando Él, victorioso, superó el infierno a través de su paciente sufrimiento y abrió el cielo con la sangre de su corazón. Yo estaba también en la montaña cuando el Hijo de Dios, que es también mi Hijo, ascendió al cielo. Tengo el más claro conocimiento de la totalidad de la fe católica que él predicó y enseñó a todos los que querían entrar al cielo.
Yo soy aquella misma mujer, y ahora estoy sobre el mundo en continua oración, como un arco iris sobre las nubes que parece curvarse hacia la tierra y tocarla con sus dos extremos. Me veo a mí misma como un arco iris que se inclina tanto hacia los habitantes buenos como hacia los malvados de la tierra por medio de mis oraciones. Me inclino hacia la gente buena para que puedan ser firmes en los mandamientos de la Santa Iglesia, y me inclino hacia la gente malvada para que no añadan gravedad a su maldad y se hagan peores. Le haría saber al hombre que te he mencionado, que horribles y nauseabundas nubes se están levantando en una dirección en contra del arco iris reluciente. Por estas nubes me refiero a aquellos que llevan una vida de libertinaje carnal, aquellos que son tan insaciables como el abismo del océano en su avaricia por el dinero, y aquellos que arrogante e irracionalmente gastan sus medios en forma tan derrochadora como una corriente torrencial que vierte su agua.
Muchos de los supervisores de la iglesia son culpables de estas tres cosas, y sus horrendos pecados se elevan hasta el cielo a la vista de Dios, tan opuestos a mis plegarias como las nubes nauseabundas se oponen al arco iris reluciente. Los hombres que deberían estar aplacando la ira de Dios junto a Mí están, en cambio, provocando la ira de Dios contra ellos mismos. Tales hombres no deberían ser ascendidos en la iglesia de Dios. Yo, la Reina del Cielo, vendré en ayuda de cualquiera que, sabiendo su propia insuficiencia, esté deseoso de asumir la tarea de hacer estables los cimientos de la iglesia y restaurar la viña bendita que Dios fundó con su sangre, y, junto a los ángeles, erradicaré las raíces flojas y arrojaré todos los árboles sin fruto al fuego y sembraré brotes fructíferos en su lugar. Por esta viña me refiero a la iglesia de Dios en la cual las dos virtudes de humildad y caridad divina deben de ser restauradas.”
ANEXO
El Hijo de Dios habla de los nuncios apostólicos: “Habéis entrado en la compañía de gobernantes y vais a alzaros todavía más alto. Merecedor es aquel que trabaja para exaltar la humildad, pues el orgullo se ha alzado ya demasiado alto. Aquel que tiene caridad hacia las almas también recibirá los más altos honores, porque la ambición y la simonía prevalecen ahora entre muchas personas. Feliz aquel que intenta erradicar los vicios del mundo tanto como puede, porque el vicio ha crecido ahora de manera anormalmente intensa. Es también muy eficaz tener paciencia y orar por ello, pues, en los días de muchos que aún están vivos, el sol será desgarrado en dos, las estrellas serán arrojadas en confusión, la sabiduría se tornará insensata, los humildes en la tierra gemirán y los audaces prevalecerán. La comprensión e interpretación de estas cosas pertenece a los hombres sabios quienes saben cómo hacer lo rudo suave y proveer para el futuro.” La revelación precedente era para el cardenal de Albano quien era entonces un prior.
Las palabras confiadas de la novia a Cristo, y sobre cómo Juan el Bautista ofrece certeza a la novia de que es Cristo quien le habla, y sobre la felicidad del buen hombre rico, y sobre cómo un obispo imprudente es comparado a un mono a causa de su necedad y malvada vida.
Capítulo 11
La novia habló humildemente a Cristo en su oración diciendo: “Oh, mi Señor Jesucristo, tan firmemente creo en Ti que incluso si la serpiente se pusiese enfrente de mi boca, no entraría a menos que lo permitieras por mi propio bien.” Juan el Bautista respondió: “El que se te aparece es el verdadero Hijo de Dios por naturaleza, de quien yo mismo oí al Padre dar testimonio cuando dijo: 'Éste es mi Hijo.' De Él procede el Espíritu Santo que apareció sobre Él en forma de paloma cuando le estaba bautizando. Él es el hijo de la Virgen de acuerdo con la carne. Yo toqué su cuerpo con mis propias manos.
Cree firmemente en Él y entra en su vida. Él es el que ha mostrado el verdadero camino por el cual pobres y ricos pueden entrar en el cielo. Pero puedes preguntar, ¿cuál debe ser la disposición interior de una persona rica si va a entrar en el cielo, dado que Dios mismo ha dicho que es más fácil para un camello entrar por el ojo de una aguja que para un rico entrar en el cielo? A esto te respondo: un hombre rico que está dispuesto de tal manera que tiene miedo de tener cualesquiera bienes obtenidos ilícitamente, que está preocupado en no malgastar sus medios o contrariar la voluntad de Dios, quien guarda sus posesiones y los honran de mala gana y se separaría con gusto de ellos, que es perturbado por la pérdida de almas y el deshonor hacia Dios, y, aunque es obligado por los planes de Dios a poseer el mundo hasta cierto punto, permanece vigilante en lo que respecta al amor de Dios en cada una de sus intenciones, éste es el tipo de hombre rico que da fruto y con quien Dios es feliz y lo aprecia.
Este obispo, sin embargo, no es rico de esa manera. Es como un mono con cuatro rasgos distintivos. El primero es un disfraz que ha sido hecho para él que le cuelga y esconde su torso pero deja sus partes íntimas completamente expuestas. El segundo es que toca cosas apestosas con sus dedos y se los lleva a la boca. El tercero es que tiene cara de humano, aunque el resto de su color y apariencia es la de un animal salvaje. El cuarto es que, aunque tiene ambas manos y pies, pisotea la suciedad con sus manos y dedos. Ese obispo necio es como un mono, curioso acerca de la vanidad del mundo, demasiado deformado para cualquier acción que merezca elogio.
Viste un disfraz, esto es, su ordenación episcopal, que es honorable y preciosa a la vista de Dios, pero sus partes íntimas desnudas están expuestas, pues la frivolidad de su carácter y su lujuria carnal son mostrados a los demás y traen ruina a las almas. Esto va contra lo que aquel noble caballero dice acerca de cómo a las partes más vergonzosas de un hombre se les da el mayor honor, queriendo decir mediante esto que los instintos animales de los sacerdotes deben ser escondidos con buenas obras, de manera que los débiles no se escandalicen a causa de su ejemplo.
Un mono también toca y olfatea cosas malolientes. ¿Qué haces con un dedo si señalas algo que has visto, como cuando yo contemplé a Dios en su naturaleza humana y señalé hacia Él con mi dedo, diciendo, 'Contemplad al Cordero de Dios'? ¿Qué son los dedos de un obispo sino sus virtudes dignas de elogio a través de las cuales él debería señalar la justicia y caridad de Dios? Pero, en su lugar, las acciones de este hombre señalan el hecho de que es de nacimiento noble y rico, mundanamente sabio y fastuoso con su dinero ¿Qué es esto sino tocar podredumbre maloliente con sus dedos? ¿Es acaso glorificarse de la carne o de una gran casa más que glorificarse de sacos inflados? Un mono tiene una cara humana pero parece un animal salvaje en otros aspectos.
Este hombre, también, posee un alma estampada con el sello de Dios pero deformada mediante su propia avaricia. En el cuarto lugar, así como un mono toca y revuelve la suciedad con sus pies y manos, así también este hombre codicia las cosas de la tierra en sus apetitos y acciones, apartando su rostro del cielo y bajándola a la tierra como un animal abstraído. ¿Aminora un hombre como ése la ira de Dios? No, en absoluto, él más bien provoca la justicia de Dios contra sí mismo.”
ANEXO
La siguiente revelación fue hecha sobre el legado de un cardinal durante el año jubileo. El Hijo de Dios habla: “Oh, orgulloso polemista, ¿en dónde está tu pompa, dónde está tu ecuestre finura ahora? No querías entender mientras eras honrado. Es por esto que ahora has caído en deshonor. Responde entonces a mi pregunta, aunque yo sé todas las cosas, mientras esta novia está escuchando.” E inmediatamente fue como si apareciese una persona increíblemente deformada, temblando y desnuda. El juez le dijo: “Oh, alma, enseñaste que el mundo y sus riquezas deberían ser rechazados. ¿Por qué, entonces, los seguiste?”
El alma respondió: “porque su mugrienta fetidez me olía mejor que tu dulce fragancia.” Y tan pronto como dijo esto, un demonio vertió una vasija de azufre y veneno en el alma. De nuevo el juez habló: “Oh, alma, fuiste escogida para ser una lámpara relumbrante para las personas, ¿por qué no brillaste con la palabra y el ejemplo?” El alma respondió: “porque tu amor había sido eliminado de mi corazón. Vagué como alguien que ha perdido su memoria y como un vagabundo, mirando las cosas del presente y no pensando en el futuro.” Cuando esta alma dijo esto, fue privada de la luz de sus ojos. El demonio que había sido visto presente dijo: “Oh, juez, esta alma es mía. ¿Qué haré?” El juez dijo: “Púrgala y escudríñala como en un lagar hasta que el consejo sea celebrado, en el cual los argumentos tanto de amigos como de enemigos serán discutidos.”
La novia habla a Cristo, elevando oraciones por el obispo previamente mencionado, y sobre las respuestas que Cristo, la Virgen, y Santa Inés dieron a la novia.
Capítulo 12
“Oh, mi Señor, sé que nadie puede entrar en el cielo a menos que sea atraído por el Padre. Por tanto, Padre amabilísimo, atrae a este obispo afligido a Ti. Y Tú, Hijo de Dios, ayúdale si se esfuerza. Y Tú, Espíritu Santo, llena a este frío y vacío obispo de tu amor.”
Dios Padre responde: “Si aquel que atrae algo es fuerte pero el objeto atraído es demasiado pesado, su esfuerzo se agota enseguida y se convierte en nada. Además, si el que es atraído está vendado, no puede ayudarse a sí mismo ni a la persona que lo atrae. Si el atraído es sucio, entonces es repugnante al que lo atrae y toma contacto con él. La actitud de este obispo es como la de un hombre que está en la bifurcación de un camino intentando decidir qué vía tomar.”
La novia respondió: “Oh, mi Señor, ¿no está escrito que nadie permanece quieto en esta vida sino que avanza sea hacia aquello que es mejor, sea hacia aquello que es peor?” El Padre respondió: “ambas cosas podrían decirse aquí, dado que este hombre está, como si fuera, entre dos caminos, uno de alegría y otro de pena. El horror del castigo eterno le incomoda, y preferiría obtener la alegría del cielo. Sin embargo, piensa que el camino que conduce a la alegría es demasiado escabroso de emprender. Pero ciertamente comienza a caminar cuando va tras objetos que desea fervientemente.”
La bendita Inés habla: “La actitud de este obispo es como la de un hombre que está ante dos caminos. Sabía que uno de ellos era estrecho al principio pero delicioso al final: sabía que el otro era agradable por un poco pero acababa en un abismo sin fondo de angustia. A medida que el viajero pensaba sobre estos dos caminos, se sentía más atraído por el camino que era agradable al comienzo. Sin embargo, puesto que tenía miedo del abismo sin fondo, se le ocurrió el siguiente pensamiento. Dijo: 'Debe de haber un atajo en el camino placentero. Si lo encuentro, puedo ir seguro por largo tiempo, y cuando llegue al abismo que hay al final, si encuentro el atajo, nada me dañará.' Así que caminó seguro a lo largo del camino, pero cuando llegó al abismo sufrió una caída terrible al mismo, pues no había hallado el atajo que estaba esperando.
Hoy en día hay mucha gente con la misma idea que este hombre. Ellos piensan para sí mismos como sigue. Dicen: 'Es agobiante tomar el camino estrecho. Es duro dejar nuestra propia voluntad y nuestros privilegios.' De esta manera colocan una falsa y peligrosa confianza en sí mismos. Dicen: 'El camino es largo. La misericordia de Dios es grande. El mundo es agradable y fue hecho para el placer. No hay nada que impida que yo haga uso del mundo como yo deseo por un tiempo, pues pretendo seguir a Dios al final de mi vida. Después de todo, hay una especie de atajo desde el sendero de lo mundano que es la contrición y la confesión. Si puedo arreglármelas con eso, seré salvado.'
El pensamiento de que una persona puede mantenerse deseando pecar hasta el final de su vida y después ir a confesión es una esperanza muy débil, porque ellos caen en el abismo mucho antes de lo que esperan. A veces, también, sufren tal dolor y una muerte tan repentina que son completamente incapaces de arrepentirse de una manera fructífera. Eso se merecen. Pues, cuando tuvieron la oportunidad, no quisieron prever los males venideros, sino que arbitrariamente marcaron el tiempo de la misericordia de Dios bajo su propia definición. No hicieron resolución alguna de no pecar mientras pudieron continuar disfrutando el pecado. De la misma manera, también, este obispo estaba frente a estos dos caminos. Ahora, sin embargo, él está aproximándose al camino más placentero de la carne. Ahora digamos que tiene tres páginas colocadas ante él para leer.
Lee la primera página una y otra vez con placer, pero lee la segunda sólo de vez en cuando y sin placer en absoluto, mientras que lee la tercera sólo rara vez y lo hace con tristeza. La primera página representa la riqueza y privilegios en los que se deleita. La segunda es el miedo al infierno (Gehenna) y el juicio venidero que le está incomodando. La tercera es el amor y el temor filial de Dios que él rara vez persigue. Si tomara a corazón todo lo que Dios ha hecho por él o cuánto le ha prodigado, el amor de Dios nunca se extinguiría de su corazón.”
La novia respondió: “Oh Señora, ruega por él.” Y entonces la bendita Inés dijo: “¿Cuál es el papel de la justicia sino juzgar y cuál es el papel de la misericordia sino alentar?” La Madre de Dios habla: “Al obispo se le dirá esto: aunque Dios puede hacer todo, la cooperación personal de un hombre es también necesaria si pretende evitar el pecado y ganar el amor de Dios. Hay tres medios de evitar el pecado y tres medios de obtener el amor de Dios. Los tres por medio de los cuales se evita el pecado son: perfecta penitencia; segundo, la intención de no querer cometer el pecado otra vez; tercero, mejorar la propia vida de acuerdo al consejo de aquellos que uno sabe han abandonado el mundo. Los tres medios que funcionan juntos para ganar el amor de Dios son la humildad, la misericordia y el esfuerzo de amar. Quienquiera que reza un solo Padrenuestro por ganar el amor de Dios pronto experimentará el efecto del amor de Dios acercándose a él.
Sobre el otro obispo, sobre el cual estaba hablando contigo anteriormente, debo decir en conclusión que el abismo parece muy ancho para que él lo salte, los muros demasiado altos para escalar, los barrotes demasiado fuertes para romper. Yo estoy aquí esperándole, pero él vuelve su cabeza lejos hacia las actividades de tres grupos de personas que le entretiene ver. El primer grupo es un coro danzante. Él les dice: 'me gusta escucharos, ¡esperadme!' El segundo grupo está envuelto en especulación. Él les dice: 'quiero ver lo que vosotros veis – disfruto mucho esas cosas.' El tercer grupo está divirtiéndose y relajándose en calma, y él quiere disfrutar el privilegio y relajarse con ellos Ser un coro danzante en el mundo no significa otra cosa sino pasar de un efímero deleite a otro, de un deseo a otro. Estar y especular no significa otra cosa sino apartar el alma de la divina contemplación y pensar sobre recoger y distribuir bienes temporales. Relajarse en calma no significa sino relajar el cuerpo. Mientras miraba estas tres multitudes, el obispo ha escalado una alta montaña pero él no se preocupa de las palabras que le he mandado, ni hace caso de las condiciones de mi mensaje que son que, si mantiene su promesa, Yo también cumpliré la mía.”
La novia responde: “¡Oh, gentil Madre, no lo abandones!” La Madre le dice: “No lo abandonaré hasta que el polvo regrese al polvo. Más aún, si él rompe y atraviesa los barrotes, vendré a su encuentro como una sirvienta y le ayudaré como una madre.” Y la Madre añadió: “¿Estás tú, hija, pensando cuál habría sido la recompensa del canónigo de Orleans, si su obispo hubiera sido convertido? Te responderé: ves cómo la tierra da la hierba y las flores de diferentes especies y clases. Del mismo modo, también, si cada persona hubiera permanecido probo en su propia estación desde el principio del mundo, todos habrían recibido una gran recompensa, por cuanto todos los que están en Dios habrían ido de un deleite al siguiente, no por cualquier sentido de tedio en su placer, sino porque su placer se hace cada vez mayor y su indescriptible alegría es renovada continuamente.”
EXPLICACIÓN
Éste era el obispo de Växjö. Cuando él estaba en Roma, estuvo muy preocupado sobre su regreso. Se oía en su espíritu: “Dile al obispo que su retraso es más útil que su prisa. Aquellos en su compañía que han ido delante de él le seguirán. Es por esto que cuando regrese a su país, encontrará que mis palabras son ciertas.” Ésta es la manera en que todo sucedió. A su regreso, encontró al rey capturado y el reino entero en protesta. Aquellos en su compañía que habían ido delante de él fueron detenidos en el camino por largo tiempo y llegaron después que él. “Has de saber también que la dama que está en compañía del obispo retornará segura pero no morirá en su país natal.” Y por eso resultó que, por segunda vez ella fue a Roma, y murió y fue enterrada allí.
SOBRE el MISMO OBISPO
Cuando Lady Brígida bajó del Monte Gargano a la ciudad de Mafredonia en el reino de Sicilia, el mismo obispo estaba en su compañía. En la montaña sucedió que él tuvo una caída tan mala de su caballo que se rompió dos costillas. Cuando la dama estaba a punto de salir hacia San Nicolás de Bari por la mañana, él la llamó a sí diciendo: “Señora, es tan difícil para mí quedarme aquí sin ti. Es también una carga que seas retrasada por causa mía, especialmente dados los asaltos que acontecen. ¡Te pido,” dijo, “por el amor a Jesucristo, que reces a Dios por mí y toques con tu mano mi costado dolorido!
Confío en que mi dolor será aminorado a través del toque de tus manos.” Con lágrimas en los ojos, ella respondió con compasión: “Señor, no me considero nada, porque soy una gran pecadora a la vista de Dios. Pero recémosle todos a Dios y Él responderá a tu fe.” Ellos oraron, y cuando ella se levantó tocó el costado del obispo, diciendo: “Que el Señor Jesucristo te cure.” Inmediatamente el dolor desapareció. Y el obispo se levantó y la siguió todo el camino de vuelta a Roma.
Palabras de la Madre a la hija en las que las palabras y obras de Cristo son explicadas y maravillosamente descritas como un tesoro, su divina naturaleza como un castillo, el pecado como barrotes, las virtudes como muros, y la belleza del mundo y el deleite de la amistad como dos fosos, y sobre cómo debe comportarse un obispo con respecto al cuidado de las almas.
Capítulo 13
La Madre habla a la novia de su Hijo, diciendo: “Este obispo me reza en su amor, y, por esa razón, él debería hacer lo que más me agrada. Hay un tesoro del cual tengo conocimiento que quienquiera que lo posee nunca será pobre, quienquiera que lo vea nunca conocerá aflicción y muerte, y quienquiera que lo desee alegremente recibirá cualquier cosa que desee. El tesoro está guardado en un fuerte castillo tras cuatro barrotes. Fuera del castillo se alzan altos muros grandes y anchos. Más allá de los muros hay dos amplios y profundos fosos. Y por eso pido al obispo que salte sobre los dos fosos de un solo salto, y escale los muros de un solo brinco, y rompa los barrotes con un solo golpe y entonces me traiga lo que más me agrada.
Yo te diré ahora el significado de todo esto. Cuando tú usas la palabra 'tesoro,' te refieres a algo que es raramente usado o cambiado de sitio. En este caso, el tesoro son las preciosas palabras de mi muy amado Hijo y las obras que Él hizo durante y antes de su Pasión, junto a los milagros que llevó a cabo cuando la Palabra se hizo carne en mi cuerpo y que continúa haciendo cuando, con una palabra de Dios, el pan sobre el altar se convierte a diario en esa misma carne. Todas estas cosas son un precioso tesoro que se ha desatendido y olvidado tanto que pocas personas hay que lo recuerdan o extraen algún provecho de Él. Sin embargo, el glorioso cuerpo de Dios mi Hijo va a encontrarse en un castillo fortificado, esto es, en la fortaleza de su divina naturaleza. Así como un castillo es una defensa contra los enemigos, igualmente la fortaleza de la naturaleza divina de mi Hijo es una defensa para el cuerpo contra su naturaleza humana, por eso ningún enemigo puede dañarle. Los cuatro barrotes son cuatro pecados que excluyen a muchas personas de la participación en el cuerpo de Cristo y de la bondad de la fortaleza del cuerpo de Cristo.
El primer pecado es el orgullo junto con el deseo de honores mundanos. El segundo es el deseo de posesiones mundanas. El tercero es la repulsiva lujuria que llena el cuerpo desmedidamente, y su satisfacción totalmente repulsiva. El cuarto es la ira y envidia y la negligencia sobre la propia salvación. Muchas personas sienten un amor excesivo hacia estos cuatro pecados y habitualmente los poseen, lo que los aleja mucho de Dios. Ellos ven y reciben el cuerpo de Dios, pero sus almas están tan lejos de Dios como los ladrones lo están cuando el camino hacia lo que quieren robar está bloqueado por fuertes barrotes.
Es por esto que dije que él debe romper los barrotes con un solo soplido. El soplido simboliza el celo por las almas con el cual un obispo debe destrozar a los pecadores a través de actos de justicia hechos por el amor de Dios, en vistas a que, una vez que los barrotes del vicio hayan sido quebrados, el pecador pueda alcanzar el precioso tesoro. Aunque él no pueda aniquilar a cada pecador, debe hacer lo que pueda y lo que debe hacer, especialmente por aquellos que están bajo su cuidado, sin exceptuar grandes ni pequeños, vecino ni pariente, amigo ni enemigo. Esto es lo que hizo Santo Tomás de Inglaterra. Él sufrió mucho en honor a la justicia y se encontró con una amarga muerte al final, y todo porque no se abstuvo de sacudir cuerpos con la justicia de la iglesia para que las almas pudieran soportar menos sufrimiento.
Este obispo debe imitar el modo de vida de Tomás, para que todo el que le oiga pueda entender que él odia sus propios pecados así como los de las otras personas. El golpe del celo divino será entonces escuchado por todos los cielos ante Dios y sus ángeles. Muchas personas serán entonces convertidas y enmendarán sus caminos, diciendo: 'Él no nos odia a nosotros sino a nuestros pecados.' Ellos dirán: 'Arrepintámonos y nos convertiremos en amigos tanto de Dios como del obispo.'
Los tres muros que rodean el castillo son tres virtudes. La primera virtud es abandonar los placeres carnales y cumplir la voluntad de Dios. La segunda es preferir sufrir reproches y maldiciones en honor de la verdad y de la justicia antes que obtener honores y posesiones mundanos mediante el disimulo de la verdad. La tercera es estar listo para renunciar tanto a la vida como a las posesiones en honor de la salvación de cualquier cristiano. Sin embargo, mira lo que la gente hace hoy en día. Ellos creen que estos muros son demasiado altos para ser escalados de alguna manera.
Del mismo modo, ni sus corazones ni sus almas se aproximan al glorioso Cuerpo con constancia alguna, porque están lejos de Dios. Por esto le dije a mi amigo que escalase los muros de un solo salto. Un salto es a lo que tú te refieres cuando los pies se mantienen separados para que el cuerpo se mueva rápidamente. Un salto espiritual es similar, ya que cuando el cuerpo está en la tierra y el amor del corazón está en el cielo, entonces tú trepas los tres muros rápidamente. Cuando un hombre medita sobre las cosas del cielo, está listo para dejar su propia voluntad, sufrir rechazo y persecución en honor de la justicia, y morir gustosamente por la gloria de Dios.
Los dos fosos afuera del muro representan la belleza del mundo y la compañía y disfrute de los amigos mundanos. Hay muchísimas personas que están contentas de descansar en estos fosos y nunca se preocupan de si verán a Dios en el cielo. Los fosos son anchos y profundos, anchos porque las voluntades de tales personas están lejos de Dios, y profundos porque confinan a muchas almas en las profundidades del infierno. Es por esto que los fosos deben saltarse de un solo brinco. Un salto espiritual no es sino separar el propio corazón completo de las cosas que son vacías y dar un salto desde los bienes mundanos al reino de los cielos.
He mostrado cómo romper los barrotes y saltar los muros. Ahora mostraré cómo este obispo debe traerme la cosa más preciosa que jamás hubo. La naturaleza divina de Dios fue y es desde la eternidad sin principio, pues ni principio ni fin pueden ser hallados en Ella. Pero su naturaleza humana estuvo en mi cuerpo y tomó carne y sangre de mí. Por eso, es la cosa más preciosa que jamás hubo o que hay. Igualmente, cuando el alma justa recibe el cuerpo de Dios con amor y cuando su cuerpo llena el alma, allí está la cosa más preciosa que jamás existió. Aunque la naturaleza divina existe en tres Personas sin principio ni fin en sí mismo, cuando Dios me mandó a su Hijo con su divina naturaleza y el Espíritu Santo, Él recibió su bendito cuerpo de Mí. Ahora mostraré al obispo cómo esta cosa preciosa ha de traerse ante el Señor. Dondequiera que el amigo de Dios se cruza con un pecador cuyas palabras demuestran poco amor por Dios, pero mucho amor por el mundo, esa alma está vacía en lo que respecta a Dios.
De la misma manera, el amigo de Dios debe mostrar su amor por Dios mediante la pena de que un alma redimida por la sangre del Creador sea enemiga de Dios. Debe mostrar compasión por el alma desdichada usando algo como dos voces hacia ella: una con la cual ruegue a Dios que se apiade del alma, y otra con la que muestre al alma su propio peligro. Si puede reconciliar y unir ambas, Dios y el alma, entonces las manos de su amor le ofrecerán a Dios el más precioso regalo, pues la cosa más querida para mí es cuando el cuerpo de Dios, que estuvo una vez dentro de mí, y el alma humana, que Dios ha creado, se juntan en amistad.
Esto no es sorprendente. Sabes bien que Yo estaba presente cuando mi Hijo, el Gran Caballero, fue desde Jerusalén a luchar en una batalla tan brutal y difícil que todos los tendones de sus brazos fueron violentados. Su espalda fue ensangrentada y estaba lívida, sus pies atravesado por clavos, sus ojos y oídos llenados de sangre. Su cabeza se inclinó hacia abajo cuando entregó su Espíritu. Su corazón fue atravesado por la punta de una lanza. Ganó almas sufriendo mucho. Aquél que ahora vive en la gloria extiende sus brazos a los hombres, pero pocos son aquellos que le traen su novia. Consecuentemente, un amigo de Dios no debe escatimar vida ni posesiones en ayudar a otros mientras él se ayuda a sí mismo trayéndolas a mi Hijo.
Dile al obispo que, dado que él reza por mi amistad, Yo me amarraré a Mí misma a él con un vínculo de fe. El cuerpo de Dios, que estuvo una vez dentro de Mí, le dará la bienvenida a su alma con gran amor. Así como el Padre estuvo en Mí junto al Hijo, que tenía mi cuerpo y alma en Sí mismo, y así como el Espíritu Santo que está en el Padre y el Hijo estaba en todo lugar conmigo y tuvo a mi Hijo dentro de Él, así también mi sirviente se unirá al mismo Espíritu. Si él ama los sufrimientos de Dios y tiene Su precioso Cuerpo en su corazón, entonces tendrá la naturaleza humana de Dios, la cual tiene la naturaleza divina dentro de Él y sin ella. Dios estará en él y él en Dios, así como Dios está en Mí y Yo en Él. Como mi sirviente y yo compartimos el mismo Dios, también compartiremos un vínculo de amor y un Espíritu Santo que es un Dios con el Padre y el Hijo.
Una cosa más: si este obispo mantiene su promesa conmigo, le ayudaré durante su vida. Al final de su vida le ayudaré y asistiré y traeré su alma ante Dios, diciendo: “¡Mi Dios, este hombre Te sirvió y me obedeció, y por tanto, presento su alma ante Ti!' Oh, hija, ¿en qué está pensando una persona cuando desprecia su propia alma? ¿Hubiese acaso Dios Padre, en su inconmensurable divinidad, dejado que su propio e inocente Hijo sufriera tanto en su naturaleza humana, si no tuviera un honesto deseo y anhelo de almas y por la gloria eterna que ha preparado para ellas?” Esta revelación fue sobre el obispo de Linköping quien después fue nombrado arzobispo. Hay más sobre el mismo obispo en el Libro 6, capítulo 22, que comienza: “Este prelado.”
ANEXO SOBRE el MISMO HOMBRE
“El obispo por el que lloras vino a un purgatorio fácil. Has de tener la certeza que, aunque en el mundo tuvo muchos que bloquearon su camino, ellos ahora han recibido sus sentencias, y él será glorificado debido a su fe y pureza.”
Las palabras de la Madre a su hija, usando una maravillosa comparación para describir a un cierto obispo, asemejándolo a una mariposa, su humildad y orgullo a sus dos alas, las tres fachadas que cubren los vicios del obispo a los tres colores de un insecto, sus actos al grosor de su color, su doble voluntad a las dos antenas de una mariposa, su avaricia a su boca, su endeble amor a su endeble cuerpo.
Capítulo 14
La Madre habla a la novia de su Hijo, diciendo: “Tú eres una vasija que el propietario llena y el profesor vacía. Sin embargo, es una y la misma persona quien te llena y te vacía. Una persona que puede verter vino y leche y agua juntos en una vasija, sería llamado un profesor experto si pudiera separar cada uno de estos líquidos mezclados y restaurar cada uno a su propia naturaleza original. Es esto lo que Yo, la Madre y Maestra de toda la humanidad, he hecho y estoy haciéndote. Hace un año y medio, se te dijeron todo tipo de asuntos y ahora todos ellos parecen estar mezclados juntos en tu alma, y resultaría desagradable si fueran vertidos juntos hacia afuera, pues no se entendería su propósito. Es por esto que gradualmente los distingo según veo que conviene hacerlo.
¿Recuerdas que te envié a un cierto obispo a quien llamé mi sirviente? Vamos a compararlo con una mariposa que posee dos amplias alas salpicadas de color blanco, rojo y azul. Cuando la tocas, el pigmento se pega a tus dedos como cenizas. Este insecto tiene un cuerpo endeble pero una gran boca, dos antenas en su frente, y un lugar oculto en su barriga a través del cual emite la suciedad de su vientre. Las alas de este insecto, es decir, las alas del obispo, son su humildad y orgullo. Por fuera semeja ser humilde en sus palabras y gestos, humilde en sus vestimentas y acciones, pero por dentro hay un orgullo que le hace grande a sus propios ojos, tornándolo henchido de su propia reputación, ambicioso por tener el aprecio de la gente, crítico hacia los demás, y arrogante al preferirse a sí mismo antes que a los demás. Con estas dos alas vuela ante las personas con la humildad aparente que pretende complacer a individuos y estar en boca de todos, así como con el orgullo que le hace considerarse más santo que los demás.
Los tres colores de las alas representan las tres fachadas que cubren sus vicios. El color rojo significa que continuamente adoctrina sobre los sufrimientos de Cristo y los milagros de los santos para ser llamado santo, pero en realidad están lejos de su corazón, pues no tiene mucho gusto por ellos. El color azul significa que, por fuera, no parece preocuparse por los bienes temporales, pareciendo haber muerto al mundo y estar totalmente por las cosas celestiales bajo su fachada de azul celestial. Pero este segundo color no le hace ante Dios más estable o fructífero que el primero. El color blanco implica que es un religioso en su vestimenta y loable en sus maneras. Sin embargo, su tercer color tiene tanto encanto y perfección como los dos primeros. Así como el pigmento de una mariposa es denso y se pega a tus dedos, no dejando tras de sí sino una especie de sustancia cenicienta, del mismo modo sus actos parecen ser admirables, por cuanto desea soledad, pero son vacíos e inefectivos en cuanto a la utilidad de los mismo para sí, pues no anhela ni ama sinceramente lo que es digno de ser amado.
Las dos antenas representan su voluntad dúplice. Verás, quiere llevar una vida de confort en este mundo y obtener la vida eterna tras la muerte. Él no quiere ser defraudado de ser considerado de gran estima en la tierra y luego recibir una corona incluso más perfecta en el cielo. Este obispo es precisamente como una mariposa, pensando que puede llevar el cielo en una antena y la tierra en la otra, aunque no puede aguantar la menor dificultad por la gloria de Dios. Así que confía en la iglesia de Dios y cree que puede beneficiarla mediante sus palabras y ejemplo, como si la iglesia no pudiera prosperar sin él. Supone que sus propias buenas obras harán que la gente mundana dé fruto espiritual. De ahí que razone como un soldado que ya ha combatido en la lucha. 'Pues,' dice, 'yo ya soy llamado devoto y humilde, ¿por qué debería esforzarme por alcanzar una vida de mayor austeridad? A pesar de que puedo pecar en unos pocos placeres sin los cuales mi vida sería infeliz, mis mayores méritos y buenos obras serán mi excusa. Si el cielo puede ganarse por un vaso de agua fría, ¿qué necesidad hay de luchar por encima de nuestras fuerzas?'
Una mariposa tiene también una gran boca, pero su ambición es todavía mayor, tanta que, si pudiera devorar a todas las moscas excepto una, querría devorar a aquélla también. Del mismo modo, si este hombre pudiera añadir un céntimo a los muchos que ya tiene, de modo que no fuera percibido y fuese en secreto, lo tomaría, aunque ni así se calmaría el hambre de su avaricia.
Una mariposa también tiene una salida oculta para sus impurezas. Este hombre, también, le da un desahogo impropio a su ira e impaciencia, mostrando sus impurezas secretas a los demás. Y como una mariposa tiene un cuerpo pequeño, este hombre tiene una pequeña caridad, mientras que su falta de caridad es compensada sólo por la amplitud y anchura de sus alas.” La novia respondió: “Si tiene tan solo una chispa de caridad, hay siempre algo de esperanza de vida y caridad y de salvación para él.” La Madre dijo: “¿Acaso no tuvo Judas también algo de caridad cuando dijo, después de que haber traicionado a su Señor: 'He pecado al traicionar sangre inocente?´. Quería hacer que pareciera que tenía caridad, pero no tenía ninguna.”
Palabras de la Madre a su hija en las cuales otro obispo es alegóricamente descrito como un tábano, su elocuencia verbal como vuelo, sus dos preocupaciones como dos alas, su adulación del mundo como un aguijón; y sobre el asombro de la Virgen ante la vida de estos dos obispos; también sobre predicadores.
Capítulo 15
La Madre habla de Nuevo a la novia, diciendo: “Te he mostrado otro obispo al cual llamé el pastor del rebaño. Vamos a compararlo a un tábano de un color terroso que vuela ruidosamente. En cualquier lugar en que él se posa, su picadura es terrible y dolorosa. Este pastor tiene un color terroso, pues, aunque fue llamado a la pobreza, preferiría ser rico que pobre, preferiría estar a cargo que someterse, preferiría tener su propia voluntad que ser disciplinado mediante la obediencia a otros. Vuela ruidosamente en el sentido de que está lleno de elocuencia verbal en su prédica piadosa, y sermonea sobre las vanidades mundanas en vez de sobre la doctrina espiritual, elogiando y siguiendo las vanidades mundanas en vez de la santa simplicidad de su orden.
También tiene dos alas, es decir, dos ideas: la primera es que quiere ofrecerle a la gente un discurso encantador y tranquilizador para ganarse su estima. El segundo es que quiere que todos se rindan a él y le obedezcan. La picadura de un tábano es insoportable. Del mismo modo, este hombre aguijonea las almas hacia la condenación. A pesar que debería ser un médico de almas, no les habla a las personas que acuden a él sobre el peligro que tienen ni sobre su enfermedad y tampoco usa un escalpelo afilado, sino que les habla tranquilizadoramente para ser llamado manso y para no provocar que nadie le evite. Estos dos obispos son sencillamente asombrosos. Uno de ellos finge ser pobre, solitario y humilde para ser llamado espiritual. El otro quiere poseer el mundo para ser llamado misericordioso y generoso. Aquél quiere aparentar que no posee nada y sin embargo clama por poseer todo secretamente. El otro abiertamente quiere tener muchas posesiones para tener mucho que regalar y así ganarse la estima de los demás. Del mismo modo, como dice el proverbio, puesto que me sirven de una manera que no puedo ver (porque no la acepto), les recompensaré de una manera que no verán.
¿Te preguntas por qué tales hombres son elogiados por su prédica? Te lo diré: a veces un mal hombre habla a buenas personas y el buen Espíritu de Dios es vertido en ellos, no a causa de la bondad del maestro sino a través de las palabras del maestro en las cuales se encuentra el buen Espíritu de Dios para el bien de los que escuchan. A veces un buen hombre habla a gente mala que está volviéndose buena de tanto oírlo, por el buen Espíritu de Dios como por la bondad del maestro. A veces un hombre frío habla a gente fría de tal manera que esos fríos oyentes recuentan, lo que han oído, a gente ferviente que no ha estado allí, volviendo a sus oyentes más fervientes. Así que, no te preocupes por la clase de gente a la que eres enviado. ¡Maravilloso es Dios que pisotea con huellas doradas y coloca barro entre los rayos del sol!”
La explicación del Hijo a la novia de que la condenación de las almas no agrada a Dios; también, sobre las sorprendentes preguntas de un obispo más joven a un obispo mayor, y sobre las respuestas del obispo mayor al joven.
Capítulo 16
El Hijo habla a la novia, diciendo: “¿Por qué piensas que se te muestran estos dos hombres? ¿Es porque Dios disfruta censurarlos y condenarlos? Desde luego que no. No, esto se hace con objeto de revelar mejor la paciencia y la gloria de Dios y también para que aquellos que lo oigan puedan temer el juicio de Dios. Pero ahora, ven y escucha una conversación sorprendente. Mira allí, el obispo más joven le ha hecho una pregunta al mayor, diciendo: 'Hermano, oye y respóndeme. Cuando ya habías sido vinculado al yugo de la obediencia, ¿por qué lo abandonaste? Cuando ya habías elegido la pobreza y el estado religioso, ¿por qué los abandonaste? Cuando ya habías asumido el estado religioso y te habías declarado muerto al mundo, ¿por qué buscaste el episcopado?' El hombre más viejo respondió: 'La obediencia que me enseñó a ser un inferior era una carga para mí. Es por esto que preferí mi libertad. El yugo que Dios dice que es agradable era amargo para mí.
Es por esto que busqué y escogí el confort corporal. Mi humildad era fingida. Es por esto que anhelé honores. Y, puesto que es mejor empujar que halar, en consecuencia deseé el episcopado.' El hombre más joven preguntó de nuevo: '¿Por qué no honraste tu sede episcopal dándole honor del mundo? ¿Por qué no adquiriste riquezas mediante la sabiduría del mundo? ¿Por qué no gastaste tus posesiones de acuerdo a las demandas del honor mundano? ¿Por qué te humillaste a ti mismo exteriormente en vez de actuar de acuerdo a la ambición del mundo?'
El hombre más viejo respondió: 'La razón por la que no esparcí honores mundanos sobre mi sede fue que estaba esperando ser honrado mucho más al aparentar ser humilde y espiritual antes que preocupado por las cosas del mundo. Por eso, con objeto de ser elogiado por la gente mundana, hice exhibición de que tenía todo en desprecio; parecí humilde y devoto para ser tenido en estima por los hombres espirituales. La razón por la cual no adquirí riquezas mediante sabiduría mundana fue para que los hombres espirituales no lo notaran y me despreciaran a causa de mi seglaridad. La razón por la que no fui generoso en dar regalos fue que preferí tener pocos compañeros en vez de muchos para mi propia paz y calma. Preferí tener mi arca llena de dinero que repartir regalos.'
De nuevo el hombre más joven preguntó: 'Dime, ¿por qué diste una bebida agradable y dulce en una vasija sucia a un asno? ¿Por qué diste al obispo las farfollas de maíz del chiquero? ¿Por qué arrojaste tu corona bajo tus pies? ¿Por qué escupiste el trigo pero masticaste hierbajos? ¿Por qué liberaste a otros de sus cadenas pero te ataste a ti mismo con grilletes? ¿Por qué aplicaste medicinas a las heridas de otros y veneno a las tuyas?' El hombre más viejo respondió: 'Di a mi asno una dulce bebida de una vasija asquerosa y sucia en el sentido de que, a pesar de ser erudito, preferí administrar los divinos sacramentos del altar por el bien de mi reputación mundana en vez de dedicarme a quehaceres diarios. Dado que mis secretos eran desconocidos a los hombres pero conocidos por Dios, crecí mucho en presunción y de esa manera añadí gravedad a la severa justicia de mi terrible condenación.
A la segunda pregunta, respondo que di al obispo las farfollas de maíz del chiquero en el sentido de que seguí las incitaciones de la naturaleza por autoindulgencia y no permanecí firme en autocontención. En cuanto a la tercera pregunta, tire mi corona episcopal bajo los pies en el sentido de que preferí realizar actos de misericordia por el bien del favor humano en vez de actos de justicia para la gloria y el amor de Dios.
En lo que respecta a la cuarta pregunta, escupí el trigo pero mastiqué paja en el sentido de que no prediqué las palabras de Dios por amor a Dios ni me gustó hacer las cosas que a otros les recomendaba hacer. En cuanto a la quinta pregunta, liberé a otros pero me até a mí mismo en el sentido de que absolví a las personas que venían a mí con contrición, pero a mí me gustaba hacer las cosas que ellos lamentaban mediante su penitencia y rechazaban a través de sus lágrimas. En cuanto a la sexta pregunta, ungí a otros con ungüento curativo pero a mí mismo con veneno en el sentido de que mientras predicaba sobre la pureza de vida e hice mejores a los demás, me hice a mí mismo peor. Establecí Códigos de Disciplina para los demás pero yo mismo estaba poco deseoso de levantar un dedo para hacer aquellas mismas cosas. Donde veía a otros progresando, aquí es donde yo fallaba y menguaba, pues prefería añadir una carga a mis ya cometidos pecados que aligerar mi carga de pecados haciendo reparación.'
Después de esto una voz se oyó, diciendo: 'Da gracias a Dios de que tú no estás entre esas vasijas venenosas, que, cuando se rompen, vuelven al mismo veneno.' Inmediatamente, se anunció la muerte de uno de los dos.”
Las palabras de la Virgen a su hija elogiando la vida y orden de Santo Domingo, y sobre cómo éste se volvió a Ella en la hora de su muerte, y sobre cómo en los tiempos modernos pocos de sus frailes viven por el signo de la Pasión de Cristo que les dio Domingo ellos, en vez, muchos de ellos viven por la marca de incisión que les dio el demonio.
Capítulo 17
De nuevo la Madre habla a la novia, diciendo: “Ayer te hablé sobre dos hombres que pertenecían a los Códigos de Disciplina de Santo Domingo. Domingo mantuvo a mi Hijo como su amadísimo Señor y me amó a mí, su Madre, más que a su propio corazón. Mi Hijo le dio a este santo hombre el inspirado pensamiento de que hay tres cosas en el mundo que desagradan a mi Hijo: orgullo, avaricia, y deseo carnal. Por sus suspiros y súplicas, Santo Domingo procuró ayuda y medicina para combatir a estas tres maldades. Dios tuvo compasión de sus lágrimas y le inspiró que estableciese un Código de Disciplina codificado de vida en el cual el santo hombre opuso tres virtudes a las tres maldades del mundo.
Contra el vicio de la avaricia él estableció que uno no debe poseer nada sin el permiso de su superior. Contra el orgullo prescribió vestir un hábito humilde y simple. Contra la voracidad sin fondo de la carne, prescribió abstinencia y tiempo para practicar la autodisciplina. Colocó a un superior sobre sus frailes para preservar la paz y proteger la unidad.
En su deseo de dar a sus frailes un signo espiritual, simbólicamente imprimió una cruz roja en sus brazos izquierdos cerca del corazón, quiero decir a través de sus enseñanzas y fructífero ejemplo, cuando les enseñaba y advertía continuamente que recordasen el sufrimiento de Dios, que predicasen la palabra de Dios más fervientemente, no por el bien del mundo sino por amor a Dios y a las almas. También les enseñó a someterse en vez de gobernar, a odiar su propia voluntad, a soportar insultos pacientemente, a no querer nada más allá de comida y ropa, a amar la verdad en sus corazones y a proclamarla con sus labios, no para buscar su propio elogio sino para tener la palabra de Dios en sus labios y enseñarla siempre, sin omitirla por vergüenza o pronunciarla para ganar el favor humano.
Cuando llegó la hora de su redención, que mi Hijo le había revelado en espíritu, vino con lágrimas a mí, su Madre, diciendo: 'Oh María, Reina del Cielo, a quien Dios predestinó para Sí para unir sus naturalezas divina y humana, sólo Tú eres esa virgen y sólo Tú eres la madre más digna. Eres la más poderosa de las mujeres de quien salió el Poder mismo. ¡Óyeme cuando te ruego! Sé que eres la más poderosa y por eso oso venir ante Ti. ¡Toma a mis frailes, a quienes he criado y cultivado bajo la austeridad de mi escapulario, y protégelos bajo tu amplio manto! ¡Rígelos y cuídalos de nuevo, para que el viejo enemigo no pueda prevalecer contra ellos y no pueda arruinar la nueva viña plantada por la mano derecha de tu Hijo! Mi Señora, por mi escapulario con sus piezas una delante y otra atrás, no me estoy refiriendo a otra cosa sino a la doble preocupación que he mostrado por mis frailes.
Estaba ansioso noche y día por ellos y sobre cómo deberían servir a Dios practicando la templanza de un modo razonable y digno de elogio. Recé por ellos para que no deseasen cosas mundanas que pudieran ofender a Dios o que pudieran ennegrecer su reputación de humildad y piedad entre sus compañeros. Ahora que el tiempo de mi recompensa ha llegado, a Ti te confío mis miembros. Enséñales como a niños mientras los llevas como su madre.' Con éstas y otras palabras, Domingo fue llamado a la gloria de Dios.
Le respondí como sigue, usando lenguaje figurado: 'Oh Domingo, mi querido amigo, puesto que me amas más que a ti mismo, protegeré a tus hijos bajo mi manto y los regiré, y todos aquellos que perseveren en tu modelo de conducta serán salvados. Mi manto es amplio en misericordia y no niego misericordia a ninguno que alegremente la pida. Todos aquellos que la buscan encuentran protección en el seno de mi misericordia.'
Pero, hija mía, ¿en qué piensas que consiste el Código de Disciplina de Domingo? Seguramente, consiste en humildad, continencia, y desprecio por el mundo. Todos aquellos que hacen un compromiso con estas tres virtudes y perseveran amorosamente en ellas nunca serán condenados. Ellos son los que mantienen el Código de Disciplina de Santo Domingo. Ahora, escucha algo verdaderamente sorprendente: Domingo colocó a sus hijos bajo mi amplio manto, pero, mira y ve, ahora hay menos de ellos bajo mi amplio manto de los que había en la austeridad de su escapulario. Sin embargo ni siquiera durante la vida de Domingo tuvieron todos una verdadera piel de oveja o un carácter dominico. Puedo ilustrarte mejor sobre su carácter por medio de una parábola.
Si Domingo descendiera de las alturas del cielo donde vive y dijera al Ladrón, que estaba regresando del valle y había estado cuidando del rebaño con vistas a sacrificarlo y destruirlo, él diría '¿Por qué estás llamando y alejando el rebaño que se que es mío por signos evidentes?' El Ladrón podría responder: '¿Por qué, Domingo, te apropias de lo que no es tuyo? Es hurto escandaloso usurpar la propiedad de otro para uno mismo.' Si Domingo intentara responderle que él los había criado y amaestrado y guiado y enseñado, el Ladrón diría: 'Tú puedes haberlos criado y enseñado, pero yo los he conducido de vuelta a su propia libre voluntad por gentil persuasión.
Puedes haber mezclado indulgencia con austeridad para ellos, pero yo los tenté más persuasivamente y les mostré cosas mejores a sus gustos, y, ve, más de ellos están corriendo a mi pasto a mi llamada. Así es como sé que el rebaño deseoso de seguirme es mío, dado que son libres para elegir el que les atrae más.' Si Domingo respondiera a su vez que sus ovejas están marcadas con un signo rojo en el corazón, el Ladrón diría; 'Mis ovejas están marcadas con mi signo, una marca de incisión sobre su oreja derecha. Puesto que mi signo es más obvio y visible que el tuyo, las reconozco como mis ovejas.'
El Ladrón representa al demonio que ha incorporado a sí mismo a muchas ovejas de Domingo. Ellas tienen una incisión en la oreja derecha en el sentido de que no escuchan las palabras de vida de aquél que dice: 'El camino al cielo es estrecho.' Ellos sólo ponen en práctica aquellas palabras que les gusta oír. Las ovejas de Domingo son pocas, y tienen un signo rojo en su corazón en el sentido de que mantienen en mente amorosamente los sufrimientos de Dios y llevan una vida feliz en total castidad y pobreza, predicando fervientemente la palabra de Dios.
Pues éste es el Código de Disciplina de Domingo tal como la gente comúnmente la expresa; 'Ser capaz de cargar todo lo que posees en tu espalda, no querer poseer nada más que lo que permite el Código de Disciplina, dejar no sólo las cosas superfluas sino incluso, a veces, abstenerse de las cosas lícitas y necesarias debido a los impulsos de la carne.'”
Las palabras de la Madre a su hija sobre cómo los frailes escucharían ahora y de hecho escuchan más ágilmente la voz del Diablo que aquella de su padre Domingo, sobre cómo ahora pocos de ellos siguen sus huellas; sobre aquellos que, persiguiendo el episcopado por el bien mundano y por su propio confort y libertad, no pertenecen al Código de Disciplina de Santo Domingo; sobre la terrible condenación de tales hombres, y sobre la condenación experimentada por uno de esos episcopados.
Capítulo 18
La Madre habla a la novia, diciendo: “Te dije que todos aquellos que pertenecen al Código de Disciplina de Domingo están bajo mi manto. Ahora vas a oír precisamente cuántos son. Si Domingo descendiera del lugar de deleites donde goza de verdadera felicidad y gritara como sigue: 'Mis queridos hermanos, vosotros, mis seguidores, hay cuatro cosas buenas reservadas para vosotros: honor en retribución a la humildad, riquezas infinitas en retribución a la pobreza, satisfacción sin hastío en retribución a la continencia, vida eterna en retribución al desprecio por el mundo,' a duras penas le escucharían. Por el contrario, si el diablo de repente apareciera desde su agujero y proclamase cuatro cosas diferentes, y dijera: 'Domingo os prometió cuatro cosas. Mirad aquí, yo tengo en mi mano lo que queréis.
Ofrezco honores, tengo riqueza en mi mano, aquí hay gratificación instantánea, el mundo será delicioso de disfrutar. ¡Tomad lo que os ofrezco, entonces! ¡Usad estas cosas que son seguras! ¡Llevad una vida de alegría de manera que después de la muerte podáis regocijaros juntos!' Si estas dos voces sonaran en el mundo, más personas correrían a la voz del ladrón y del demonio que a la voz de Domingo, mi gran y buen amigo. ¿Qué diré de los frailes de Domingo? Aquellos que están en su Código de Disciplina son en verdad pocos, menos aún que aquellos que siguen sus huellas imitándole. Porque no todos escuchan la voz única, porque no todos son de una y la misma manera - no en el sentido de que no todos vienen de Dios o de que no todos pueden ser salvados, si quieren, sino en el sentido de que no todos escuchan la voz del Hijo de Dios diciendo: '¡Venid a mí y os refrescaré, dándome a mí mismo a vosotros!'
Pero, ¿que diré de aquellos frailes que persiguen el episcopado por razones mundanas? ¿Pertenecen ellos realmente al Código de Disciplina de Domingo? Ciertamente no. ¿O están aquellos que aceptan el episcopado por una buena razón excluidos del Código de Disciplina de Domingo? Desde luego que no. El bendito Agustín vivió según el Código de Disciplina antes de convertirse en obispo, pero cuando fue obispo no abandonó su Código de Disciplina de vida, aunque alcanzó los más altos honores. Pues aceptó el honor con renuencia, y ello no le trajo más comodidad sino más trabajo, porque cuando vio que podía hacerle bien a las almas, alegremente abandonó sus propios deseos y comodidad física en honor de Dios con el fin de ganar más almas para Dios. De acuerdo con esto, aquellos hombres que aspiran y aceptan el episcopado para ser de mayor beneficio a las almas, sí que pertenecen al Código de Disciplina de Domingo. Su recompensa será doble, tanto a causa de la noble orden que han tenido que dejar y a causa de la carga del oficio episcopal al cual fueron llamados. Juro por ese Dios por quien los profetas juraron, que no juraron su propio juramento en impaciencia sino porque tomaron a Dios como testigo a sus palabras. Del mismo modo, por el mismo Dios declaro y juro que a aquellos frailes que han escarnecido el Código de Disciplina de Domingo vendrá un poderoso cazador con perros feroces. Es como si un sirviente dijera a su señor: 'Han venido a tu jardín muchas ovejas cuya carne está envenenada, cuyas lanas están enmarañadas de mugre, cuya leche es inútil, y que son muy insolentes en sus lujurias. Mándalas ser sacrificadas, para que no haya escasez de pasto para las ovejas provechosas y para que las buenas ovejas no sean confundidas por la insolencia de las malas.'
El señor le respondería: 'Cierra las entradas para que sólo aquellas ovejas aprobadas por mí puedan entrar, tales ovejas a las que es justo acoger y nutrir, tales son rectas y pacíficas.' Te diré que algunas de las entradas serán cerradas al principio, pero no todas ellas. Después el cazador vendrá con sus perros de caza y no perdonará sus lanas de las flechas ni sus cuerpos de las heridas hasta que sus vidas hayan sido exterminadas. Entonces los guardas vendrán y cuidadosamente inspeccionarán y examinarán la clase de oveja que es admitida al pasto del Señor.”
La novia dijo en respuesta: “Mi Señora, no se enfade si le hago una pregunta. Dado que el Papa relajó la austeridad del código de disciplina para ellos, ¿deberían ellos ser censurados por comer carne o algo más puesto delante de ellos?” La Madre respondió: “El Papa, tomando en consideración la debilidad e inadecuación de la naturaleza humana, como fue expuesto por algunos, razonablemente les permitió comer carne para que pudieran ser más capaces de trabajar y más fervientes en la prédica, para que no parecieran vagos y laxos. Por esta razón, excusamos al Papa por permitirlo.” Entonces la novia dijo: “Domingo organizó un hábito hecho ni del mejor ni del peor tejido, sino algo entre los dos. ¿Deberían ser censurados por vestir ropas más finas?” La Madre respondió: “Domingo, quien dictó su código de disciplina inspirado por el Espíritu de mi Hijo, prescribió que no deberían tener ropa hecha de mejores materiales o más caros, para no ser criticados y señalizados por vestir un hábito fino y caro y volverse orgullosos a causa de ello.
Él también estableció que no deberían tener ropa hecha del material más pobre o áspero para no estar demasiado molestos por la aspereza de su ropa cuando descansasen después del trabajo. En lugar de eso, estipuló que tuvieran ropa de una calidad moderada y adecuada con la cual no pudieran volverse orgullosos o sentir vanidad, sino que les mantuviera protegidos del frío y salvaguardase su continuo progreso en una vida de virtud. Por tanto, nosotros elogiamos a Domingo por sus recomendaciones pero reprendemos a aquellos frailes suyos que hacen cambios en sus hábitos en honor de la vanidad en vez de en honor a la utilidad.”
De nuevo la novia dijo: “¿Deberían ser reprendidos aquellos frailes que construyeron altas y suntuosas iglesias para tu Hijo? ¿O ellos han de ser censurados y criticados si piden muchas donaciones para construir tales edificios?” La Madre respondió: “Cuando una iglesia es suficientemente amplia para abrigar a toda la gente que entra en ella, cuando sus muros son lo suficientemente altos para que la gente que entra en ella no se amontone, cuando sus muros son suficientemente gruesos y fuertes para resistir cualquier viento, cuando su tejado es suficientemente tenso y firme para no permitir goteo, entonces ellos la han construido con suficiencia. Un corazón humilde en una iglesia humilde es más agradable a Dios que altos muros dentro de los cuales hay cuerpos pero los corazones quedan fuera. De acuerdo con esto, ellos no tienen necesidad de llenar sus arcas de oro y plata para los trabajos de construcción, pues no le hizo ningún bien a Salomón haber construido tan suntuosos edificios cuando él se descuidó en amar a Dios, para quien habían sido construidos.”
Tan pronto como estas cosas habían sido dichas y oídas, el obispo más anciano, que anteriormente se dijo que había muerto, gritó diciendo: “¡Oh! ¡Oh! ¡Oh! ¡Mi mitra ha desaparecido! Lo que estaba escondido bajo ella ahora puede verse. ¿En dónde está ahora el honorable obispo? ¿En dónde está el venerable sacerdote? ¿En dónde está el pobre fraile? Se ha ido el obispo que fue ungido con óleo para su oficio apostólico y su vida de pureza. Ha quedado el esclavo de estiércol manchado de grasa. Se ha ido el sacerdote que estaba consagrado por santas palabras para ser capaz de transformar pan inanimado e inerte en el Dios vivo. Atrás a quedado el traidor embustero que codiciosamente vendió a aquel que redimió a todos los hombres en su amor.
Se ha ido el pobre fraile que renunció al mundo a través de su voto. Ahora yo permanezco condenado por mi orgullo y ostentación. Sin embargo estoy obligado a decir la verdad: Aquel que me condenó es un juez justo. Él habría preferido liberarme a través de una muerte tan amarga como aquella que Él sufrió cuando fue colgado en el madero de la Cruz y no que yo recibiera tal condenación como ahora experimento – pero su justicia, que Él no puede contravenir, habló contra ello.”
La respuesta de la novia a Cristo sobre cómo ella es afligida por varios pensamientos inútiles, y sobre cómo no puede librarse de ellos, y la respuesta de Cristo a la novia sobre por qué Dios permite esto, y sobre la utilidad de tales pensamientos y miedos respecto a su recompensa, siempre y cuando ella deteste los pensamientos y tenga un temor prudente de Dios, y sobre cómo no debe restarle importancia al pecado venial no sea que éste lleve al pecado mortal.
Capítulo 19
El Hijo habla a la novia: “¿Sobre qué estás preocupada y ansiosa?” Ella respondió: “Estoy afligida por varios pensamientos inútiles de los que no puedo librarme, y oír acerca de tu terrible juicio me inquieta.” El Hijo respondió: “Esto es verdaderamente justo. Antes encontrabas placer en deseos mundanos contra mi voluntad, pero ahora se permite que diferentes pensamientos vengan a ti contra tu voluntad.
Pero ten un prudente temor de Dios, y pon gran confianza en mí, tu Dios, sabiendo con seguridad que cuando tu mente no siente placer en pensamientos pecadores sino que lucha contra ellos porque los detesta, entonces se convierten en una purga y una corona para el alma. Pero si sientes placer en cometer aunque sea un leve pecado, que sabes que es pecado, y haces eso confiando en tu propia abstinencia y presumiendo de gracia, sin hacer penitencia y reparación por ello, has de saber que puede convertirse en un pecado mortal. De acuerdo con esto, si algún placer pecador de cualquier clase viene a tu mente, debes pensar enseguida sobre a dónde lleva y arrepentirte. Después de que la naturaleza humana fue debilitada, el pecado frecuentemente ha surgido de la fragilidad humana. No hay nadie que no peque al menos venialmente, pero Dios en su misericordia ha dado a la humanidad el remedio de sentir pena por cada pecado así como ansiedad sobre no haber hecho suficiente reparación de los pecados por los que uno ha hecho reparación.
Dios nada odia tanto como cuando sabes que has pecado pero no te importa, confiando en tus otras acciones meritorias, como si, a causa de ellas, Dios aguantase tu pecado, como si no pudiera ser glorificado sin ti, o como si Él te dejara hacer algo malvado con su permiso, viendo todas las buenas acciones que has hecho, pues, incluso si hicieras un centenar de buenas obras por cada una de las malvadas, aún así no serías capaz de pagarle a Dios en devolución por su bondad y amor. Así que, entonces, mantén un temor racional de Dios e, incluso si no puedes evitar esos pensamientos, entonces por lo menos sopórtalos pacientemente y usa tu voluntad para luchar contra ellos. No serás condenado porque entren en tu cabeza, a menos que sientas placer en ellos, pues no está dentro de tu poder evitarlos.
De nuevo, mantén tu temor de Dios para no caer a través del orgullo, incluso aunque no consientas los pensamientos. Cualquiera que permanece firme permanece así solo por el poder de Dios. Así el temor de Dios es como la puerta al cielo. Muchos hay que han caído de cabeza a sus muertes, porque se han vaciado de temor de Dios y entonces se sintieron avergonzados de hacer confesión ante los hombres, aunque ellos no habían sentido vergüenza de pecar ante Dios. Por tanto, me negaré a absolver el pecado de una persona que no se ha preocupado lo bastante para pedir mi perdón por un pequeño pecado. De esta manera, los pecados se aumentan a través de la práctica habitual, y un pecado venial que podía haber sido perdonado a través de la contrición se convierte en uno serio a través de la negligencia y el desdén de una persona, tal como puedes deducir del caso de esta alma que ya ha sido condenada.
Después de haber cometido un pecado venial y perdonable, él lo aumentó mediante la práctica habitual, confiando en sus otras obras buenas, sin pensar que Yo podría tomar los pecados menores en cuenta. Capturado en una red de placer habitual y excesivo, su alma ni corrigió ni refrenó su intención pecadora, hasta el día en que su sentencia se presentó a las puertas y se estaba aproximando su momento final. Es por esto que, a medida que el fin se aproximaba, su conciencia de repente se agitó y se afligió dolorosamente porque iba a morir pronto y tenía miedo de perder el poco bien temporal que había amado. Incluso hasta el momento final de un pecador Dios lo aguarda, esperando para ver si va a dirigir su libre voluntad lejos de su apego al pecado.
Sin embargo, si la voluntad del alma no se corrige, esa alma es entonces queda confinada a un fin sin fin. Lo que ocurre es que el demonio, sabiendo que cada persona será juzgada de acuerdo con su conciencia e intención, trabaja poderosamente al final de la vida para distraer el alma y alejarla de la rectitud de intención, y Dios permite que ocurra, pues el alma se negó a permanecer vigilante cuando debería haberlo estado.
Además, no te vuelvas demasiado confiado y presuntuoso si llamo a alguno mi amigo o sirviente, como una vez llamé a este hombre. También llamé a Judas amigo y a Nabucodonosor sirviente. Yo mismo dije: 'Vosotros sois mis amigos si seguís mis mandamientos.' De la misma manera, digo ahora: 'La gente que me imita son mis amigos; aquellos que me persiguen por despreciar mis mandamientos son mis enemigos.' Después de haber dicho que Yo había encontrado a un hombre de acuerdo a mi propio corazón, ¿acaso no cometió David el pecado de asesinato? Salomón, que recibió tan maravillosos regalos y promesas, pecó contra la bondad y, debido a su ingratitud, la promesa se cumplió no en él sino en Mí, el Hijo de Dios.
De acuerdo con esto, así como cuando se dicta se añade una fórmula de cierre al final, también añadiré esta fórmula de cierre a mi locución: si cualquiera hace mi voluntad y abandona la suya, recibirá la herencia de la vida eterna. Aquel que oye mi voluntad pero no persevera en hacerla, acabará como el sirviente desagradecido e inútil. Sin embargo, no has de perder la esperanza si Yo llamo a cualquiera enemigo, pues tan pronto como un enemigo cambia su voluntad para mejor, será un amigo de Dios. No estaba Judas junto a los doce cuando dije: 'Vosotros, mis amigos, que me habéis seguido también os sentaréis en doce tronos.' En aquel tiempo Judas estaba en verdad siguiéndome, pero no se sentará con los doce. De qué modo, entonces, ¿se han cumplido las palabras de Dios? Yo respondo: Dios, que ve el corazón de las personas y sus voluntades, juzga y recompensa de acuerdo a lo que ve.
Un ser humano juzga de acuerdo con lo que ella o él ve en la superficie. Por tanto, con el objeto de que ninguna persona buena se torne orgullosa o cualquier mala persona pierda la esperanza, Dios ha llamado tanto a buenos como a malos al apostolado, así como cada día llama a buenos y a malos a rangos más altos, para que todos cuyo modo de vida esté de acuerdo con su oficio, sean glorificados en la eternidad. Aquel que asume el honor pero no la carga es glorificado en el tiempo y perece en la eternidad. Porque Judas no me siguió con corazón perfecto, las palabras 'vosotros que me habéis seguido' no se aplican a él, puesto que no perseveró hasta el punto de recompensa. Sin embargo, las palabras se aplican a aquellas personas que iban a perseverar tanto entonces como en el tiempo por venir; porque el Señor, para quien están presentes todas las cosas, a veces dice cosas en tiempo presente que se aplican al futuro, y a veces habla sobre cosas que van a cumplirse como si ya se hubieran cumplido. A veces, también, Él mezcla pasado y futuro y usa el pasado en lugar del futuro, de modo que nadie pueda presumir analizar el propósito inmutable de la Trinidad.
Escucha aquí una cosa más: 'Muchos son llamados pero pocos son escogidos.' Este hombre fue llamado al episcopado pero no fue escogido, porque demostró ser desagradecido a la gracia de Dios. De ahí que, él es un obispo de nombre pero es indigno de su servicio y está enumerado entre aquellos que caen pero no se levantan nuevamente.”
ANEXO
El Hijo de Dios habla: “Hija, te estás preguntando por qué un obispo murió pacíficamente, pero el otro murió de una horrible muerte cuando el muro cayó y lo aplastó totalmente y sobrevivió poco tiempo pero con una gran cantidad de dolor. Yo te respondo: la Escritura dice - no en vez, Yo mismo he dicho - que el justo, no importa de qué clase de muerte fallezca, está en las manos de Dios, pero la gente mundana considera una persona justa solamente si su partida es pacífica y sin dolor o vergüenza. Dios, sin embargo, reconoce como justo a aquel que ha demostrado permanecer en templanza de manera perdurable o que ha sufrido por el bien de la rectitud. Los amigos de Dios sufren en este mundo con el propósito de recibir un menor castigo en el futuro o para ganar una corona más magnífica en el cielo.
Pedro y Pablo murieron en honor a la rectitud, aunque Pedro murió de una muerte más dolorosa que Pablo, porque amó la carne más que Pablo; él también tuvo que estar más conformado a Mí a través su dolorosa muerte, pues ostentó la primacía de mi iglesia. Pablo, sin embargo, como tenía un mayor amor por la continencia y porque había trabajado más duro, murió por la espada como un noble caballero, pues Yo preparo todas las cosas de acuerdo al mérito y la medida. Así, en el juicio de Dios, no es el modo en que la persona acaba su vida o su horrible muerte lo que las lleva a su recompensa o a la condenación, sino su intención y voluntad. El caso es similar en lo que respecta a estos dos obispos. Uno de ellos sufrió más dolorosamente y murió de una muerte más terrible. Esto redujo su castigo, aunque no le sirvió para ganar la recompensa de la gloria, porque no sufrió con una intención correcta. El otro obispo murió en gloria, pero fue debido a mi justicia oculta y esto no le obtuvo una recompensa eterna, porque no rectificó su intención mientras estaba vivo.”
Las palabras de la Madre a la hija sobre cómo el talento representa los dones del Espíritu Santo, y sobre cómo San Benedicto acrecentó los dones que le fueron dados del Espíritu Santo, y sobre cómo el Espíritu Santo o el espíritu demoníaco entra en el alma humana.
Capítulo 20
La Madre habla: “Hija, está escrito que el hombre que recibió cinco talentos ganó otros cinco. ¿Qué significa un talento sino un don del Espíritu Santo? Algunos reciben conocimiento, otros, riqueza, otros contactos prósperos. Sin embargo, todos deben producirle beneficios dobles al Señor; por ejemplo, en lo que respecta al conocimiento, viviendo útilmente para sí mismos e instruyendo a los demás; en lo que respecta a la riqueza y a otros dones, usándolos racional y caritativamente ayudando a otros. De esta manera el buen abad Benedicto acrecentó el don de la gracia que él había recibido al desdeñar los bienes que son efímeros, forzando a su cuerpo a servir a su alma, sin anteponer nada a la caridad. Ansioso por no permitir que sus oídos fueran corrompidos por conversaciones vanas ni sus ojos por ver vistas placenteras, él huyó al desierto en imitación de aquel hombre que, cuando aún no había nacido, reconoció la venida de su amado Salvador y exultó de gozo en el seno de su madre.
Benedicto habría ganado el cielo sin el desierto, tan muerto estaba el mundo para él y tan completamente lleno de Dios su corazón. Sin embargo, le agradó a Dios llamar a Benedicto a la montaña para que muchos vinieran a conocerle y muchos fueran inspirados por su ejemplo a buscar una vida de perfección. El cuerpo de este hombre bendito era como un saco de tierra que encerraba el fuego del Espíritu Santo y dejaba fuera de su corazón el fuego del demonio. El fuego físico es encendido tanto por el aire como por el aliento del hombre. Similarmente, el Espíritu Santo entra en el alma humana, sea a través de inspiración personal o por elevar la mente a Dios a través de alguna acción humana o locución divina. El espíritu del demonio asimismo visita a su propia gente. Sin embargo, los dos espíritus difieren inconmensurablemente, porque el Espíritu Santo hace al alma fervorosa en su búsqueda de Dios pero no provoca ardor en su cuerpo. Hace resplandecer su luz en pureza y modestia pero no oscurece la mente con el mal. El espíritu maligno, por otro lado, provoca que la mente arda de deseos carnales y la amarga terriblemente. Oscurece el alma haciéndola irreflexiva y la empuja sin remordimiento hacia las cosas terrenales.
Para que el buen fuego que estaba en Benedicto pudiera prender en muchas personas, Dios le llamó a la montaña y, después de que muchas otras llamas habían sido llamadas junto con él, Benedicto hizo una gran fogata con ellas por el Espíritu de Dios. Compuso una regla de vida para ellos a través del Espíritu de Dios. A través de esta regla muchas personas han alcanzado la misma perfección que él. Ahora, sin embargo, hay muchos tizones que se proyectan desde la hoguera de San Benedicto y yacen dispersos por todo lugar, teniendo frialdad en vez de calor, oscuridad en vez de luz. Si fueran reunidos en el fuego, seguramente emitirían fuego y calor.”
Las palabras de la Madre a la hija, mostrando la grandeza y perfección de la vida de San Benedicto mediante una comparación; también, el alma que alberga fruto mundano es representada como un árbol estéril, el orgullo de la mente como un pedernal, y el alma fría como cristal; y sobre tres chispas notables emanan de estas tres cosas, es decir, del cristal, el pedernal, y el árbol.
Capítulo 21
La Madre habla: “Te dije anteriormente que el cuerpo del bendito Benedicto fue como un saco que fue disciplinado y gobernado pero no gobernó. Su alma fue como un ángel, emanando mucho calor y llamas. Te mostraré esto por medio de una comparación. Es como si hubiera tres fuegos. El primero de ellos fue encendido con mirra y produjo un dulce olor. El segundo fue encendido con leña seca. Produjo brasas calientes y una llamarada espléndida. El tercero fue encendido con aceite de oliva. Produjo llamas, luz, y calor. Estos tres fuegos se refieren a tres personas, y las tres personas se refieren a tres estados en el mundo.
El primero fue el estado de aquellos que reflexionaron sobre el amor de Dios y rindieron sus voluntades en manos de otros. Ellos aceptaron la pobreza y la humildad en lugar del orgullo y la vanidad del mundo, y amaron la continencia y la pureza en lugar de la desmesura. Suyo fue el fuego de mirra, pues, así como la mirra es acre pero mantiene a los demonios alejados y aplaca la sed, así también su abstinencia fue acre para el cuerpo pero aplacó sus deseos excesivos y vació todo el poder de los demonios.
El segundo estado fue el de aquellos que tenían el siguiente pensamiento: '¿Por qué amamos los honores mundanos? No son nada sino aire que roza nuestras orejas. ¿Por qué amamos el oro? No es nada sino suciedad amarilla. ¿Cuál es el fin del cuerpo sino putrefacción y cenizas? ¿Cómo nos ayuda a desear bienes mundanos? Todas las cosas son vanidad. Por tanto, viviremos y trabajaremos por un solo propósito, que Dios sea glorificado en nosotros y que otros puedan arder por amor a Dios a través de nuestra palabra y ejemplo.' El fuego de tales personas fue aquel de madera seca, pues estaban muertos al amor del mundo y todos ellos produjeron brasas ardientes de justicia y la llamarada de la santa evangelización.
El tercer estado fue el de aquellos con un ferviente amor por la Pasión de Cristo que anhelaron con todo su corazón morir por Cristo. De ellos fue el fuego del aceite de oliva. La oliva contiene aceite que emite un calor abrasador cuando es quemado. De la misma manera, estas personas fueron empapados en el aceite de la gracia divina. Mediante él, produjeron la luz del conocimiento divino, el calor de la caridad ferviente, la fuerza de la recta conducta.
Estos tres fuegos se extienden a lo largo y ancho. El primero de ellos fue encendido en ermitaños y religiosos, como describió Jerónimo quien, inspirado por el Espíritu Santo, encontró que sus vidas fueron maravillosas y ejemplares. El segundo fuego fue encendido en los confesores y doctores de la iglesia, mientras el tercero lo fue en los mártires que despreciaron su propia carne en honor a Dios, y otros que la habrían despreciado si hubieran obtenido ayuda de Dios. El bendito Benedicto fue enviado a gente que pertenecía a estos tres estados o fuegos. Él fusionó los tres fuegos de tal manera que los imprudentes fueran iluminados, los fríos de corazón fueran inflamados, los fervientes se tornaran aún más fervientes. Así, con estos fuegos comenzó la orden Benedictina que guió a cada persona de acuerdo con su disposición y capacidad intelectual a lo largo del camino de la salvación y la felicidad eterna.
Desde el saco del bendito Benedicto se esparció la dulzura del Espíritu Santo a través del cual se iniciaron muchos monasterios. Sin embargo, ahora el Espíritu Santo ha dejado el saco de muchos de sus hermanos, porque el calor de sus cenizas se ha extinguido y los tizones yacen esparcidos, no emanando ni calor ni luz sino el humo de la impureza y la codicia. Sin embargo, Dios me ha dado tres chispas para traer consuelo a mucha gente. Las tres valen por muchas chispas. La primera chispa se obtuvo con un cristal a partir del calor y luz del sol y ya se ha posado sobre la madera seca para que pueda hacerse un gran fuego a partir de él. La segunda chispa se obtuvo con pedernal duro.
La tercera chispa provino de un árbol estéril cuyas raíces estaban creciendo y que estaba extendiendo su follaje. El cristal, esa piedra fría y frágil, representa el alma que, aunque puede ser fría en su amor a Dios, todavía busca perfección en su corazón y en su voluntad y ruega por la ayuda de Dios. Su intención la conduce así a Dios y le consigue un incremento de pruebas que la enfría hacia las tentaciones básicas, hasta que Dios ilumina el corazón y se posa en el alma que ahora está vacía de deseo, de modo que ya no quiere vivir para nada más que para la gloria de Dios. El pedernal representa el orgullo. ¿Qué es más duro que el orgullo intelectual de una persona que quiere ser elogiada por todos, pero anhela ser llamada humilde y parecer devota?
¿Qué es más repugnante que un alma que se coloca por delante de todos los demás en sus pensamientos y no puede soportar ser reprendida ni enseñada por nadie? No obstante, muchas personas orgullosas ruegan humildemente a Dios que el orgullo y la ambición sean retirados de sus corazones. Dios, por eso, con la cooperación de su buena voluntad, presenta adversidades a sus corazones y a veces consuelos que los separan de las cosas mundanas y los espolean hacia las celestiales. El árbol estéril representa al alma que es alimentada con orgullo y forja frutos mundanos y desea poseer el mundo y todos sus privilegios.
Sin embargo, a causa de que esta alma tiene miedo a la muerte eterna, arranca muchos de los árboles jóvenes de pecados que de otro modo cometería si no tuviera tal miedo. A causa de su temor, Dios se acerca al alma e inspira su gracia en ella para que el árbol inútil pueda tornarse fructífero. Por medio de tales chispas de fuego, la orden del bendito Benedicto, que ahora parece despreciable y abandonada para mucha gente, debe ser renovada.”
Las palabras de la Madre a su hija sobre un monje que tiene en su pecho un corazón de prostituta, y sobre cómo renegó de Dios a través de su propia voluntad y avaricia y su deserción de la vida angelical.
Capítulo 22
La madre nuevamente le habla a la novia: “¿Qué ves en este hombre acá que sea digno de culpa?” Ella respondió: “Que casi nunca celebra la Misa.” La Madre le dice a ella: “No es por esa razón que ha de ser sentenciado. Existen muchos hombres que, cuidadosos con sus obras, se restringen de celebrar Misa pero no por eso Me son menos aceptables. ¿Qué más ves en él?” Y ella dijo: “Que no usa el hábito establecido por el bendito Benedicto.” La Madre respondió: “A menudo sucede que se inicia una costumbre y aquellos que saben que es una mala costumbre, pero aún así la siguen, merecen la culpa. Sin embargo, aquellos que no conocen las tradiciones correctas y hasta preferirían un hábito más sencillo, si no hubiese sido por la larga costumbre arraigada, no han de ser condenados tan fácil e irreflexivamente. Escucha, sin embargo, y os diré las tres razones por las cuales él deberá ser culpado.
Primero, porque su corazón, en el cual debería reposar Dios, está en el pecho de las prostitutas. Segundo, porque él ha dejado lo poco que poseía pero ansía las mejores posesiones de los demás; habiendo prometido negarse a sí mismo, sigue completamente su propia voluntad y capricho. Tercero, porque Dios hizo su alma tan bella como un ángel y, por esa razón, debería estar llevando una vida angélica, pero ahora su alma en vez porta la imagen de ese ángel que rechazó a Dios a través del orgullo. Las personas dan cuenta de él como un gran hombre, pero Dios sabe qué clase es delante de Dios. Dios es como una persona que cierra su puño sobre algo y lo mantiene escondido de los demás hasta que abre su puño. Dios escoge a las criaturas débiles y mantiene escondidas sus coronas en la vida actual, hasta que El recompensa a cada una de las personas de acuerdo a sus obras.”
EXPLICACIÓN
Este hombre fue un abad con mente muy mundana, a quien no le importaba las almas y quien murió repentinamente sin los sacramentos. El Espíritu Santo dijo lo siguiente de él: “Oh alma, amasteis la tierra y ahora la tierra os ha recibido. Estuvisteis muerto en vuestra vida y ahora no tendréis mi vida ni compartiréis conmigo, ya que amasteis la compañía de aquel que me rechazó por el orgullo y despreció la verdadera humildad.”
La respuesta de Dios Padre a las oraciones de la novia por los pecadores y sobre tres testigos en la tierra y tres en el cielo, y sobre cómo la Trinidad completa le atestigua a la novia sobre cómo ella es su novia a través de la fe, como todos aquellos que siguen la fe ortodoxa de la Santa Iglesia.
Capítulo 23
“Oh mi más dulce Dios, rezo por los pecadores, en cuya compañía pertenezco, que concedas tener misericordia sobre ellos.” Dios Padre respondió: “Escucho y conozco tu intención, por lo tanto tu súplica amorosa será satisfecha. Como dice Juan en la epístola de hoy o, en vez, como Yo digo a través de Juan: ‘Existen tres testigos en la tierra, el Espíritu, el agua y la sangre, así como tres en el Cielo, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, y estos tres son tus testigos. El Espíritu, quien te protegió en el vientre de tu madre, atestigua en relación a tu alma, que perteneces a Dios a través de la fe bautismal que tus padres profesaron en tu nombre.
El agua bautismal es testigo que eres hija de la naturaleza humana de Cristo a través de la regeneración y la cura del pecado original. La sangre de Jesucristo que te redimió es testigo que eres la hija de Dios y que has sido removida del poder del demonio por medio de los sacramentos de la Iglesia. El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, tres Personas pero una sola sustancia y poder, somos testigos que eres nuestra por la fe, así como son todos aquellos que siguen la fe ortodoxa de la Santa Iglesia. Y porque das testigo que deseas hacer Nuestra voluntad, ve y recibe de la mano del sacerdote el cuerpo y la sangre de la naturaleza humana de Cristo para que el Hijo pueda atestiguar que le perteneces, cuyo cuerpo has recibido para fortalecer tu alma. El Padre, quien está en el Hijo, atestigua que perteneces al Padre y al Hijo. El Espíritu Santo, quien está en el Padre y en el Hijo, estando el Espíritu en ambos, atestigua que, por la verdadera fe y al amor verdadero, perteneces a las Tres Personas y Un Dios.”
A las oraciones de la novia por los infieles, Jesucristo le responde que Dios es glorificado a través del mal de los hombres malignos, a pesar que no a través de su propio poder y voluntad; El ilustra esto para ella por medio de una alegoría en la cual una doncella representa a la Iglesia o al alma y sus nueve hermanos representan a las nueve órdenes de ángeles, el rey representa a Cristo, mientras que sus tres hijos representan a los tres estados de la humanidad.
Capítulo 24
“Oh, mi Señor Jesucristo, ruego que tu fe sea extendida entre todos los infieles, que las buenas personas sean incluso más encendidas con tu amor y que los malvados se conviertan.” El Hijo respondió: “Estás apenada porque se le da poco honor a Dios y deseas con todo tu corazón que el honor de Dios fuese perfeccionado. Te ofreceré una alegoría que te ayudará a comprender que a Dios se le da honor, incluso mediante la maldad de los hombres malos, aunque no por su propio poder ni volición. Una vez había una doncella sabia, bella, rica y virtuosa. Tenía nueve hermanos, cada uno de los cuales la amaba con todo su corazón, y podrías decir que el corazón de cada uno estaba en ella. En el reino donde vivía la doncella había una ley que decía que cualquiera que mostrase honor sería honrado, cualquiera que robase sería robado, cualquiera que cometiese violación sería decapitado.
El rey de aquel dominio tenía tres hijos. El primer hijo amaba a la doncella y le ofreció unos zapatos dorados y un cinturón dorado, un anillo para su mano y una corona para su cabeza. El segundo hijo codició la propiedad de la doncella y le robó. El tercer hijo codició su mocedad y buscó violarla. Los tres hijos del rey fueron capturados por los nueve hermanos de la doncella y fueron presentados al rey. Sus hermanos le dijeron: 'Tus hijos desearon a nuestra hermana.
El primero la honró y amó con todo su corazón. El segundo le robó. El tercero estaba listo para arriesgar su vida sólo para violarla. Fueron atrapados en el mismo momento en que estaban en pleno intento de llevar a cabo lo que hemos dicho.' Tan pronto como el rey oyó esto, les respondió, diciendo: 'Todos ellos son mis hijos, y los amo a todos igualmente. Sin embargo, ni puedo ni deseo ir en contra de la justicia. En su lugar pretendo juzgar a mis hijos como si fueran mis sirvientes. ¡Tú, hijo mío, que querías honrar a la doncella, ven y recibe honor y la corona junto con tu padre! Tú, hijo mío, que codiciaste la propiedad de la doncella y se la arrebataste, irás a prisión hasta que los bienes robados hayan sido restaurados. En verdad, he oído pruebas sobre que tú estabas arrepentido de tu delito y habrías devuelto los bienes robados, pero te fue imposible hacer eso por tu repentino e inesperado arresto. Por esta razón permanecerás encarcelado hasta que el último bien sea restaurado. Pero tú, hijo mío, que hiciste todo intento de violar a la doncella, no estás arrepentido de tu delito.
Por tanto, tu castigo será multiplicado por el número de maneras en que intentaste desflorar a la doncella.' Todos los hermanos de la doncella respondieron: '¡Seas tú, el juez, alabado por tu justicia! Porque nunca habrías emitido un juicio tal si no hubiera habido virtud en ti e imparcialidad en tu justicia y misericordia en tu imparcialidad.' La doncella simboliza la santa iglesia. Ella es por naturaleza extraordinaria a causa de su fe, bella por los siete sacramentos, loable por su conducta y virtud, adorable por sus frutos, pues revela el verdadero camino hacia la eternidad. La santa iglesia tiene tres hijos, por así decirlo, y estos tres representan a muchos. Los primeros son aquellos que aman a Dios con todo su corazón. Los segundos son aquellos que aman los bienes temporales por su propio honor. Los terceros son aquellos que anteponen su propia voluntad a Dios. La mocedad de la iglesia representa a las almas humanas creadas únicamente por el poder divino.
De la misma manera, el primer hijo ofrece zapatos dorados al tener contrición por sus fechorías, omisiones, y pecados. Ofrece ropas siguiendo los preceptos de la ley y cumpliendo con los consejos evangélicos tanto como le es posible. Arma un cinturón al resolver firmemente perseverar en continencia y castidad. Coloca un anillo en su mano creyendo firmemente en lo que la iglesia católica enseña sobre el juicio futuro y la vida eterna. La gema del anillo es la esperanza, esperando firmemente que ningún pecado sea tan abominable que no pueda ser borrado mediante penitencia y la resolución de mejorar. Pone una corona en su cabeza teniendo verdadera caridad. Así como una corona tiene varias joyas, así también la caridad tiene varias virtudes. Y la cabeza del alma o, mejor dicho, de la iglesia, es mi Cuerpo. Quienquiera que la ama y reverencia es llamado justamente hijo de Dios.
Una persona que ama la santa iglesia y su propia alma de esta manera, tiene nueve hermanos, esto es, los nueve coros de ángeles, pues será su compañero y amigo en la vida eterna. Los ángeles abrazan a la santa iglesia con todo su amor, como si ésta estuviera en el corazón de cada uno de ellos. No son piedras ni muros los que forman a la santa iglesia, sino las almas de los justos y, por esta razón, los ángeles se regocijan por su honor y progreso como si fuera sobre el suyo propio.
El segundo humano, o mejor dicho, hijo, representa a aquellos que rechazan la autoridad de la santa iglesia y viven por los honores mundanos y por amor a la carne, que deforman la belleza de virtud y viven tras sus propios deseos, pero se arrepienten al final y se disculpan por sus malas acciones. Ellos deben de ir al purgatorio hasta que se reconcilien con Dios mediante las obras y las oraciones de la iglesia. El tercer hijo representa a aquellos que son un escándalo para su propia alma, no importándoles si van a perecer para siempre, mientras puedan llevar a cabo sus deseos. Las nueve órdenes de ángeles buscan justicia a causa de esta gente, en tanto se niegan a ser convertidos mediante la penitencia.
Así, cuando Dios promulga su sentencia, los ángeles le alaban por su imparcialidad inflexible. Cuando el honor de Dios es así perfeccionado, se alegran por su poder, porque incluso el más malo de los hombres malvados sirve para darle honor. Es por esto que, cuando veas a personas inmorales, deberías tener compasión de ellas y regocijarte sobre el honor eterno de Dios. Dios no ordena nada malo, pues es el Creador de todas las cosas y el único verdaderamente bueno en sí mismo, pero, como el más justo juez, aún permite que muchas cosas se hagan en consideración a que Él es honrado en el cielo y en la tierra por causa de su imparcialidad y su bondad oculta.”
Lamento de la Madre a su hija de que el más inocente cordero, Jesucristo, es abandonado por sus criaturas en los tiempos modernos.
Capítulo 25
La madre dice: “Mi lamento es que en este día el más inocente cordero fue arrastrado, aquel que mejor supo andar. En este día, aquel niño estaba en silencio, aquel que mejor sabía hablar. En este día, fue circuncidado el niño más inocente que nunca pecó. Por esta razón, aunque no puedo estar enojada, sin embargo parece que lo estoy porque el Señor Supremo, quien se convirtió en un niño es olvidado y abandonado por sus criaturas.”
La explicación de Cristo a la novia sobre el misterio inefable de la Trinidad y sobre como los pecadores diabólicos obtienen la misericordia de Dios a través de la contrición y la voluntad para mejorar, y Su respuesta en cuanto a cómo El le tiene misericordia a todos, tanto a judíos como a los demás, y sobre el juicio doble, es decir, la sentencia para aquellos que han de ser condenados y para aquellos que han de ser salvados.
Capítulo 26
El Hijo habla: “Yo soy el Creador del cielo y de la tierra, uno con el Padre y el Espíritu Santo, el verdadero Dios. El Padre es Dios, el Hijo es Dios, el Espíritu Santo es Dios, no tres dioses sino un solo Dios. Ahora, te podrás preguntar, si hay tres Personas, ¿por qué no hay tres dioses? Mi respuesta es que Dios no es nada más que el poder en sí, la sabiduría en sí, la bondad en sí, de donde proviene todo el poder por debajo o por arriba de los cielos, toda la sabiduría y la bondad concebibles. Así, Dios es trino y uno, trino en Personas, uno en naturaleza. El poder y la sabiduría es el Padre, de quien provienen todas las cosas y quien es anterior a todo, derivando su poder de ningún lado más que de Sí mismo por toda la eternidad.
El poder y la sabiduría también son el Hijo, igual al Padre, derivando Su poder no de sí mismo sino engendrado inefablemente del Padre, el principio del principio, nunca separado del Padre. El poder y la sabiduría también son el Espíritu Santo, quien procede del Padre y del Hijo, eterno con el Padre y el Hijo, igual en majestad y en poder. Así, un Dios y tres Personas. Las tres personas tienen la misma naturaleza, la misma operación y voluntad, la misma gloria y poder.
Así, Dios es una esencia, pero las Personas son distintas en la calidad apropiada de cada una. El Padre está totalmente en el Hijo y en el Espíritu, y el Hijo está totalmente en el Padre y en el Espíritu, y el Espíritu está totalmente en ambos, en una naturaleza divina, no como previo y posterior sino de una manera inefable. En Dios no hay anterior ni posterior, nada mayor o menor que el otro, pero la Trinidad es total e inefablemente igual. Bien se ha escrito que Dios es grande y ha de alabarse grandemente.
Sin embargo, ahora puedo quejarme que soy poco alabado y soy desconocido por muchas personas, porque todos hacen su propia voluntad pero pocos siguen la Mía. Sed constante y humilde y no te exaltes en tu mente si te muestro las pruebas de otras personas, y no traiciones sus nombres a menos que se te instruya hacerlo. Sus pruebas no se te muestran para que los avergüences sino para que puedan convertirse y llegar a conocer la justicia y la misericordia de Dios. Tampoco deberías esquivarlos como condenados, porque aunque dijera hoy que cierta persona es malvada, si me llamase el día de mañana con una contrición y la voluntad de mejorar, estoy preparado para perdonarlo. Y esa persona a quien ayer llamé malvada, hoy, debido a su contrición, lo declaro ser un amigo Mío tan querido que, si su contrición permanece constante, le perdono no solo su pecado sino que remito el castigo del pecado.
Quizá entiendas esto con una metáfora. Es como si hubiesen dos gotas de mercurio y ambas se dirigiesen una a la otra en forma apresurada. Si nada excepto un único átomo quedara para evitar que se unan, aún así Dios sería suficientemente poderoso para prevenir que se junten. Así mismo, si cualquier pecador estuviese tan enraizado en actos diabólicos que estuviese parado al borde de la destrucción, todavía podría obtener perdón y misericordia, si llamase a Dios con contrición y la voluntad para mejorar. Ahora, dado que Soy tan misericordioso, podrías preguntarte por qué no soy misericordioso hacia los paganos y los judíos, algunos de los cuales, si fuesen instruidos en la verdadera fe, estarían prestos para dar su vida por Dios. Mi respuesta es que tengo misericordia por todos, por los paganos y por los judíos también, y ninguna criatura está más allá de mi misericordia.
Con indulgencia y misericordia juzgaré a aquellas personas que, aprendiendo que su fe no es la verdadera, ansían fervientemente por la verdadera fe, así como a aquellas personas que creen que la fe que profesan es la mejor, porque ninguna otra fe les ha sido predicada y quienes de todo corazón hacen lo que pueden. Ves, existe un juicio doble, es decir, aquel para aquellos que han de ser condenados y aquel para aquellos que han de salvarse. Las sentencias de condenación para los cristianos no tendrán misericordia. A ellos les pertenecerá el castigo eterno y sombras eternas, así como una voluntad endurecida en contra de Dios. La sentencia para aquellos cristianos que han de salvarse será la visión de Dios y la glorificación en Dios y la buena voluntad hacia Dios. Excluidos de estas recompensas están los paganos y los judíos, así como los malos y falsos cristianos. A pesar que no tenían la fe correcta, sí tenían conciencia como su juez y creyeron que aquel a quien adoraban y ofendían era Dios.
Pero aquellos cuya intención y acciones fueron por la justicia y son por la justicia y en contra del pecado, junto con los cristianos menos malos, compartirán un castigo de misericordia entre los sufrimientos, debido a su amor por la justicia y su odio por el pecado. Sin embargo, no tendrán el consuelo en el servicio de gloria y en la visión de Dios. No lo contemplarán debido a su falta de bautismo, ya que alguna circunstancia temporal o alguna decisión oculta de Dios los hizo retraerse de buscar y obtener beneficiosamente la salvación. Si no hubo nada que los retuviera de buscar al verdadero Dios y ser bautizados, ni el temor ni el esfuerzo requerido, ni la pérdida de bienes o privilegios, sino solo algún impedimento que superó su debilidad humana, entonces Yo, quien vio a Cornelio y al centurión mientras aún no se habían bautizado, se cómo darles una recompensa más alta y más perfecta de acuerdo a su fe.
Una cosa es la ignorancia de los pecadores y otra aquella de quienes son piadosos pero son impedidos. Así mismo, también, una cosa es el bautismo de agua y otra el de sangre; otra cosa es del deseo de todo corazón. Dios, quien conoce los corazones de todas las personas, sabe cómo tomar en cuenta todas estas circunstancias. Yo soy engendrado sin principio, engendrado eternamente desde el principio. Nací en el tiempo al final de los tiempos. Desde el inicio he sabido cómo darle a las personas individuales las recompensas que se merecen y darle a cada uno de acuerdo a lo que merece. Ni el bien más pequeño realizado para la gloria de Dios quedará sin su recompensa. Es por esto que debes darle muchísimas gracias a Dios que naciste de padres cristianos en la época de la salvación, porque muchas personas han ansiado obtener y ver lo que se les ofrece a los cristianos y, sin embargo, no lo han obtenido.”
La oración de la novia al Señor por Roma, y sobre la vasta multitud de santos mártires que descansan en Roma, y sobre los tres grados de perfección cristiana, y sobre una visión de ésta y cómo Cristo se le aparece y le expone y le explica la visión a ella.
Capítulo 27
“Oh María, he sido ingrata, pero a pesar de ello te llamo en mi ayuda. Te ruego que en tu gracia ores gentilmente por la excelente y santa ciudad de Roma. Puedo ver físicamente que algunas de las Iglesias donde los huesos de los santos yacen en descanso están abandonadas. Algunas de ellas están habitadas, pero el corazón y conducta de sus rectores están lejos de Dios. Procúrales misericordia a ellos, pues he oído que está escrito que hay siete mil mártires para cualquier día del año en Roma. Aunque sus almas no reciben menos honor en el cielo porque sus huesos estén guardados con desprecio aquí en la tierra, no obstante, te pido que se les dé mayor honor a tus santos y a las reliquias de tus santos aquí en la tierra y que de este modo sea provocada la devoción de la gente.”
La Madre respondió “Si midieras un lote de tierra de cien pies de largo y lo mismo de ancho y sembrases en él una cantidad tan grande de granos puros de trigo que los mismos estuviesen muy pegados entre sí, quedando entre ellos sólo el espacio de un pulgar, e incluso si cada grano diese fruto cien veces, aún así habría más mártires y confesores romanos desde el tiempo en que Pedro vino a Roma en humildad hasta que Celestino abandonó el trono del orgullo y volvió a su vida solitaria.
Pero me estoy refiriendo a aquellos mártires y confesores que contra la infidelidad predicaron verdadera fidelidad y contra el orgullo predicaron humildad y que murieron o en intención estuvieron listos para morir por la verdad de la fe. Pedro y muchos otros eran tan sabios y celosos en difundir la palabra de Dios, que habrían muerto prestamente por todos y cada uno si hubieran podido. Sin embargo, también estaban preocupados de ser arrebatados repentinamente de la presencia de aquellas gentes a quienes nutrían con sus palabras de consuelo y prédica, pues deseaban más salvar almas que salvar sus propias vidas y reputación. Eran también prudentes y por tanto trabajaron en secreto durante los tiempos de la persecución, con el propósito de conquistar y reunir un mayor número de almas. Entre estos dos, quiero decir, entre Pedro y Celestino no todos han sido buenos, pero no todos han sido malos tampoco.
Ahora vamos a estipular tres grados o rangos, como tú mismo estabas haciendo: positivo, comparativo, y superlativo, o bueno, mejor, y el mejor. Al primer rango pertenecen aquellos cuyos pensamientos eran los siguientes: 'Creemos lo que sea que la santa iglesia enseña. No queremos defraudar a nadie sino devolver lo que ha sido fraudulentamente tomado, y queremos servir a Dios con todo nuestro corazón.' Hubo personas como ésas durante el tiempo de Rómulo, el fundador de Roma, y, tras sus propias creencias, pensaron como sigue: 'Entendemos y reconocemos a través de las criaturas que Dios es el Creador de todas las cosas y por tanto queremos amarle sobre todo lo demás.' Hubo muchos también que pensaron así: 'Hemos oído de los hebreos que el Dios verdadero se ha revelado a Sí mismo mediante milagros manifiestos. Por ello, si supiéramos tan sólo dónde colocar nuestra confianza, la colocaríamos ahí.' Podemos decir que todos éstos pertenecieron al primer rango.
En el tiempo señalado, Pedro llegó a Roma. Elevó a algunas personas al rango positivo, otros al comparativo, y otros inclusive al superlativo. Al rango positivo pertenecían aquellos que aceptaron la fe verdadera y vivieron en matrimonio o en otro estado honorable. Al rango comparativo pertenecían aquellos que dejaron sus posesiones por amor a Dios, y les dieron a otros el ejemplo de una buena vida en palabras y obras y no antepusieron a Cristo. Al rango superlativo pertenecieron aquellos que ofrecieron sus vidas físicas por amor a Dios. Pero vamos a hacer una reflexión sobre estos rangos para averiguar en dónde hay ahora un amor más ferviente por Dios. Vamos a buscar entre los caballeros y los doctos. Busquemos entre los religiosos y aquellos que han desdeñado el mundo. Estas personas serían consideradas pertenecientes a los rangos comparativo y superlativo. Sin embargo, en realidad, se encuentran muy pocos.
No hay vida más austera que la de un caballero, si sigue sinceramente su llamada. Mientras que un monje es obligado a vestir una casulla, un caballero es obligado a vestir algo considerablemente más pesado, es decir, una cota de malla. Mientras que es duro para un monje luchar contra la voluntad de la carne, es más duro para un caballero avanzar entre enemigos armados. Mientras que un monje debe de dormir sobre una cama dura, es más difícil para el caballero dormir con sus armas. Mientras que un monje encuentra la abstinencia una carga y un problema, es más duro para el caballero estar constantemente agobiado por el miedo a perder su vida. La caballería cristiana no fue establecida por codicia de posesiones mundanas sino con el objeto de defender la verdad y extender la verdadera fe. Por esta razón, el rango caballeresco y el rango monástico deberían ser considerados correspondientes al rango superlativo o comparativo. Sin embargo, aquellos de cada rango han desertado de su honorable llamado, pues el amor a Dios ha sido pervertido en codicia mundana. Si un solo florín se les ofreciera, la mayoría en cada uno de los tres rangos se mantendrían callados acerca de la verdad antes que perder el florín y decir la verdad.”
La novia habla de nuevo: “Yo también vi lo que parecían muchos jardines sobre la tierra. Vi rosas y lirios en los jardines. En un espacioso lote de tierra vi un campo de cientos de metros de largo y lo mismo de ancho. En cada pie de tierra habían plantados siete granos de trigo y cada grano daba cien veces su fruto. Entonces oí una voz diciendo: 'Oh Roma, Roma, tus muros han sucumbido. Las puertas de tu ciudad están por tanto desprotegidas. Tus vasijas son vendidas. Tus altares han sido, por tanto, abandonados. El sacrificio vivo junto al incienso de maitines es quemado en el pórtico. La dulce y santa fragancia no viene del santo de santos.' ”
Inmediatamente el Hijo de Dios apareció y dijo a la novia: “Te diré el significado de las cosas que has visto. La tierra que viste representa el territorio entero donde está ahora la fe cristiana. Los jardines representan aquellos lugares donde los santos de Dios recibieron sus coronas. Sin embargo, en el paganismo, esto es, en Jerusalén y en otros lugares, hubo muchos elegidos de Dios, pero sus lugares no te han sido mostrados ahora. El campo que tiene cien pies de largo y otro tanto de ancho representa Roma. Si todos los jardines del mundo entero fueran traídos al lado de Roma, Roma sería ciertamente tan grande como el número de mártires (estoy hablando materialmente), porque es el lugar escogido para el amor de Dios.
El trigo que viste en cada pie de tierra representa a aquellos que han entrado al cielo mediante la mortificación de la carne, contrición, e inocencia de vida. Las pocas rosas representan los mártires, que son rojas a causa de la sangre que derramaron en diferentes regiones. Los lirios son los confesores que predicaron y confirmaron la santa fe con palabras y con obra. Hoy puedo decir de Roma lo que el profeta dijo de Jerusalén: 'Una vez la rectitud se alojó en ella y sus príncipes eran príncipes de paz. Ahora se ha vuelto escoria y sus príncipes se han convertido en asesinos.'
Oh Roma, si conocieses tus días, seguramente llorarías y no te regocijarías. Roma era en los días de la antigüedad como una tapicería teñida de bonitos colores y tejida con nobles hilos. Su suelo estaba teñido de rojo, esto es, la sangre de los mártires, y tejido, o sea, mezclado con los huesos de los santos. Ahora sus puertas están abandonadas, porque sus defensores y guardianes se han vuelto hacia la avaricia. Sus muros son derribados y dejados sin guardia, lo que significa que nadie se preocupa de que las almas se estén perdiendo. Antes bien, los sacerdotes y la gente, que son los muros de Dios, se han dispersado para trabajar por el beneficio carnal. Las sagradas vasijas se venden con desprecio, o sea los sacramentos de Dios son administrados por dinero y favores mundanos.
Los altares están abandonados, porque el sacerdote que celebra con las vasijas tiene las manos vacías en cuanto al amor a Dios pero mantiene sus ojos en la colecta; a pesar de tener a Dios en sus manos, su corazón está vacío de Dios, pues está lleno de las cosas vanas del mundo. El santo de los santos, en donde el más alto sacrificio solía ser consumado, representa el deseo de ver y disfrutar a Dios. De este deseo debería surgir amor a Dios y al prójimo y la fragancia de la templanza y la virtud. Sin embargo, el sacrificio se consume ahora en el pórtico, esto es, en el mundo, en que el amor a Dios ha sido completamente convertido en vanidad mundana y falta de templanza.
Así es Roma, como la has visto físicamente. Muchos altares son abandonados, la colecta se gasta en las tabernas, y la gente que la aporta tiene más tiempo para el mundo que para Dios. Pero debes saber que innumerables almas ascendieron al cielo desde el tiempo del humilde Pedro hasta que Bonifacio ascendió al trono del orgullo. Aun así Roma aún no está sin amigos de Dios. Si se les diera algo de ayuda clamarían al Señor y Él tendría misericordia de ellos.”
La Virgen instruye a la novia sobre cómo amar y sobre cuatro ciudades en donde se hallan cuatro amores y sobre cuál de éstos es apropiadamente llamado el amor perfecto.
Capítulo 28
La Madre habla a la novia, diciendo: “Hija, ¿me amas?” Ella responde: “Mi Señora, enséñame a amar, porque mi alma está profanada de falso amor, seducida por un veneno mortal, y no puede entender el verdadero amor.” La Madre dice: “Te enseñaré. Hay cuatro ciudades en donde hay cuatro tipos de amor, es decir, si es que llamamos amor a cada uno de ellos, dado que ningún amor puede propiamente encontrarse excepto en donde Dios y el alma están unidos en la verdadera unión de las virtudes. La primera ciudad es la ciudad de la prueba. Éste es el mundo. Un hombre es colocado ahí para ser probado sobre si ama o no a Dios.
Esto es para que pueda conocer su propia debilidad y adquiera las virtudes por las cuales pueda retornar a la gloria, de modo que, habiendo sido limpiado en la tierra, pueda recibir una gloriosa corona en el cielo. Uno encuentra amor desordenado en esta ciudad, porque el cuerpo es amado más que el alma, porque hay un deseo más ferviente de bienes temporales que de los espirituales, porque el vicio es honorado y la virtud despreciada, porque los viajes al extranjero son más apreciados que la propia patria, porque un pequeño ser mortal logra más respeto y honor que Dios cuyo reino es eterno.
La segunda ciudad es la ciudad de la limpieza en donde se lava la suciedad del alma. Dios ha querido instaurar lugares donde una persona que se ha vuelto orgullosa en el uso negligente de su libertad, pero sin perder su temor de Dios, pueda ser limpiada antes de recibir su corona. Uno encuentra amor imperfecto en esta ciudad, en tanto Dios es amado a causa de la esperanza que tienen una persona de ser liberada de cautiverio pero no por un ardiente afecto. Esto es debido al desánimo y la amargura en reparar la propia culpa. La tercera ciudad es la ciudad de la pena. Esto es el infierno. Aquí uno encuentra un amor por cada tipo de maldad e impureza, un amor por cada tipo de envidia y obstinación. Dios también gobierna esta ciudad. Esto lo hace equilibrando la justicia, la debida moderación de castigos, la restricción del mal, y la imparcialidad de las sentencias que toman en consideración los méritos de cada pecador.
Algunos de los condenados son grandes pecadores, otros menores. Las condiciones para su castigo y retribución son se establecen acordemente. Aunque todos los condenados están encerrados en la oscuridad, no todos ellos la experimentan de una y la misma forma. La oscuridad se diferencia de la oscuridad, el horror del horror, el fuego infernal del fuego infernal. El gobierno de Dios es de justicia y misericordia en todo lugar, incluso en el infierno. Así, aquellos que han pecado deliberadamente tienen su castigo específico, aquellos que han pecado por debilidad tienen uno diferente, aquellos que están son retenidos sólo a causa del daño hecho por el pecado original tienen, de nuevo, uno diferente. A pesar que el tormento de estos últimos consiste en la falta de la visión beatífica y de la luz de los elegidos, aún así se aproximan a una misericordia y alegría en el sentido de que no experimentan horribles castigos, ya que no sufren los efectos de ningún acto malvado de su propia acción. De otra manera, si Dios no ordenase el número y límite de los castigos, el demonio nunca mostraría límite alguno para atormentarles.
La cuarta ciudad es la ciudad de la gloria. Aquí uno encuentra el amor perfecto y la caridad ordenada que no desea nada sino a Dios o por honor a Dios. Por tanto, si llegases a alcanzar la perfección de esta ciudad, tu amor necesita cuatro cualidades: debe de ser ordenado, puro, verdadero y perfecto. Tu amor es ordenado cuando amas el cuerpo sólo con vistas a mantenerte, cuando amas al mundo sin superficialidades, a tu prójimo por amor a Dios, a tu amigo por el bien de la pureza de vida, y a tu enemigo por honor a la recompensa. El amor es puro cuando el pecado no es amado junto a la virtud, cuando se desprecian los malos hábitos, cuando el pecado no se toma a la ligera. El amor es verdadero cuando amas a Dios con todo tu corazón y afecto, cuando tomas la gloria y el temor de Dios como primera consideración en todas tus acciones, cuando no cometes ni el menor pecado mientras confías en tus buenas obras, cuando practicas la templanza prudentemente sin volverte débil por mucho fervor, cuando no tienes una inclinación al pecado a causa de la cobardía o ignorancia de las tentaciones. El amor es perfecto cuando para una persona nada es más deleitable que Dios. Esta clase de amor comienza en el presente pero es consumado en el cielo. ¡Ama, entonces, este tipo de amor perfecto y verdadero! Todos los que no lo tienen serán limpiados, sin importar si son creyentes o fervientes o un niño o bautizados. De lo contrario irá a la ciudad del horror.
Así como Dios es uno, así también hay una fe, un bautismo, una perfección de gloria y recompensa en la iglesia de Pedro. Correspondientemente, cualquiera que desea alcanzar al único Dios debe de tener (uno y) el mismo y único amor y voluntad como el único Dios. Miserables son aquellos que dicen: 'Es suficiente para mí ser el menor en el cielo. Yo no quiero ser perfecto.' ¡Qué pensamiento sin sentido! ¿Cómo puede alguien que es imperfecto estar en donde todos son perfectos, ya sea a través de la inocencia de vida o la inocencia de la infancia o por expiación o por fe y buena voluntad?”
La alabanza de la novia por la Virgen, que contiene una alegoría sobre el templo de Salomón y la inexplicable verdad de la unidad de las naturalezas divina y humana, y sobre cómo los templos de los sacerdotes están pintados con vanidad.
Capítulo 29
“Bendita Tú eres, María, Madre de Dios. Tú eres el templo de Salomón cuyos muros fueron de oro, cuyo tejado centelleó brillantemente, cuyo suelo estaba pavimentado con gemas preciosas, cuya ornamentación total era refulgente, cuyo interior todo era fragante y deleitoso de contemplar. En toda manera Tú eres como el templo de Salomón donde el verdadero Salomón caminó y se sentó y donde colocó el arca de gloria y la lámpara brillante. Tú, Virgen bendita, eres el templo de ese Salomón que hizo la paz entre Dios y el hombre, que reconcilió a los pecadores, que dio vida a los muertos y liberó a los pobres de su opresor. Tu cuerpo y alma se convirtieron en el templo de Dios. Fueron un tejado para el amor de Dios, bajo el cual vivió el Hijo de Dios contigo en alegría tras haber procedido del Padre.
El suelo del templo era tu vida dispuesta en la cuidadosa práctica de las virtudes. Ningún privilegio te faltaba, pero todo lo que Tú tenías era estable, humilde, devoto y perfecto. Los muros del templo eran firmes, porque no te inquietaba ninguna vergüenza, no estabas orgullosa acerca de ninguno de tus privilegios, ninguna impaciencia te molestó, no tenías ningún otro propósito más que la gloria y el amor de Dios. Las pinturas de tu templo fueron las constantes inspiraciones del Espíritu Santo que elevaron tu alma tan alto que no hay virtud en ninguna otra criatura que esté más completa y perfectamente que en Ti. Dios caminó en este templo cuando vertió su dulce presencia en tus miembros. Descanso en Ti cuando las naturalezas divina y la humana se unieron.
¡Bendita eres Tú, Virgen más bendita! En ti Dios todopoderoso se hizo un pequeño niño, el Señor más anciano se convirtió en un diminuto infante, Dios, el eterno e invisible Creador, se hizo una criatura visible. Te suplico, por tanto, pues eres la más amable y poderosa Señora, ¡que me mires y tengas misericordia de mí! Ciertamente Tú eres la Madre de Salomón, pero no de aquél que era Hijo de David sino de aquél que es el Padre de David y el Señor de aquel Salomón que construyó el maravilloso templo que verdaderamente te prefiguró. Un Hijo escuchará a su Madre, especialmente a una Madre tan grandiosa como Tú. Tu hijo Salomón estuvo una vez, por decirlo así, dormido en Ti.
Ruégale, pues, que permanezca despierto y me vigile para que ningún placer pecaminoso pueda punzarme, para que la contrición de mis pecados pueda ser duradera, para que pueda morir al amor del mundo, paciente en perseverancia, fructífera en penitencia. No hay virtud en mí pero sí la hay en esta oración: '¡Ten misericordia, María!' Mi templo es completamente lo opuesto al tuyo. Está oscuro con vicio, lodoso de lujuria, arruinado por los gusanos del deseo, inestable debido al orgullo, a punto de caer a causa de la vanidad mundana.”
La Madre respondió: “Bendito sea Dios que ha inspirado tu corazón a ofrecerme este saludo a Mí para que puedas entender cuánta bondad y dulzura hay en Dios. Pero, ¿por qué me comparas a Salomón y al templo de Salomón, cuando Yo soy la Madre de aquel cuyo linaje no tiene principio ni fin, de quien se dice que no tiene padre ni madre, es decir, de Melquisedec? Se dice que ha sido un sacerdote y es a un sacerdote que el templo de Dios se encomienda, por ello es que Yo soy Virgen y Madre del sumo sacerdote. Y sin embargo, te digo que soy tanto la Madre del rey Salomón como la Madre del sacerdote pacificador, porque el Hijo de Dios, que es también mi Hijo, es tanto sacerdote como Rey de reyes.
En verdad fue en mi templo en donde se vistió a sí mismo espiritualmente con la vestimenta sacerdotal con la que ofreció un sacrificio al mundo. En la ciudad real fue coronado con una corona real pero cruel. Fuera de la ciudad, como un poderoso guerrero, cuidó el campo y mantuvo apartada la guerra. Mi aflicción es que este mismo Hijo Mío es ahora olvidado y despreciado por sacerdotes y reyes. Los reyes se enorgullecen en sí mismos de sus palacios, sus ejércitos, sus éxitos y honores mundanos. Los sacerdotes se crecen en orgullo por los bienes y posesiones que pertenecen a las almas. Dijiste que el templo estaba pintado de oro. Pero los templos de los sacerdotes están pintado de vanidad y curiosidad mundanas, pues la simonía gobierna en los niveles más altos. Ha sido arrebatada el arca de la alianza, extinguida la lámpara de la virtudes, abandonada la mesa de devoción.”
La novia respondió: “¡Oh, Madre de misericordia, ten misericordia de ellos y reza por ellos!” La Madre le dijo: “Desde el principio Dios amó tanto a sus hijos que no sólo son escuchados cuando rezan por sí mismos, sino que otros también experimentan los efectos de sus oraciones gracias a ellos. Son necesarias dos cosas para que las oraciones por los demás sean escuchadas, a saber, la intención de abandonar el pecado y la intención de avanzar en virtud. Mis oraciones beneficiarán a cualquiera que tenga estas dos intenciones.”
Las palabras de Santa Inés a la novia sobre el amor que la novia debería tener por la Virgen, empleando una metáfora de flores, y la descripción de la Virgen gloriosa sobre Dios, su bondad ilimitada y eterna, comparadas con nuestra falta de amabilidad e ingratitud, y sobre cómo los amigos de Dios no deben perder su paz en medio de la tribulación.
Capítulo 30
La bendita Inés habla a la novia, diciendo: “Hija mía, ama a la Madre de misericordia. Ella es como la flor o el junco moldeado como una espada. Esta flor tiene dos extremidades afiladas y una punta graciosa. Sobresale en altura y anchura sobre todas las demás flores. Similarmente, María es la flor de flores, una flor que creció en un valle y se extendió por todas las montañas. Una flor, digo, que fue criada en Nazaret y se extendió por sí misma en el Monte Líbano. Esta flor tenía, en primer lugar, altura, en el sentido de que la bendita Reina del cielo sobrepasa a cada criatura en dignidad y poder. María también tenía dos agudos filos u hojas, esto es, la pena en su corazón por de la pasión de su Hijo, junto a su firme resistencia a los ataques del demonio en el sentido de nunca consentir al pecado.
El anciano profetizó verdaderamente cuando dijo: 'Una espada atravesará tu alma’. En un sentido espiritual Ella recibió tantos golpes de espada como el número de heridas y llagas que vio recibir a su Hijo y que Ella también ya había previsto. María tenía también una gran anchura, quiero decir, su misericordia. Ella es y fue tan amable y misericordiosa que prefirió sufrir cualquier tribulación antes que dejar que las almas se perdieran. Unida ahora a su Hijo, no ha olvidado su primitiva bondad, sino que, antes bien, extiende su misericordia a todos, incluso al peor de los hombres. Así como el sol brilla y abrasa los cielos y la tierra, así también no hay nadie que no experimente la dulce amabilidad de María, si la solicita. María también tenía una graciosa punta, quiero decir, su humildad.
Su humildad la hizo muy agradable al ángel cuando se denominó a sí misma Sierva del Señor, aunque había sido escogida para ser su Señora. Concibió al Hijo de Dios en humildad, no queriendo agradar al orgulloso. Ascendió al trono más alto mediante la humildad, no amando nada sino a Dios mismo. ¡Ven a nosotros, pues, Conducto, y saluda a la Madre de misericordia, pues Ella ha llegado ahora!”
Entonces María apareció y respondió: “Inés, tú usaste un nombre, ¡añade un adjetivo, también!” Inés le dijo: “Podría decir 'la más bella' o 'más virtuosa,' porque eso pertenece a nadie en derecho sino a Ti, Madre de la Salvación de todos.” La Madre de Dios respondió a la bendita Inés: “Hablas con la verdad, porque Yo soy la más poderosa de todos. Por tanto, Yo misma añadiré un adjetivo y un nombre, específicamente 'Conductora' del Espíritu Santo. ¡Ven, Conductora, y escúchame! Estás triste porque este dicho es intercambiado entre los hombres: 'Déjanos vivir como nos gusta, pues a Dios se le agrada fácilmente. Déjanos hacer uso del mundo y su honor mientras podemos, pues el mundo fue hecho en honor de la humanidad.' Ciertamente, Hija mía, un dicho como ése no viene del amor a Dios ni tiende ni guía hacia el amor a Dios. Sin embargo, Dios no olvida su amor a causa de ello, sino que cada hora muestra su amabilidad a cambio de la ingratitud humana. Es como un artesano construyendo alguna gran obra. A veces calienta el hierro, a veces lo deja frío. Dios es el supremo artesano que hizo el mundo de la nada y ha mostrado su amor a Adán y a su posteridad.
Pero la raza humana se enfrió hasta tal punto que cometió tremendos crímenes y casi consideró a Dios como nada. Por esta razón, Dios tuvo misericordia y dio primero una advertencia benevolente, pero luego reveló su justicia mediante el diluvio. Después del diluvio, Dios hizo su pacto con Abrahán, mostrándole signos de afecto, y condujo a sus hijos por medio de grandes señales y maravillas. Le dio la ley a su gente a partir de sus propios labios, confirmando sus palabras y Códigos de Disciplina mediante el más evidente de los signos. A medida que el tiempo transcurrió, de nuevo la gente se enfrió y cayó en tal locura que empezaron a adorar ídolos. Queriendo calentar una vez más el corazón que se había enfriado, Dios en su amabilidad mandó a su propio Hijo al mundo.
Él enseñó el verdadero camino al cielo y dio un ejemplo de verdadera humildad a imitar. Aunque ahora muchos le han olvidado en su negligencia, Él aún muestra y revela sus misericordiosas palabras. Sin embargo, las cosas no se cumplirán todas de una vez, no más ahora que antes. Antes de la llegada del diluvio, primero se le advirtió a la gente y se les dio tiempo para el arrepentimiento. Similarmente, antes de que Israel entrase en la tierra prometida, el pueblo fue antes puesto a prueba y la promesa fue atrasada cierto tiempo. Dios podía haber guiado al pueblo cuarenta días sin retrasarse cuarenta años, pero su justicia demandó que la ingratitud del pueblo se hiciese aparente y que la misericordia de Dios se hiciese manifiesta para volver a su futuro pueblo tan humilde como el que más.
Sería gran audacia preguntar por qué Dios hizo sufrir tanto a su pueblo o por qué puede haber castigo eterno, dado que una vida en pecado no puede durar para siempre. Sería una audacia tan gran como tratar de razonar y comprender la eternidad de Dios. Dios es eterno e incomprensible. Su justicia y recompensa son eternas, su misericordia está más allá del entendimiento. Si Dios no hubiera mostrado ya justicia a los primeros ángeles, ¿cómo sabríamos de su justicia y su ecuánime juicio de todo?
Si, de nuevo, no hubiera tenido misericordia de la humanidad al crearla y luego liberarla mediante innumerables milagros, ¿cómo sabríamos que su bondad fuese tan grande o su amor tan inmenso y tan perfecto? Debido a que Dios es eterno, su justicia es eterna y no hay ni incremento ni disminución en ella. Es como cuando alguien planea por adelantado hacer su trabajo de tal manera y tal día.
Cuando Dios ejerce su justicia o misericordia, la manifiesta mediante su cumplimiento, pues el presente, el pasado y el futuro son Le conocidos desde la eternidad. Los amigos de Dios deben perseverar pacientemente en el amor a Dios y no perder su paz, incluso aunque vean prosperar a los hombres y mujeres mundanos. Dios es como una buena lavandera que pone las ropas sucias en las olas para dejarlas más limpias y brillantes mediante el movimiento del agua, prestando mucha atención a las corrientes de agua para que las ropas no se hundan debajo de las ondas. Del mismo modo, Dios coloca a sus amigos en las olas de la pobreza y la tribulación en el presente con objeto de expiarlos para la vida eterna, mientras mantiene una atenta observación para que no se hundan en la pena excesiva o en una tribulación insoportable.”
Las palabras de Cristo a la novia ofreciendo la admirable alegoría de un doctor y un rey, y sobre cómo el doctor simboliza a Cristo, y sobre cómo aquellos que la gente piensa que serán condenados son frecuentemente salvados, mientras aquellos de quienes la gente o la opinión mundana piensa que serán salvados son condenados.
Capítulo 31
El Hijo habla a la novia, diciendo: “Un médico llegó a un reino distante y desconocido en el que el rey no regía sino que era gobernado, porque tenía el corazón de una liebre. Sentado en su trono, parecía un burro con una corona. Su pueblo se entregaba a la glotonería, olvidando la honestidad y la justicia, y odiando a todos los que les hablasen del bien que les esperaba en el futuro. Cuando el médico se presentó al rey, diciendo que era de un país hermoso y afirmando que había llegado a causa de su conocimiento de las enfermedades humanas, el rey, maravillado ante el hombre y sus palabras, respondió:
'Tengo dos prisioneros que van a ser decapitados mañana. Uno de ellos apenas puede respirar, pero el otro está más robusto y corpulento ahora que cuando entró en la prisión. Ve a ellos, mira sus caras y ve cuál de ellos tiene mejor salud.' Después de que el médico había ido y los había examinado, le dijo al rey: 'El hombre de quien dices que es robusto es casi un cadáver y no sobrevivirá. En cuanto al otro, sin embargo, hay buena esperanza.' El rey le preguntó: '¿cómo sabes eso?'
El doctor dijo: 'porque el primer hombre está lleno de humores y vapor dañinos y no puede ser curado. El otro hombre, que está exhausto, puede ser salvado fácilmente con poco de aire fresco.' Entonces el rey dijo: 'Convocaré a mis nobles y consejeros para que vean tu sabiduría y habilidad y obtendrás honor ante sus ojos.' El médico le dijo 'No, de ninguna manera hagas esto.
Sabes que tu gente es celosa del honor. Si no pueden perseguir a un hombre con sus acciones, lo destruyen con el habla. Espera y te daré a conocer mi sabiduría sólo a ti en privado. Así es cómo me han enseñado. He aprendido a mostrar más sabiduría en privado que en público. No persigo ganar gloria en tu tierra de oscuridad, sino que me glorío en la luz de mi patria. Además, el tiempo de cura no vendrá hasta que el viento del sur comience a soplar y el sol aparezca en el meridiano.' El rey le dijo: '¿Cómo puede pasar esto en mi país? El sol rara vez amanece aquí, pues estamos más allá de los climas, y el viento del norte siempre prevalece entre nosotros. ¿Qué bien me supone tu sabiduría o un retraso tan largo para la cura? Veo que estás lleno de palabrería.' El doctor respondió: 'Los hombres sabios no deben ser precipitados. Sin embargo, para no parecerte de poca confianza y poco amistoso, déjame quedarme a cargo de estos dos hombres. Los llevaré a las fronteras de tu reino en donde el aire es más apropiado, y entonces tú verás cuánto valen las acciones y las palabras.
El rey le dijo: 'Estamos ocupados con asuntos mayores y más útiles. ¿Por qué nos distraes? ¿O qué beneficio nos confiere tu enseñanza? Tenemos nuestro deleite en los bienes presentes, en las cosas que vemos y poseemos. No aspiramos a una recompensa futura e incierta. Pero, llévate a los hombres, como solicitas. Si te las arreglas para mostrarnos algo grandioso y maravilloso a través de ellos, nosotros mismos te proclamaremos glorioso y te haremos proclamar glorioso.' Así que él tomó a los hombres y los condujo hacia un clima templado. Uno de ellos falleció pero el otro, refrescado por el aire suave, se recuperó.
Yo soy este médico que mandé mis palabras al mundo en mi anhelo por curar almas. Aunque veo las enfermedades de mucha gente, sólo te muestro dos a través de las cuales puedes admirar mi justicia y misericordia. Te mostré una persona a quien el demonio secretamente poseyó y que iba a recibir un castigo eterno. Sin embargo, a la gente sus obras le parecían justas y era elogiado por tal cosa. Te mostré una segunda persona a quien el diablo abiertamente controló, pero de quien yo dije que sería curado a su hora, aunque no en modo abierto para que los hombres lo vieran, como estás pensando. Fue la justicia divina que este malvado espíritu comenzara a controlarlo gradualmente, pero la misma justicia también demandó que se le dejase gradualmente, como de hecho le dejó, hasta que el alma había sido liberada del cuerpo. Entonces el demonio acompañó al alma a su juicio.
El juez le dijo: 'Tú la has castigado y cribado como a trigo. Ahora me pertenece coronarla con una doble corona a causa de su confesión. Aléjate del alma a quien has castigado por tanto tiempo.' Y Él dijo: '¡Ven, feliz alma, percibe mi gloria y alégrate con los sentidos de tu espíritu!' A la otra alma le dijo: 'Puesto que no has tenido la fe verdadera y sin embargo fuiste honorado y elogiado como si fueras uno de los fieles, y puesto que tú no tuviste las acciones perfectas del justo, no tendrás las pagas del fiel. Durante tu vida te preguntaste por qué moriría por ti y por qué me humillé por ti.
Ahora te respondo que la fe de la Santa Iglesia es verdadera y conduce a las almas a las alturas, mientras que mi pasión y sangre permiten que ellas entren en el cielo. Por tanto, tu falta de fe y tu falso amor te oprimirán hasta la nada, y serás nada respecto a los bienes eternos espirituales. En cuanto a por qué el demonio no salió de este otro hombre ante la vista de todos, respondo: 'Este mundo es como una modesta casucha comparado con el tabernáculo en que Dios habita, y la gente provoca la ira de Dios. Es por esto que salió gradualmente tal y como había entrado en él.' ”
Las palabras de la Virgen a la novia que muestran en una alegoría cómo Dios padre la escogió entre los santos para ser su madre y puerto de salvación.
Capítulo 32
La madre habla a la novia diciendo: “Una cierta persona buscando piedras preciosas encontró un imán. Lo tomó en su mano y lo guardó en su tesoro. Con su ayuda condujo su barco a puerto seguro. Del mismo modo, mi Hijo buscó entre las muchas piedras preciosas que son los santos, pero me eligió especialmente como Su madre para que con mi ayuda la humanidad pudiera ser guiada al puerto del cielo. Así como un imán atrae el hierro a sí, así también atraigo los corazones duros a Dios. Por esto no debes molestarte si sientes tu corazón a veces duro, porque esto es para tu mayor recompensa.”
Las palabras del Hijo a la novia mostrando mediante el ejemplo de dos hombres cómo juzga por el interior y no por el exterior.
Capítulo 33
El Hijo de Dios habla a la novia: “Te estás preguntando sobre dos hombres, uno de los cuales era como una piedra fijada firmemente, el otro como un peregrino a Jerusalén. Sin embargo, ninguno de ellos alcanzó lo que esperabas. El primer hombre a quien fuiste enviada era como una piedra fijada firmemente, firme en sus convicciones pero, como Tomás, píamente dudoso. Del mismo modo, puesto que no era aún el momento de que los actos malvados fueran ejecutados, probó el vino pero no lo bebió. En cuanto al segundo hombre, te dije que sería un compañero de viaje a Jerusalén. Esto ocurrió para que puedas aprender el verdadero estado del hombre que era considerado justo y santo. Él es un religioso en su hábito y un monje de profesión pero un apóstata en sus maneras, un sacerdote por su rango pero un esclavo del pecado, un peregrino de reputación pero un vagabundo en intención, de quien se rumoreaba que se dirigía a Jerusalén pero en realidad se dirigía a Babilonia. Es más, abandonó en desobediencia y contra las reglas apostólicas.
Además, está tan infectado de herejía que cree y dice que será Papa en el futuro y hará una restauración completa. Sus libros también dan prueba de esto. Es por esto que morirá de muerte repentina y, si no está alerta, se unirá a la compañía del padre de mentiras. Así, no deberías inquietarte si ciertas cosas se dicen de un modo oscuro o si las predicciones no se cumplen como esperas, pues las palabras de Dios pueden entenderse de varias maneras. Cuando quiera que esto ocurra señalaré la verdad. Pero Yo soy Dios, el verdadero peregrino dirigido a Jerusalén. Yo mismo seré tu compañero de viaje.”
EXPLICación
El Espíritu de Dios habla: “Tú has oído que ha muerto el hombre que te dije que era como una piedra fijada firmemente y un pío dudoso. Has de saber que no será contado entre el número de aquellos que tentaron a Dios en el desierto ni con aquellos que buscaron un signo como aquel del profeta Jonás, ni con aquellos que promovieron persecución en mi contra. No, él estará con aquellos que tienen celo y caridad, aunque todavía no perfectamente.”
Las palabras de la Madre a su hija simbolizando el alma mediante un anillo y el cuerpo mediante una tela, y sobre cómo el alma debe de ser purificada mediante la discreción y el cuerpo debe ser limpiado pero no matado de abstinencia.
Capítulo 34
La Madre habla: “Se le da un anillo a alguien pero es demasiado pequeño para su dedo. Así que le pide consejo a un enemigo sobre lo que debe de hacer. El enemigo le responde: 'Córtate el dedo para que el anillo entre en él.' Un amigo le dice: '¡Desde luego que no! En vez de eso, haz el anillo más ancho con un martillo. Alguien quiere filtrar y colar una bebida para un poderoso señor usando un tejido sucio y pide consejo a un enemigo. Éste responde: 'Corta todo lo que está sucio del tejido y usa las partes limpias y tendrás un filtro para la bebida de tu señor.'
Un amigo le dice: '¡De ninguna manera hagas eso! ¡En su lugar, el tejido debe antes ser lavado y limpiado y sólo entonces la bebida debe ser filtrada!' Lo mismo se aplica incluso en asuntos espirituales. El anillo representa el alma, el tejido representa el cuerpo. El alma, que debe ser colocada en el dedo de Dios, debe hacerse más ancha con el martillo de la discreción y purificación. No debe matarse el cuerpo sino purificado mediante la abstinencia para que las palabras de Dios puedan ser difundidas a todo lugar mediante él.”